Simulacro anual [Evento]

-¡Perfecto!- chistó mientras la pantalla de su computadora se quedaba congelada por otra media hora más. Llevaba así por lo menos toda la mañana y esta era la tercera vez que intentaba evitar agarrar el pedazo de chatarra y mandarlo a volar directo al lago. Porque si alguien le hubiese informado que ser secretaría conllevaría luchar día a día contra pilas de archivos tan antiquísimos como el mismo internado y meterlos a una hoja de exel, pues habría escogido el puesto de personal de aseo. Llevar una mopa y trapear pisos sonaba menos devana sesos que discutir contra un aparato inanimado 10 horas al día.

Esa era la hermosa rutina de Kate, desempolvar los registros estudiantiles desde tiempos inmemoriales, interpretar la madeja de letras entintadas que, tras un par de minutos se transformaban en nombres y números de matrículas, para luego ingresarlas en la actualizada base de datoscon fines de celebrar la tardía entrada al siglo XIX. Porque al parecer la tecnología no era muy bien recibida dentro de Dunkeheit.

Tan solo le quedan 300 archivadores más y el trabajo de dos semanas, que le había costado horas de sueños y almuerzos, habría tenido sus frutos. O al menos eso era lo que daba un ápice de esperanza a Kate, hasta que el sonido tardío de la alarma de incendió le obligo a levantar de bruces despertándole de un coma. Lo primero que pensó fue en la computadora, porque ni muerta iba a dejar que sus horas de sueño fueran desperdiciadas, pero aún seguía como lo había dejado, con su pantalla azul intacta.

Tras cinco minutos de mirar con eterno odio el desastre y darse cuenta que no había muerto calcinada, agarró de su libreta y marchó por la primera puerta esperando hallar una respuesta de todo el alboroto. Quizás había sido que se encontraba en el ala más alejada del internado con los archivos escondidos, o porque se había quedado dormida más rato de lo que pensó, pero de una cosa sí que estaba segura;  caos, todo era un caos.

Primero quiso llamar a la policía, era lo que su lado racional le dictaba hacer, luego pegaría el grito de su vida y aprovecharía el trayecto a casa dentro de la patrulla para redactar su carta de renuncia ¿Eso habría sido muy lindo, no? Pero todo lo que atinó a hacer fue a observar los dos cuerpos inertes, al grupo de adultos con el rostro tan desfigurado como el de ella del terror, y por último, la espalda desaparecer del joven que se había llevado algo de la mesa.  

Prefería pasar el tiempo con Isak y Gru, eran los más cercanos a él y, honestamente, Nate no tenía la intención de socializar demasiado, no en la situación en la que estaban y sobre todo gracias a pésimo humor que había mantenido por días. Las personas seguían llegando y el chico de cabello oscuro no puede evitar ver a todos lados, aún su corazón albergaba la esperanza de que Callie saliera de la nada, solo que siempre se llevaba la misma respuesta; un vacío en cualquier lugar donde su mirada se posara.

La idea de Gru le parece ideal, después de todo quizás se había tratado de un simulacro más. Nate sigue al chico y se adentran en el internado, una buena comida solucionaría todo el ajetreo causado por la alarma. La masa que se aglomera en el hall llama la atención de Nathaniel quien inevitablemente frunce el ceño y empieza a meditar la posibilidad de que algo más este pasando. Ve a Gru sin entender y es cuando se abre paso entre las personas para lograr ver el punto de atención. No, no podía estar pasando.

Los cuerpos de Alfred y Victor no fueron precisamente lo que lo sorprendieron, la sorpresa fue la malicia, la crueldad, el morbo de quien logró hacer todo eso. Nate creyó que podría vomitar en ese mismo momento, pero se contuvo maquinando en su cerebro todo lo que podría estar pasando. Gira a ver a Brennan, pero lo cierto es que su amigo se había ido, Nate lo sigue, seguramente estaría buscando a Isak y eso era lo mejor, buscar a Isak.

Los recién llegados se atraviesan en su camino, seguir el ritmo de Gru se torna complicado, todos parecían sentirse interesados por ver en detalle los cuerpos y eso solo podía causarle rabia y enojo, no con los demás, sino con el mismo internado, al final del día eran unos jodidos adolescentes, no tenían por qué estar viendo tantas desgracias juntas. Nate se acerca tras Gru al momento que el chico sale corriendo, tarda en entender, pero baja su mirada al suelo y ve el motivo de su discordia, una foto, una simple foto; Cassie, Cassie muerta.

No podría contener más la bilis, un vacío se asienta en su estómago y antes de perder la razón el chico se acerca y busca más, busca más fotografías porque solo le hacía falta ver un rostro en particular para estar tranquilo o morir en el intento, una de las dos. Se acerca hacia la mesa y busca su rostro, busca las fotos, no tiene que tomar más, una estaba ahí, clara, llamando su atención. Un rostro sin vida, dormido en paz después de tanta tortura, se trataba de Callie, de su Callie y ella estaba muerta, muerta.

Nate toma la foto entre sus manos con fuerza, no la suelta, no la suelta porque es el cable que lo ata a la tierra y que le recuerda que no es un vil y asqueroso sueño. De repente el aire se torna necesario, la multitud lo encierra, le enferma, ve espejismos a su alrededor, como si todos pasaran a su lado con tal velocidad imposible de contener. Nate los aparta a todos con la fuerza de su cuerpo a medida que pasa y se aísla en un rincón, deja caer su brazo en la pared antes de pegar la frente en el concreto, ve la foto de nuevo, no, no puede ser, esto no puede ser lo último que tuviste que vivir. Ella, Cassie, Carol… no.

El poco contenido de su estómago hace ademán en salir y agradece tener una papelera cerca, llega justo a tiempo para desfallecer en el intento, no había comido así que no demora demasiado. ¿Cuánto tiempo se mantiene así? Quizás segundos, pero lo cierto es que al terminar limpia su boca con la manga del abrigo y deja caer su espalda en la pared, maldito Dunkelheit. Ella ya no estaba, no estaba a su lado, ni siquiera se había despedido, ni siquiera le había dedicado una sonrisa, terminaron peor de lo que algún día empezaron y el peso de la culpa empezaba a hacer eco en Nate. No, aún quería sentirla, no podía ser que su vacío empezara a hacerle eco. Nathaniel gira y empieza a dar golpes en la pared, golpes fuertes, certeros. —¡NO, CALLIE!, TU NO, TU NO—. Perdido en la desesperación no cede, continúa golpeando como si de alguna manera el dolor causado por la pared le regresara un poco de lo que se merecía por haberla dejado partir.

Su objetivo era claro, buscar a los niños más pequeños para que salieran fuera y evitar los regaños, que todos siguieran las órdenes de los mayores; personal, profesores... juntos estarían mejor. Rose no fue la única al entrar, pero tuvo tiempo de detener a un par de chiquillos y decirles que salieran, sin pensarlo había avanzado más en el lugar dada su búsqueda de pequeños aún escondidos en el internado, fue entonces cuando los vio y luego de un parpadeo todo se detuvo, las personas empezaron a llegar y Rose se quedó sembrada en el suelo sin saber qué hacer o qué pensar porque precisamente nada era lo que pasaba por su cabeza, nada.

Ahí estaban, frente a sus ojos claros los cuerpos de Victor y de Alfred, sangre derramada de la manera más abrupta posible, ojos perdidos... era tosco, era salvaje, ni en sus peores pesadillas había imaginado ver algo así y eso que no eran los primeros cadáveres que presenciaba. Wes fue una cosa, Ophelia otra, pero quizás el vínculo con ambos hizo que el dolor la cegara al momento de sus muertes, pero ellos, ambas figuras de autoridad, los habían herido de una manera tan animal que a Rose le costaba creerlo. Se quedó ahí, quieta, no sabía cómo reaccionar y aunque giraba sentía que todos los que la rodeaban estaban en un mundo aparte al suyo, uno donde respiraban, donde sentían, no como ella que acababa de abandonar lo terrenal para ir a una caja de cristal.

Inevitablemente busca a sus amigos, a Gru, a Isak, a Nate, ¿dónde estaba Jack? Tiene que alzarse en medio de la multitud para buscarlos, pero es el grito de Nate lo que la hace reaccionar, se acerca como puede y observa al chico con un papel entre manos y diciendo a gritos el nombre de Callie, ve a Isak con el profesor Mark, Gru no estaba. Rose no sabía qué pensar, su cerebro se vacía imaginando lo peor, pero lo peor no podía ser, ¿cierto? Un escalofrío invade su cuerpo y de repente su piel se eriza, busca con su mirada a alguien en particular rogando porque estuviera ahí, pero no lo encuentra, Cole no estaba.

Las palabras de Yuna resuenan en su cabeza, hacen eco, vuelve al foso donde solo estaba ella sola y donde los demás no podían verla, encerrados, estaban encerrados. Estar entre los estudiantes empezaba a exasperarla, Rose aprieta la cadena que llevaba en su cuello con fuerza buscando que hacer, poco a poco la falta de aire empezó a afectarle y fue ahí cuando decidió salir corriendo de una vez por todas.

Sabía a donde iba, estaba segura de la dirección que estaba tomando, sus ojos nublados por las lágrimas acumuladas no eran impedimento para seguir la dirección a su objetivo. Él tenía que saberlo y más que nada ella tenía que cerciorarse de que él seguía ahí y de que Cole había visto todo como un mero simulacro. En su interior rogaba porque estuviera sano y salvo; Callie, Cassie, ya no podía dudar de lo que estaba pasando, ya no podía seguir perdiendo más personas, es por eso que Rose sale corriendo a buscar a Cole, él tenía que estar ahí. "Por favor, tienes que estar ahí".

Desde su posición en la fila, observaba a sus compañeros y los adultos. Todos parecían confusos e indecisos. Aunque algunos parecían que se lo tomaban a broma. A un par de pasos por delante, tenía en el punto de mira a Rose. Cuando la vio que salía de la fila e iba corriendo hacia el internado, echó la vista hacia a un lado, intentando buscar a Cole entre los alumnos de séptimo. Al no verlo, las palabras de este hicieron eco en su mente. Mierda. Sin pensarlo mucho, fue detrás la joven. Si algo le pasaba a la chica, la culpabilidad caería de nuevo sobre él.

No fue el único en entrar al internado, por lo que tuvo que abrirse paso entre el resto de alumnos y personal que iban tras los más pequeños. Cuando se levantó aquella mañana, jamás hubiera imaginado que iba a encontrarse con el panorama que vio al entrar en el comedor.

Los alumnos agolpados en la entrada, los cuerpos sin vida de Motka y Hempstead, un gran charco de sangre y varios adultos alrededor de estos. Su cuerpo se paralizó y una sensación de déjà vu recorrió su mente, regresando las imágenes de los cuerpos de Wesley y Ophelia. Las voces a su alrededor se tornaban distorsionadas al igual que la vista que tenía del comedor. El desayuno inexistente hizo por querer salir, pero al no haber tomado nada desde la noche anterior, lo único que produjo fue un par de arcadas. Se tapó la boca con la manga del jersey y apartó la vista. En aquellos momentos no sabía si quería llorar o ponerse a gritar de la rabia.

La voz de Yuna volvió a paralizarle. Las piezas de ajedrez… Desvió su mirada hacia la mesa de profesores, pero con la enfermera y los profesores delante no logró ver mucho. Lo peor de todo fueron las reacciones de los alumnos, sobre todo de Isak, Brennan y Nate. No le cabía ninguna duda de que había más alumnos muertos. Volvió a buscar con la vista a Rose, a quien había perdido al ver semejante estampa. No logró localizarla dentro del comedor ni fuera en el pasillo. Mierda, volvió a maldecir.

Era tarde para ir a buscarla, así que acató las órdenes de Brian y ayudó a conducir a los más pequeños hasta el auditorio. Algunos lloraban desconsoladamente y llenos de terror. Era difícil decirles que todo iba a salir bien, cuando todas las probabilidades pintaban lo contrario.