Flying | Cole

Con las actividades suspensas, así como las clases, todo se había vuelto más aburrido y monótono. Apenas salía de su habitación y si lo hacía era para comer o visitar la biblioteca. La conversación que había tenido con el profesor Pratchett hace unas semanas lo había incentivado a hacer su propio mapa del lugar. Para ello, leyó varios libros de geografía, sobre todo de la parte de Escocia, y también hizo uso de su propia memoria. Había intentado reproducir el mapa que Brian poseía, pues era el único que había visto del internado (a excepción de aquel que el propio profesor había hecho), pero no conseguía plasmarlo sobre el papel con exactitud. Habían pasado dos semanas desde entonces y la falta de sueño hacía que fuese más difícil recordad cada detalle. Para facilitar la tarea, había sacado los propios dibujos que había hecho sobre el internado en los años que llevaba allí y que había guardado, y los había pegado sobre la pared más extensa de la habitación. Algunos eran producto de sus propias pesadillas, pero pensó que podrían serle útiles.

En aquel momento se hallaba sentado frente al escritorio, intentando arreglar el mapa, pues no había calculado todos los espacios de la forma correcta. De eso se había dado cuenta aquella mañana tras dar un paseo por la zona deportiva. Estaba a punto de darse por vencido, pues tendría que darse otra vuelta por el exterior para poder reestructurar el mapa con más exactitud, cuando alguien llamó a la puerta. Tan concentrado como estaba, esa llamada lo sorprendió y, por lo tanto, dio un respingo sobre el asiento. Respiró hondo y fue a abrir la puerta, preguntándose quién podría ser. “Algún profesor haciendo su guardia, seguro”, pensó.

—¿Cole? —Dijo confuso tras descubrir su figura al abrir la puerta, ya que posiblemente fuera la última persona que esperaba, aunque tampoco le extrañó demasiado, ya que ambos habían sido testigos de lo sucedido en el bosque—. Hola... ¿Puedo ayudarte en algo?

Al verlo mirar hacia el pasillo, no pudo evitar seguir su mirada y asomarse hacia fuera. No vio a nadie, al menos nadie que él conociera lo suficiente como para preocuparse. Se le veía algo nervioso y el que calificara como lamentablemente el tener que pedirle ayuda, le preocupó ligeramente. Le había cogido tan de sorpresa su visita y su petición, que su cerebro era incapaz de hacerle reaccionar o pensar. Tardó unos segundos en darse cuenta de que ambos seguían parados y callados entre el umbral de la puerta.

—Claro. Entra. —Dijo tras carraspear, abriendo la puerta del todo y colocándose detrás de esta, dejándole espacio suficiente para pasar y poder cerrarla después. En cuanto ambos estuvieron dentro, cogió la silla del escritorio y la colocó cerca de la cama. Después, barrió con la mano en un movimiento rápido todos los papeles que había sobre el colchón—. Puedes sentarse si quieres. —En aquel momento, deseó poder estar en casa o tener la libertad y los medios suficientes para poder ofrecerle una bebida también. Un té o un refresco podía ayudar en aquellos casos, aunque no supiera exactamente qué caso era este. Esperó a que Cole escogiera primero entre la silla o la cama (o ninguna), para poder sentarse él después en la alternativa que dejara libre—. ¿Y bien? ¿En qué puedo ayudarte? —Preguntó mientras dejaba los papeles sobre el escritorio, tapando el mapa en el que había estado trabajando, aunque no se molestó en tapar todas las imágenes que había colgadas en la pared. Muchas eran esbozos de viñetas, por lo que estaban sin pintar o a medio acabar. En lugar de ir a sentarse, se quedó apoyado en la mesa con los brazos cruzados y la mirada puesta en su compañero. Parecía bastante relajado, pero en realidad estaba tan nervioso como parecía Cole o más. No paraba de preguntarse por qué Cole Green estaba en su habitación y por qué acudiría a él en busca de ayuda en lugar de algunos de sus compañeros de curso. Y el no poder encontrar una respuesta lógica le inquieta. Fuera lo que fuese, algo le decía que tenía que ver con lo sucedido en el bosque, pues ambos estuvieron presentes y era lo único que le parecía más posible. No le gustaba mucho esa idea, pues si tenía que ver con aquel fatídico día, no podía ser bueno. Sin embargo, decidió no adelantarse y dejar que Cole se explicara, rezando por que fuera algo como recoger hojas del jardín para hacer un proyecto o algo tan banal y cotidiano como eso.

Asintió leventemente con la cabeza y esperó a que se explicara algo mejor, antes de hacer cualquier pregunta. Lo siguió con la mirada hasta la ventana, por la cual aún entraban los últimos rayos de sol de la tarde. Escuchó atento, imaginando que si su hermano siguiera con vida y estuvieran en la misma situación, él no dudaría ni dos segundos en intentar salir de aquel internado infernal para ayudarle. Poco le importaba si de verdad el hermano de Cole era inocente o no. Como tampoco le importaba qué había sucedido para que estuviera preso. Si podía sacarlo de la cárcel, posiblemente habían inculpado a un inocente.

Estaba a punto de preguntarle qué era lo que necesitaba realmente, pues estaba claro que el chico ya estaba decidido a largarse de allí. Y para ser sinceros, no era tan mala idea a pesar de que sabían las consecuencias si alguien intentaba salir. Pero una persona solo no llamaba tanto la atención. Era más difícil de ser descubierta. Es por ello que él hasta ahora no había dicho nada. Sin embargo, no hizo falta que preguntara, pues Cole siguió hablando. Cerró la boca, expulsando el aire que había cogido para hablar, y volvió a escuchar con la mirada puesta en el chico. Sus cejas se arquearon de sorpresa. Pues pensaba que iba a pedir ayuda para salir, no para que hiciera de niñera. ¿Acaso no había alguien más a quién pedírselo? ¿A sus amigos? ¿A Nate, por ejemplo? Resopló mientras sopesaba la idea.

—¿Por qué yo? No soy el único que va a su mismo curso. —Fue lo único que salió de su boca en aquellos momentos. La excusa de que iban al mismo curso no era suficiente—. Además, ¿no se te ha ocurrido que quizás también quiero salir de aquí? Solo tienes que mirar a tu alrededor para ver que ambos teníamos una idea parecida. —Le dijo cogiendo el mapa incompleto que había sobre el escritorio en el que seguía apoyado, para mostrárselo—. Cualquiera que se atreva a hacer caso omiso de las amenazas, sabe que salir de aquí no es tan mala idea después de todo. Sobre todo si sabes hacia dónde tienes que ir. —Volvió a dejar el mapa sobre el escritorio y, de nuevo, cruzó los brazos sobre el pecho—. Necesito una mejor excusa que me convenza de que debo quedarme y ayudarte desde aquí, echándole un ojo a Rose.