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Whispers in the Dark :: internado dunkelheit :: zonas internas :: Quinto Piso :: Habitaciones 221 a 420
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Recuerdo del primer mensaje :
Uno, dos, uno dos. Intentaba controlar su agitada respiración para tranquilizarse. Un sudor frío recorrió su nuca, así que decidió acelerar el paso hasta los baños comunes, comprobando que nadie lo seguía. Levantó la tapa del váter y vomitó la cena.
Tiró de la cadena, hizo unas cuantas gárgaras y dejó que su espalda resbalara por los azulejos del baño. Observó cómo anochecía a través de la ventana y agarró su pierna para controlar su tic nervioso. Odiaba que le pasara aquello, pero era normal. Llevaba meses sin consumir y, pese a que el internado hubiese sido para el cómo Alcohólicos Anónimos, no era fácil. Casi no podía salir del recinto y las recientes desapariciones y muertes habían hecho que los deportes y actividades fuesen suspendidas, por lo cual no era capaz de mantenerse distraído de sus deseos y pensamientos.
Decidió que, para que nadie lo encontrase, volvería a su habitación, ubicado en la misma planta. La 233. Le gustaba aquel número, y vivir en la parte superior del edifico se le antojaba más cómodo. Si escuchaba jaleo o alboroto, siempre podría recurrir a la azotea. Siempre y cuando no lo pillasen. Abrió la puerta de su habitación con su llave y, se dejó caer al lado de la cama, ya que el tic de la pierna llegaba a darle calambres. La ausencia de las drogas era incluso peor que las substancias cuando recorrían su cuerpo.
Además, los ataques le hacían pensar en el pasado. El pasado nunca se borra y siempre vuelve, por culpa de los malditos recuerdos. Las palizas, la morfina y los cuerpos de sus padres era lo primero que venía a su cabeza cuando le daban los ataques del mono. –Fuera-susurró, ahuyentando sus fantasmas. A veces tenía pesadillas, pero no les daba importancia. Todos tenemos malos sueño. Se quitó el sudor de la nariz y miró por la ventana para despejarse. Volvió a contar, esta vez hasta cien para distraerse mientras tocaba la bala que le había regalado su abuelo.
Uno, dos, uno dos. Intentaba controlar su agitada respiración para tranquilizarse. Un sudor frío recorrió su nuca, así que decidió acelerar el paso hasta los baños comunes, comprobando que nadie lo seguía. Levantó la tapa del váter y vomitó la cena.
Tiró de la cadena, hizo unas cuantas gárgaras y dejó que su espalda resbalara por los azulejos del baño. Observó cómo anochecía a través de la ventana y agarró su pierna para controlar su tic nervioso. Odiaba que le pasara aquello, pero era normal. Llevaba meses sin consumir y, pese a que el internado hubiese sido para el cómo Alcohólicos Anónimos, no era fácil. Casi no podía salir del recinto y las recientes desapariciones y muertes habían hecho que los deportes y actividades fuesen suspendidas, por lo cual no era capaz de mantenerse distraído de sus deseos y pensamientos.
Decidió que, para que nadie lo encontrase, volvería a su habitación, ubicado en la misma planta. La 233. Le gustaba aquel número, y vivir en la parte superior del edifico se le antojaba más cómodo. Si escuchaba jaleo o alboroto, siempre podría recurrir a la azotea. Siempre y cuando no lo pillasen. Abrió la puerta de su habitación con su llave y, se dejó caer al lado de la cama, ya que el tic de la pierna llegaba a darle calambres. La ausencia de las drogas era incluso peor que las substancias cuando recorrían su cuerpo.
Además, los ataques le hacían pensar en el pasado. El pasado nunca se borra y siempre vuelve, por culpa de los malditos recuerdos. Las palizas, la morfina y los cuerpos de sus padres era lo primero que venía a su cabeza cuando le daban los ataques del mono. –Fuera-susurró, ahuyentando sus fantasmas. A veces tenía pesadillas, pero no les daba importancia. Todos tenemos malos sueño. Se quitó el sudor de la nariz y miró por la ventana para despejarse. Volvió a contar, esta vez hasta cien para distraerse mientras tocaba la bala que le había regalado su abuelo.
Publicado por Phoenix R. Blackwood Jue Ago 18, 2016 7:43 pm
No supo con exactitud cuánto tiempo había pasado desde que se había separado de la castaña, así que esperó pacientemente hasta que la voz de la chica llamó su atención. Así que no se ha ido. Sonrió para sí mismo cuando le llamó loco.-Aquí estamos todos locos.- citó aquella frase de Alicia y el País de las maravillas, uno de los pocos libros que se había terminado en su vida.- Gracias por el cumplido.- Si, no lo podía negar. No estaba loco de psiquiátrico, pero tampoco era una persona normal. Su vida nunca había sido normal.
Se cruzó de brazos sin mirar atrás, a la espera de su siguiente movimiento, como si cada uno fuese una pieza de ajedrez y fuese su turno. Alzó una ceja y frunció el ceño, un gesto que ella no podía ver desde su ángulo.- ¿Olvidarlo?- pronunció más para sí mismo que como una respuesta. La chica se posicionó delante de él y volvió a relajar su posición.- Oh no, no quiero que lo olvides porque, en el fondo, sabes que soy una de las pocas personas que te ha plantado cara y a la que no has pegado, ¿me equivoco?- se acercó poco a poco al cuerpo menudo de ella, llegando hasta su oreja.- ¿Lo sentiste, verdad? El aire se escapaba mientras apretaba tu cuello.-una sonrisa arqueó sus labios y se alejó de ella, mirándola desde arriba debido a la diferencia de altura.-No es gracioso, solo admite que te ha gustado, no es que te hayas resistido mucho. Apuesto a que quieres que lo vuelva a hacer. De otra forma, te hubieses marchado cuando tuviste la oportunidad.-jugaba con fuego: podía y darle una bofetada y marcharse o seguirle el juego.
Se cruzó de brazos sin mirar atrás, a la espera de su siguiente movimiento, como si cada uno fuese una pieza de ajedrez y fuese su turno. Alzó una ceja y frunció el ceño, un gesto que ella no podía ver desde su ángulo.- ¿Olvidarlo?- pronunció más para sí mismo que como una respuesta. La chica se posicionó delante de él y volvió a relajar su posición.- Oh no, no quiero que lo olvides porque, en el fondo, sabes que soy una de las pocas personas que te ha plantado cara y a la que no has pegado, ¿me equivoco?- se acercó poco a poco al cuerpo menudo de ella, llegando hasta su oreja.- ¿Lo sentiste, verdad? El aire se escapaba mientras apretaba tu cuello.-una sonrisa arqueó sus labios y se alejó de ella, mirándola desde arriba debido a la diferencia de altura.-No es gracioso, solo admite que te ha gustado, no es que te hayas resistido mucho. Apuesto a que quieres que lo vuelva a hacer. De otra forma, te hubieses marchado cuando tuviste la oportunidad.-jugaba con fuego: podía y darle una bofetada y marcharse o seguirle el juego.
Publicado por Phoenix R. Blackwood Lun Sep 26, 2016 7:31 pm
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