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La historia era simple, por lo menos de contar, Calliope se había llevado sus medicinas y Nate la estaba buscando como un loco por los pasillos para pedirle que se las devolviera, sí, decirlo era muy sencillo, pero estar pasando por eso era algo completamente distinto, habría que preguntárselo a Nate.

Todo salió a la luz el día de su secuestro con Isak, Callie no era tonta así que no le costó demasiado darse cuenta que Nathaniel estaba consumiendo medicamentos incluso más que antes, era una adicción, una terrible adicción, sin embargo, Nate estaba tan sumido en el cansancio y el terror por el evento que pensó que la chica no se había dado cuenta o que lo hablarían en otra ocasión donde él pudiera improvisar una excusa que valiera la pena más allá de la supuesta estabilidad emocional y seguridad que aquel consumo le proporcionaba. Esa misma noche, Call se quedó a su lado y justo en la madrugada cuando Nate iba por su dosis necesaria se dio cuenta que la chica había escondido sus medicamentos, lo supo porque, además de que era la única capaz de hacerlo, vio el reflejo de la culpa al girarse y darse cuenta que ella estaba despierta. La discusión fue de esperarse, Nate no midió demasiado sus palabras y sus acciones a la hora de dirigirse a Callie por lo que ambos acabaron peor de lo que empezaron y la chica terminó por irse de la habitación dejando a un Nate enojado y, de cierto modo, desesperado.

Callie sabía escabullirse cuando era necesario, era muy lista, a Nate le costó un poco dar con su paradero hasta que se dio cuenta que esperarla en los pasillos no era lo recomendable, dejó de seguirla ese día y decidió esperarla en su habitación, era el único lugar donde seguramente iría y, de no ser así, solo tenía tres posibles candidatos que la hospedarían; Isak, Gru o Rose y decantaba más por la última.

Nate espera que caiga la noche, viste con su ropa deportiva del internado y espera de brazos cruzados apoyado en la puerta de la chica. Varias son las miradas que pasan y se posan en él con curiosidad a esperas de qué haría el chico de cabellos oscuros esperando a la capitana de lacrosse. La seriedad era evidente en los ojos de Nate que no se inmuta en ver a los demás o responder saludos, él tenía un solo objetivo y era hablar con Callie, así tuviera que serenarse y rogar por toda la paciencia que en ese instante deseaba tener. Nathaniel toma un respiro y apoya todo el peso de su cuerpo en una de sus piernas mientras mantiene la vista fija en las escaleras esperando el momento que Calliope llegara. ¿Qué le iba a decir? Aún no lo sabía realmente, estaba ordenando ideas, pero a la vez los hilos desaparecían, hilos que se perdían por completo porque el mismo James sabía que estaba improvisando solo para obtener sus medicamentos aun cuando eso supusiera pelear con la chica que tanto quería.
Publicado por J. Nate Seeber Sáb Jul 02, 2016 10:35 pm
J. Nate Seeber
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Tenía que correr. Lo necesitaba y eso fue lo que hizo. Se calzó las zapatillas y una sudadora que era unas tallas más grandes de la que en realidad le correspondía, ya tenía unos pantalones deportivos puestos, por lo tanto, solo tenía que salir. Corrió y en cada nuevo paso sus pensamientos golpeaban más fuerte con su cabeza.

Las cosas no habían salido como las había pensado. El plan A había fallado, nuevamente, al igual que había comprobado que ser discreta no estaba entre sus habilidades. Lo que había pensado como una charla de personas normales hablando con naturalidad sobre un tema que de normal no tenía nada, fracasó olímpicamente, y en lugar de que palabras en un tono regular salieran de la boca de cada uno de los presentes, fueron gritos que solo buscaban herir a la otra persona. Una vez que la joven se había ido supo que incluso lo que dijo pretendiendo lastimar a Nate, solo la habían lastimado a ella. La presión en su pecho no era un sentimiento conocido, aquel vacío que sintió, como si algo vital faltara dentro de ella, las lágrimas que no tardaron en caer, recordando el error que acababa de cometer. Cuando la puerta de su habitación se había cerrado, la joven había pasado un largo momento contra la misma, mirando el techo con la vista borrosa y perdida. No paraba de preguntarse por qué había hecho eso, y quién era esa persona con la que había discutido, porque esa persona no era el Nate que ella había conocido, era alguien más, alguien que le daba miedo, alguien que la lastimaba. ¿Había cometido un error al pensar que podía confiar en él? Tan asustada había estado de que no le rompieran el corazón, y se lo habían acabado rompiendo por culpa de ella.

Apretando sus dientes siguió corriendo hasta que el nudo en su garganta fue demasiado grande para poder ignorarlo, y llegado a ese punto, solo le quedó una cosa por hacer: darse una ducha y quedarse en la habitación de Rose. Se sentía mal al pensar que sus problemas no eran nada comparados con los de su amiga, ella acababa de perder a su hermano, había visto el cuerpo inerte y sin vida del mismo, sin lugar a una pequeña duda de que las cosas fueran diferentes, matando todas las esperanzas de un solo golpe. Callie se sentía un poco mejor ayudando a su amiga y recibiendo su consuelo por más tonto que fuera lo que le estaba pasando, por más que sintiera que algo tenía que estar mal porque no podía ser que una discusión con Nate se sintiera incluso peor que saber que su hermana estaba desaparecida. Algo tenía que estar mal, las cosas no podían ser así.

Siguió cuestionando esa verdad hasta que el nudo en su garganta pudo volver a ser ignorado. Sabía que tenía que serenarse antes de hablar con Nate, por lo tanto, fue directo a su habitación, esperando no cruzarse con el joven en los pasillos. Era la hora de la comida, todos deberían estar abajo, todos menos ella, menos Nate, pues al levantar la mirada del suelo se encontró con el muchacho plantado frente a su puerta de manera tal que no podía ser ignorado.

La menor cuadró sus hombros y levantó la barbilla con orgullo mientras se acercaba a su habitación, analizando las posibilidades de entrar y cerrar la puerta quedando sola adentro y preguntándose si no era mejor regresar a la habitación de la castaña y quedarse ahí hasta que su habitación estuviera disponible nuevamente.

¿Qué quieres? preguntó con todo distante, al igual que toda actitud hacia el joven. No pensaba pedir disculpas por lo que había hecho hasta no saber cuál era la verdadera razón por la que Nate se encontraba allí, esperando por ella. Aunque en su defensa no había pensado en quedarse con todas las pastillas, había pensado que cada vez que el joven quisiera consumir tuviera que ir a ella, de manera que podría controlar qué tanto tomaba por día y buscar una manera de que su cantidad fuera disminuyendo. Contaba con el orgullo del muchacho en ese plan, pero no fue necesario, porque tardó bastantes minutos en darse cuenta de que se había quedado con aquello que Nate tanto necesitaba, y lo había escondido para que no le sea fácil encontrarlo.
Publicado por Calliope C. Rohmer Dom Jul 03, 2016 1:06 am
Calliope C. Rohmer
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Nunca había sentido una verdadera división dentro de su pecho, nunca, esa era la primera real y lo estaba carcomiendo.

Los seres humanos viven de diatribas y de dudas que lo separan en dos mitades donde una logra contradecir perfectamente a la otra, es parte de la existencia, del todo, pero Nate siempre se había sentido a gusto viendo las cosas del otro lado de la barrera, no se complicaba demasiado y no armaba dramas, participaba en ellos cuando era necesario sí, pero no los creaba sino que prefería observar y luego participar, llegar en un momento determinante y dar su frío juicio, porque si algo era cierto es que a Nathaniel le encantaba analizar a las personas; el bullicio y las peleas le parecía que iban de más.

Ahora era él quien protagonizaba el mayor dilema de su vida y de su vida porque seguía siendo un joven, un niño que solo tiene dieciocho años, para Nate ese era su mayor problema y parecía querer que fuera más que relevante en su vida ya que así era Calliope para él, era la persona más importante en toda su vida. Nate se debatía en lo que debía y en lo que quería hacer sin encontrar un bando ganador o una opción que por lo menos estuviera en el medio de la discusión; su adicción era poderosa y era la base que lo había mantenido en píe los últimos años, había estabilizado su humor y sus ganas de dormir logrando que el chico llevara una vida adecuada a su edad, pero por otro lado estaba aquella chica, la castaña revoltosa que había girado su mundo por completo y que era la persona más importante en la vida de Nate. Ante la carencia de familia y de lazos importantes, Callie había llegado para establecerse y el corazón de Nate no tuvo más opción que aferrarse a ella, no la culpaba, eso lo hacía inmensamente feliz. El juego era entre su corazón y su mente, entre su paz y su salud, era una cárcel, estaba entre la espalda y la pared y lo cierto es que no sabía a qué opción aferrarse.

Llevaba varios minutos frente a la puerta de la habitación cuando la vio venir, a lo lejos, incluso antes de que se acercara a una distancia donde el chico pudiera detallar sus rasgos. Aun así se veía hermosa, en ese instante se dio cuenta cuanto la extrañaba; guapa, audaz, Calliope era como un huracán, a su paso dejaba todo revuelto incluso todo lo que Nate escondía en su interior. Pero a pesar de que su corazón por poco estalla al verla, el chico aún tenía el peso en su cabeza de que debían de hablar y que el tema era serio, muy serio, tanto que nunca había imaginado tocar tópicos similares con Callie, temas que pudiera decidir o poner en jaque el trato entre ambos.

Él se separa de la puerta, no iba a ponerse como un niño pequeño a impedirle la entrada, sin embargo, se mantiene lo suficientemente cerca como para que ella sepa que él no se irá con facilidad, no iba a retirarse. La pregunta seca y distante de la chica hace que Nate respire disimuladamente, no toleraba estar así, no con ella. —Hola, Calliope—. Inclina su cabeza a manera de saludo. —Sabes lo que quiero, Call, por favor, hay que evitarnos los rodeos—. Mantiene su vista fija en la chica, por fortuna no son muchos los estudiantes que pasan cerca. —Necesito mis medicinas, Callie, las necesito ahora—. Se acerca un paso a la chica, sin embargo, sigue manteniendo una distancia prudencial. —No pido que entiendas, es algo que no vas a entender, pero esto... esto es necesario para mi, para... vivir, por favor, necesito que me las entregues, yo... puedo salir de eso, por ti... pero ahora necesito que me ayudes—. Su voz va disminuyendo hasta finalizar en un susurro, se acerca de nuevo, sabe que no puede estar tan lejos de ella, si había algo más fuerte que las pastillas era la chica Rohmer, ella era su droga mayor.
Publicado por J. Nate Seeber Mar Jul 05, 2016 10:25 pm
J. Nate Seeber
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Quizás algún día encontremos la razón que nos trajo al punto en el que estamos, mientras solo queda seguir adelante.
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Desde que eres pequeño aprendes que tus padres son las primeras personas a las que puedes acudir cuando algo te pasa. Si te lastimas, si te has mandado alguna travesura y quieres evitar que se enojen. Son las personas que te protegen, tus héroes, aquellos con los que siempre estarás seguro. Esos pensamientos no duran para siempre. Niños golpeados, abandonados, discriminados por sus propios padres. Niños que aprenden que esa protección para ellos no existe. No era el caso de la joven, ella perdió esa sensación en cuanto acudió a su padre con un problema y este no pudo hacer nada más que esperar que ella se arreglara sola. Lo mismo había hecho con su hermana.

La muerte de su madre, la traición de su padre, las habían dejado solas, y la joven había tomado el puesto para su hermana, el puesto de guardiana para que ella siempre tuviera alguien a quien acudir. La madurez de la joven no se basaba solo en lo mucho que sabía o todo lo que había estudiado, sino en las cosas que había dejado atrás para actuar como una persona más madura para su edad. Esa decisión la había vuelto la persona que era. Una persona distante a las personas, que no quería que la quebraran porque ella necesitaba ser fuerte para Cass, una persona que cada vez que tenía un problema que la llevaría a llorar, se mostraba fría como una muñeca de porcelana.

Callie desconocía el paradero de su hermana, desconocía su estado, pero estaría ahí para ella, por eso había ayudado a fundar la organización, para hacer algo, para ayudar, porque no sería capaz de vivir consigo misma si se quedaba esperando a que la bajada se hiciera aún más empinada. No podía permitir que otra persona interfiriera con sus planes, que alguien la quebrara justo en el centro, como si quebraran su columna vertebral, porque su hermana la necesitaba y no podía perder más tiempo. Amaba a Nate, pero su hermana iría siempre primero, y, a esas alturas, el joven debería conocer las razones por las que tomaba las decisiones que tomaba. Pero aún en aquella burbuja de hielo en la que se escondía, no pudo evitar el peso de la decepción al escuchar a la persona que amaba llamarla nuevamente por su nombre completo, escucharla demostrar que las medicinas siempre serían más importante que ella. Era fuerte, pero no tanto, y también era joven y tenía sueños que acababan de volverse añicos con tan pocas palabras.

¿Es eso lo único que importa? preguntó haciendo un esfuerzo para que su voz no se quebrara en esa pregunta. Mantuvo su frente en alto, su espalda erguida. Se movió con destreza para abrir la puerta de su habitación y meterse dentro, haciendo un movimiento para que la siguiera. No iba a seguir hablando donde todos fueran capaz de escuchar. No le importaba mucho lo que las personas pensaran, pero le gustaba tener privacidad en ciertos asuntos, más cuando pueden significar la expulsión de un estudiante por romper las reglas de la manera en la que Nate lo estaba haciendo. Ella también estaría en problemas si revisaban su cuarto y encontraban las pastillas, pero esa adrenalina se acababa ese mismo día. Se dirigió a su estantería y retiró unos libros, había uno que era más corto que otro, y detrás del mismo estaba aquello que el joven tanto deseaba. Lo tomó en sus manos y se dio vuelta para tirárselo al joven. Luego se volvió a acomodar los libros sin decir ni una palabra más. Solo dejó el libro de historia sobre el escritorio, y cuando acabó fue a su cama con el libro en las manos. Se sentó para poder empezar a leer.
Publicado por Calliope C. Rohmer Jue Jul 28, 2016 1:00 pm
Calliope C. Rohmer
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Era increíble ver como las cosas cambiaban de un momento a otro, como el reflejo de lo que fue había cambiado de una manera tan opuesta a lo que ahora era. En esos dos adolescentes resultaba complejo encontrar a los dos niños inocentes que se conocieron en Dunkelheit tiempo atrás e hicieron la firme promesa de ser mejores amigos por siempre. Nate sabía que protegería a Callie a toda costa y las cosas se fueron tornando con mayor formalidad cuando su corazón hizo eco de lo que su mente ya sabía; no se trataba solo de una chica común, él la quería, la quería como mujer, sentimientos que se hicieron evidentes cuando ambos crecieron y le dieron paso a la madurez. Ahora parecían dos perfectos desconocidos, sus palabras eran hielo, la distancia era como una muralla, temían acercarse porque eso solo avecinaría un cataclismo. ¿Cuándo las cosas se habían tornado tan complejas cuando entre ellos todo era tan fácil como un saludo?

Su voz taladra el cerebro del muchacho que no dice nada; no asiente, no niega. La verdad es que necesitaba sus medicamentos, se estaba volviendo loco de no tenerlos, pero estaba claro que eso no era lo único que le importaba, no, a Nate le importaba Callie incluso más que las medicinas, ¿cierto? Hasta ahora no había puesto eso en tela de juicio, siempre tenía sus medicinas a la mano y podía contar con la joven cuando quisiera, pero ambos eslabones estaban flaqueando de una manera estrepitosa y Nathaniel nunca había estado en medio de esa situación, quizás por eso no sabía cómo reaccionar. Pasa junto a ella y agradece cuando la puerta queda cerrada a sus espaldas, no le importaba lo que otros pensaran, pero necesitaba privacidad en ese momento, más cuando su mirada parecía amenazar a cualquiera que pasara por los pasillos.

Observa a Callie, ella buscaba algo, Nate solo puede quedarse en la puerta atónito mientras ve nuevamente en las manos de la chica la bolsa con los respectivos frascos; sus medicamentos. Por un instante el chico consideró que discutirían de nuevo en un debate sobre si ella debía entregarlas o no, pero las cosas no fueron así, al contrario, Callie las lanzó en sus manos y él solo tuvo que atajarlas. Una pieza encajó de nuevo, la faltante, la que tanto necesitaba. La mirada del chico se alterna entre sus medicamentos y Call, ¿eso era todo? Había obtenido lo que quería, pero ahora ella parecía ignorarlo y apartar el hecho de que estaba ahí. No podía culparla, no pasó mucho tiempo para que se diera cuenta de que se estaba comportando como un idiota.

¿Qué decir? La verdad es que no había preparado diálogos para aquello. Estaba tan enfocado en pensar que Calliope y él mantendrían la misma batalla de miradas y palabras por los medicamentos que Nate pasó por alto otras posibilidades. —Call...—. ¿Gracias? No, él seguía en su foso y solo le quedaba la opción de escalar hacia ella y rogar que las cosas fueran como antes. —No, no es lo único que me importa—. Esa, claramente, era su verdad, no era lo único que le importaba desde luego, para Nate había más y todo relacionado con ella.

El chico da un paso hacia el frente. —Sé que esto... esto no está bien, pero es mi única forma de controlarme y ser yo mismo, poder ayudar en todo lo que está pasando, poder ayudarte. No debería ser así, pero quiero estar bien a tu lado para encontrar a Cassie y esta...—. Alza la bolsa. —... esta es mi única forma. Te lo pido, por favor, no necesito que me entiendas, pero... yo quiero dejarlo, solo que ahora estamos en tiempos muy difíciles para yo perder el control y ser una carga más para este lugar. Calliope...— La llama por su nombre. —... tú eres lo único verdadero para mí en este miserable internado.
Publicado por J. Nate Seeber Lun Ago 01, 2016 10:34 am
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No había terminado de leer un párrafo sobre la revolución Rusa cuando Nate le interrumpió su estudio recibiendo como respuesta la mirada tenaz de la joven por encima de su material de lectura. Suspiró dejando que hable mientras ella lo observaba como si no estuviera prestandl atención. Le dolía, sentía rabia, impotencia y tristeza, sus emociones de mezclaban como si se trataran de tintas de color en un vaso de agua, pero no podía ceder. Ella lo hubiera perdonado o lo hubiera golpeado, esas habían sido sus opciones y había acabado por una alternativa neutra donde no sintiera rencor ni arrepentimiento, aunque se atrevía a pensar que, al final, podía enfrentarse a ambas pese a que las estaba evitando. Era su objetivo, si podía lograrlo, no tener que enfrentarse a sus sentimientos.

Perder el control... susurró en un tono tan bajo que a penas lo escuchó ella. Y fue así porque el joven no parecía escucharse al hablar. Hablaba que no podía perder el control, pero lo perdía a medida que no podía librarse de esa condición que lo ataba y alejaba de las personas. Hablaba de perder el control cuando por culpa de esos medicamentos había perdido el control en el bosque y él e Isak acabaron secuestrados. Ya había perdido el control, y la estaba perdiendo a ella, porque mientras más la lastimaban aquellas palabras más se cubría y más distante se volvía.

Con lentitud cerró el libro, apenas había comenzado el capítulo, no se perdería al encontrar dónde se había quedado. Su semblante era serio e inexpresivo, su mirada marrón resultaba vacía, todo en ella carecía de emociones y de interés. Era mejor un golpe seco y que el tiempo ayudara a seguir intentando algo que no tendría nunca resultados. Y si ella seguía insistiendo en que abandoné las medicinas, saldría pagando ella los platos rotos.

Haz lo que quieras, Nate, ya no es mi problema, eres lo suficientemente grandecito para aceptar las consecuencias y cuidarte por ti mismo. Y yo tengo muchas cosas que hacer. Las personas siguen desapareciendo, esta la organización que me necesita como líder porque no se pueden perder las esperanzas ahora. Hay que buscar a la gente que nos puede ayudar y es de confianza, para ver si de esa manera logramos encontrar una brecha que nos lleve a loa desaparecidos o si encontramos algún error que delate a los responsables. Y mi hermana... Mi hermana me necesita. Ella me necesita másaue nadie en este mundo. Suma a todo eso los deberes, el equipo de lacrosse y los exámenes que se aproximan. No tengo tiempo que perder y últimamenteya he perdido hasta las ganas explicó con un tono de voz que decía menos que su mirada. Odiaba tener que sacarlo así de su día, que estuvieran como estaban, pero tenía una misión, debía cumplirla, era la promesa que le había hecho a su hermana. Aunque si quieres mi consejo, ve a estudiar para el examen de historia, lo tenemos en la próxima semana.

Ella nunca había pedido un novio, era algo que había sido bonito, hermoso y dulce, pero duro lo que duro. Y ella no podía caer, no podía ceder, no cuando su hermana estaba en peligro, no cuando había tanta gente esperando tanto de ella. Pero sus palabras, creer por un segundo que decía la verdad al declarar qué tan importante era ella para él, la partía a la mitad, dividía su mente entre ir por lo seguro o encaminarse a un camino donde su entrada ya era un laberinto. Tenía miedo de elegir, miedo de perder, miedo de equivocarse, miedo a ser lastimada, miedo a que terminara de conocer sus debilidades. Había sido distante a todo el mundo por tanto tiempo, se había abierto para él y se sentía traicionada, pero aun así consideraba la posibilidad de darle una nueva oportunidad. Era todo tan... Complicado. Y tenía que tomar una rápida decisión, arrepentirse o seguir el camino de palabras que ya había empezado.

Nate... sus ojos se cerraron un segundo, dijera lo que dijera no podría dar vuelta atrás, era como la habían criado, una vez tomada una decisión solo había que seguir adelante con ello y tomar nuevas decisiones si estaba equivocada. Lo siento, pero no puedo hacer esto. Lo más importante es y será siempre mi hermana, no puedes luchar contra ese puesto, ella siempre va a estar a mi lado y le prometí que la iba a cuidar y a proteger. Y eso es lo que haré, no puedo perder tiempo con los problemas de los demás. Dices que soy lo únicoverdadero aquí, pero solo viniste a verme porque necesitabas las pastillas, y no lo niegues. Entiendo tu punto, ahora entiende el mío.

Ni bien dijo esas palabras comenzó a sentir ese peso invisible en sus hombros, la culpa entrelazada con el arrepentiemiento.
Publicado por Calliope C. Rohmer Sáb Ago 06, 2016 12:23 am
Calliope C. Rohmer
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Muchos creerían que enamorarse de una chica dócil, de la gacela del grupo sería mejor para Nate que haber sido atrapado por la leona, por la indomable, por la líder de todas, pero él estaba acostumbrado y la verdad es que no se imaginaba con otra chica que no fuera esa; Callie, su Callie. Desde que la conoció se dio cuenta de su humor cambiante, de su arriesgada forma de ser, de sus dotes de líder y de sus excesivas ganas de querer proteger a todos los que se ocultaran bajo su ala maternal, sabía cómo era de lleno y esos dotes no hicieron más que acercarlo a ella, porque a pesar de que fuera una roca Callie necesitaría de alguien y él estaba dispuesto a ser el que debatiera el mundo a su lado. No, no se fue, no quería irse porque si se había enamorado así de ella no iba a pedirle que cambiara, no lo haría y él de por sí ya la amaba con todas sus imperfecciones.

Y ahora lo estaba dañando, Nate no era consiente, o quizás sí, pero no demasiado, del daño que le estaba haciendo a eso nexo tan especial que lo unía a la castaña, de esas ganas de estar con ella, de conocer el mundo a su lado... estaba estropeando todo y ella lo marcaba con su distancia al chico que sobrevivía a base de medicinas. Nathaniel no podía cambiar, pero aún quería estar a su lado, ella quería que cambiara ese hábito tan terrible o sería el fin para los dos... la balanza no estaba ni de un lado ni del otro y los hería, cada paso que acercaba a Nate eran cuatro que lo distanciaba de la chica Rohmer.

La observa y no entiende que le duele más, si las evidentes ganas que ella sentía de golpearlo o su serenidad bajo una cruda inexpresión en su rostro, no, no sabía qué podía dolerle más. Frunce el ceño, sí, en un momento pensó irse con ella, huir con Call a las profundidades de Escocia o del mundo mismo para apartarla del daño, pero eso no sería justo porque tenían deberes y, aunque él no era el líder como ella, Nate quería cuidarla y estar a su lado cuando encontraran a Cassie, ver brillar sus ojos y finalmente creer que todo era posible, él no la apartaría de todos, sería egoísta. Los exámenes, ¿cuándo a Nate le habían importado las notas académicas? Probablemente nunca, aunque aun así seguía aprobando, fue una tontería enviarlo a estudiar cuando él sabía que no lo haría en medio de aquella incertidumbre, se queda aún en su habitación, sembrado en el piso viendo atónito a la chica.

Lo siguiente hizo que una ola fría lo recorriera de la cabeza hasta los pies; frío, distante, no sabía qué hacer. ¿Ella lo estaba terminando por completo? Nunca hubo una petición formal, aunque la posibilidad pasara por la mente de Nate más de una vez, tampoco un acto simbólico entre ambos donde se comprometieran a ser leales el uno con el otro, no, no hubo nada, pero quizás eso fue lo más importante entre ambos, que aún sin decir que eran novios era evidente el nexo que los unía y ahora ella estaba acabando con todo eso de tajo o así lo entendía el chico. Aunque tenía las palabras atiborradas en su garganta sabe que no puede ser tan crudo, ella tenía su punto y aun cuando quería disculparse el mismo Nate sabía que ansiaba sus medicamentos y que ese era parte del peso que lo había llevado a su habitación.

—Yo nunca... nunca sería capaz de ponerte a elegir entre Cassie o yo, Call—. Tenía que decirlo, le resultaba un insulto que ella siquiera lo pensara. —Ella es tu hermana y sé que moverás el mundo para poder encontrarla, no tengo nada en contra porque yo lo único que quería era ayudarte—. Su voz empieza a tomar forma y se acerca un paso, uno más. —Sí, soy un maldito adicto, soy un enfermo, como quieras decirlo. No imagino un puto día sin tomar medicinas porque es lo único que me calma y me permite estar a tu lado, porque eso quiero, estar a tu lado cuando encuentres a tu hermana. Todo esto me ha movido, Callie, quiero sanar, en verdad quiero, no sabes lo que es para mí despertar en una enfermería sin saber qué efecto tuvieron las pastillas o no poder mover mi cuerpo porque tomé una de más, sí, es algo que tengo que sanar, pero es una adicción, estoy... estoy enfermo y de la noche a la mañana no me pueden arrebatar eso, no pueden, no puedes.

Toma un respiro, se encuentra cerca de la chica, pero aún de pie porque no quería sentarse, tampoco tocar nada, en ese momento se sentía similar a un pozo infeccioso que podía perjudicar la tranquilidad de la mujer a la que tanto amaba. —Quería calmarme, quería estar bien para ayudarte, no quería que tuvieras que lidiar con esto también, pero eso fue lo que pasó. Nunca fue mi intención que te dieras cuenta y que quisieras ayudarme, sé porque lo haces, no te culpo, pero nunca quise ser una carga en la búsqueda de Cassie, yo menos que menos, es mi amiga, es tu hermana y aunque ahora no lo creas tú eres todo lo que me ata a este maldito lugar—. Rabia, dolor, le frustraba saber que ella tenía razón, pero que él quería demostrar que tenía un punto. —Si quieres que me aparte, lo haré, lo haré porque tú lo pides, pero que quede claro eso, nunca, nunca en mi vida quise ser una carga para ti ni atravesarme en tu búsqueda, quería estar bien para poder ayudarte, te lo juro que lo deseaba más que nada y la única razón por la que quería dejarlo es por ti, porque estoy seguro que nunca iba a tener un buen futuro contigo si estaba drogado la mitad del tiempo—. Da un paso hacia atrás. —Te amo, Calliope Rohmer, te amo como un desquiciado y es lo único que sé, aunque tú no lo creas. Sí, están las medicinas, pero lo único que sobrepasa eso, que sobrepasa mi vida, eres tú. Pero ahora tú necesitas buscar a tu hermana, tienes un mundo encima y tienes razón, voy a estorbar, así que será como tú lo desees, pero que te quede claro que siempre voy a estar ahí, siempre voy a ser una mendiga sombra porque, aunque lo pidas, no voy a dejarte sola, nunca—. Y retrocede, retrocede con los gestos endurecidos, tenía que salir, ese lugar lo estaba ahogando.
Publicado por J. Nate Seeber Dom Ago 07, 2016 10:05 am
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Todo el mundo ama los amaneceres, la sensación del sol saliendo, cálido, acogedor. Pintan cuadros, sacan fotos, escriben poemas sobre ellos. También lo hacen con los atardeceres, con sus mágicos colores. Siempre había magia, siempre había calor, siempre había esperanzas. En ese momento Callie se sentía en medio de la noche, donde ni la luz de la luna era capaz de abrigarla, porque se sentía fría, ella, en su interior, en sus dedos y en sus piernas. Sentía el frío como una corriente de aire gélido que salía directo de su corazón.

Era su instinto, así como protegía a su hermana se protegía ella, evitando que las personas quieren lastimarla, que vieran lo débil que podía llegar a ser. No quería que nadie la viera llorar o sufrir, no quería llorar o sufrir. Ya había tenido demasiado de todo eso, no quería más. Y no podía evitarlo, alejar aquello que le hacía mal por más que lo amara con todo su ser y por más que fuera una persona que la hacía feliz con su mera presencia. No podía evitar tratar de alejar a aquella persona que tenía su corazón en la mano y bastaba que la cerrara para hacerlo pedazos. No podía. No podía. No podía. No cuando Cassie dependía de ella. Y se seguía repitiendo aquello, porque quería creer que eso lo hacía por otras personas, que alguien podía salir beneficiado con sus actos egoístas que estaba llevando a cabo con tanta naturalidad.

Se puso de pie a medida que Nate hablaba, le hacía frente mirando sus ojos marrones manteniendo la distancia que era necesaria para que no notara el dolor que sentía dentro.

¿Eso es lo que crees que pienso? preguntó con una escalofriante tranquilidad¡¿Eso es lo que crees que pienso?! Volvió a preguntar elevando su tono de voz, enojada ante las acusaciones que caían en su contra. Ofendida ante las personas que Nate decía. Ella no lo dejaba por eso, si hubiera sido eso lo hubiera dejado el primer día en que se enteró de todo, no hubiera intentando ayudar, no hubiera investigado, no hubiera buscado apoyo de una persona profesional como era la enfermera. No hubiera hecho nada. Hubiera dejado que el chico se consumiera en aquella adicción que tan perdido lo tenía. Pero era más fácil inventar lo que las otras personas pensaban. Era más fácil suponer y pensar que es lo correcto, incluso aunque fuera algo que la otra persona nunca haría. Callie negó con la cabeza, soltando una risa que no duró demasiado. Piensas eso. No puedo creerlo. De verdad lo crees.

Se alejó unos pasos, dirigiéndose a la ventana, mirando unos minutos para afuera, a las personas felices que si tenían un tiempo para dar un paseo en los exteriores y disfrutar su vida.

No te dije lo que te dije porque tienes un problema Nate, fui tu amiga antes que todo, y sabes que haría lo que fuera por ti, y eso a veces incluye decirte las cosas que no te gustan. Me quedé contigo porque para eso son los amigos, para apoyar al otro en las buenas y en las malas. No estoy enojada porque tienes un problema. Estoy enojada porque no intentas cambiarlo, no quieres encontrar una solución. Te rendiste, y no lo quieres ver de esa manera porque soy yo la que tiene que entender que tu pasado fue complicado y que necesitas eso, pero no lo necesitas. Tu padre fue una mierda de persona, pero aquí tienes una familia y personas que te quieren y te cuidan y que jamás te lastimarían. Pero eso no parece ser suficiente para ti. Te rendiste, te dejaste vencer y te quedaste estancado en un pasado. Te rendiste, te rindes cada vez que tomas una pastilla, cuando viniste a mi cuarto dispuesto a suplicarme por tus medicamentos. Estoy enojada porque bajaste los brazos y una vez que descubres que no pasa nada es donde vienen los problemas, porque sabes que puedes rendirte, lo consideras una opción. Y yo no puedo. No me puedo rendir. No ahora. Es Cassie. Ella me necesita y yo la necesito, Nate. La necesito a mi lado porque ella es mi todo. No me puedo rendir. La joven acabó hablando con los dientes casi apretados, intentando mantener el dolor alejado, aquel dolor que había mostrado en la habitación de Rose cuando había ido a llorar aquella perdida.

Se tomó una pausa para poder respirar y calmarse. Era demasiado dolor, demasiada pena. Extrañaba a su hermana. La extrañaba demasiado, y no podía ir a su lado. Nadie respondía a los golpes de la pared, nadie se encontraba en su habitación. Ella no estaba, y Callie había quedad sola, deseando poder haber pasado más tiempo a su lado. Deseando tenerla cerca para poder escuchar sus consejos.

Al final sucumbió en un llanto silencioso.

Lo haces parecer que es fácil, pero no lo es. Nada de esto es sencillo. No te quiero lejos, quiero que mejores, no puedo ver como arruinas tu vida, no puedo perder a alguien más. Ya he perdido a mi familia, primero a mis padres, ahora a Cassie. No puedo seguir perdiendo personas, y no me dejas ayudarte. Tú crees que las medicinas te ayudan, pero no lo hacen. Y eso ahora que no notas sus efectos, pero lo harás y no quiero que te des cuenta de eso cuando sea demasiado tarde. Sorbió por la nariz pasando una mano por su cara. Ocultando su rostro mientras intentaba contener el llanto. Nada de esto es fácil y yo… yo tengo que pensar bien qué es lo que quiero, ¿sí? Necesitó pensar acerca de todo. Y necesito que te vayas, por ahora, necesito que me dejes un tiempo. Eso es lo que necesito.

Y aún con lágrimas en sus ojos se volvió a sentar en la cama, apoyando los codos sobre sus piernas y mirando en una dirección tal que su rostro enrojecido no quedara a la vista de Nate, porque no quería que viera cuánto le dolía en realidad pedir lo que estaba pidiendo.
Publicado por Calliope C. Rohmer Lun Ago 15, 2016 2:19 am
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Sí, su familia lo había conducido a ese punto, pero lo cierto era que solo Nate había decidido seguir sin contemplar la opción de detenerse o tratar de disminuir su adicción, no, cada vez que la situación empeoraba era más y más la carga médica que sumaba a su cuerpo sin contemplación, aquello podía hasta matarlo, pero en su mente no había nada mejor que la paz otorgada por las medicinas luego de cada tormento que tenía lugar en su cabeza. Callie tenía razón, Nate no había tenido la mejor infancia de todas, pero no hizo nada por repararlo. En ese instante sentía la culpa y la desesperación en la palma de su mano, mismo lugar donde reposaban las cajas y botes de medicamento que Calliope le había confiscado. Era terrible dividirse entre las ganas de dejar caer por la basura el contenido de la bolsa o seguir su camino, todo dependía de eso, de sus decisiones.

Todo lo que salía de su boca era veneno, un veneno acertado porque, de todas a todas, la castaña tenía la razón. Eran dagas que penetraban hasta lo más hondo del pecho de Nate y que se retorcían ante el recuerdo de lo que estaba haciendo, estaba cometiendo estupideces una tras otra y lo peor es que sentía que no podía detenerse y que de ser así se llevaría al mundo por delante. No solo al mundo, sino a esa chica que estaba viendo en ese instante, llena de dolor, de rabia, esa chica que en pocos meses había pasado de ser su mejor amiga al amor de su vida; su mayor deseo, su mayor anhelo, su todo. Nathaniel se sentía como un monstruo, solo que uno de las peores películas, uno de los que no da miedo, pero a la vez sabe lo que es y que en cualquier momento su condición se puede tornar en su contra.

Quería abrazarla, quería cubrirla con sus brazos hasta que el dolor desapareciera, sus ganas de fundirse en ella eran irreversibles, pero no podía hacerlo, sus pies estaban sembrados en el suelo como si de alguna manera hubiera echado raíces en el proceso. Se debatía entre seguir sus instintos o seguir su parte consiente. Nate conocía a Calliope, la conocía mucho y creía que si en ese momento se guiaba por su instinto Romeo probablemente acabaría con un puño en el rostro y la nariz partida o quién sabe si peor. Prefería ser cauto, prefería darle su espacio, él también lo necesitaba, ¡vaya que lo necesitaba!

—No, Call. Tú no te vas a rendir, no te conocen por rendirte precisamente, lo vas a lograr. Lo extraño es que las personas creen que no es posible, pero si algo le has enseñado a este mísero lugar es que todo se logra, con un poco de gritos y sudor, pero se logra—. La había visto en lacrosse, ella era magnífica, quiere sonreír, pero aquella extraña mueca no sale de sus labios así que opta por quedarse como esta. Nate había entendido que había una sola posibilidad de ayudar a Callie y era estando consiente de sus actos, que ella no aceptaría de él una "pausa" o que tomara medicinas para estar bien y ayudarla, no, ella lo quería sano y eso era lo mínimo que él podía otorgarle por ser como era a su lado y por no abandonarlo. Sí, Nate tenía muchas cosas que pensar.

Su llanto lo hizo ceder, el poder que esa chica tenía sobre él era inexplicable, iba a acercarse cuando ella pide que se vaya y Nate se detiene como si un balde de agua fría le hubiese caído encima desde el techo. De cierto modo ella lo estaba alejando y estaba pausando algo que, si bien no tuvo un inicio como tal, era obvio que estaba empezando entre ambos; ese cambio de mejores amigos a algo más, esas ganas de Nate de despertarse siempre a su lado, de besarla, de verla cada vez que podía... Callie lo había detenido de lleno y, aunque Nate podía entenderlo, le frustraba que fuera de ese modo. Niega para sus adentros, pero sabe que no logrará nada obligándola a estar a su lado, menos en ese momento, menos cuando él también tenía que pensar.

—Lo entiendo, yo... yo también tengo que pensar muchas cosas, Callie, de mi... de todo esto. No haré nada aquí si mi única manera de ayudar es causándote daño, es lo que menos quiero, pero para eso tengo que buscar otra salida y tu... tú necesitas calma para encontrar a tu hermana—. El aire se estaba comprimiendo de nuevo en su pecho. Nate decide salir, pero antes se detiene en el marco de la puerta y gira, sabe que para ese momento la chica estaba en su cama, drenando su dolor, no la detalla porque sabe que el solo notar una lágrima en su rostro lo hará volver. —No olvides que estoy aquí, pase lo que pase siempre voy a estar y te voy a esperar de la misma forma—. Cierra la puerta a sus espaldas y se va, dando pasos rápidos, necesitaba llegar a su habitación, necesitaba su cama, incluso había olvidado la dosis que creía merecer ese día.
Publicado por J. Nate Seeber Jue Ago 18, 2016 9:53 am
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Quizás algún día encontremos la razón que nos trajo al punto en el que estamos, mientras solo queda seguir adelante.
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