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Ley de Murphy

Miércoles, 27 de abril.
18:00h.

Un pequeño pedazo de otro mundo, una realidad distinta, cálida y floreada, así se percibía el invernadero una vez estabas dentro. Desmond nunca asistió a jardinería, no reconocía los nombres de las hojas que le rodeaban o las raíces expuestas brindadas por el descuido, pero la vista era mejor que dejarse caer de nuevo en la espiral infinita que suponían sus pensamientos. Motka y Hempstead estaban muertos, también un gran número de estudiantes cuyos rostros habían sido retratados con sadismo y exhibidos en una especie de juego surrealista, todo lo que podía ir mal, iba mal, y allí estaba la creciente sensación de que iría peor. Era imposible para él no escarbar en el hallazgo del bosque después de los acontecimientos del lunes, una reunión en el auditorio y tres nuevas caras encargándose del lugar, entre ellas, la de Padmore. No juzgaba, por desconocimiento, las cualidades de liderazgo que pudiera tener el de sexto, lo que sí le seguía carcomiendo la cabeza era su lazo con el arma de Ophelia, y quizá con la mismísima Yvette. Revolver, cabía decir, que él seguía guardando dentro de su habitación.

Apoyó ambas manos en una de las mesas del centro y terminó subiéndose a ella, recostándose de espaldas contra la firme superficie, apuntaba la mirada al techo transparentado, el cielo cubierto por nubarrones y un sol con algunas horas de vida eran visibles a través, naturalmente, la temperatura era más alta que en el exterior, aunque el frío estaba tan presente allí como el oxígeno, a tal punto, que ya ni se echaban en falta ese par de grados extras. Ni siquiera tenía claro si la castaña asistiría al encuentro, se preguntó si podía culparla por lavarse las manos, o el porqué no se deshacía del arma y se las lavaba él, pero la respuesta llegaba con la misma rapidez con la que se formulaba la pregunta. Tenía que hacer algo o se volvería loco, ninguno podía seguir quedándose ahí, esperando la muerte como si se encontrasen atados de manos. Y Ezra estaba ahora al frente de las decisiones de todos.

No tenía ninguna razón verdadera para encubrirlo y, desde las elecciones hechas de improvisto, sí muchas para alimentar la creencia de que algo escondía. Grunnwald, Downer y Thurkell eran los líderes de la organización que intentaba esclarecer todo el embrollo de Dunkelheit, según le dijo Renton, los últimos dos también coincidían como representantes generales y, contrario al estudiante, a ellos sí que podía recordarlos con exactitud tan sólo con escuchar sus nombres: el bibliotecario y la profesora de biología. No era un total disparate suponer que se podía confiar en ellos. La caja de madera seguía escondida en el lugar exacto donde la dejó la noche que la hallaron, en el fondo de un cajón con ropa y un par de paletas de pintura, no se la mencionó a nadie, ni siquiera a Riley cuando se encontraron al día siguiente, por lo que la única persona con la que podía hablar sobre el tema seguía siendo Wood. Se movió un tanto en el mesón, ladeando la cabeza para poder ver hacia la puerta. Eso, si es que aparecía.
Publicado por Desmond T. Brewster Jue Ago 18, 2016 2:30 pm
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Hasta ese momento no había considerado encontrarse con Desmond, creía imaginar de qué se trataría aquella cita y no se trataba de querer o no, sino que Rose no tenía el ánimo suficiente para aventurarse en una nueva lucha. La chica estaba muy ocupada viendo por la ventana de su habitación a medida que las horas pasaban y las nubes cambiaban de lugar dando paso a otras con formas más particulares. Los ojos azules de Rose no se desprendían de aquella imagen mientras abrazaba sus piernas con fuerza y las pegaba en su pecho, era un minúsculo ovillo entre las paredes amplias de su propia habitación.

¿Hasta cuándo?, ¿hasta cuándo duraría ese dolor? No se iba incluso cuando Rose se aferraba a la idea de que Cole seguía en el internado y de que irse era solo eso, una posibilidad, pero él lo deseaba tanto que la castaña no sabía en qué pensar. Recuesta su cabeza a la pared con su mirada en el techo, cierra los ojos un momento; sus cansados ojos, estaban tan agotados de derramar lágrimas y permanecer noches en vela que Rosie quería imaginar que en cualquier momento podría quedarse dormida. Pero ese anhelo de sueño no llega, se demora y los minutos le recuerdan que una vez más no podrá quedarse dormida. Rose abre los ojos y ve a la distancia sus zapatos deportivos, quizás la citación de Desmond podía ser una buena oportunidad.

Rose no deja que el pensamiento se escabulla de su cabeza, al contrario, se aferra a él con uñas y dientes y se desviste con prisa para colocarse unos jeans y una camisa de mangas largas, se calza aquellos zapatos y toma su abrigo solo por si hace frío, no quería enfermarse. Antes de dudarlo apresura el paso y sale de la habitación, en el camino se encarga de peinar su cabello con sus dedos, había olvidado esa tarea por completo.

Rose camina a paso rápido por los pasillos del internado sin detenerse a ver los rostros, no quería hacerlo. Al salir del recinto el aire mueve sus cabellos y da de lleno contra su rostro, la chica de ojos azules apresura el paso hasta llegar a los invernaderos. Toca el picaporte y por un segundo recuerda aquel encuentro con Cole, los dos luego de una densa lluvia, el primer acercamiento... niega y termina por entrar, sus ojos se acoplan a la baja iluminación antes de buscar a Desmond y encontrarlo. Ahí estaba, sus marcados párpados dirigidos a la puerta le daban a entender que la había estado esperando. —Lamento la demora... estaba haciendo algunas cosas—. Frunce un poco los labios, estaba nerviosa, no podía negarlo, el único común que tenía con ese chico era un arma que ambos encontraron en el bosque y era evidente que el tema no escaparía de eso. Rose cierra la puerta a sus espaldas y se acerca.
Publicado por M. Rose Wood Vie Ago 19, 2016 9:17 am
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La sombra que componía su figura tomó forma cuando la puerta se abrió, ahí estaba, después de todo. Desmond se movió hacia el frente para levantarse, quedando aún sentado sobre la mesa. —No te preocupes, no llevo mucho tiempo esperando. —diez minutos, tal vez, el significado del tiempo necesitaba una evaluación después de los últimos meses. No le preguntó cómo estaba, ni si conocía a los que aparecieron muertos en las fotografías, no recordaba si ella se hallaba en el salón o no cuando se descubrieron los cuerpos, ni sabía si como él había escuchado los gritillos histéricos de los de primer año. Era un tema para obviar, porque nada los unía a ellos dos, más que lo que encontraron juntos días antes de que la locura volviera a invadir los terrenos del internado. —Supongo que sabes por qué quería encontrarme contigo. —siguiendo la línea anterior, lo deduciría desde el primer momento. —Sé que los últimos días aquí han sobrepasado el concepto de lo absurdo, pero es precisamente por eso que te dejé la nota. —observaba a la castaña, era mejor ir directo.

Como es lógico, no le he mencionado a nadie que tengo el arma, así que eres la única persona con la que puedo razonar todo el embrollo que se instaló en mi cabeza después de las elecciones en el auditorio. —de más estaba mencionar que por evidentes razones él no votó por Padmore, no le creyó a priori uno de los psicópatas del internado, pero no dejaba de resultarle peligrosa su posición de líder cuando guardaba secretos tan turbios a mitad del bosque. —No puedo estar tranquilo cuando quien se supone debe representarnos, enterró el revólver de Ophelia y no sabemos cómo lo obtuvo, o por qué el afán de deshacerse de él y correr como si la vida se le fuera en ello. —por un momento se le presentaba un panorama en el que, sin Motka y Hempstead, con una directiva elegida por ellos y quienes, además, coincidían en encabezar una organización con la misión de descubrir lo que sucedía y finalmente largarse, se trazara un plan real con las riendas de Dunkelheit como aval, y allí estaría él, para boicotearlo si estaban pasando por alto algo importante con todo aquello.

La necesidad de una introducción, de justificar el llamado, estaba saldada. Ella parecía una chica inteligente, incluso si esa noche estaba dispuesta a meter las manos en el fuego por quien era el amigo de su amigo, el panorama ahora era diferente, esperaba que lo comprendiera. Pero, ¿entonces qué? —Me han dicho que existe una especie de grupo que intenta resolver todo este asunto. —allí iba, a pesar de la apatía que mostró por las desapariciones hasta el mes pasado, pensando, equivocadamente, que podría ser resuelto por las autoridades a cargo, a esas alturas la existencia de la agrupación en cuestión no estaba puesta en duda, aunque sí su funcionalidad, no es que hubieran resuelto gran cosa, ¿cómo era aquel dicho de que distintas personas con diferentes piezas no eran útiles si no las unían?  —¿Sabes algo al respecto? —apoyó el pie derecho sobre el suelo. Con suerte, ella tendría mayor conocimiento de lo que iba, si no, quedaban aún vigentes otras ideas, que horas le habían sobrado esos dos días para darle vueltas. Con o sin Rose, no lo dejaría así.
Publicado por Desmond T. Brewster Dom Ago 21, 2016 12:15 am
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Se estaba lanzando a un pozo sin un fondo aparente y eso bastaba para asustarla. Rose se había mantenido al margen hasta hace algunas semanas que decidió ayudar, pero siempre lo hizo con el apoyo de sus amigos y la compañía de aquellos a quienes más quería. En ese momento estaba tomando papel con un chico con el que apenas tenía cosas en común y encima le había guardado el secreto de todos los que la rodeaban, incluso Cole. Aquellos cortos días hasta el simulacro habían sido una tortura, quería decir a viva voz lo que había encontrado, por lo menos a personas de su confianza, pero no quería meterlos en problemas, no más. Sabía que Gru, Nate, Isak... todos tendrían sus preocupaciones y ella no quería ser la damisela en peligro una vez más.

Rose asiente con un poco de timidez mientras juega con sus dedos entre sí, no sabía que iba a tener que dejar a un lado todos sus dilemas para retomar de golpe la seriedad que toda aquella situación acarreaba. —Sí, Desmond, lo sé. No te preocupes... ya... ya era hora—. No se iban a quedar con la información guardada para siempre, ¿o sí? Ella más que nadie sabía lo que estaba pasando, le había afectado, pero quizás ese llamado del chico simbolizara una oportunidad de ocupar su mente en algo más.

—Yo tampoco—. Asegura antes que nada que el secreto había estado solo con ella a sol y sombra, nada más. Lo escucha y asiente viéndolo con sus brazos cruzados, Rose tenía frío una vez más. Podía entenderlo, ella había apoyado a Ezra, no lo creía capaz de algo malo, pero ahora que habían fallecidos de por medio, ahora que el caos había llegado, Rose no sabía qué tan positivo fuera el asunto de que su líder fuera un chico que encontró un revolver y lo primero que hizo fue huir con él; alguien que calló una pista importante, un recuerdo elemental para todos. ¿Lo habría hecho por protección a todos?, ¿sería su único secreto? Esa era la parte menos favorita de Rose, la lluvia de dudas, todas las preguntas que se contradecían unas entre otras. —Sí, lo sé. Tienes razón en sospechar. Antes no lo creía mucho, pero ahora hay muertos de por medio, hay directivos que ya no están. Es todo muy... confuso, que nuestro líder guarde un secreto así y que hasta ahora no haya salido a la luz es... debe tener una razón—. Rose no podía culpar, para ella las historias tenían dos caras, esa era la de Desmond y Rose, pero faltaba la mitad de Ezra Padmore. —Todos tienen una razón para hacer las cosas, ¿cierto?

Rose paseaba su mirada por las flores, incluso cuando el caos estaba a tope en el internado, las plantas permanecían igual de hermosas, igual de coloridas, el olor que desprendían era una contradicción absoluta a la preocupación de ambos jóvenes que usaban aquel rincón para debatir sus planes ocultos. La pregunta de Desmond la hace alzar sus ojos inmediatamente al muchacho; alerta, a espera de cualquier explicación. ¿Cómo se había enterado? Se supone que la organización era un secreto y que ella misma ni debería estar considerando decirle algo al respecto. Abre sus labios para decir algo, pero su garganta está tan seca que nada sale, las dudas la carcomen. ¿Sería Desmond alguien en quien confiar?

Rose había puesto ese argumento en debate, ya no sabía en quien confiar y en quien no, con quien hablar y con quién no. Ve a Desmond y se muerde el labio, pone sus ojos en blanco y da una vuelta, ¿a quién seguir?, ¿su mente o sus emociones? —Sí, sí sé algo, sé mucho...—. Toma un respiro y vuelve a aferrarse a sus propios brazos. —... porque estoy adentro, formo parte de la Organización—. Gira y lo ve con cierto atisbo de seriedad, no iba a soltar información de la nada, no podía. —¿Qué es exactamente lo que quieres saber? Porque no ha pasado mucho más de lo que ustedes saben.
Publicado por M. Rose Wood Lun Ago 22, 2016 12:21 pm
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Todos tienen un motivo para actuar como lo hacen, claro que sí, las dudas comienzan con la intención de esas razones, con la naturaleza que promueve sus movimientos. No pudo evitar notar su reacción en cuanto formuló la pregunta, arqueó su ceja derecha, sosteniéndole la mirada. No debía sorprenderle que ella formase parte del grupo, de hecho, cabría esperar que la mayoría de sus miembros fueran afectados directos de las tragedias que dieron vueltas entre los muros durante los anteriores meses, si parecía que hubiese pasado un lustro, y Ophelia ni siquiera tenía treinta días muerta. —Ya veo. —quitó las manos de la mesa y se levantó, apoyando su peso sobre el borde. —¿Ezra también lo está? —fue lo primero que se le cruzó por la cabeza, venga, que si se le consideraba sospechoso de lo que fuera, ir a ponerle el arma en las manos a un cúmulo de gente del que formaba parte, no tenía ningún sentido. En el peor de los casos sería un potencial aliado de Yvette, así que apostaba que lo estaría, ¿cómo no lo había pensado antes? Si él mismo, de estar en su lugar, se habría escurrido en cualquier tipo de reunión donde pudieran tomarse acciones relevantes.

Y si es así, ¿crees que se pueda confiar en ellos? En Downer, Thurkell… —y qué más daba, como si su percepción fuera a darles un contrato de lealtad inquebrantable. —Si le tienen de miembro y pretenden que la organización funcione, deberían saber lo que su compañero de liderazgo oculta, aún más en las circunstancias de las que fuimos testigos. —incluso si el de sexto no estaba en el conglomerado, no podía justificarse el cuadro; rozó los dedos contra su nuca, una manía, más que una necesidad. —Porque si simplemente encontró el revólver, debía entregarlo. Estoy suponiendo que intentan recopilar pistas para dar con los desaparecidos, para encontrar una salida. —esta vez hablaba de los nuevos encargados del instituto y no de la organización. —De algo habría servido la mención del arma. —se anticipaba, sí, pero todos se preocupaban tanto por los caídos, que los que continuaban vivos parecían quedar en segundo plano, y en lo que a él concernía, cada ser que tenía significado en su existencia, seguía respirando. Debían ser la prioridad.

Les quedaban otras opciones y tenían que ser mencionadas, partía de no confiar en ninguna autoridad, pero ese lugar terminaría por volverles locos si no se fiaban ni de su sombra. —Te lo pregunto porque si han intentado, de verdad, sacarnos de aquí en el tiempo que llevan reuniéndose, resulta lógico acudir a ellos. —dio un par de pasos, rodeando la mesa, un conjunto de girasoles bien cuidados aguardaban dentro de una maceta de arcilla rectangular, alguien estaba velando por ellos con mucha dedicación, el amarillo era brillante, desbordaba vida. —También podríamos confrontar a Padmore, pero no tiene por qué decirnos la verdad, mucho menos si es culpable de algo. —tocó uno de los pétalos de la flor, antinatural en la región y la estación del año. —Así que la última opción sería investigar por nuestra cuenta. —tal vez se estaba equivocando al suponer que a ella le interesaban semejantes andanzas, no se trataba aquello de un juego o la pretensión de dotes detectivescos que nunca se atribuyó, pero si la aludida organización no era un camino viable, empezaba a presentársele como una verdadera alternativa.
Publicado por Desmond T. Brewster Vie Ago 26, 2016 2:16 am
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Se sentía intimidada nuevamente, sólo que no era para nada parecido a la inferioridad que alguna vez experimentó con Cole o que le ocurría estando con Jack Hudson, al contrario, era peor, peor porque Rose estaba entre la espada y la pared y si soltaba información importante puede quizás que todo se volviera en su contra y que metiera en problemas a más de uno de los miembros de la Organización que, en un sentido paradójico, resguardaba celosamente a personas muy importantes en la vida de Rose. Por otro lado, Desmond podía ser alguien en quien confiar, ¿cierto? El chico la había seguido en el bosque, ambos habían encontrado un revolver y no habían dicho nada, había cierta complicidad entre ellos, complicidad que podía servir como un puente de confianza. Rose esperaba no equivocarse, no en algo tan delicado como aquello.

Asiente sin verlo, sabía que esa sería la primera pregunta del interrogatorio y estaba lista para responderla. Claro que Ezra estaba, quizás por eso muchos miembros se habían dado cuenta de cuánto valía el joven en general y habían votado por él. Rose no podía dejar de pensar en ello, sobre todo en lo que el chico había demostrado que ahora lo ponía en jaque con el nuevo descubrimiento de aquel nuevo dueto conformado por Desmond y Rose. —Sí, él es uno de los miembros de la Organización.

—Sí, hay muchas personas en las que confiar ahí dentro, por lo menos yo lo siento así. Brian sobre todo, creo que es una de las personas más confiables que conozco y está involucrado siempre con las búsquedas y... todo lo que pasa—. Nunca había profundizado con el bibliotecario, siempre pensó que era una figura autoritaria y amable que se escondía tras los libros, pero a la vez le despertaba respeto y confianza, por lo menos en los encuentros que había presenciado su verdadero interés por ayudar y equilibrar las emociones en una situación tan delicada como la que estaban viviendo.

Rose toma un respiro y gira a verlo aún apoyada sobre la mesa. —Sé a lo que te refieres y no te quito la razón. Lo único que nos dejan estas suposiciones es que tiene que existir una razón para que Ezra no le dijera a la Organización el asunto del arma, al menos yo estoy segura que no lo saben. Tiene que haber un motivo porque un revolver escondido no es algo tonto y menos algo que se deba ocultar en estos tiempos—. Asegura con los brazos cruzados metiendo su concentración de lleno en el asunto, era lo único que podía distraerla de todo lo que estaba pasando de fondo en su vida.

Rose lo sigue con la mirada, más permanece en su lugar escuchando y analizando todo lo que Desmond le estaba diciendo, estaban metidos hasta el cuello, eso era lo único que la castaña podía concluir en ese instante. —No lo sé... yo... no sé—. Rasca su cuello dejando finas líneas rojizas en el proceso que marcan su suave tez. De pronto las flores no son fruto de su atención, le parece que sobran aun cuando iba de formar recurrente a ese lugar buscando inspiración para escribir. —Si Ezra no ha dicho nada a la Organización creo que deberíamos empezar por investigar nosotros, sé que será complicado, pero es lo mejor y... a la vez decirle a alguien, puede ser a Brian o a la profesora Thurkell en su defecto, ellos son líderes también—. Brennan no estaba entre sus opciones, aun cuando había prometido ser sincera con el chico, Rose sabía que él tenía cosas más serias en las que preocuparse.

—Alguien tiene que saberlo además de nosotros, Desmond. Digo... no todos han salido bien parados por querer indagar y tenemos que estar seguros que nos estamos metiendo en algo delicado y que cualquier ayuda es buena—. Toma aire, había que mirar a Callie, por ejemplo, a Cassie. —Yo... podría hablar con Brian o con Sophia, ya después solo nos queda investigar a Ezra—. Le costaba decirlo, le costaba indagar sobre una persona, era como irrumpir de golpe en su privacidad, en lo que era. —Claro y saber cómo hacerlo bien.
Publicado por M. Rose Wood Vie Ago 26, 2016 12:06 pm
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Soltó el pétalo del girasol, sus ojos encontraron el camino de vuelta a Rose entretanto hablaba; la idea de involucrar a un grupo que todavía le era desconocido, le había supuesto un peso que se redujo a tan sólo una persona, resultaba mucho menos arriesgado, y al mismo tiempo, les brindaba cierta seguridad a ambos, si es que ese concepto podía evocarse allí, en un lugar donde cada paso era un salto de fe. —Bien. —así que sí, estaba de acuerdo, a él también le parecía la mejor alternativa, después de todo, aparecer en el fondo del lago con un quinteto de piedras amarradas al tobillo no era lo que pretendía, alguien sabría en lo que andaban, y si algo llegaba a sucederles, con suerte esa persona estaría de su lado y apuntaría al culpable. —Te acompañaré, cuando te reúnas con alguno. —ya estaba bastante involucrado, y era en su habitación en la que se escondía el arma. Le daba lo mismo a cuál de los dos quisiera dirigirse Wood, tenía iguales referencias del de la biblioteca y la profesora de melena café, además de haberles visto una cantidad similar de veces.

El tema de la organización pasó a segundo plano, y aunque la resolución de asistir a la próxima de sus reuniones seguía latente, no volvió a mencionarlo allí. —Podemos ir pasada la cena. —no sabía con exactitud qué hora era, pero sí que tenían encima la referida comida, la mayoría continuaba siendo puntual a ese respecto, con probabilidad aferrándose a lo poco que quedaba de la rutina que alguna vez fue sinónimo de estar a salvo. No encontrarían, entonces, a quienes se vislumbraban como sus figuras de apoyo, al menos no hasta que se diera por terminada la jornada y la maraña estudiantil regresara a sus habitaciones. Un clic resonó en su cabeza. —Mierda. He olvidado por completo el toque de queda, si están haciendo rondas de vigilancia nos será difícil encontrarlos y definitivamente llamaremos la atención. —por molesta que siguiera pareciéndole, la norma tenía su base válida, a pesar de la muerte de quienes la impusieron. O, debería decir, incluso más después de ello.

Dio un último golpecillo con el índice en el centro de la flor amarilla, dando por terminada la intromisión, que, con certeza, le habría sacado un par de arrugas a su cuidador. —Tendrá que ser mañana. —tampoco era que quisiera dejarlo para la semana entrante, o que pudieran permitirse el transcurrir de más días, ¿a la espera de qué? —¿Estarás libre después de las ocho? —hablando de rutinas, Desmond despertaba muy, muy temprano, pero tenía por costumbre salir a correr, ya fuera en el circuito de atletismo o en la intimidad del mal afamado bosque, se fue convirtiendo desde el primer año en una necesidad que, si no tenía elección, saciaba en cambio al consumirse la tarde, justo como el día en el que ellos cruzaron sus caminos. Alejó por fin la mirada de su alrededor, de la amalgama de flores en plena vida y plantas olvidadas a punto de secarse, un contraste que se repetía dentro de Dunkelheit, pero que no dejaba de encantar los sentidos. Reparó de regreso en la de sexto.
Publicado por Desmond T. Brewster Vie Ago 26, 2016 8:02 pm
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Al tratarse de adultos, Sophia y Brian figuraban como su primera opción, ambos eran líderes de la organización y en lo personal le transmitían una confianza y calma distinta a otros docentes. No consideró en ningún momento a Brennan, ya su amigo tenía suficiente con su nuevo papel de líder y Rose no quería ser una molestia y menos una preocupación más para el chico, en ese caso solo serían Desmond y ella. El punto de que un adulto supiera sus andanzas no solo se trataba del comunicado de que algo malo estaba pasando, lo cual era así efectivamente, sino un aviso de sus planes ya que no sabían que tan bien o mal parados podía salir del asunto. Era simple, si Rose y Desmond desaparecían seguro alguien tendría que saber lo que estaban haciendo.

Era complejo elegir. De seguro en un pasado Rose hubiera optado por Ophelia, pero su opinión de la pelirroja había cambiado un poco y la verdad es que Rose ya no sabía qué pensar de la docente a la que alguna vez consideró su amiga; su verdadera amiga. No podía equivocarse, no esta vez, ambos tenían que saber en quien confiar y en quién no. Sophia y Brian eran similares, pero Rose decide decantar por el segundo, le transmitía muchas cosas buenas y siempre había estado al pie de la causa que todos tenían en común, sí, sería Brian. —Esta bien, nos reuniremos con Brian, creo que él es el indicado de saber todo esto.

El toque de queda, más límites. Desmond tenía razón, no podían tomarse su búsqueda a la ligera porque ante el más mínimo ápice de atención ambos podían ser investigados por sus andanzas, estaban en una prisión, no debían olvidarlo. Rosie se remueve un poco incómoda, no le gustaba imaginar que volvía a estar encerrada, pero así era, tenía que acostumbrarse y enfocar todos sus sentidos a la búsqueda de una posible salida. —Sí. No creo que seamos los únicos con una búsqueda personal por hacer, pero no podemos involucrar a más personas y menos arriesgarnos a las preguntas. Todo tiene que ser bajo perfil, totalmente bajo perfil—. ¡Cómo odiaba mentir!

Asiente de inmediato, mientras antes lo hicieran mejor. —Sí, cuenta conmigo. Nos podemos encontrar en el recibidor a esa hora o en el pasillo de las habitaciones—. Propone mientras se encoge de hombros, su rutina, a pesar de ser rutina, variaba un poco, depende de cómo se sintiera y de cuantas ganas tuviera de escapar ese día de los barrotes invisibles que los apresaran. A veces corría, a veces no, a veces salía, a veces no, a veces se escapaba a la biblioteca y a veces prefería su habitación, todo era cambiante.

Rose estaba viendo una rosa marchita, una que dañaba por completo el espectáculo que ofrecían las demás. —Desmond—. Gira a verlo llamando su atención con su suave, pero cauto, tono de voz. —¿Sabes en lo que nos estamos metiendo, cierto? Esto no es un juego. Yo no diré nada y... quiero confiar que entre los dos podemos hacer algo, pero... es peligroso y tenemos que comprometernos de lleno sabiendo que... sabiendo que cualquier cosa nos puede pasar—. Lo decía con base, con toda la propiedad del mundo. Callie, Cassie... no creía que ambas estuvieran a la deriva sin hacer nada al momento de su secuestro.
Publicado por M. Rose Wood Lun Ago 29, 2016 11:06 am
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Como siempre, su cabeza dibujaba cuadros mentales de las frases que recibía, no como el arte que podía crearse sobre un lienzo, sino como una suerte de película, borrosa y con bastantes vacíos. —Si hablaremos con Brian, será más sencillo en el corredor del primer piso. Seguramente lo hallaremos en la biblioteca mayor. —era un sitio, en general, atestado, con estudiantes por montones entre las altas estanterías y las colecciones de libros. Una verdadera joya en medio del caos, ni siquiera se tenía que ser un arduo fanático de la lectura para poder reconocerlo. Por supuesto, no le parecía el lugar idóneo para que conversaran, si Downer no sabía a dónde dirigirlos, ya lo resolverían. La voz de Rose lo sacó de su abstracción, una sonrisa carente de humor apareció en sus labios por un fugaz instante. —Cualquier cosa puede pasarnos aquí en todo momento, no importa si hacemos algo para provocarlo o no. —los recuerdos de lo sucedido el lunes pasado le invadieron como un tropel. —Mira a la chica asiática de tercero. —su marcado acento y dificultad para pronunciar las palabras con fluidez iban más allá del nerviosismo lógico de ser secuestrado, pronto se supo que el origen de la estudiante tenía todo que ver con ello.

La japonesa, se atrevía a apostar, sólo estuvo en el momento y el lugar equivocados; no obstante, advertía la dirección de las palabras de su compañera, era cierto, tenían fundamento, estaban en un incendio y caminaban directo hacia las llamas. Personas estaban muriendo, claro que no era un juego. —Sé que fui yo quien te instigó a venir aquí, pero si quieres desistir, sólo tienes que decirlo a tiempo. —regresaba a lo que se cuestionó antes de que ella llegara, ¿podría culparla? No. Estaba dispuesto a correr el riesgo que se necesitara, pero quizá la castaña frente a él sí que tenía familia, tal vez alguien la esperaba y eso era suficiente para poner la preservación de su vida por encima de todo. O, como mínimo, conservar la sensación de que la estaba preservando. —Si en cambio quieres continuar en esto, como has dicho, tengamos todo el cuidado que podamos y esperemos terminar bien parados. —sus pupilas grisáceas acompañaron el camino seguido por la mirada de Wood.

Una rosa marchita. No tardó en volver a observarla, reparando en la analogía que, por apropiada, resultaba irónica. —Te ves realmente terrible, Rose. —le señaló lo que con seguridad ya sabía, estaba pálida y en su rostro podía leerse el desasosiego. —Deberías intentar comer y dormir algo. —esas tareas tan fundamentales como respirar, en el internado se convirtieron en un verdadero reto para la mayoría, incluso los menos involucrados —los que no estaban en el ojo de la tormenta— tendrían que pensar durante sus noches en el peligro inminente que corrían allí, en que se encontraban retenidos, encarcelados. De madrugadas en vela vaya que él sabía, sin embargo, pecaría de falso altruismo si dijera que se debía a las desapariciones, seguían existiendo otros aspectos en su vida que tenía que resolver. Todo a su tiempo. —Nos vemos mañana. —tocó el femenino hombro con la mano derecha a modo de despedida y la rodeó, para dirigirse hacia la puerta, el crujido que hacía la misma al abrirse irrumpió la tranquilidad del invernadero, devuelta en cuanto estuvo afuera.
Publicado por Desmond T. Brewster Miér Ago 31, 2016 7:07 pm
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Estaban a la mitad de un juego, un juego muy peligroso que quebraba todos los parámetros a los que ellos estaban acostumbrados. No iban a recibir premios si ganaban, tampoco castigos si erraban a la menor oportunidad, no, básicamente estaban colgando de un hilo entre la vida y la muerte, literalmente, porque no había que ser tonto para darse cuenta y ver el estado en el que habían acabado muchos de sus compañeros y que Rose se negaba a ver aún. A fin de cuentas, ¿qué eran ellos? Unos niños jugando a ser caballeros medievales, soldados aferrados a buenas causas, salvadores de la humanidad, sí, eso y mucho más, pero si ellos no se arriesgaban seguramente nadie lo haría.

Rose nunca había sido valiente, tampoco había participado en una causa común que resaltara. La castaña luchaba por mantener al margen y más o menos eso había hecho hasta que Brennan llegó a su vida, hasta que se vio metida a sí misma en una tenebrosa telaraña de la que ahora no podía salir. Hundirse más, hundirse menos, el debate no se centraba en esas dos posibilidades, sino que ella tenía que decidir si iba arriesgarse por ganar algo mucho más que un reconocimiento; la vida de aquellos a los que quería. No se trataba solo de Callie, Cassie, Bo y Caroline, no, se trataba de que en cualquier momento Brennan, Cole, incluso Jack Hudson podían verse vistos metidos hasta el cuello y ella se negaba a permitirlo. Sus ojos azules buscan a Desmond conforme sus palabras fluyen, sabía que nadie podía obligarla, eso era verdad. Rosie espera a que termine para negar aún con sus brazos cruzados en su pecho, esa sería la decisión más apresurada y menos planificada, pero quizás la más honesta de las pocas que le había tocado tomar en la vida. —No, no voy a desistir. Voy a seguir, contigo y probablemente con todos los miembros de la Organización. Somos unos cabezotas poco dispuestos a rendirnos.

Por un momento él exteriorizó lo que el espejo le regresaba cada mañana. Sí, Rose se veía terrible. No solo se trataba de Calliope, de Cassie, de las desapariciones en general, ella misma estaba viviendo su propio infierno en particular; sus dudas y sus miedos eran constantes de las que no podía desprenderse, no con facilidad. Rose no podía darse cuenta de lo alarmante que resultaba su reciente delgadez, las bolsas púrpuras bajo sus ojos, el cansino iris que antes destacaba por su brillo, la palidez... baja la mirada, no era de las que detallaba lo guapa que era, pero tampoco le gustaba rozar la miseria. Asiente sin muchas ganas, al menos trataría de comer un poco y descansar antes de iniciar con toda la "legalidad" que el asunto de la búsqueda ameritaba. Rose no podía seguir ahí, estancada constantemente en que el Internado se caía y que Cole Green tenía su corazón en una jugada continua.

—¡Espera!—. Llama aun cuando Desmond está en la puerta. Se apresura a acercarse antes de que se vaya. —Vamos juntos de regreso. No quiero estar aquí—. Y sale a su lado. Era paradójico. El invernadero era uno de los lugares donde Rose rezaba por poder quedarse cada día. Lástima que hasta eso se había perdido.
Publicado por M. Rose Wood Vie Sep 09, 2016 9:49 am
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