I'll be good ~ Cassie J.

Otro día había concluido. Otra vez, me sentaba en uno de los sillones del espacio común pensando un agregando un “por fin” con un suspiro cansino.

No estaba acostumbrado a llevar una cocina, no de tanta magnitud, no para tantas personas hambrientas, pensar platos de comida completos, que sea nutritivo, que siga una dieta, que sea balanceado, que guste a todos, que lo coman todos, que no agote tanto las reservas. Creía que el día de la fecha había dado en el clavo con la comida. Había tres opciones, verdura con carne roja, verdura con pescado, verdura con pollo. Había pensado en eso, dado que no quería poner la longevidad de las carnes frisadas en juego. Sabía que duraban mucho, no era tonto, pero no quería tentar al destino.

Habíamos terminado tarde en las cocinas, me había quedado hasta que todo estuviera limpio, liando, hasta que fui el último en quedarse dado que todos se habían ido a comer. Para cuando me senté en el sillón, pensando en que tendría que levantarme a preparar algo para mí, supuse que todos estarían terminando la cena en el comedor, lo que, traducido a palabras de aquel idioma que se hablaba en un internado donde había tantas personas por todos lados: contaba con unos cinco o diez minutos de silencio.

—Pued…— Shhh, pense para mis adentros y la voz de Martha se detuvo. Gloriosamente se detuvo, debía ser un milagro, de no estar tan cansado seguramente me hubiera parado a celebrar, pero estaba lo suficientemente cansado para quedarme allí, donde estaba mirando la nada misma, esperando que el tiempo en el que la gente seguía en el comedor fuera eterno, así yo pudiera contar con unos minutos más, solo unos minutos más.

Comencé a memorizar las sombras que se formaban por la luz, las formas de las baldosas y aquellas que tenían una mancha que ya nadie podía sacar. Me gustaba mirar la nada, solo me molestaba pensar, pero no era algo que estuviera haciendo en ese momento. Tomé aire, lo solté y me puse de pie, era hora de ver qué comería esa noche, y esperaba que nadie hubiera hurtado las sobras que habían quedado en las cocinas, porque si así había sido, abriría una investigación y la mataría. No hablaba en serio, a Martha le gustaría, pero esperaba, de verdad, que nadie hubiera robado las sobras.

Publicado por Oliver S. Thurkell Dom Sep 11, 2016 1:54 am

El día ha pasado muy deprisa para Cassie. Por primera vez desde que cancelaron las clases, ha sabido planificar su tiempo de manera que se ha mantenido ocupada durante todo el día. Ha retomado su rutina de deporte y ha vuelto a escribir en esa libreta encontrada a la que llama diario. Por fin se ha sentido realizada, a pesar de que sigue faltándole algo más.

Aún con los largos mechones oscuros mojados y el albornoz, termina de escribir unas últimas líneas en un folio. Tras soltar el bolígrafo y doblar el folio dos veces, comienza a prepararse para la cena. Su idea, y lo que contiene el papel recién doblado, es presentar una queja al personal de cocina para que incluyan más platos vegetarianos al menú. Es algo que debería de haber hecho hace mucho tiempo. Ya han pasado nueve meses desde el comienzo del curso, pero dicen que mejor tarde que nunca, ¿no es así? En cualquier caso, hasta hoy no se ha atrevido a escribir la queja. Incluso piensa firmarla con su nombre completo, curso y número de habitación. No le importa que sepan que ha sido ella. Además, ¿quién más podría ser? Ciertamente, en todo el centro, todavía no ha tenido el placer de conocer a nadie como ella.

Para cuando va a abandonar su habitación, ya ha anochecido por completo, y el cielo se presenta ligeramente nublado. El viento entra por la ventana mal cerrada de su dormitorio. Antes de salir, comprueba la hora: ya han pasado diez minutos desde el comienzo de la cena. Guarda en la sudadera la nota ya firmada, y baja sin prisa, siendo consciente de que no va a necesitar mucho tiempo para comer. Normalmente es así, y todo por culpa del menú que sirven en el internado. Y este día no va a ser menos, lo comprueba en cuanto entra por la puerta del comedor y su nariz se llena del inconfundible olor de la carne.

A penas diez minutos después, ya está fuera del comedor, rumbo a la cocina para dejar la nota y regresar a su dormitorio. Al llegar a la puerta, no logra escuchar ningún ruido en el interior, así que entra sin avisar. Sin embargo, se topa con un hombre que, por su vestimenta, se trata sin duda de uno de los cocineros –Buenas noches –le saluda, llamando su atención. La nota aún permanece dentro de su sudadera, en el bolsillo –¿Le podría dejar una nota para el jefe de cocina? –aunque nada le asegura que ese hombre no sea el jefe, prefiere preguntar, ya que no conoce personalmente a quienes trabajan en la cocina.

Publicado por Cassie Joyce Mar Sep 13, 2016 11:58 am

Levanté la vista con cautela a la persona que pedía dejarme una nota, sin comprender qué podía estar mal. Por un segundo me llegaron a la mente todas las quejas que había recibido en los lugares donde había trabajado: comida fría, no tiene demasiado condimento, demasiado salada, tiene mucho condimento, la comida está fría, apareció un pelo en el plato, la comida no está del todo cocida, la comida está demasiado cocida. Mire a la joven, creí que ya me había librado de esas cosas.

—Claro, ¿qué es lo que necesitas? —pregunte, sin decir que se trataba de mi persona, y esperando que solo se tratara de algún problema menor y fácil de solucionar.

Había un común en la gente que, cuando comían la comida preparada por otros, la analizan como si fuera vital que fuera perfecta. No sabían distinguir entre un bife crudo y uno a punto, pero, cuando el momento les tocaba, eran expertos. Por eso estaba más interesado en el área de los postres, más allá de poder quejarse de que un postre tenga más o menos chocolate, pocas eran las quejas que me llegaban. La gente podía quejarse de que era demasiado dulce, pero era un postre dulce y siempre estaba escrito en la carta qué era lo que contenía. Odiaba las quejas, generalmente no ayudaban con mi estado de ánimo.

—Eso es porque eres un blandito —comentó Martha aburrida de mis viejos recuerdos. Hubiera deseado que viera mis ojos ponerse en blanco—. Solo digo la verdad.

La odiaba, a veces, la odiaba.

—Oliver Thurkell, —me presente al tiempo que me paraba y estiraba la mano para saludar a la muchacha. Ya de pie, no tenía que mirar a la joven desde abajo, todo lo contrario. Mostré una amable sonrisa, sin intenciones de parecer intimidante, primero, no lo era, segundo, no era mi intención intimidar a la joven, por más que no me gustara, si tenía algún problema, siempre era mejor saberlo. Era la receta mágica para mejorar, escuchar la opinión de las otras personas—. Soy el actual jefe de cocina, ¿en qué puedo ayudarte? ¿Algún problema con la comida?

Publicado por Oliver S. Thurkell Mar Sep 13, 2016 1:50 pm

Ante la interrogante del cocinero, Cassie sujeta con firmeza la nota que reposa dentro de un bolsillo de su sudadera. Cierra el puño en torno a esta, pensando que muy probablemente su propuesta y queja al mismo tiempo, pase desadvertida y acabe en la papelera más cercana dentro de la cocina –Bueno, en realidad no tenía pensado meter a nadie más en el asunto –comienza a decir, dando pistas de que en absoluto va a contarle su problema al hombre que tiene en frente. Sólo desea hablar con el jefe de cocina o, en su defecto, dejarle la nota minuciosamente escrita con anterioridad –Si no está aquí el jefe, le dejaré una carta que he escrito dirigida a él. Consta de mi nombre, curso y habitación, por si desea contestar le resulte fácil localizarme –aclara a la par que saca el folio doblado dos veces y se lo muestra al cocinero.

Ya dispuesta a entregarle el papel y marcharse, el hombre se presenta como el jefe de cocina, justo a quien ella busca. ¿No es demasiado joven para ser el jefe? Aunque la experiencia y habilidad no se mida en la edad de la persona, este internado es demasiado pijo para contratar a cualquier cocinero.

Devuelve, entonces, la nota al bolsillo, pensando que ya no sería necesario entregársela a nadie, pues puede hablar personalmente con quien mueve todo lo que respecta a la cocina –Cassie Joyce –estrecha su mano por pura formalidad, deseando en realidad pasar al tema importante. No le es necesario saber su nombre para poder presentar una queja, al fin y al cabo. Se aclara la garganta sonoramente, como quien se prepara para dar el discurso de su vida -probablemente, el “discurso de su vida” ya se lo haya dado a sus padres, y estos habrán hecho caso omiso del supuesto-.

–La comida no es mala. De hecho, todo lo que he podido probar estaba bueno –y no está mintiendo. Que Oliver, como ha dicho llamarse, opte por un menú global, que incluya de todo, no significa que allí se trabaje mal –Sin embargo, quería quejarme de las pocas alternativas que tenemos quienes tenemos otros tipos de dietas diferentes a las de la masa –continúa, intentando explicar que el problema no es la comida en sí, si no el menú –Quiero decir, soy vegetariana, y nadie se hace una idea del hambre que paso aquí a veces. La mayoría de platos tienen carne, por poca cantidad que sea –agrega a modo de aclaración. Debe de admitir que, cuando pensó en su dormitorio en todo lo que tiene que decir, de su cabeza surgían más ideas y palabras que decir. Ahora, con un guión improvisado, se le están olvidando ciertos puntos –En resumen, que no estaría nada mal que dentro del menú convencional existieran más variantes, o simplemente que existiera más de un menú –concluye con determinación. Quizás con eso haya sido suficiente para expresar su preocupación, pero aún duda que llegue a ser aceptada. Ella reconoce el esfuerzo que debe suponer un menú más que, probablemente, no vayan a consumir muchas personas, pero también sabe que tiene derecho a comer lo que su ideología le exige.

Publicado por Cassie Joyce Jue Sep 22, 2016 5:07 pm

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