Requiem from the darkness|| Mark P.

Las pesadillas habían vuelto y consigo había llegado aquella sensación de inseguridad que Kailany había querido mantener al margen. Las imágenes comenzaban a apoderarse de su mente, proyectándose una y otra vez aun con los ojos abiertos. Algo en aquellos días había logrado que aquella avalancha de recuerdos volviera, sin embargo de nada servía cuando los sonidos de aquella noche se mantenían ajenos, distantes, imposibles de reconocer. Aunque quizás la respuesta se encontraba más cerca de lo que se imaginaba.


El cielo en aquella parte de Escocia se encontraba pintado con tonalidades grisáceas, ya fuera por la hora o por el clima, el cual se empeñaba en ser un reflejo claro de lo que sucedía dentro de aquellos terrenos que encerraban al Internado y a sus habitantes. La noche anterior, la belga había dejado una nota al profesor de lengua. Después de tanto pensar, era él, el único que podría ayudarla, o mejor dicho de otra manera, él era el único en el que confiaba del todo. La hoja de papel que se encontraba en el bolsillo de la chaqueta de la pelirroja se arrugo una vez más a causa de la diestra de la joven, quien se empeñaba en encerrarla dentro de su puño en una acción automática al querer mantener aquello protegido. Además de sus pesadillas, existía algo que la atormentaba y era aquel secreto que compartía con Luka y el cobarde de Mathias, secreto que pensaba se encontraría en mejores manos con Mark.


Se encogió sobre sí misma en un intento de guardar la poca temperatura que había adquirido minutos atrás al estar entre sus mantas, mirando a su alrededor, expectante de cualquier ruido que pudiera surgir, mientras que el frio aire golpeaba contra su rostro provocando que se mantuviera despierta. La falta de sueño se podría leer en aquellas ojeras que se empeñaban en adornar su rostro bajo sus ojos con aquella tonalidad morada. Quizás después de aquella reunión podría descansar unas cuantas horas. No se imaginaba como serían los días cuando volviesen a clases, aquella cotidianidad que los líderes se esforzaban en crear era algo de lo que se encontraba segura escasearía.  Pasar una asignatura y mirar a tus compañeros de clases con la mejor cara, había dejado de ser prioridad cuando las amenazas se encontraban expuestas a lo largo y ancho de Dunkelheit. Justo ahí, en aquel instante era que se preguntaba cómo se sentía estar a salvo, sensación que comenzaba a olvidar desde tiempo atrás. Haciendo que los recuerdos antes de todo ese caos, se volvieran distantes cada vez que intentaba volver a ellos.

Publicado por Kailany R. Lowength Mar Sep 27, 2016 6:53 pm

Mark ya nunca tenía pesadillas. Ni sueños tampoco, realmente. Si alguna vez tenía lo más remotamente similar a una conciencia flotante durante sus horas de sueño, se esforzaba de manera metódica y fría hasta que solo fuese un fondo grisáceo uniforme. Se había esforzado mucho en su terapia por el PTSD, lo cual en cierta manera en los soldados, visto desde el punto de vista pragmático, se basaba en controlar los síntomas más graves y ''tolerar'' los aceptables. No puedes curar a una persona totalmente de eso, solo hacer que remita. Un síntoma claro de estar en una fase aguda era trabajar activamente para evitar recordar los sucesos que lo habían provocado. Mark se obligaba a sí mismo a llevar la medalla escondida bajo su camiseta siempre. Era un mecanismo muy simple para sentir que estaba sobre el control de sí mismo. Y era perfectamente consciente de ello pero si funcionaba ¿Qué más da? Había síntomas que perduraban en las fases buenas que resultaban útiles en el mundo militar como la disminución de la la sensibilidad a los sentimientos tanto propios como ajenos como estados de hipervigilancia.

Había llegado a teorizar que el entrenamiento militar en cierta manera no dejaba de ser la implantación sistemática de casos leves de PTSD entre los reclutas. Era lo que los sargentos instructores llamaban ''Romperlo para rehacerlo como un buen soldado''.

Tenía la sensación de que en ciertas maneras, ese internado estaba haciéndolo con todos los presentes. Kat se estaba desintegrando justo delante de sus ojos, Brian era un manojo de nervios que por algún milagro había adquirido forma de persona, Kail y Gail estaba claro que tenían problemas sin resolver. Y él... bueno, Mark siempre había sido chulo y orgulloso. Si tuviese que pensar de sí mismo, diría que lo único que podía hacerle ese internado era enfadarlo, como un pequeño ratoncito mordisqueando la oreja de un viejo y cansado oso.

Mark llegó al punto de reunión con un aspecto insultantemente bueno. Había desayunado, había hecho ejercicio y hacía un frío vigorizador. Que una parte de él estuviese por dentro gruñendo y desesperada por abrirse a zarpazos hacia el exterior no podía cambiar eso. Al fin y al cabo, ni le iba ni le venía ¿No?
-Buenos días -dijo con sencillez, mirando su reloj de pulsera. Había dejado el de bolsillo seguro que en alguna parte de su cuarto que no encontraba. No podía estar perdido, su abuelo lo mataría.

Publicado por Mark Pratchett Miér Sep 28, 2016 3:17 pm

Reev suspiró profundamente, mientras observaba desde el lugar donde se encontraba sentada como aquella figura masculina que había aparecido dentro del panorama se iba acercando de apoco a donde se encontraba. En el rostro pecoso de la pelirroja se pudo observar por un instante aquella sonrisa vacía que proyectaba de maravilla su interior. – Hey.- Comentó en forma de saludo, como siempre lo hacía. Suspiró nuevamente, intentando aclarar sus pensamientos para encontrar la mejor forma de iniciar.- Estuve pensando mucho esto, lo juro y lamento recurrir hasta ahora a ti. Sólo quería encontrar la mejor alternativa antes de contarle a alguien más y ya que no confío en otro adulto..- Se detuvo unos segundos, para así poder sacar la hoja de papel arrugado que se encontraba en el bolsillo de la chaqueta. Hoja de papel que era en realidad sólo un transcrito de la verdadera, la cual había sido encontrada por Luka, Mathias y ella en el cementerio. Desconocía si alguno de los otros dos chicos había decidido compartir el secreto con alguien más, sin embargo  la pelirroja se sentía con el compromiso de encontrar a la persona adecuada para poder hacerlo ella.


-Lo encontramos en el cementerio. Es una grilla.- Comentó extendiendo el brazo para entregarle la hoja. La cual contenía la tabla con la grilla resuelta y a su reverso las preguntas con las que habían podido hacerlo. Sin embargo, el detalle más perturbador de todo era aquel comentario que resaltaba hasta el final de la hoja: “Si has hecho bien tu trabajo, entonces podrás responder la pregunta: ¿Quién será la siguiente persona en morir?”.- Thurkell.- Mencionó la chica bajando la mirada, haciendo referencia a aquel ultimo comentario que se podía leer en la hoja. Desde el descubrimiento de aquello, se había pasado días enteros tratando de encontrar la mejor forma de actuar. ¿Ir o no ir con la profesora? ¿Contarle a Desmond? No, a él no.  ¿Guardarse el secreto y esperar a que sucediera o no? Sin embargo sabía que todo aquello no arreglaría nada, Mark pensaba mejor en  aquellas situaciones, él sabría que hacer o al menos eso era lo que rogaba la chica.


Era egoísta quizás, pero quería desprenderse de aquella preocupación insana que mezclada a todo lo demás la terminarían enloqueciendo. Con la mirada agachada, observo la pintura que mantenía cubierta a sus manos, había pasado los últimos días (y noches) pintando en más lienzos y hojas de papel de las que podría recordar, plasmando en ellos fragmentos de sus pesadillas, las cuales eran siempre la misma, lo único que había cambiado en aquellos días era la sensación de conocer a su agresor. Sensación familiar que comenzaba a sentir cuando se encontraba cerca de …No, no puede ser cierto.

Publicado por Kailany R. Lowength Lun Oct 03, 2016 12:53 am

Cuando alguien queda contigo para hablar, normalmente son malas noticias. En plan ''He cortado con mi novio'' o ''Tengo cáncer''. A lo mejor en toda su vida de veces que habían quedado con él a solas de esa manera, podía contar con los dedos de la mano cuantas habían sido buenas. Recordaba a Natalie, que estaba con un abrigo y nada debajo y... Eh... Los dedos de una mano sobraban, definitivamente. Pero en eso se basaba ser un antinihilista ¿No? Disfruta lo bueno y resiste lo malo. No hagas una gran cosa de nada. Estaba cruzado de brazos esperando a que la chica terminara de explicar lo que pasaba. Al fin y al cabo, esperar esperanza era una tontería. La esperanza en cierta manera era... terrorífica. Te daba algo que perder.

Cogió la hoja y se puso a inspeccionarla con interés. Puso una mueca casi de inmediato de desagrado. Juegos. Odiaba la tendencia de quienes estaban detrás de ese sitio, tanto de un bando como de otro de hacer que todo pareciese un misterio, un gran juego, una búsqueda del tesoro. Como si esperasen al final del acto un aplauso en plan ''Oh, que inteligente fue todo esto, X significaba eso entonces''. Por lo que a él respectaba, cualquiera que jugase con las vidas de las personas de esa manera en vez de un aplauso se merecía una bota en el cuello y repetir el movimiento hasta que tocases suelo. Hacer complicado lo que puede ser sencillo vale para una novela, en la vida real es por ese tipo de mierdas que la gente muere.
-Me pregunto si les hará tanta gracia cuando les arranque la cabeza -murmuró para sí mientras leía el nombre.

Cogió aire con profundidad y lo soltó con un suspiro digno de un oso recién levantado de la hibernación. Si controlas tu respiración, te controlas a ti mismo.
-Hay tres Thurkell -rumió pensativo. El loco, la líder y el crío. Casi parecían cartas del tarot. Pensó en las distintas posibilidades. Hum... Él mataría al crío. Es lo que tiene más sentido. Dañarías psicológicamente a gente que no estaba en sus mejores momentos de estrés y además sería el objetivo más fácil. La situación se pondría indudablemente... tensa en cualquier caso. No podía confiar en que el asesino pensase igual que él, cualquiera de los tres estaba ante la duda en peligro.

Cerró los ojos. Mierda, él no era detective ni policía. Él ni siquiera podía pensar como un asesino para ponerse en su lugar. Cuando él pensaba en hacerle daño a la gente en su anterior trabajo no tenía que preocuparse por cosas como ''Y si me pillan y me mandan a la cárcel ¿Qué?''. Si le pillaban seguramente le dieran una medalla y una palmadita en la espalda.

Abrió los ojos y decidió que tendría que hablarlo con Sophia. Lo más seguro sería encerrar a los tres bajo total vigilancia hasta que todo pasease. No creía que fuese a funcionar pero al menos, obligaría al asesino a moverse más.
-Hum... ¿Pintando? Deberías lavarte las manos. Es mejor que si tienes que pegar a alguien, no pueda demostrar que has sido tú -dijo con un gesto casual mirando a la pelirroja mientras doblaba el papel y se lo guardaba en el bolsillo. Si ella tenía algún problema con eso, que se lo dijese.

Publicado por Mark Pratchett Lun Oct 03, 2016 8:00 am

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