But if dreams come true; then so do nightmares.

Aquel día el despertador que la sacó de la cama fue su madre, el recuerdo de ella era una forma efectiva de asegurarse de que, aunque fuese sábado, Gwen hiciese todo lo que tenía que hacer aunque fuese fin de semana, siempre controlando incluso desde la distancia y sin contacto con ellos, siempre seguros de que en sus días libres entrenaba cualquier otro tipo de actividad o estudio aunque no estuviese relacionado con los estudios oficiales, la joven esperaba, sin ningún tipo de broma al decirlo, que en cualquier momento, la llamasen para informarle de la fecha de algún matrimonio concertado, eso era algo que sus padres harían sin pestañear, seguramente. Quería dar un paseo después de haber terminado los deberes y algunos estudios extras, así que tomó su libreta para ir a tomar algo de aire a los jardines, quizás le apetecía dibujar o escribir al hacerlo, siempre iba allí como en aquella ocasión, con los auriculares y la música lo más alto dentro de las posibilidades y se relajaba o inspiraba de alguna forma.

Sin embargo, ese día, como todos los anteriores desde hacía mucho tiempo, no parecía que fuese a ser posible. Llevaba caminando un par de minutos cuando le vio, un pelo de un color rubio parecido al suyo, una persona a la que quería tanto, que mirar dolía, sobretodo porque era alguien que incrementaba su enfado generalizado con todo ser viviente. Se quedó observándole un rato, como cada día que se encontraba con él, le gustaba mirarle cuando él no sabía que lo hacía, porque entonces no tenía que fingir, le podía mirar como una hermana que mira a su hermano mayor, queriendo decirle mil cosas, pero nunca haciéndolo, siempre quedándose en la distancia, para luego darse la vuelta e irse, pero aquella vez Austin la pilló de lleno, al alzar la mirada en su dirección antes de lo que Gwen esperaba, bajó la vista al suelo, intentando fingir que no le había visto, pero era tarde para eso.

Publicado por Gwendolyn P. Murdoch Jue Dic 03, 2015 11:26 pm

Odiaba cuando su existencia se resumía a estar desocupado pero tener ganas de hacer algo. Era fin de semana, y no tenía clases. El horario lectivo era lo único que mantenía la mente ocupada, a medias, de Austin. Había desechado la idea de estar encerrado en la habitación. El cielo estaba plomizo desde primera hora de la mañana, y había adivinado que si pasaba más horas de las debidas en la habitación terminaría hastiado y amargado el resto del fin de semana. Por lo que por la mañana se recogió el poco pelo que podía con una goma, se calzó su uniforme de atletismo y salió a correr por los exteriores de Dunkelheit. El aire le cortó el aliento cuando salió por la puerta y le comenzaba a hacer daño mientras respiraba y corría a la vez. Por esto se sentía vivo. Al poco tiempo se adecuó a las bocanadas de aire frío y pudo efectuar la carrera sin ningún problema.

Cuando regresó al internado, los pasillos rebosaban de vida. Pronto se duchó y se puso el uniforme, admirando cómo le quedaba la chaqueta en un espejo. Suspiró. El emblema de Dunkelheit le pesaba. Se peinó rápidamente, dejando que el caos participase en su pelo y salió a los jardines. Había cogido una pequeña libreta en la que escribía algunas notas y acordes siempre que podía. La inspiración nunca avisaba.

Llevaba una hora admirando la blancura de las páginas. Nada se le venía a la cabeza. Se levantó, dispuesto a irse cuando un grupo de enanos corría en su dirección. Tuvo que apartarse rápidamente, casi tropezando en el lugar donde había estado sentado. Pero este traspié le hizo ver muchas más cosas de las que esperaba. Entre ellas los ojos de su hermana menor, escrutándole. Miró nervioso sus manos, tenía un boli y la libreta. ¿No habría hecho nada para avergonzarla, verdad? Se mordió el labio. La volvió a mirar pero la poca atención que había podido captar ya había desaparecido. Escribió rápidamente en la libreta* y cogió a un chico del brazo, que sin dudar aceptó las órdenes de Austin.

- Pásale esta nota a aquella chica. – señaló con la cabeza. – Sí, la rubia. – asintió. Y se quedó mirando como el enano iba corriendo sin dudarlo hacia ella sólo para hacerle llegar su misiva.

*Te prometo que yo no manipulé la sopa de la cena. Sabe a rayos porque la cocinera no se lava las manos.

Publicado por Invitado Sáb Dic 05, 2015 6:46 am

No se esperaba que aquel chico fuese hacia ella, normalmente no se acercaba a ella nadie que no conociera, aunque claro, siempre había excepciones, gente atraída por lo que Gwendolyn representaba. Sin embargo ese chico se acercó por un motivo diferente y nuevo para ella, le dejó una nota, que extrañada, abrió tan pronto como el muchacho se había alejado. El mensaje no tenía firma, pero reconocía esa letra, no había visto quién la mandaba, pues sus ojos se habían quedado totalmente fijados en el suelo después de que Austin elevase la mirada.

Estuvo a punto de sonreír, pero logró contenerse, había llegado a un punto donde era más fácil contener sonrisas sinceras, que el fingirlas. Le recordó un poco al tipo de conversaciones que tenían cuando aún tenían algún tipo de relación, las bromas y los juegos, mucho antes de que él decidiese abandonarla, a ella y a la familia, dejándola atrás para cargar con todo el peso que él no había sido capaz de soportar. Arrugó la hoja entre sus manos, furiosa por los recuerdos y puede que también por ningún motivo en concreto, alzó la mirada hacia su hermano, que podría pasar por un desconocido en realidad, y empezó a andar hacia él, con la misma precisión que una tormenta perfecta que había visualizado su objetivo. Puede que en cierta forma fuese así.

-¿No estás un poco mayor para estar pasando notitas?- Dijo molesta mientras le acercaba esta estirando la mano hacia él, siempre que veía a Austin, se enfadaba, actuaba como una mala persona, como una bruja, casi dejando que pareciera que era él la víctima, pero ella lo veía de otra forma. Él era quién se había ido, quién la había olvidado, quién la había condenado a pasar el resto de su existencia atrapada en una vida que no era la suya y donde ella jamás podría gozar de la libertad que él tenía. Así era como lo veía ella, como un traidor a la lealtad que ella le tenía a él, porque sí, aunque jugase el papel de la mala, Gwen aún adoraba a su hermano, y eso era lo que más la enfadaba.- ¿A quién le importa las cosas estúpidas que hagas para entretenerte? No es como si tuvieses que darme explicaciones.

Publicado por Gwendolyn P. Murdoch Sáb Dic 05, 2015 10:16 pm

Tensó los músculos, estaba totalmente excitado. ¿Podría producir un atisbo de felicidad en aquella cara? La observaba continuamente. Cuando mirada hacia otro lado los ojos de Austin se posaban en ella. Cuando estaba en la pista de atletismo también admiraba su velocidad. La echaba de menos, y más de una vez se sorprendió andando hacia ella con la intensión de hablar como si nada hubiese ocurrido, pero no podía hacerlo. Suspiró de decepción al ver que nada de lo que había querido producir en su hermana había salido bien. Ahora se dirigía hacia él y tuvo miedo de las represarías. Más tarde se arrepentiría de todo. No se sentía con ánimos para poder calmar el miedo que le producía que su hermana le repudiase.

- Sí… Es cierto. – dijo susurrando cogiendo despacio la nota y guardándosela en el bolsillo. Ya la tiraría por ahí, olvidando todo. – Perdona, sí. Supongo que soy demasiado estúpido como para no tirar mi vida a la basura. – no se sabía si aquello iba dirigido a su hermana o a él mismo, admirando el cielo. - ¿No crees que estás muy cerca de mí? Los profesores podrían preocuparse de su alumna. Ya sabes, malas influencias. – la miró serio, pero pronto completó su rostro con su máscara favorita: la del sarcasmo y la ironía. Le haría daño, pero todo era un arma de doble filo y él recibiría todos los golpes. Él. Y no ella. Encogió los hombros – Mala idea, pequeñaja. Mira. – dijo señalando a un profesor que pasaba justo a pocos metros de ellos – Ya te han visto.

Publicado por Invitado Dom Dic 06, 2015 7:38 pm

Ouch... Dolía, aunque eso Austin no podía verlo, rara vez alguien podía lograr ver siquiera un atisbo de dolor cuando alguien decía o hacía algo que le había herido. Cuando Austin hablaba así de sí mismo, con aquel sarcasmo y autoflagelación que ella odiaba tanto, era entonces cuando más sentía que dolía todo aquello, convirtió sus manos en puños, cerrándolos con fuerza y sintiendo que estos empezaban a hacerle daño por la fuerza empleada. Miró al profesor del que él le hablaba, y luego de nuevo a su hermano.

Podría decirle que él siempre hacía eso, alejarla, abandonarla o insinuarle que no la quería cerca usando la sutileza de decir que era para no "avergonzarla". Podría decirle muchas cosas, pero la culpa que sentía había crecido demasiado en todo aquel tiempo y ya nada era lo mismo, así que simplemente se mantenía allí, mirada tras mirada, un intercambio frío de palabras tras otro, toda relación que pudo haber entre ellos en algún momento se iba desvaneciendo.

-Creo que esas cosas te importan más a ti que a mí.- Gwen se encogió de hombros, para luego seguir manteniendole la mirada, fría y sin demasiada emoción.- Y hace mucho que dejé de ser una pequeñaja, eso acabó el día que tuve que ocupar tu lugar.- "Y comerme toda la mierda que te tocaba a ti" terminó en su mente, pero no lo dijo en voz alta, demasiadas clases de protocolo sufridas como para perder la compostura soltando una mala palabra en público. Era mejor no ir por ahí, no enfadarse o sentirse dolida por todo aquello, ya nada tenía vuelta atrás. Se suponía que ni siquiera tenían que estar manteniendo aquella conversación, no debía hablar con él, lo tenía prohibido en realidad, pero esa era la única y primero regla que había llegado a romper, necesitaba hacerlo de vez en cuando, para no acabar perdiendo el control de su propia cordura.- ¿Dónde irás en navidad?

Publicado por Gwendolyn P. Murdoch Dom Dic 06, 2015 10:10 pm

Austin se sentía lamentable. Tenía a escasos centímetros a la persona que quería por derecho, por ser familia, por ser hermanos, por ser su pequeñaja. No podía creer que tener tan cerca a ese tipo de persona doliese tanto. Se pasó la mano por el pelo y se puso de perfil para no tener que mirarla mientras escuchaba su voz.

La miró de reojo. No acababa de asimilar la frase. Demasiada información. Ya no era su pequeñaja, no, para ella nunca fue nada de su hermano. Pero para él si fue algo más que una hermana: una amiga, un ángel en el infierno. Y ahora ocupaba el trono junto a Satanás… Suspiró. – Nadie te ha dado mi puesto. Todavía llevo colgado el San Benito. – dijo tristemente. – Tú nunca llevarás ese peso. Nuestros padres nunca dejarían que se te cayese la corona. – Sonrió de medio lado – Y siempre serás pequeñaja si permaneces a mi lado. – Por altura, pero por algo más. La grandeza de Gwendolyn se veía aletargada por la torpeza de su hermano. Se vería terriblemente influenciada y no crecería como una bella flor, sino que se marchitaría antes de tiempo.

Se sorprendió cuando su hermana dejó de machacarlo. Pero intentó que no se le notara. Cerró los ojos y cuando los abrió la máscara de estúpido se le cayó a pedazos. Admiraba el cielo para ocultar algo más. – No iré a casa de nuestros padres. Allí no puedo respirar. Aquí hay bastante naturaleza, creo que me vendrá bien. – suspiró y la miró de frente, ¿había caído? ¿Había desechado rápidamente su máscara? - ¿Y tú, Gwen…? – no quería pronunciar lo siguiente - ¿Te han dicho papá y mamá que insistas en que no se me pase por la cabeza volver?  

Publicado por Invitado Dom Dic 06, 2015 10:35 pm

Las cejas de la chica no podían haberse alzado más ¿Él no lo sabía? ¿De verdad que no tenía idea de todo lo que había estado pasando en su ausencia? Claro, si él no estaba allí y no hablaba con nadie de la familia, no tendría idea de lo que había ocurrido, de las veces que era castigada por no dejar que insultasen o hablasen mal de Austin en su presencia. La de veces que su padre tomaba su rostro, para asegurarse de que le mirase y le decía que ella no podía cometer los mismos errores, que ella era su última esperanza, que ella tenía que ser mejor que nadie. "Nadie recuerda a un segundo lugar, Gwendolyn. Si no eres primera, no eres nada." Ser mejor, mejor que Austin, mejor que el resto del mundo, y mirarles desde arriba, ocupar un lugar tan alto que nadie podría si quiera atreverse a mirar. Eso era lo que ella tenía que conseguir ¿Porqué? Para limpiar el nombre que Austin había ensuciado.

-¿Eso es lo que crees? - ¿Caersele la corona? Esta la acabaría aplastando, sus padres jamás la insultaron como a él, o la golpearon físicamente, pero la estaban matando, de una forma cruel, asfixiante, una forma que no solamente hacía que se enfadase con el mundo, si no que se odiase a si misma. Claro, sin duda ellos nunca dejarían que a ella se le callese nada. Casi gruñó como un animal cuando Austin hizo aquella pregunta, como si no hubiese salido de ella, como si no pudiese hacer o preguntar algo que no fuese una orden de sus padres. - Saben que no vas a volver, es una de las cosas que mejor se te da, irte.- Escupió con tanta rabia que no podía ser disimulada, hablando por primera vez sin un tono de voz tranquilo y anodino, si no que mostrando algo de pasión por primera vez, luego cerró los ojos, no podía permitirse un espectáculo.- No sé porqué pierdo mi tiempo... Será mejor que me vaya, algunos aún tenemos que trabajar para sacar brillo a ese san Benito que dices tener colgado.

Publicado por Gwendolyn P. Murdoch Dom Dic 06, 2015 10:52 pm

- ¿No ha sido así siempre? – Nadie le brindó confianza cuando sucedió aquello. El simple hecho de recordarlo erizó su pelo e hizo que apretase la mandíbula. ¡Toda su vida se había torcido por una mierda! Encima siendo un crío, donde habría querido tener a sus padres como apoyo. Pero sin embargo había obtenido ayuda en cavar su fosa. La miró con desaprobación cuando la escuchó hablar. – Me alegro que lo sepan sin pronunciar palabra. ¿Aunque ya estás tú para decírselo todo, verdad? – Seguramente sus padres no podían soportar que su hijo se escabullese de sus responsabilidades. Estarían esperando su último año, su último día en aquel internado para echarle las manos y la soga al cuello. Ojalá lo dejaran quedarse. Arqueó una ceja para contestarle lo siguiente - ¿Irme? – rechistó con una sonrisa torcida – No me fui a ningún lado. Me echaron. Parece mentira que… - bufó y hizo una pausa – Es demasiado. – dijo cogiéndose las sienes con una mano y dejándola caer con fuerza. Su paciencia, si es que la tenía, se terminó en aquel momento. – Eso es. ¡Vete! – elevó la voz – Vete y haz mi desgracia más grande como hacen ellos. Huyo de esa mierda constantemente pero no sirve de nada porque estás tú para recordarme lo miserable que soy. Pues me alegro que a tu edad tengas las cosas tan claras. A mí me dieron la espalda en ese mismo momento y no, yo no lo tenía todo tan claro por aquel entonces.

Publicado por Invitado Dom Dic 06, 2015 11:10 pm

-No me grites, te oigo perfectamente.- Pero él a ella no, así era como se sentía continuamente, en una sala completamente llena de gente, mientras ella gritaba hasta que sus pulmones sangraban, pero nadie jamás si quiera reparaba en ella, nadie se daba cuenta. Lo que dijo Austin fue como una bomba nuclear para ella, en aquel momento, Austin estaba pilotando un avión de guerra que dejaba caer bombas por doquier, apuntándola a ella directamente, por lo visto, en aquella guerra, ella era Hiroshima. - ¿Te recuerdo lo miserable que eres? ¿Me necesitas para eso?- Ella no alzó la voz, quiso hacerlo, quiso gritar y enfadarse como él, pero no podía, estaba demasiado muerta, era el robot que habían creado, siempre templada. - Pobre niño que patalea, sin duda, con mi edad no puedo ni imaginar por lo que has pasado. ¿Verdad? Pero en algo tienes razón, te dieron la espalda y luego tú la diste también, sin mirar atrás. Me diste la espalda a mí, te alejaste de esa "desgracia" de la que huyes constantemente, dándole la espalda, exactamente en el mismo sitio donde estoy yo. Porque no me importa repetirlo, tú, me diste la espalda, a mí.

Estaba hablando demasiado, nadie podía saber, nadie, ni siquiera Austin, lo que de verdad había pasado aquel día, nadie. Se lo había prometido a sí misma, y si sus padres se enteraban de aquello... La matarían, puede que no en el sentido literal de la palabra, pero teniendo en cuenta su  obsesión por el control y los castigos que ya se había llevado, no dudaba de que si seguía por ese camino y ellos llegaban a saber que había hablado de eso con Austin, podrían incluso a llegar a hacerle daño, no es que le importase llevarse un golpe de aviso, pero no quería iniciar una guerra cuando no sabía en que bando estaba luchando aún.

-Tranquilo, no te recordaré nada más, me mantendré en silencio como he estado haciendo y dejaré que ni siquiera notes que estoy aquí también. Ya es la segunda vez que me dices que prefieres que no esté cerca y no tengo pensado luchar por acercarme.- Se quedó allí, soltando todo aquel discurso, sin moverse ante el aparente estado de nerviosismo del rubio.- Espero que tu desgracia sea más ligera si desaparezco para dejar de recordarte las cosas que hiciste mal, pero no puedo prometerte no encontrarnos en un lugar como este, puedo morir, si eso te facilita las cosas, a estas alturas poco importa. Desaparecer es algo que en esta familia se nos da de fábula.- Se sorprendió pensando en eso como un tipo de liberación, nunca lo había pensado, pero sentir aquel tipo de atracción ante lo que había dicho, la asustó, retrocedió un par de pasos, las cosas tenían que parar allí. No quería seguir escuchando como alguien a quien quería estaba mejor sin ella.- Creo que ya es suficiente espectáculo por hoy.

Publicado por Gwendolyn P. Murdoch Dom Dic 06, 2015 11:34 pm

Toda su furia contenida la estaba desbordando en la persona equivocada. Deberían ser sus padres los que tendrían que escucharle lo que algún día se prometió que les diría. Pero no ahora, no en el internado y por supuesto no a su hermana. ¿Qué estaba haciendo? Pestañeó un par de veces al escuchar a Gwen, que había madurado con creces. Ya no tenía nueve años, como cuando la dejó en casa y se fue al internado para respirar por primera vez. Tampoco tenía once años cuando fue lo último que supo de ella, hasta que la vio en el internado a pocos metros de él.

Y ahora, estaba allí, con él. Mirándole y odiándole tanto como él creía que le odiaba. Suspiró antes de decir cualquier palabra porque le dolían las suyas. – Yo no te di la espalda, Gwendolyn. – le dijo por primera vez su nombre entero. – Tenía dos opciones: ser sincero y seguir mi propio camino alejado de la familia que no me quiere o seguir mintiéndome a mí mismo y a todos los demás. – se mordió el labio inferior y antes de que la chica malinterpretase algo quiso hablar – Pero tú eres una tercera opción que no me dejaron ni plantearme. Pero ahora eres bastante mayor como para elegir por ti misma.

Miró de nuevo hacia el cielo, mientras se parpaba los bolsillos de la chaqueta del uniforme. ¿Por qué mierda le pasaba esto? ¿Por qué mierda tenía que sentir ternura por aquella muchacha que estaba de parte de toda su familia? La sentía tan cerca, como una hermana, pero tan lejos como una verdadera desconocida. Y no sabía qué le dolía más.

La miró con los ojos desconcertados al escuchar todo el discurso. ¿Qué tramaba? ¿Qué se le pasaba por la cabeza? Suspiró mentalmente. A él le gustaba protegerla de todo, de todos. Pero con su odio saliendo a borbotones de su boca no podía hacerlo. Ella se negaría a que la protegiese día sí y día también, porque se sentiría lo suficiente mayor y dispuesta como para hacerlo ella sola. Pero él no la iba a dejar, por mucho que se alejasen el uno del otro. Se quedó mudo y lo único que pudo hacer fue agarrarla de uno de sus brazos, al ver que se alejaba. - ¿Qué? – Logró decir susurrando - ¿Morir? ¿Desaparecer? – repitió como si realmente no se enterase de nada. Y de pronto su gesto cambió de desorbitado a enfadado, frunciendo el ceño y atrayéndola hacia él - ¿Yo desaparecí totalmente? Sigo vivo para recordarles a nuestros padres que actuaron mal día sí y día también. Por suerte estas aquí, en este internado y puedo tenerte cerca, aunque no me guste – recordó para mantener las distancias – Quítate esa mierda de la cabeza. No puedes morir sin dar lecciones a las personas que te han hecho daño. – se llevó la mano en el pecho – El día que realmente me des una lección, te dejaré en paz. Mientras tanto espero que te mantengas lo bastante viva  para realizar una buena venganza.

¿Y ahora qué? Pensó. ¿Abrazarla o huir de sus pensamientos en algún lado?

OFF:

Publicado por Invitado Jue Dic 10, 2015 12:34 pm

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