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La Ouija

Lunes, 28 de Diciembre | 19:00

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Una estupidez, eso es lo que era.

Cuando Olenna descubrió a aquellos críos supersticiosos haciendo una Ouija en los jardines del internado, su primera reacción fue partirse de la risa. La segunda fue incitarlos a que trasladaran aquel jueguecillo macabro al cementerio, alegando que así sería más fácil contactar con cualquier espíritu errante.

¿Razón? Bueno, estaba tan disgustada por tener que pasar la Navidad en aquel triste internado que atormentar a un par de críos retrasados le parecía un pasatiempo estupendo.

Para su sorpresa, algunos estudiantes que fueron testigos de la propuesta se apuntaron. Olenna no sabía si realmente creían en aquella basura o si su intención era idéntica a la suya, pero muy pronto lo descubriría.

El sol acababa de ponerse, haciendo el lugar mucho más tétrico de lo que ya era. Tantas lápidas sin nombre a su alrededor... Olenna se preguntó a quienes pertenecerían. Paseó la mirada por el círculo perfecto que conformaba el grupo alrededor de la tabla. La gran mayoría temblaba de frío, otros miraban nerviosos a su alrededor. Los más pequeños comenzaron a vacilar, se mostraban temerosos. Olenna recordó a la chica que encontraron muerta en el bosque y un escalofrío recorrió su espina dorsal como un latigazo.

¿Miedo? ¿Ella? ¡JÁ! Se obligó a recomponerse y dirigió una mirada altiva a los presentes. - Bueno, si nadie se anima a empezar ya lo hago yo. - Se sacudió el pelo antes de posar un dedo sobre el vaso que reposaba en la tabla y comenzó a moverlo suavemente en círculos. Un par de dedos más la siguieron mientras el resto permanecía expectante. - ¿Hay alguien ahí? - preguntó con voz firme, observando a los críos llorones por el rabillo del ojo y conteniendo una carcajada escéptica.
Publicado por Invitado Dom Dic 13, 2015 8:25 pm
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Invitado
Jack se sentía inspirado. La tarde de lunes había sido particularmente productiva para él. Tenía por fin todos sus apuntes pasados a limpio por tercera vez.

Sobre las seis decidió que había llegado el momento de abandonar la biblioteca y despejarse, así que recogió todos sus libros y, tras dejarlos a buen recaudo en su habitación -con sus tres cerrojos corridos-, salió a pasear por el jardín. Llevaba las manos en los bolsillos, para variar, y caminaba distraído entre setos y flores. A pesar de que su cara proyectase una imagen muy hosca de él, digna de alguien que le apetece matar a todo el que pasa por su lado, Jack iba pensando en cine.
No, no en gatitos muertos, en serio.

Desde hacía un par de días sentía ganas de ver una película de Robert Rodríguez con la que vibrar e imaginar que se liaba a golpetazos con los malos para salvar a la chica. Culpa todo de la señora Yvette, que le daba miedo y despertaba sus instintos violentos. Desgraciadamente, en el internado abundaban las mujeres y las noches de cine solían acabar coronadas con pañuelos sucios, palomitas y lloriqueos ajenos de “qué mono es ese hombre y qué sola estoy”. ¿Por qué no pasaban películas de zombies, western o ciencia ficción con las que hacerlo feliz? ¿Por qué querían que su cuerpo comenzara a producir estrógenos?

Tanto amor y tanta mierda... ¡Debían poner una película como Dios manda, con naves espaciales y marcianos reventando por todas partes!

Soy un hombre muy honrado que me gusta lo mejor. Las mujeres no me faltan, ni el dinero, ni el amor. Jineteando en mi caballo por la sierra yo me voy. Las estrellas y la luna, ellas me dicen dónde voy. Ay, ay, ay, ay, ay, ay, amor. Ay, mi morena de mi corazón. —cantaba por lo bajo en un español un tanto macarrónico pero muy sentido. Se recogió el pelo con una goma, a lo Banderas, y empezó a saltar los matojos de flores como quien esquiva minas ocultas. Era una verdadera suerte que no hubiera nadie a aquellas horas de la tarde por el jardín. Bendito, ¡bendito frío! Su reputación se hubiera ido al garete de haberlo pillado imitando a un personaje con tanta pasión.

El eco de voces lejanas lo alertó de que debía parar. Se quedó quieto al momento y miró hacia su izquierda por el rabillo del ojo. A pesar de la incipiente escasez de luz, distinguió a una fila de chicos -en su mayoría de corta estatura- caminando detrás de una tía que, a juzgar por sus aires altaneros, parecía una profesora.
Una profesora de “cómo ser una choni y vivir ocultándolo”.

Decidió seguirlos en un arrebato de impulsividad, ocultándose detrás de los árboles del camino cada vez que uno se giraba hacia atrás. En ellos creyó descubrir un nuevo foco de risas nocturno. ¿Había algo mejor que un poco de bullying para distraerse en vacaciones mientras intentas que la directora no te asesine? Así llegó hasta el cementerio, varios pasos por detrás de los del grupo. En un principio se quedó bastante desencajado al observarlos sentarse en círculo en el propio suelo como si se tratara de un picnic, pero a medida que fue acercándose a ellos gateando entre las tumbas -las limpiadoras se acordarían de su madre biológica y de su madre adoptiva cuando tuvieran que quitar el barro de su uniforme- descubrió el por qué de tan extraña actitud. Delante de ellos habían colocado una tabla de madera con la que intentaban... ¿Mover un vaso e invocar espíritus?

Estuvo a punto de soltar una buena carcajada, la cual logró aguantar mordiéndose el cuello del jersey. Uno de los niños escuchó el ruidito que produjo el inicio de esa risa, pero cuando se giró hacia atrás para buscar al que lo había producido, más pálido que los muertos que intentaban invocar, no distinguió a nadie. Eso lo hizo aferrarse con más fuerza al brazo de su amiga.

La mayor del grupo, quien Jack no creía que estuviera muy en sus cabales por prestarse a jueguecitos tan absurdos, era quien llevaba la voz cantante. La vio colocar el dedo sobre el vaso junto a unos cuantos más y escuchó cómo pronunciaba la pregunta más absurda del mundo; esa que jamás debes decir en voz alta si crees que estás siendo observado por un asesino que aspira a cortarte la cabeza. El muchacho decidió sumarse al juego a su modo. Esforzándose en hablar con la voz grave y rasgada -más de la que ya tenía-, soltó la frase más icónica de una de sus sagas favoritas que no mencionaré por no dar promoción.

Sí... Yo soy... tu padre. —las pausas dramáticas le servían para palmear el suelo y respirar profundamente. Necesitaba tragarse las ganas de reírse aunque terminase meándose encima.
Publicado por Jack A. Hudson Dom Dic 13, 2015 10:34 pm
Jack A. Hudson
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Jack
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I know I could have been a better man. I always had to have the upper hand. I’m struggling to see the better side of me but I can’t. Take all your jabs and taunts. You’re pointing out my every fault and you wonder why I walked away.
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Cuando propusieron ir a visitar el cementerio con la excusa de utilizar una ouija no pude hacer otra cosa que unirme. No creía en esas cosas, pero quien sabe, quizás sucedía algo interesante aquella tarde gracias a una tabla y a un vasito de cristal. De cualquier forma, cualquier plan era bueno con tal de no pasarme lo que quedaba de tarde dentro del internado sin demasiado que hacer.

Decidí ir con ellos pero acompañada de mi inseparable cámara de vídeo. Quería captar todo lo que sucediera, por esa razón seguí al grupo unos pocos metros detrás de ellos mientras les apuntaba con la cámara. La mayoría se notaba que estaban nerviosos, incluso algunos estaban temblando. Miedicas, pensé mientras ahora si que me unía a ellos cuando se sentaron en un círculo, dejando la cámara sobre mi regazo apuntando hacia la tabla de madera. —¿Os imagináis que responde alguien?— Pregunté emocionada después de que la castaña formulara la primera pregunta. Probablemente estaba demasiado tranquila, incluso seguramente mi calma pusiera aún más de los nervios a mis compañeros.

Mis ojos se abrieron como platos cuando, efectivamente, alguien respondió. —Pues me debes la paga de muchos años.— Respondí casi como un acto de reflejo. —Quiero decir...— Traté de buscar una respuesta mejor al ver que realmente había unos cuantos alumnos aterrorizados. Debía de tomarme esto algo más en serio, o al menos simularlo. —¿Cuánto tiempo lleva usted muerto, señor... Espíritu?— Pregunté con voz lúgubre, queriendo darle tal seriedad al asunto que seguramente estuviera a un paso de ser la futura presentadora de algún programa relacionado con ocultismo y conspiraciones varias.
Publicado por Invitado Dom Feb 21, 2016 4:20 pm
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Invitado
Los grititos de los alumnos sorprendidos hicieron que un par de lágrimas de pura risa asomaran por los ojos de Jack. Escondido tras una de las tumbas, aunque lo suficientemente cerca de los chicos para observarlos, creía que él también moriría en ese momento, pero por tragarse las ganas de soltar una gran carcajada. ¿Cómo podían ser los críos tan sumamente crédulos? Ni siquiera él a esa temprana edad hubiera concebido la idea de que un ente del más allá se comunicaría de forma tan clara. ¡Y eso que él adoraba las cosas paranormales como el que más!

La respuesta de la más valiente de los participantes continuó avivando el fuego, y con él, las ganas de Jack de apurar la broma hasta sus últimas consecuencias. Acabaría apaleado por una horda de críos enfadados. En esos tiempos que corrían, divertirse a costa de la muerte resultaba de mal gusto, y lo pagaría caro, pero allí no había nadie que pudiera echarle en cara que quisiera distraerse un poco. Demasiadas preocupaciones se paseaban por su cabeza como para, encima, quitarle el único entretenimiento que tenía desde hacía varias semanas.

Dejó de dar palmetazos en el suelo al darse cuenta de que podían oírlo, y trató de agazaparse aún más detrás de la lápida. Se aclaró la garganta antes de volver a hablar con la misma voz grave que estaba fingiendo -más grave y tétrica que de costumbre-. Su capacidad de improvisación a veces lo asustaba hasta a él, pero las siguientes frases surgieron como por arte de magia. No tuvo que recurrir a su inventiva para continuar el diálogo, pues lo que se le ocurrió pertenecía a unos recuerdos veraniegos que aún mantenía frescos en su mente. Se refirió a uno de esos “juegos” con los que se divertía cuando, encerrado en su dormitorio, dejaba pasar las horas. No se le ocurrió una situación más macabra para terminar de asustar a aquellos pobres críos. Tampoco disponía de más tiempo de reacción con el que idear algo mejor.

Llevo muerto... Tres meses. Me devoró una... mujer tras una helada de tres días. Hacía frío y el humo era asfixiante... Asfixiante... Estábamos muriendo, nadie nos salvaba... Nadie... —susurró, tratando de evitar cierto tembleque delator en su voz. Sabía que se hallaba al borde de la risa. No hizo ademán de asomar la cabeza por encima de la tumba para mirar a los chicos en ese momento, ya que temía que se girasen y lo descubrieran con las manos en la masa. Ya tendría tiempo más tarde de reírse de la palidez de sus rostros. —Y eso os pasará a vosotros. ¡Todos moriréis esta noche! —sentenció, lleno de ganas de saltar de detrás de la lápida y gritar, en un intento de terminar de asustarlos.

Aunque intentó sonar fatalista, su ceño se frunció a la vez que culminaba el acto, pues se volvió consciente de que había metido la pata hasta el fondo con su "apoteósico final". Si aquello fuera una película de serie B ya todos estarían asustados y rogando por sus vidas a un dios que no existía, pero desgraciadamente no lo era. Los fúnebres minutos de diversión se agotaban al mismo ritmo trepidante que se escuchaban las quejas de los niños, y él era el culpable por su incapacidad para meterse en el pellejo de un verdadero fantasma.

Descubrirlo sería cuestión de tiempo, y todo por su culpa.
Publicado por Jack A. Hudson Mar Feb 23, 2016 11:44 pm
Jack A. Hudson
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Cada poco revisaba que la luz roja que indicaba que la cámara seguía grabando siguiera encendida. En el caso de que el espíritu respondiera se convertiría en un documento la mar de valioso, además de que podría revisar la grabación tantas veces como quisiera para intentar descifrar la información que aquella voz quisiera compartir con nosotros. ¡Y quién sabe! ¡Incluso capaz compartía con nosotros algunas pistas sobre lo que estaba ocurriendo en el internado! Después de todo, los fantasmas podían colarse en los lugares sin ser vistos, así que intuía que algo más que nosotros tenía que saber. No, no creía en esas cosas, pero... ¿Y si por casualidad ese día descubría que si existían? Comenzaba a tener serias dudas.

Di un pequeño saltito sobre mi sitio al escuchar aquella voz nuevamente, moviendo mi cabeza hacia todas partes tratando de localizar sin éxito de donde provenían aquellas palabras fúnebres. La historia era escalofriante, digna de una película de Iñárritu, aunque a la vez me era extrañamente conocida. —¡Nadie morirá!— Me levanté con valentía dejando la cámara en el suelo, apretando los puños como si estuviera preparada para enfrentarme a él en cualquier instante. Por otro lado, en ese mismo momento un par de los niños llorones también se levantaron y se fueron corriendo.

Después de unos segundos pude analizar bien sus palabras. Hace tres meses era septiembre, ¿había muerto por una helada a finales de verano? Aquel espíritu era un mentiroso. —¡Estás mintiendo!— Exclamé sin saber muy bien a donde dirigirme. Me sentía como Jim Carrey en El show de Truman cuando el productor del reality show se dirigía a él. —Además, esa historia me la conozco.— Añadí cruzándome de brazos mientras observaba al cielo, queriendo dirigirme a aquel supuesto espíritu. —¿Ha muerto usted en un cine, señor Morrison?— Pregunté con una sonrisa de medio lado, imaginando que había pillado a aquel ser. Aunque aquella historia no era real, yo misma había contribuido a escribirla en Internet, así que... ¿Quién estaba detrás de aquella voz lúgubre?
Publicado por Invitado Mar Mar 01, 2016 5:24 pm
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Invitado
[1]Cambio la persona del rol porque quiero, puedo y me da la gana :3

Lo más adecuado hubiera sido parar la broma cuando los dos niños pequeños salieron corriendo, ya que había cruzado los umbrales de lo inapropiado. Sus gritos de terror y lloros se escuchaban claramente gracias a la tranquila aura que envolvía el cementerio, aunque poco a poco fueron apagándose. Uno de ellos incluso se despeñó y terminó comiendo barro y nieve, lo que consiguió alegrarme el resto de la noche. Maldito, maldito Jack, deja de disfrutar con las desgracias ajenas. Volví a morder el cuello de mi jersey para no estallar en carcajadas y me hice una bola en mi escondrijo, lagrimeando de nuevo. Moría por carcajearme en las caras de todos los enanos pero no quería que me viesen en semejante estado porque: a) mi reputación de malote inquebrantable se iría al garete b) aquellos críos me asesinarían por asustarlos.
No sé cuál de las dos opciones me causaba más reparo.

La enana que hablaba se levantó. Parecía dispuesta a encararse con el peligroso ente que clamaba venganza por haber sido devorado. Me coloqué bien el jersey y apoyé las manos contra la lápida, quedándome muy quieto para poder escuchar cada una de sus palabras. A mí me apetecía responderle y continuar con la broma, pero lo que dijo evaporó cualquier intención de apuntar más cosas sobre mi "muerte"; literalmente me paralicé y, con los ojos desencajados, torcí el labio con una mezcla de disgusto y pánico.
¿Cómo podía saber...? ¡Era imposible!

¿Cómo que Morrison? ¿Qué cojones...? —exclamé, recuperando mi tono de voz normal a pesar de que me había rehusado a hacerlo anteriormente. Me puse en pie, abandonando mi escondrijo detrás de la lápida y las intenciones de jugar, y miré a la muchacha, a quien estaba completamente seguro que no conocía. Entorné los ojos indignado. Sentía que habían invadido mi espacio personal, a pesar de que yo mismo me lo había buscado. Pero, ¡no tenía puto sentido nada!—¿Tú quién eres, enana flacucha? ¿Me espías o qué?

Ni siquiera me paré a pensar lo incoherentes que sonaban mis acusaciones. En otro momento hubiera intentado controlarme y hacer las averiguaciones pertinentes sin dejarme ver, pero mi impulsividad -esa que no consigo apagar ni dormido- me hizo encarar a los chicos que intentaba asustar; en especial, a la medio metro de la cámara, que parecía tener un as guardado en la manga en mi contra.
¿Por qué, maldita sea, si ni siquiera me conocía?
Publicado por Jack A. Hudson Sáb Mar 05, 2016 3:23 pm
Jack A. Hudson
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Mi plan era tan descabellado que nunca hubiera pensado que funcionaría para hacer que aquel individuo saliera de su escondite. Su versión de como había muerto me había recordado a aquellos días en los que junto a otros amigos decidimos comenzar a escribir historias en Internet en los que siempre terminábamos matando a nuestros personajes cuando nos cansábamos de ellos. De esa forma me vino a la mente aquel personaje que decidimos asesinar al no saber como sacarle más partido. ¿Pero qué posibilidades había de que detrás de aquel personaje se encontrara un estudiante del internado? Era totalmente imposible que se hubiera alterado por esa razón.

Necesitaba más pruebas antes de confirmar que durante un tiempo había compartido con él historias en una plataforma de foros en Internet. —Claro que no te espío, idiota. Eras tú el que se escondía de nosotros.— Repliqué cruzándome de brazos, tratando de analizarle desde la distancia. No le conocía más que de oídas, pero todo el mundo coincidía en que era un alumno malote. A mi parecer tenía aspecto de ser más inofensivo que un gatito ronroneador, así que sin querer me salió una risa burlona de entre los labios. —Soy Pauline Blonde, ¿quién eres tú?— Me gustaba que me hubiera preguntado mi nombre, ya que justo ese era el as que quería sacar. Obviamente mi nombre era otro, pero Pauline Blonde era mi alias cuando jugaba en el ordenador. Una de mis amigas del orfanato no paraba de escuchar canciones de una artista mexicana que se llamaba así, pero era un nombre tan difícil de pronunciar que decidí hacer mi propia versión al inglés. Si realmente él era el tal Morrison, reconocería ese nombre al escucharlo.
Publicado por Invitado Mar Mar 08, 2016 3:22 pm
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Invitado
La probabilidad había demostrado una vez más que no estaba de mi parte. Jamás hubiera creído posible el encontrarme cara a cara con alguien con quien simplemente pasaba ratos de diversión durante las vacaciones, sin lazos que nos uniesen más allá del teclado de un ordenador y un portal común. Me enfurecía el pensar que aquella enana flacucha sabía cosas de mí; cosas íntimas que no quería que nadie conociese por allí, como que era tan humano como el resto y me gustaba escribir para divertirme. Mi reputación pendía de un hilo por su culpa.
O por la mía. A mala hora había decidido seguir a aquel grupo de niños.

Apreté los dientes, a sabiendas que estaba enfadado en demasía, y le mantuve la mirada con intención de intimidarla. Quería que se callara. Su aspecto burlón no ayudaba a que me relajase. ¡Se estaba riendo en mi cara, la muy idiota!
Aunque, ¿qué me extrañaba exactamente? La había leído, así que imaginar su personalidad no me resultaba complicado.
Sin embargo, no hice el menor intento de hacerlo porque no me interesaba en absoluto.

Vamos, no me jodas. ¿La niñata de la bahía? ¿Tú eres la loca esa? —espeté, escupiendo las palabras. Ignoré su pregunta a propósito. Solo me faltaba eso: humillarme ante ella reconociendo cuál era mi “alter ego”, aunque, con toda seguridad, ya empezaban las cábalas en su cabeza.

Me acerqué hasta el grupo de chicos, ignorándolos sin pudor, y me planté ante ella. Mi altura intimidaba a mucha gente, quizá funcionase. Inspiré con fuerza mientras entrecerraba los ojos para analizarla bien, aunque a cada segundo que pasaba la historia se iba volviendo más loca; más inconcebible. No tardé en llegar a la conclusión de que aquello no se trataba más que de una broma. No es que fuese típico en mí, pero a lo mejor había escrito algo sobre mis andanzas interneteras en uno de mis cuadernos y esa muchacha lo había robado para usarlo en mi contra. Sí, casi con toda seguridad se trataba de eso. Estaba jugando conmigo, aprovechándose de su hurto para desquiciarme y rebajarme hasta la altura del resto de los alumnos: a la de un común histérico.

Si me hubiera parado a pensar un poquito más, podría haber llegado a la conclusión de que mis análisis eran imposibles. La muchacha ni siquiera estaba segura de quién hablaba cuando me burlaba de ellos desde mi escondrijo.

A no ser que me hubiese visto en el patio mientras los seguía...

¡Sí, seguro que era eso! ¡Sucia rastrera mentirosa!

Esto es surrealista. Venir a encontrarme contigo en un internado mientras que... No es posible. No me quieras tomar por tonto porque vas a salir perdiendo. Tú y tus amigos lloricas. —respondí poco después, notando que mi tono de voz se volvía aún más brusco. A esas alturas creía firmemente que se trataba de un malévolo plan concebido para volverme loco, así que no le daría el gusto de caer en su trampa.
En aquel internado todos eran demasiado raros.

Los niños que rodeaban a Evangeline parecían haber perdido interés por la tabla de ouija y nos miraban sin pestañear. En cierto momento yo mismo viré los ojos hacia ellos y solté un gruñido espontáneo, intentando volver a asustarlos. No se me daba precisamente bien, si quieres saber la verdad.

El vaso no se va a mover. Es todo mentira. Dejad de creer en gilipolleces para críos, que ya sois mayorcitos.



[1]Pauline Blonde. Te odio JAJAJAJAJAJAJAJA
Kelly Clarkson.
Publicado por Jack A. Hudson Jue Mar 10, 2016 1:36 pm
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Solté un buena carcajada que resonó a causa del eco. Podía sentir el nerviosismo del muchacho mientras se acercaba a nuestro grupo y aquello me encantaba. No era muy difícil de imaginar lo descolocado que podía estar, y no era para menos, ¿quién iba a pensar que iba a encontrarme con alguien de Internet en el internado? Era terriblemente surrealista, pero no por ello menos cierto. Se me saltaron las lágrimas cuando mencionó la bahía, ¡ni yo me acordaba ya de aquello! Pero sí, estaba en lo cierto, yo era la loca esa. O al menos la persona que estaba detrás de aquel extraño personaje.

No te tomo por tonto. Simplemente lo sigues siendo.— Contesté sin poder evitarlo, disfrutando cada palabra que él mencionaba al notar su frustración. El resto de críos parecían haber abandonado su miedo inicial, ya que hicieron un sonido semejante a un uuhhhh como queriendo añadir leña a la discusión. No podía creerme que estuviera enfrentándome al famoso malote del internado, ¡y estaba ganando por goleada!

Será mejor que no te metas con nosotros nunca más, podría filtrar información que no querrías que otros supieran.— Le informé y, por qué no, le amenacé como quien no quiere la cosa. Quizás el momento diva de sentirme como David contra Goliat estaba yendo demasiado lejos, pero no podía evitarlo. Era mi momento de gloria y había espectadores, tenía que lucirme al máximo.
Publicado por Invitado Vie Mar 11, 2016 3:15 pm
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¿Desde cuándo los críos eran tan maleducados? Sus comentarios y ruiditos de enano en edad del pavo avivaban aún más el fuego. Los miré a todos de forma reprobatoria antes de volver a encararme a Evangeline, quien parecía disfrutar de lo lindo con su particular método de tortura. Mi vida envuelta en secretismo peligraba por su culpa; mi reputación pendía de un hilo, y ambos lo sabíamos.

Terminé de acortar las distancias con ella y me encorvé, dejando mi rostro a escasos centímetros del suyo. Tenía el ceño tan fruncido que daba la sensación de que mis cejas formaban una línea recta. Bajé el tono de voz para que solo ella me escuchase, escupiendo palabras y algún que otro salivajo que se me escapó. Estaba enfadado, ¿cómo iba a controlar mis aires de llama?

¿Que tú puedes filtrar información sobre mí? No me digas. ¿Te apetece que todo el mundo sepa lo que hay en tu mente perversa? Porque yo también hablaré. Sería gracioso ver tu cara cuando todos sepan lo de las webcams, por ejemplo. —entonces la empujé en la frente con dos dedos para apartarla de mí, como si fuera una muñeca inservible. No necesité mucha fuerza, pues ser varios centímetros más alto me hacía jugar con ventaja.

Una vez que la había avisado decidí darle una “lección” a los criajos. Sin añadir nada más mandé su tabla de ouija de una patada al otro extremo del cementerio, vaso incluido. Sus risas se cortaron al instante, dejándolos totalmente en silencio y con la respiración cortada por culpa de mi inesperado movimiento. La venganza se sirve en plato frío, y si bien ellos se habían reído de mí por culpa de la loca esa, yo estaba en todo mi derecho de joderles la noche de miedo.
Que se fueran a hacer la ouija a casa de su abuela si querían tranquilidad.

Quédate a vivir en tu microcosmos y no intentes meterte conmigo, niña, porque puedes salir muy mal parada. Éste es el único aviso que te voy a hacer. —volví a mirar a Evangeline por el rabillo del ojo antes de comenzar a caminar en dirección contraria al grupo, rumbo a la salida del cementerio. Ni me quedaba nada que hacer allí ni tenía ganas de aguantar gilipolleces. Mi tarde de relax se había ido a la mierda por culpa de la cría esa, así que más me valía desaparecer de allí cuanto antes si no quería que también me jodiera la noche.

Y eso hice: darme media vuelta y alejarme a zancadas antes de que perdiese la poca reputación que me quedaba.
Publicado por Jack A. Hudson Sáb Mar 19, 2016 8:21 pm
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