Littlest Things

07 de Mayo

Mi mirada fija sobre la puerta por más de treinta segundos indicaba que estaba analizando de más sobre hacer esto, se suponía que el hermano analítico era Elliot, no yo. Sí, sí, también pensaba antes de actuar pero la diferencia siempre estaba claramente pintada. Tomé aire y di un par de golpes sobre el material duro que nos separaba en aquel momento a Mathias y a mí.

Le había repetido, más de una vez, que debía mantenerse a salvo. No le iba a perdonar que algo le sucediera, era, al final de cuentas, una de las personas que más me importaban, tanto fuera como dentro del internado.  La sola idea de perderlo era escalofriante, y tal vez incluso reaccionaría todavía peor de lo que llegué a portarme tras la muerte de papá. Él había llegado a vivir más, Mathias era joven, Mathias era de mis mejores amigos, Mathias era… era especial. ¿Y cómo revelarle la importancia que tenía para mí si yo todavía debía de fijarme en los sentimientos que se paseaban por mi corazón, tanteándome a distraerme de mi meta principal aquí dentro?

— Y el lobo sopló y sopló esperando que el cerdito abriera la puerta. —dije entre risas antes de volver a golpear la puerta. Cada segundo de espera me estaba transformando en un ser más impaciente. ¿Por qué tardaba tanto en abrir? No era una buena señal, no cuando la lista de secuestrados siempre parecía crecer (menos ahora cuando todos estaban muertos, a excepción de Yuna) y crecer, no cuando el director y su fiel perrito habían aparecido muertos, no cuando la propia organización siempre parecía estar desorganizada. — ¿Math? ¿Mathy Mathymon? Abre. —insistí, mi corazón palpitaba veloz, mis manos temblaban mientras volvía a tocar y mi intención de correr a avisar a alguien, o bien, de tirar la puerta, crecía.

Seguía sin abrir.

No abría y…

Cerré los ojos sintiendo un alivio como nunca al escuchar la puerta abrirse. Estaba ahí, justo frente a mí. — ¿A ti que te ocurre? ¿Para qué me haces esperar tanto? — pregunté fingiendo que todo estaba bien y entré a la habitación con la mayor confianza existente, le di un abrazo de lado mientras me expresaba con un cariño en su cabello. — ¿Qué estabas haciendo? Espero que no anduvieras con las cartas a esta hora, da miedo. —bromeé, nunca le había juzgado por creer en el tarot, e incluso, en momentos como este, parecía ser indicado para obtener algo de calma espiritual.

Publicado por Xavier D. Rhodes Jue Ago 11, 2016 2:49 am

Hay una infinidad de cuerpos celestes en el universo, planetas, galaxias, constelaciones… Entre todas ellas existe una pequeñita, casi ínfima, la vía láctea, ahí está el sistema solar tal como se conoce, compartiendo espacio con otros millones, albergando misterios inimaginables para nosotros… entre todos esos planetitas, está el nuestro. Azul, antes hermoso, ahora colapsado por el ritmo de vida que nosotros, los seres humanos le hemos impuesto en un deseo de tenerlo todo a nuestros pies, orillándonos más y más al vacío de nuestra propia extinción. ¿Somos conscientes acaso? No, hay más de siete billones de habitantes en el planeta, muriendo, naciendo, existiendo unos a lado de otros, ajenos a todo y de todos. ¿Quién iba a sospechar lo que sucedía en un rinconcito del viejo continente?

Gente que desaparecía para no volver jamás, cuerpos sin vida, mensajes que anunciaban una verdad a punto de ser descubierta. Mathias era un fiel creyente de que todo sucedía por una razón, nada estaba librado al azar. El destino era caprichoso, los patrones nunca cambiaban y la historia se repetía, era difícil luchar contra lo que ya estaba escrito. Pero no por ello debías bajar los brazos y entregarte a su voluntad. Jamás debías desistir y a eso el de cabellos rizados lo tenía interiorizado. Había intentado mantenerse al margen de todo aquello, ser un mero espectador de los terribles sucesos que acechaban el internado, pero no sabía por cuanto tiempo se limitaría a ese papel que empezaba a quedarle chico. Él era combustible, combustible poderoso que estuvo dormido en el fondo de una lujosa tinaja de oro durante casi veinte años, enriqueciéndose, esperando por aquella chispa que lograse encenderlo.

Se encontraba en los confines de su habitación realizando una limpieza de sus cartas. Desde que habían suspendido las clases, el cuerpo estudiantil debía enfrentar más tiempo de ocio del que podían aceptar y aquello ponía nervioso a más de uno sobre su futuro. Lo normal cuando no sabías si podías ser el siguiente en morir. Mathias pensaba que aquello era una mala idea, uno debía mantener la mente ocupada en algo, en lo que sea. El número de 'clientes' aumentaba y todos querían una lectura de cartas. Si el rizado hubiese tenido visión de negocios, hubiera empezado a cobrar por sus servicios. Pero algo tan intrascendente como el dinero nunca le había interesado, y a Mathias le parecía simplemente sucio beneficiarse a costa del miedo de otros.

Y así como él se agotaba después de cada lectura, también lo hacían las cartas. Absorber la energía de tantas personas y mezclar su karma con otros en tan poco tiempo podían agotarles. Los mensajes empezaban a ser irracionales, a no tener sentido incluso para algo tan subjetivo como la adivinación del futuro. Por este motivo, Mathias había incinerado un ramo de flores de lavanda que había conseguido de los jardines para aprovechar las propiedades calmantes y curativas de ese tipo de planta. Se encontraba en el suelo de la habitación limpiando las cartas con un paño húmedo de agua con sal gruesa cuando escuchó que alguien tocaba la puerta.

Inmediatamente se puso de pie para abrir las ventanas y dispersar el olor, y su torpeza casi provoca que tire el vaso con agua y arruine el suelo de madera. Maldijo en voz bajita mientras ponía el vaso en algún sitio donde no pueda volcarlo y se dirigió a abrir la puerta, cuando su mirada se iluminó al ver a Xavier.

- ¡Perdona! Estaba algo ocupado... ¡H-hola! - Se apresuró para hablar, enredándose entre sus palabras y tartamudeando un poco como era típico de él. - Pasa, pasa. Estaba limpiando las cartas. - Respondió con una tímida sonrisa mientras volvía a cerrar la puerta luego de que si invitado pasara. - Perdón por el olor fuerte, ya se va a ir. - Era consciente de que los múltiples aromas que solía albergar en su habitación era objeto de quejas frecuentes ya que no a todo el mundo le agradaba. Se sentó de vuelta en el suelo, frente al mazo de cartas disperso como abanico y volvió a pasarle el paño húmedo a una de las cartas. - Mis lecturas se están haciendo populares por el internado. No me quejo, hay que mantenerse ocupado con algo ¿No? ¿Seguro que no quieres una lectura?

Publicado por Mathias Rottjer Jue Ago 11, 2016 12:53 pm

Siempre he sido consciente de las peculiaridades de Mathias. Desde el primer momento me había parecido un chico bastante fuera de lo común, y eso era algo positivo de sobremanera. Era usual encontrar copias y adaptaciones según las últimas modas, muchos podían terminar fascinados con cierta canción, película o comportamiento que habían visto en los medios, pero Mathias era diferente, y a pesar de su timidez momentánea, él estaba orgulloso de sus creencias, y por lo tanto yo lo respetaba.

Eso no significaba que estuviera entusiasmado con la idea de ser parte de sus lecturas, no por poca confianza en lo que pudiera obtener, sino precisamente por la confianza en exceso que le tenía. ¿Qué tal si obtenía algo que le revelara algo sobre mí que no quería contarle? Guardaba ciertos secretos y dudas que prefería mantener para mí mismo, más que nada por miedo de que no le agradara lo que estaba debajo de esta faceta que presentaba, él era uno de los incondicionales pilares que sostenían el techo de mi templo, y me había acostumbrado tanto a esa imagen que vivir un estilo de vida distinto sería tan nuevo como aterrador.

— ¿Qué podrían decirte acerca de mí? —le pregunté mientras me sentaba en la cama y no despegaba la mirada de él. Sabía algunas cosas que podían contarle las cartas en dado caso de acertar en sus predicciones, era posible que incluso seguir en el tema pudiera complicar la situación. — Solo un chico más con aires de grandeza, lo típico. — le quité importancia con un leve movimiento de mi mano mientras mostraba la sonrisa alegre.

Aunque sonreír ahora podía enviar señales erróneas. ¿No era lo que quería? Mandar señales erróneas no... sino mandar señales, de las buenas, esas que indicaban sentimientos detrás de detalles que parecían insignificantes.

— Si te pidiera hablar con alguien y ofrecerle una lectura, ¿lo harías? — manipularlo no estaba entre mis planes, no era el plan, no, no, ¿pero y si Nate aceptaba y revelaba algo importante? Mírenme ahora, confiando en las cartas para volver verdad algunas de mis teorías.

Publicado por Xavier D. Rhodes Lun Ago 15, 2016 3:24 am

A veces Mathias no podía poner en palabras lo agradecido que estaba por poder contar con Xavier a su lado. Y era aún más increíble era que el chico le considerase uno de sus mejores amigos. Le gustaba Xavier, era diferente y no por su color de piel, sino por su actitud. Tenía carácter, sabía mirar a la vida a los ojos y dejarle en claro que no sería tan fácil derrotarle, sin importar que tan hija de puta pudiera ser. Sus maneras lo dejaban en claro, cada uno de sus gestos, sus movimientos, sus palabras… incluso su respiración se podía considerar como una declaración de guerra. Por eso, él era tan diferente a Mathias, por eso lo volvía tan loco, por eso llamaba tanto su atención. Xavier era vida, irrupción, irreverencia, y de la mejor manera posible. Era tan diferente que Mathias le admiraba y le intimidaba en partes iguales, porque no podía evitar compararse con él cada vez que le veía.

Mathias se había preguntado más de una vez qué había hecho mal para merecer ser como era ¿Qué había hecho mal para ser un chico extraño sin ningún atributo en especial? No tenía grandes talentos, tampoco tenía pasatiempos que lo llenasen por completo. Era triste, se le mirase por donde se le mirase. Le gustaron varias personas, y ninguno le tomó en cuenta... pero existió alguien que le rompió el corazón irremediablemente. Sin dudas fue Kailany, quien machacó su amor propio hasta dejarlo irreconocible, inutilizable, lo hizo bola y lo lanzó al tacho de la basura. Cómo si la tarea que hizo Chloe no fuese suficiente. Pero su psicólogo le dijo alguna vez que todo aquello estaba en su mente, que el patrón agresivo que sus padres le imponían lo guiaban silenciosamente hacia la sinuosa senda de los individuos destructivos. Pero debía superarlo, luchaba por superarlo todo el tiempo.

Por esto mismo, se contentaba con seguir al lado de Xavier, aunque sea en el papel de mejor amigo. Estaba seguro que el chico jamás le miraría del modo que Mathias lo hacía. La idea de ser correspondido era simplemente imposible, no después de lo que había sucedido con Kailany.

Suspiró para sus adentros y le lanzó una sonrisa tristona al invitado. - Nunca subestimes las cartas, pueden decirte tu presente y pero también sobre tu futuro... y pasado. - Le dijo mientras seguía limpiando su mazo, casualmente tenía a Los Enamorados en su mano. La carta intrusa. Mathias le llamaba así porque se aparecía en cada una de sus lecturas de manera insistente, generalmente acompañada del Loco. El de rizos sabía que una carta aparecía repetitivamente cuando quería decirte algo, pero aún no habías descifrado qué era lo que quería decirte. Mathias sentía, cuanto menos, curiosidad. Pero para mantener la cordura, se permitía una pizca de escepticismo y desconfiaba de la infalibilidad de las cartas.

Sabía que Xavier era más bien escéptico en cuanto a la lectura de cartas, y por eso nunca le había hecho una lectura ni tampoco le insistía en hacerlo, aunque por dentro Mathias se muera de curiosidad por saber más de su amigo. Por esto su pregunta le llamó la atención, sin entender a quién se refería. - Bueno, supongo que puedo ofrecerle una lectura ¿Por qué? ¿A quién quieres que le lea? - El de cabello rizado entrecerró los ojos en sospecha cuando sus sentidos de alerta se activaron. - ¿Qué estás tramando, Xavier?

Publicado por Mathias Rottjer Miér Ago 17, 2016 10:47 pm

Pensaba en mil formas de salir de allí mientras mis dedos jugaban y se hundían en la tierra húmeda de un tiesto, oxigenando y preparando aquel receptáculo para mudar un cactus que había crecido demasiado. Lo hacía en mi propia habitación ya que el acceso al invernadero había quedado prohibido cuando las clases y todas las demás actividades se suspendieron. Me negaba a conformarme y a cambiar lo que hasta ese instante había sido una salida, una forma de conectar con mi forma más primitiva dentro de aquella mole de cemento, piedra y hormigón. Sin embargo, hacerlo en mi propio cuarto no era igual, no solo por la falta de utensilios, también por el propio entorno. No desconectaba, seguía pensando en todas las cosas que habían pasado: las desapariciones, las muertes… Cuánto había cambiado desde que recibiera aquella carta. Recordaba como si fuera ayer la discusión con mis abuelos a los que achacaba aquel nuevo traspaso, sin saber que ellos no habían tenido nada que ver con mi aceptación en Dunkheilt, hasta el nombre del internado les descolocó, no habían oído hablar de él en la vida, yo solo les empecé a creer cuando comprobé en mis propias carnes lo diferente que hacían las cosas allí con respecto a las otras “cárceles” en las que había estado. Y pensar que estaba empezando a considerarlo mi hogar…

Aun así, y pese a toda polémica y desgracia acaecida, no estaba dispuesto a marcharme sin más. Pensaba en salir, sí, pero cuando lo imaginaba no estaba solo, Mathias y Xavier estaban conmigo. Cuando dibujaba la escapada en mi cabeza allí estaban ellos dos también, corriendo a mi lado, empujando para saltar las vallas y los muros. De marcharme, no lo haría sin ellos y eso lo tenía más que claro. Pero no era fácil con tanta seguridad levantada y que, irónicamente, no servía para nada. ¿Cómo no plantearse escapar de allí antes de que uno de nosotros fuera el siguiente?

- ¡Mierda! – exclamé. Me había pinchado con el cactus por tener la cabeza en otras cosas, había agarrado su cuerpecito con la mano desnuda. No lo tiré al suelo de puro milagro.

Agarré un trapo y con delicadeza fui sacando aquel ejemplar de la maceta que se le estaba quedando pequeña y lo instalé con suavidad en su nuevo hogar, aplastando con mis dedos la tierra para asegurar el agarre. Ojalá todo fuera así de fácil, ojalá la seguridad bastara con un “aplaste de dedos”. No pude evitar reír por la nariz al imaginarme una mano gigante aplastando mi cabeza. Vale, quizás aquello tampoco era muy buena idea. Los únicos que quería apretujar contra mí eran ellos. Vaya que ni siquiera comprendía bien cómo mis sentimientos habían dado tal vuelco. Mis mejores amigos desde hacía ya un tiempo, no había entablado una relación tan estrecha entre aquellas paredes hasta que les conocí realmente. ¿Qué estarían haciendo ahora? No les había visto desde la cena, cada uno tiramos para nuestros cuartos sin una despedida concreta, yo me había liado con mis plantitas y el tiempo se me había pasado volando. Cuanto más lo pensaba peor idea me parecía quedarme en mi habitación, no podría dormir sin asegurarme que seguían bien, que no desaparecerían… si es que no lo habían hecho ya. ¡Maldita sea! Ahora no podía dejar de pensar en ello. En ellos.

Coloqué el nuevo tiesto junto a la ventana, sobre un mueble que debía de tener más años que mi abuelo y que ahora servía, además de para acumular plantas que había ido cogiendo prestadas del invernadero, para guardar mi ropa interior y algún que otro juguetito personal. Salí de mi habitación ataviado con uno de los monos que normalmente usaba para dormir – me lo había puesto nada más volver a la habitación, odiaba el uniforme. De camino a la habitación que más cerca quedaba de la mía (la de Mathias) pasé por el baño para lavarme las manos después de haber estado toqueteando tierra, aunque me di toda la prisa que pude pues la soledad del lugar daba para muchos temores y paranoias. Me di cuenta que el cactus, tras pincharme, me había dejado la palma enrojecida y llena de superficiales perforaciones que no sangraban pero estaban empezando a picar mucho.

Posicionado ya frente a la puerta del californiano acerqué mis nudillos y golpeé. Escuchaba voces en el interior así que pegué la oreja y sonreí cuando identifiqué también a Xavier en el interior. - Abridme, capullos, hace demasiado frío en estos pasillos. Y voy en modo comando y se me están empezando a congelar las pelotas – no era cierto… que se me estuvieran congelando. Cuando el pomo se giró y las bisagras comenzaron a hacer su cometido separé mi cabeza de la puerta. - ¿Fiesta de pijamas y no me habéis avisado? Cualquiera pensaría que tenéis algo – bromeé, aunque una parte de mí lanzaba el comentario para… bueno, no sabía en realidad para qué, pero me mentiría a mí mismo si pensara que sólo lo había dicho para resultar chistoso. Reí mientras palmeaba primero la espalda de Mathias y después la pierna de Xavier que estaba tirado en la cama - Huele bien… ¿ya estabas haciendo magia? – me dirigí al primero con media sonrisa, pero fruncí el ceño - ¿He interrumpido algo? – inquirí, más serio esta vez, dudando si sentarme en el suelo.

Publicado por Benjamin Lewis Jue Ago 18, 2016 2:34 pm

Dediqué una sonrisa especial que solía brotar solo de vez en cuando, justamente en todo momento en que Mathias se encontraba a mi lado. No supe que responder a su comentario, por lo cual me encogí de hombros y me acomodé con más ganas sobre aquella cama que no era tan cómoda como la mía, estaba acostumbrado incluso a la propia forma en que había dotado al colchón de mi habitación.

— No necesito saber nada de mi pasado. Eso ya quedó atrás y son meros recuerdos. — hablé, esperaba no sonar muy frívolo pero era la verdad que quería aplicar en aquella circunstancia. La duda y confusión nocturna no podía ser filtrada en las conversaciones que todavía conservaban algo de inocencia. — Y del futuro no estoy tan seguro, ¿no puede afectarme en algo? ¿Qué tal si me entero que pasará algo que no quiero? ¿Qué tal si solo hago todo para impedirlo y termino ocasionándolo sin darme cuenta? ¿Qué tal si me dicen que algo te sucederá? — pregunté angustiado por unos instantes, mi rostro denotaba cuán importante era Mathias y lo mucho que me aterraba la posibilidad de perderlo.

Dejé pasar el tema cuando hizo la última pregunta y mordí mi labio, juguetón y emocionado con lo que podía brindar algo que parecía ser un juego más pero que podía llegar a aclarar ciertas dudas sobre ciertas personas. — El otro día le escuché hablando, con otro chico… Samuel, ¿le conoces? Un capullo pero es divertido. — moví mi mano para restarle importancia a Samuel, no había hecho demasiado para contactar conmigo desde lo sucedido. — No confío en él, y creo que ahora más que nunca debemos dejarnos llevar por nuestras corazonadas. — Y era más fácil desconfiar de una persona así que de alguien que parecía no estar tan involucrado, como yo, por ejemplo.

— Creo que él está… — y la campana arruinó la revelación que podría haber metido a Mathias en problemas. ¡Por suerte!

Sonreí por instinto al escuchar a Benny bromear como siempre, y miré a Mathias levantarse para abrirle. Yo no me preocupé en hacer algo más y me mantuve en la cama como si fuera de mi propiedad. — En realidad es una planeación de fiesta sorpresa, para ti. ¿No somos adorables? — le guiñé el ojo creyéndome el gracioso y tomé una almohada de Mathias para arrojarla con algo más de fuerza hacia Benny, un trato que con Mathias no solía tener. Ambos eran grandes amigos pero con Mathias tenía un sentido de la protección mucho más tradicional, creyendo que muchas cosas podían dañarlo, tal vez hacía mal en juzgarlo así pero el mundo solía ser más cruel para las personas más bondadosas, y no es que Benny no lo fuera… pero el chico podía defenderse por sí solo.

No obstante, siempre mantenía al castaño en mi rango de visión, era otro de mis pilares. — ¿Magia? Oh, estaría cool poder hacerla. Explotamos la puerta frontal con un alohomora entre todos los estudiantes. Y de paso te conseguimos nuevas pijamas. — señalé su vestimenta entre risas, dando un ligero codazo a Mathias para que mirara también a Benny y fuera parte del chistecito.

Publicado por Xavier D. Rhodes Jue Ago 18, 2016 11:59 pm

Se quedó en silencio ante el comentario de Xavier. Quien no los conociera hubiera opinado que aquello era un silencio incómodo, que alguien había dicho algo fuera de lugar. Pero con Mathias te acostumbrabas a sus silencios. El de rizos tenía un grandísimo mundo interno del que poco dejaba a relucir. Acostumbrado a largas charlas consigo mismo, solía interiorizarlo todo. Las palabras rara vez salían con seguridad de su boca, muchas veces se quedaban en la punta de la lengua como ese suicida cobarde que no se atrevía a saltar.

Era consciente del difícil pasado de Xavier, como también de que habían heridas que no terminaban de cicatrizarse a pesar del paso de los años. Mathias, por respeto a su amigo, no tocó más el tema.

– El destino es caprichoso, sí. Hay cosa que puedes modificar y cosas que no. Nunca puedes saber con certeza qué es lo que te depara en un futuro. Pero las cartas están para ayudarte, para guiarte en lo que sea necesario. Incluso advertirte...  – Afirmó con seguridad. – Me parece que los conozco de vista ¿Por qué? ¿Qué ha dich..?

Y sus palabras volvieron a quedarse en el aire, porque la voz de Benny a través de la puerta le hizo dar un respingo. El moreno sonrió y se apuró por darle la bienvenida a su amigo al cuarto, algo embobado por la visión del recién llegado en su pijama. –  ¡Benny! ¿Cómo estás? Ven, pasa.

De no ser por su tez oscura, una de las pocas cosas en común que tenía con su madre, sus mejillas ardientes hubieran sido tan obvias como sus sentimientos a flor de piel. La pregunta de Benny no había sido una broma insignificante, no para Mathias. Dejó escapar una risita nerviosa y cerró la puerta luego de que Benjamin pasara.

Xavier y Benjamin eran el contraste más hermoso que Mathias haya visto. Cuando necesitaba un refugio, ser protegido de las inclemencias del mundo exterior, acudía al primero. Cuando necesitaba valerse por sí mismo, sentir que podía, iba con el segundo. La calma y el caos. El yin yang más perfecto. Mathias estaba agradecido al universo por el vínculo que unía a los tres. No era como la amistad que tenía con Lyanna y Luka. Era... otra cosa. Algo a lo que no podía ponerle nombre. No importaba, hacía tiempo que a Mathias se le habían escapado las certezas.

Se hizo a un lado cuando Xavier le arrojó su almohada a Benny, frunciendo su ceño levemente disgustado. No le gustaba que desordenen su habitación. Tomó la almohada del suelo y la volvió a colocar a su lugar, mientras se reía por la broma de Xavi. – Estaba limpiando las cartas y he quemado un ramo de lavanda para purificar el ambiente, nada especialmente mágico. – Se volvió a sentar en el suelo frente a su mazo para seguir limpiando las cartas, cuando Benny se sentó delante de él observó que una de su mano estaba enrojecida y parecía lastimada – ¡Oh! ¿Estás bien? ¿Qué te ha pasado?

Publicado por Mathias Rottjer Vie Ago 19, 2016 9:30 pm

Dicen que para que ocurran cosas buenas tienes que atraer lo positivo, que a base de pensar en lo que uno de verdad desea en cierto momento, eventualmente, se cumplirá. Y algo así me pasó con quienes ahora eran mis mejores amigos, recordaba el momento en que les conocí prácticamente a la perfección, era el tipo de cosas que uno nunca puede olvidar. En esos momentos, cuando ocurrió, yo ansiaba encontrar por fin mi lugar en aquel internado que, si bien no me estaba convirtiendo en un desgraciado, sí resultaba ciertamente insuficiente para cumplir con lo que necesitaba. Había tenido amigos antes y a día de hoy seguía teniendo, me llevaba prácticamente bien con todo el mundo, pero nadie con quien realmente deseara compartir el tiempo. Y entonces conocí a Xavier gracias al lacrosse, primero él, más tarde a Mathias por mediación de éste que ya le conocía. Éramos tan distintos que nadie habría apostado por nosotros para forjar una amistad, pero sucedió. ¿Sabéis esa sensación que dejan las piezas de Lego cuando encajan unas con otras? No hacen ningún clic pero ni falta que las hace, se deslizan unas sobre otras formando grupos perfectos, compactos, sin fisuras. Algo así fue con ellos, no sucedió de inmediato ni hubo ningún clic, pero cuanto más nos conocíamos mejor nos compenetrábamos. Eran justo las piezas que le faltaban a mi Lego.

Por eso casi podía percibir cuándo algo no era realmente como decían. ¿Fiesta sorpresa? Sí, claro. Estaban hablando de algo pero no querían decírmelo. No insistí, tampoco estaba yo en posición de exigir nada, ya me lo contarían cuando fuera. - Muy adorables, sí, pero mi cumple fue hace un mes y ya me hicisteis algo – dije entre risas, capturando la almohada que Xavier me lanzaba. Sin embargo, no se la arrojé de vuelta, en su lugar me quedé abrazándola mientras tomaba asiento en el suelo - Pues oye, no estaría mal lo del alohomora. Somos un poco como el trío Potter. Mathi es Hermione, es el más guapo de los tres y tiene el pelo igual de enredado – miré al moreno y le guiñé un ojo divertido antes de volver a dirigirme a Xavier - Tú eres Ron, siempre tirado en camas ajenas y… – a punto estuve de mencionar la familia numerosa, pero no era algo con lo que mi amigo lo pasara bien, teniendo en cuenta su historia - Y no sé qué más porque yo, evidentemente, soy Potter – añadí con fingida soberbia y media sonrisa en mis labios. Reí un poco y acomodé mejor la almohada entre mis piernas tras cruzarlas en el suelo.

Volví a respirar con intensidad para capturar de nuevo el aroma a lavanda, del cual ahora Mathias daba su explicación. - Mágico o no mágico, huele muy bien – le sonreí - Tu cuarto siempre huele bien, ahora que lo pienso, sea por el incienso o por las ramitas que quemas… Me recuerda un poco a la caravana en la que vivía con mi madre. Tal vez por eso me gusta tanto venir aquí – comenté con cierta ensoñación. Obviamente, no era lo único por lo que me gustaba acudir allí. Fruncí el ceño ante su pregunta, hasta que reparé en que se refería a mi mano y la abrí, extendida, para que la vieran - No es nada, me pinché con un cactus. Aunque pica un poco… bastante, creo que me está dando reacción – me rasqué con la otra mano - ¿Tienes crema hidratante? – pregunté con una ceja enarcada.

Publicado por Benjamin Lewis Sáb Ago 20, 2016 12:30 pm

Me gustaba creer que lo tenía todo aquí en el internado. ¿Qué necesitaba cuando mi hermano y mis mejores amigos estaban a mi lado? En momentos como estos, tranquilos y plácidos, no parecía importar los problemas familiares que decoraban mi pasado, tampoco las ansias juveniles que se apoderaban de mí de vez en cuando, ¿para qué prestaría atención a algo como eso cuando tenía a Mathias y a Benny regalándome su tiempo y haciendo todo lo posible por preservar esta amistad que parecía imposible?

Temía ese preciso momento en que todo pudiera venirse abajo, porque de alguna forma u otra llegaría, ya fuera con mis intenciones siendo malinterpretadas o sencillamente con mis razones convirtiéndose en los motivos exactos para que ellos pudieran odiarme. Alguna de las dos terminaría por ocurrir.

— Tú no eres Potter, Benny. Creo que eres más como Neville, el amante de las plantas, ¿no? — miré a Mathias como si esperara la confirmación de su parte, era usual que Mathias terminara entre ambos teniendo que optar por uno o el otro para que hiciéramos algo en particular, no es que le utilizaramos pero en mezclas de tres siempre tenía que haber un voto decisivo, siempre tenía que tomarse una de las dos opciones. Tenía que ser uno o el otro.

O ninguno.

¿O ambos?

Les observé curioso intercambiar palabras y leves cumplidos que me provocaron una sensación extraña. No sabía si estaba celoso por no poder contribuir con mis propios comentarios sobre el aroma de la habitación, o si estaba fascinado con la manera en que se relacionaban sin mí. Yo les había hecho conocerse y alegraba saber que podían continuar con una amistad aunque yo no estuviera ahí.

Pero lo estaba, estaba en la cama mirando a ambos, callado, fascinado o celoso, ahí estaba. — ¿Qué pretendes, Benny? ¿No es muy tarde para andarse paseando por los pasillos? Sabes que el lugar es peligroso. —me atreví a interrumpir a pesar de que yo había hecho exactamente lo mismo, salir de mi habitación sin avisar a nadie para ir a buscar a Mathias, por supuesto, aunque Benny supiera defenderse no por eso iba a dejar de preocuparme sobre él.

— Sácale una carta a este, tal vez le predicen lo tonto que es por no tener cuidado. — me dirigí ahora a Mathias, sonriendo y haciendo una mueca divertida a Benny, mientras que a Mathias lo trataba con más cariño con Benny era un poco más tradicional, pero el afecto por ambos era igual.

Publicado por Xavier D. Rhodes Sáb Ago 20, 2016 8:51 pm

En ocasiones, la intensidad con la que vivía sus sentimientos le asustaba. Era una pulsión tan fuerte, tan incontrolable que no podía disimularla. Y eso le daba miedo, porque recordaba la última vez que se abrió ante alguien. No sólo terminó con el corazón roto, sino que una profunda tristeza que le acompañó por mucho tiempo. La tristeza no pide permiso, simplemente se instala en uno mismo con su inmensidad de grises. Días grises, ánimos grises, tan monótona y previsible, sin sorpresa alguna. Se acomoda y se reduce al espacio exacto que ocupamos.

Quizás por ese motivo la felicidad se le aparecía tan culpable a Mathias, con su eterno movimiento, sus colores chispeantes, su insistencia permanente por llenar todos los espacios. La felicidad incomoda, interpela, arriesga y modifica. Cosa de valientes. Podía asegurar que con Xavier y Benny, era feliz.

Empezó a quererlos cuando no quería querer a nadie más. Cuando el frío inundaba su corazón y éste se hacía cada vez más pequeño. Cuando ya no le quedaban palabras por decir y cuando el odio se multiplicaba; cuando el dolor se apoderaba de su inocencia y se convertía en otro. Los comenzó a querer cuando odiaba al mundo.

¿Eran conscientes sus amigos que le habían salvado? ¿Eran consciente de lo mucho que significaban para Mathias? Eran dos pilares de mármol que le sostenían, y que aquello sea recíproco hacía aún más idílica la situación. Los escuchó intercambiar inocentes bromas y sonrió para sí mismo, sintiéndose tonto, soñador, crédulo. Le gustaba aquella sensación, estar los tres juntos sin hacer nada en especial.  Pasar el rato haciéndose mutua compañía. Podían estar haciendo miles de cosas, estar en otros lugares y elegían encontrarse en su habitación. ¿Podría algún día Mathias poner en palabras lo que sentía por ambos?

Escuchó a Xavier buscar su apoyo y Mathias simplemente negó suavemente con la cabeza y mantuvo una sonrisa. Estaba acostumbrado a aquello, era un espacio vacío entre dos mundos que se increpan a través de su no ser. En sus inocentes intercambios, siempre quedaba en el medio, y le pedían que tomara un lado. Tal vez por su naturaleza insegura o algo más, el moreno nunca podía hacerlo. Los elegía ambos. Siempre.

–  Sabes, si quieres te puedo dar un par de ramitas de flores que he juntado por el jardín para tu habitación, así olerá igual de bien.  – Le ofreció a su amigo con una sonrisa mientras se ponía de pie para buscar una crema que tenía guardada en el cajón de su armario. Se volvió a arrodillar frente a Benny y se echó un poco del producto sobre sus dedos. –  Dame la mano.  – Los dedos largos y fríos de Mathias recorrieron la palma de la mano de Benjamin, esparciendo la fría crema para aliviar su malestar. El moreno estaba asombrado por la suavidad de la piel de porcelana del otro, por sus níveas muñecas y el camino serpenteante que marcaban las venas ajenas. Sintió su corazón acelerarse por unos segundos. Sintió el deseo de que sus dedos recorrieran un poco más. Sintió anhelo del tacto ajeno. La voz de Xavier le devolvió a la terrenalidad, recordándole que no estaban solos, y que estaban en Dunkelheit. Carraspeó un poco y retiró sus dedos rápidamente.

–  El internado ya no es un lugar seguro, donde sea que te encuentres.  – Admitió con pesimismo. Su semblante se había oscurecido al recordar los últimos sucesos que habían acontecido en el lugar. Mathias ya no se sentía seguro ni en su propia habitación.  –  Tenemos que tener mucho cuidado, de hecho...  – Una idea fugaz apareció por su cabeza, más pensando en voz alta que otra cosa. Se dio cuenta de lo insolente que iba a sonar y rápidamente agachó la cabeza. –  No, nada. Olvídenlo, era una tontería.

Publicado por Mathias Rottjer Lun Ago 22, 2016 3:07 am

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