Did you hear that? ▬ Gail

22:55 horas, 9 de mayo
Cementerio

Se suponía que su hora de guardia terminaría en cinco minutos, pero las circunstancias eran caprichosas y no siempre uno sabía hacia dónde le podían llevar. Aquella noche, Hakon iba acompañado de una de las enfermeras del internado, Gail Abernathy, a quien conocía muy ligeramente. Las conversaciones no sucedían de manera espontánea, por lo que poco hablaban de ellos mismo, pero sí del trabajo y en más de una ocasión coincidieron para una guardia. Desde hacía diez minutos ambos estaban siguiendo la pista a algo; no sabían el qué exactamente, pero lo habían divisado en los jardines y los sonidos poco a poco los fueron llevando hacia el camino que llevaba al cementerio.

—Maldita sea... —murmuró el hombre mientras disminuía el ritmo del paso, llegados a aquel tenebroso lugar. El problema no era tanto en donde estaban, sino que habían perdido el seguimiento. Sólo habían podido guiarse por el sonido y poco menos por la luz. La de los faroles eran muy tenues a esa distancia y la linterna tampoco es que fuese de la mejor calidad—. ¿Ha podido escuchar algo? —preguntó mientras lentamente se iba encaminando hacia la primera fila de lápidas sin nombre. Cierto que muchas veces se había preguntado a quién pertenecían y por qué había allí un cementerio; hacía relativamente poco supo la razón y no le gustó saberlo... Pero por otro lado le fascinaba.

La luz de las farolas que había a varios metros de ellos, iluminaban parcialmente aquella zona y sólo con una linterna (la cual llevaba su compañera) podrían ver algo más allá. No sabía si acabarían viendo algo extraño, un alumno que se había saltado las normas, como últimamente era muy habitual, o la sombra de un sospechoso. El profesor de Español no podía negar que estaba ansioso y llevaba últimamente queriendo colaborar especialmente en esclarecer todo lo que estaba ocurriendo, pero las oportunidades de presenciar algo paranormal eran muy pocas. ¿Qué era eso entonces? ¿Que quería asustarse con la presencia de la locura de la anterior directora y su macabro juego? Podría ser, si con ello obtenía las respuestas.

Publicado por Hakon D. Kjeldsen Sáb Sep 17, 2016 7:28 am

Me sentía como si fuese un gato. Sigiloso, elegante, alerta. Y con el lomo completamente erizado y a punto de darme un infarto porque estaba convencida de que esta vez nos íbamos a encontrar con Yvette cara a cara. Desarmados. Al menos el profesor era grandote, si se apañaba bien con los puños puede que tuviésemos alguna posibilidad más, pero pocas frente a una lunática con una pistola. ¿Por qué no podíamos haber tenido un fin de guardia tranquilito? Pero no. Llevaba demasiado tiempo sin pasar nada raro en el internado, así que era mucho pedir.

- Creo que se ha escondido y nos está acechando... - respondí, dando por hecho que se trataba de una persona. Habíamos escuchado ruidos constantemente durante todo el camino, pero al llegar aquí, habían desaparecido por completo, así que no se me ocurría otra explicación. Quizá deberíamos de haber regresado al internado a por ayuda, en lugar de adentrarnos en el cementerio nosotros solos...

Fui alumbrando el suelo con la linterna, apuntando entre las lápidas y cualquier arbusto que pudiera parecerme sospechoso, aunque el cementerio era la suficientemente grande como para que alguien pudiera esconderse bien sin ser descubierto. Por lo menos, terminé dando con algo a mis pies que podía sernos se ayuda en caso de emergencia.

- Profesor, tome - dije, mientras que lanzaba una rama de un tamaño considerable en su dirección, para que la atrapase al vuelo - Por si las moscas - añadí. Entre dar golpes con un palo y darlos con los puños... creía apañarme mejor con los puños, pero quizá para Hakon sí que fuese mejor ir con algo de ayuda.

Volví a escuchar el crujir de unas ramas, por lo que levanté bruscamente la cabeza, mirando a todas partes pero sin mirar a ningún sitio en particular, en busca de cualquier pista que pudiera encontrar.

Publicado por Gail Abernathy Miér Sep 21, 2016 9:34 am

Ninguno de los dos parecía preparado para aquello, tal vez ninguno de los que viviesen en el internado lo estuviese y lo raro era que alguien no hubiese caído ya en la locura. ¿Quién de todos sería el primero? ¿Él? En ese sentido, no le sorprendería en absoluto. El planteamiento de Gail fue muy acertado, alguien acechándoles desde detrás de alguna lápida o algunos matorrales que crecían entre ellos. Lo peor de todo es que aquel ser no dejaba huellas sobre el suelo y muchas veces se veía obligado a convecerse de que aquello no era real... pero entonces supondría que estaba volviéndose loco y la idea le gustaba menos.

Hakon tomó aquel trozo de madera al vuelo tras el aviso de la mujer. Algo para defenderse estaría bien, aunque le preocupaba que su compañera no portase nada—. Debería buscar algo para usted también, aunque tengo entendido que trabajó en el ejército —algo así como decir que estaba preparada para el combate. Al menos se sentía un poco seguro sabiendo que tenía a alguien al lado que podría ayudarle, pues su técnica se reducía únicamente a lo más básico que era pegar patadas y puñetazos al azar. Sin embargo, con aquella rama tendría con lo que defenderse. Esperaba así de verdad.

De forma repentina, el profesor escuchó el mismo ruido que la enfermera, pareciendo que provenía de un poco más al frente, pegando a la zona limítrofe. Podría tratarse del viento que corría bastante intenso por aquellos días o realmente ser algo: no podían permitirse el lujo de dejarlo pasar—. Creo que lo he escuchado por aquí —Hakon empezó a caminar lentamente, algo agazapado y con el palo alzado por si tuviese que golpear. Los pasos lo llevaron hacia unos arbustos próximos a una lápida situada en la parte más oscura del cementerio. Se sintió muy nervioso en ese momento—. Ilumine por aquí. Estoy seguro que está escondido en este arbusto —susurró, sin dejar de mirar a las ramas muertas del seto.

Publicado por Hakon D. Kjeldsen Miér Sep 21, 2016 4:39 pm

No es que fuese un secreto, ya que tampoco había mentido al respecto para ocultarlo, pero sí que era algo que me gustaba mantener a la sombra. Por eso, aún no terminaba de acostumbrarme a que algunos de mis compañeros hiciesen referencia a mi pasado como militar. Por otro lado, era algo con lo que ya que contaba que pudiese ocurrir, sobre todo después de los últimos acontecimientos que habían dejado al internado descabezado y muchos documentos personales al alcance de cualquiera.

- Sí, serví en sus filas desde que era poco más que una niña, hasta que decidí retirarme en busca de un destino "más tranquilo" - respondí, ironizando claramente al final, ya que desde mi llegada al internado al menos, no había tenido demasiada paz precisamente. La historia detrás de mi cambio de destino tampoco era esa exactamente, pero por el momento sería más que suficiente para garantizarle al profesor que el madero le haría más falta a él que a mí.

Seguí la dirección del sonido, apuntando con la linterna, completamente alerta y con los músculos en tensión. Estaba lista para... para nada y para todo a partes iguales, supuse que igual que mi compañero. Obedecí la petición de Hakon de manera inmediata, alumbrando el arbusto. Tras intercambiar una rápida mirada con mi compañero, alcé la mano que me quedaba libre he hice una cuenta atrás desde cinco con los dedos, en silencio. Tras la cual, poco más que me abalancé sobre el arbusto, apartando las ramas de un manotazo, sabiendo que Hakon estaría detrás de mí cubriéndome las espaldas en caso de que... ¿En caso de que la liebre se coma una zanahoria y no quiera compartirla contigo?
Unos ojos negros, rodeados de un montón de pelo, me devolvieron una mirada aterrorizada. Y yo no pude hacer otra cosa que echarme a reír en cuanto fui consciente de lo EXTREMADAMENTE RIDÍCULA que era la situación.

- Mira - dije, echándome a un lado para dejar al animalito completamente a la vista, sin dejar de reírme, en parte porque con el subidón de adrenalina tenía las emociones un tanto descontroladas.

Publicado por Gail Abernathy Vie Sep 23, 2016 11:20 am

Al parecer, muchos de los que vivían ahora en el internado, habían decidido viajar hasta allí para buscar tranquilidad, un simple cambio de aires o una búsquedad de oportunidades. En cualquier caso, a todos les había salido el tiro por la culata y claro que Hakon comprendía por qué su compañera soltó tan descarada ironía. Más que calma, estaban viviendo la peor de sus pesadillas—. Pues ya somos dos, señorita Abernathy. Nadie podía sospechar lo que ocurriría. Ni siquiera yo en los años que he estado trabajando aquí —y casi se sentía culpable por ello.

La tensión se palpaba en el ambiente. Gail preparando justo el instante en el que desvelaría el escondite del intruso y Hakon con la rama alzada en caso de que tuviese que golpearle. Sus dedos se afianzaron con gran fuerza alrededor de la madera y, cuando la cuenta atrás acabó y la enfermera apartó las ramas del arbusto, el profesor lanzó su primer impulso, uno que se vio pronto anulado en cuanto la risa de la mujer rompió el tenso silencio; ¿al parecer cometieron un error?. Con los ojos abiertos como platos al no comprender, la linterna al fin iluminó al animalito, que salió disparado en dirección contraria. Lentamente el danés se vio contagiado por la reacción de ella. Bajó el trozo de madera y relajó todo el cuerpo mientras aguantaba la risa entre los dientes, casi avergonzado por haber estado persiguiendo a un pobre conejo inofensivo; el alivio se hizo muy evidente por parte de ambos adultos—. Juro que a punto estuve de lanzarme al arbusto como un toro —confesó mientras se llevaba la mano al pecho; aún sentía el corazón palpitarle con bastante fuerza—. Sería bochornoso que hayamos sido los únicos en perseguir animales por la noche. Pero parece ser muy común verlos a estas horas.

Hakon suspiró un instante para relajar tanta emoción y miró a su compañera por un momento—. Me pregunto qué es lo que atrae a estos animales a llegar hasta aquí. ¿Te apetece que lo averigüemos o regresamos a descansar? —en ese momento determinó la hora con el reloj que llevaba atado a la muñeca—. Ya son más de las doce en punto.

Publicado por Hakon D. Kjeldsen Sáb Sep 24, 2016 3:49 pm

El bichito desapareció justo en dirección contraria, huyendo despavorido, dejándonos a mí y al profesor riendo aún mientras que sufríamos los efectos de haber descubierto nuestro gran hallazgo. Mi risa, la de verdad, era ciertamente escandalosa, por lo que intenté sofocarla para que el eco de la noche no la llevase hasta el mismísimo internado.

- Es cuando menos barullo hay, así que supongo que sentirán que es el momento más seguro para salir - era curioso pensar que en el caso de las personas era justo al contrario, cuando más solitario y tranquilo era nuestro entorno, más miedo nos daba poner un pie fuera de nuestro entorno.

Sopesé las dos opciones dadas por el profesor, encogiéndome de hombros antes de contestar.

- Podemos echar un vistazo si quiere, a fin de cuentas ya que hemos venido hasta aquí... - el subidón producido, primeramente por la amenaza, y ahora por la euforia, había conseguido desvelarme por completo. En caso de que decidiésemos volver, estaba segura de que no conseguiría pegar ojo casi hasta el amanecer, por lo que era más partidaria de dar una última vuelta de reconocimiento para quemar algo de energía - ¿Por dónde empezamos? - pregunté, ya que los animales tampoco eran precisamente mi punto fuerte y no haría otra cosa más que dar palos de ciego por ahí.

Publicado por Gail Abernathy Miér Oct 05, 2016 8:51 am

Sin duda, aquel momento fue regenerador para ambos. Al menos lo fue para Hakon, quien había vivido las últimas semanas en tensión y por suerte la risa le hizo producir endorfinas; hacía mucho tiempo que no se sentía así, relajado por un lado y por otro en total actividad. Poco a poco ésta se fue eliminando de sus labios y dando paso a otro reto.

—Sería conveniente hacer esa búsqueda. Si estos animales realmente están construyendo su hogar dentro del internado... —el hombre indagó en voz alta mientras su mirada empezó a abarcar todo lo que conformaba el edificio y la parte de los jardines.— Sería conveniente que, si hallamos algo, avisáramos a la dirección o pusiésemos un anuncio contando que tenemos animales salvajes pululando por los alrededores —y no podía evitarlo, la idea la encontraba bastante entretenida—. De ese modo, pensarán antes en animales que en amenazas.

Hakon empezó a caminar con cuidado el suelo oscuro. Si no fuese por la luz de la linterna, seguramente no estaría más que tropezando o sospechando de cualquier terreno que encontrara más duro o más blando— Podríamos buscar en los pies de los árboles que hay por aquí. ¿Qué te parece? —dijo conforme se acercaba a uno que había más próximo. Aún con la rama en la mano, se aseguraba de que pudiese servir como arma o como cualquier otra posible herramienta—. Muchos animales que construyen madrigueras lo hacen en los huecos que crean las raíces de los árboles. Aunque no sé si en este... —le hizo un gesto a la mujer para que enfocara un poco de luz al pie de ese joven ciprés.

Publicado por Hakon D. Kjeldsen Miér Oct 05, 2016 5:37 pm

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