Puzzles - Benjamín [FB]

8 de marzo.

Rose no tenía cabeza para muchas cosas últimamente. No se concentraba y sus pensamientos se hilaban a cualquier dirección que no fuera el presente, especialmente aquellos momentos donde recordaba compartir con su hermano, pasar buenos momentos, estar juntos y hablar por horas como siempre hacían. Desde la desaparición de Wesley, Rosie no había podido estar tranquila por más promesas que les hiciera a sus amigos de que así iba a ser, de que, efectivamente, ella estaría tranquila y dispuesta a ayudar en cualquier cosa que hiciera la Organización para encontrar al menor de los Wood, incluso a Cassie y a cualquier desaparecido.

Sí, deseaba con todo lo que era convertirse en una roca para ayudar en lugar de perjudicar, pero en ocasiones no podía evitar derrumbarse. Eso, en especial, ocurría por las noches, noches en las que Rose lloraba sin parar solo para amanecer con sus ojos azules hinchados y un rostro enrojecido por el llanto. Pensaba muchas cosas, pensaba sin parar y su cabeza le dolía. Rosie consideraba todas las opciones existentes en las que pudo haber estado y ayudar a su hermano, en cómo el destino hubiera sido más complaciente si ella no se hubiese separado del pequeño ni un momento. Pero mientras más lo pensaba, más se daba cuenta de que no podía protegerlo del todo, Wes no la hubiera dejado y al parecer los últimos acontecimientos dentro del internado corrían sin que ellos pudieran hacer algo por detenerlos. Eso le daba miedo, mucho miedo y el miedo a su vez la detenía a pensar que podría encontrar a su hermano con vida.

Niega, niega con el rostro mientras camina por los pasillos, quizás la tildaran de loca, pero esa no sería la primera vez. Rose se dirige a la biblioteca, a pesar de que el estudio no era su prioridad, era una de las maneras en las que podía mantenerse ocupada y no carcomer su mente con todo lo que podría ser y lo que no fue. Llevaba puesto su impecable uniforme, sus cabellos en suaves ondas y su mirada alerta a cualquier suceso. En su pecho apretaba los libros de historia, tendría que repasar un poco si quería encontrarse con Phoenix y que las clases fueran medianamente aceptables, últimamente ni eso podía ofrecerle al chico.

Rose entra al lugar, iluminado y con esa mezcla de olores entre la edad avanzada de los libros y las estanterías brillantes y relativamente nuevas. Tanto que le gustaba la biblioteca para que ahora fuera el lugar de un escape bastante cobarde. Rose termina por pasar, se queda quieta un momento buscando alguna mesa disponible. Cerca había un puesto, justo frente a un chico de edad parecida a la suya. Rosie se acerca, está por preguntar si podía tomar asiento cuando el chico maldice por lo bajo, ahora que lo observaba lucía un poco molesto incluso. La castaña se detiene, siente su espalda erguida y la duda en su rostro. ¿Estaría mal que preguntara si podría sentarse? Quizás el chico tenía un mal día y lo menos que quería era tener a alguien cerca. Rose carraspea y humedece sus labios antes de hablar. —¿Estas... bien?

Siempre preocupada por el bienestar de los demás, esa era una de las características que definían a Rose. A pesar de que procuraba mantenerse al margen de las situaciones, no podía evitar desear el bien para las contadas personas que formaban parte de su entorno. Algún día hizo lo mismo en el centro médico donde estaba recluida, ahora trataba de seguir esos pasos en el internado junto a los pocos amigos que había hecho en el paso del presente curso.

No había considerado preguntarle por su estado a un rostro poco conocido, pero el gesto del chico lo delató por completo deteniendo a Rose a la hora de tomar ese asiento vacío. Él probablemente no sabía quién era ella, ni tenía porque responderle a su interrogante, quizás hasta le sorprendiera que una desconocida inquiriera sobre su estado o se mostrara ofendido. En esa pregunta podían entrar un millón de respuestas y algunas no eran tan agradables, pero era algo que Rose entendería. Ni ella misma sabría cómo responder ante una inquietud tan repentina viniendo de una fuente tan... particular.

Pero él respondió y de una manera no tan grave a lo que Rosie había considerado. Ante su último comentario, la chica trata de sonreír, pero la verdad es que lo que se forja en sus labios es una extraña mueca entre sonrisa y melancolía, por más que había intentado estar bien y olvidar todo tras la desaparición de Wes, no había podido. —¿Has intentado no esforzarte tanto en el proceso?—. Pero al decirlo de esa forma incluso sonaba extraño o peor que la preocupación misma del chico. Rose niega y vuelve a retomar la palabra antes de que él pueda poder en juicio su manera de pensar. —Es decir, creo que mientras más de obligues a estudiar algo que te cuesta comprender, más complejo será. No lo sé, deberías estudiar cálculo cuando estés un poco más calmado o con un poco de apoyo—. Al menos era la poca experiencia que había adquirido desde los inicios de sus clases con Nix.

Rose aprovecha y toma el asiento, lo saca de su lugar y deja sus cosas sobre la mesa para luego sentarse. Acomoda la falda escolar y ve a su nuevo compañero de biblioteca. —Honestamente creo que invitar a salir al profesor no es una buena idea—. Arruga la nariz y niega con una sonrisa un poco más honesta. Rose por su parte se da cuenta que ella tenía sus libros de historia. —¿Hay alguna asignatura que sí te guste al menos?—. Historia había sido su punto de encuentro con Phoenix y eso le había servido para entender que todos servían para algo específico y que a eso había que sacarle provecho.

Finalmente se percata de que no se ha presentado. —Lo siento, soy Rose. Rose Wood—. Sus dedos titubean sobre su pierna, ¿debía darle la mano, cierto? Solo de esa forma se sellaba una presentación. Había perdido poco a poco su miedo del contacto humano, pero solo había sido con Cole o sus amigos cercanos. Ahora estaba sola, no sabía muy bien que hacer. Se toma unos segundos antes de tender su mano derecha, sería algo breve, no tenía por qué temer.