Running low | Brian

Anoté en el diario: “Son las seis de la mañana, tengo hambre y sueño”. Le había pedido a Brian juntarnos a esa hora en el comedor el sábado antes de que comenzaran las clases. Traducido al castellano, nadie estaría levantado y tampoco revisarían la habitación donde habíamos montado el cuartel de la organización. El día anterior había tomado unas manzanas para “desayunar” y no tener que bajar al comedor donde podía llamar la atención. Estaba siendo en extremo precavido, pero tenía que ser así, ¿verdad?

Cuando entre a ese cuarto, deje mis cosas (un cuaderno y una lapicera) sobre la mesa, y conecte el proyector antes de sentarme en la mesa. No importaba cuantas veces viera el video, siempre mi corazón se acelera cuando veía aquellos rostros conocidos. Analizaba cada uno de los pasos que daban, la ropa que tenían puesta, qué tan delgados se encontraban. Quería encontrar un indicio de que estaba bien, algo que me dijera donde se encontraban, pero el lugar parecía que estaba en un universo paralelo al internado, algo demasiado lejano, algo imposible de alcanzar. El video se detuvo, presioné la tecla para que se vuelva a reproducir.

Desvíe la mirada al cuaderno, dejando el vídeo correr por unos minutos más antes de volver a darle play. Teníamos que organizarnos. Brian y Sophia tenían muchas cosas por hacer con todo lo que estaba ocurriendo, ellos no solo eran líderes de este grupo, también estaban a cargo de todo el internado y no podían desatender ese cargo. Por eso quería hacer todo lo que estuviera entre mis manos. No me importaba si tenía que repetir la misma acción veinte veces hasta que quedara bien o le tuviera que pedir que me explicaran por millonésima vez porque no había entendido. Quería hacer todo lo posible para liberarlos de la carga, para poder ser de ayuda.

Contrario a lo que podían llegar a pensar, no tenía intenciones de hacerme cargo totalmente del cargo, simplemente buscar una manera de que los mayores delegar trabajo, y poder vigilar que se cumpla, poder dar una mano, ayudar, era lo que podía hacer. Era una de las únicas cosas que podía hacer. Acaricie el cuaderno de medicina que había sacado del cuarto de Callie, esperaba que a Nate no le molestara, pero era lo correcto regresarlo al lugar donde correspondía, y ese lugar era la biblioteca. Estaba seguro de que era lo que la joven habría deseado.

Puse play nuevamente al video, odiando que durara tan poco, las imágenes volvieron a pasar frente a mis ojos.

Publicado por Brennan F. Grunwald Vie Sep 23, 2016 4:15 pm

Observó la nota nuevamente. No había frecuentado tanto aquella habitación como le gustaría, así que la oportunidad sería ideal para ello. Tan solo esperaba que no llevase a él otra mala noticia, quizá alguna pista o avance sería lo mejor.

El sábado a esa hora eran pocos los levantados, más con el frío que parecía no querer abandonarlos. Se obligó a si mismo a poner un pie fuera de la cama alrededor de las cinco, cuando la noche seguía presente. Recogió sus cosas para ir a los baños a ducharse y empezar el día fresco, algo más renovado. En los pasillos apretó poco sus pies contra el suelo para no hacer denotar su presencia. El grifo giró lento y el agua caliente poco a poco inundó su cuerpo. El vapor rápidamente se esparció por el sector así como las burbujas. Cerró los ojos, de espaldas a la lluvia que fuerte caía sobre su cuerpo, relajando sus músculos. Que bien le hacía aquello, que tanto le hacía olvidar de las penas.

En la cafetería se abasteció de un paquete entero de galletas, vasos de plástico, dos saquitos de tés, sobres de azúcar y un termo cargado con agua caliente. Si alguien lo viese pensaría que se dirigía temprano a sus labores en la biblioteca, pero no, poco a poco subió lento las escaleras procurando esquivar todo rastro de presencia humana a su alrededor. No se había cruzado más que con una mujer de limpieza a la que amablemente saludó.

Sacó la llave de su bolsillo y giró el picaporte. Observó a Brennan a quién le dedicó una sonrisa que se apagó al instante: el video de los niños secuestrados estaba siendo reproducido. Sostuvo las cosas que cargaba en la mano de manera que no se caigan ante la sorpresa y rápido cerró la puerta tras si, delicado, sin hacer ruido.

—Gru, hola —se arrimó y apoyó las cosas en la mesa, dando la espalda a la proyección. Se sabía el contenido de memoria, lo repetía en los sueños. —Traje esto para ambos, es muy temprano y necesitamos energías —abrió el termo, acomodando los vasos y saquitos en cada uno y vertió el líquido caliente con delicadeza. Le extendió el vaso, y a continuación colocó el paquete y los sobres en el medio. Avanzó hacia la silla frente suyo y se sentó.

—¿Se te ha ocurrido algo al respecto? —preguntó mientras llenaba su té de azúcar. Miró de reojo la pantalla y vio a una de las niñas en estado deplorable. Apretó ligero el papel hasta arrugarlo y hacerlo a un lado. ¡Ay! Que bronca sentía, él era tan inservible. No, no lo era. Pero a veces se sentía así. Las ganas de ayudar estaban, las acciones estaban, los avances estaban y aún así nunca eran suficientes para rescatarlos. Nunca era suficiente nada de lo que hacía. Se preguntaba si algún día tendría la oportunidad concreta en sus manos, la chance de rescatarlos, de saber donde están. Se preguntó también cómo reaccionaría en su momento y si sería capaz de afrontar las consecuencias. Todo llegaría, ¿verdad?

Publicado por Brian Downer Sáb Sep 24, 2016 3:53 pm