Broken mirror

Estaba frío. El viento golpeaba contra mi cara. Mi nariz y mis mejillas estaban duras y sonrojadas. Mi pelo revoloteaba y se enredaba con el movimiento del viento. Debí haberlo recogido antes de bajar, pero no estaba pensando cuando lo hice. No podía dormir. Tenía que salir de la habitación. Con suerte me había abrigado antes de salir de ese lugar. Seguí en la misma posición. Brazos dentro de mi saco azul, mis pies a un paso de rozar el agua del lago aún congelado. No miraba nada. Miraba todo. Era toda la vista de un cuadro, una pintura, un dibujo en lápices azules y celestes. Las montañas de fondo, los árboles nevados, el lago congelado, algunos copos de nieve que daban vuelta en el aire. No sabía si nevaba o sólo eran levantados por el viento. Los ignoraba, pero podía tratarse del viento que azotaba con fuerza. No debería estar ahí afuera, nadie debería estar ahí fuera, pero yo lo estaba y ante mis ojos había visto pasar un hermoso amanecer que por un momento baño todo el paisaje en oro líquido hasta que el sol se escondió tras las nubes. Aún podía sentir los rayos sobre mi piel, incapaces de calentar, pero llenos de esperanza que se desvanecieron al momento.

Volví a pensar en la pintura. Pensar en otras cosas me ayudaba a no pensar en aquello que en verdad quería ignorar, la razón por la que me había despertado con una capa de sudor en mi piel. Acuarelas, acrílico u oleo. Descarté el acrílico, no me gustaba para ese paisaje. El oleo podía ser, le daba una gravedad y una textura hermosa. También podía hacerlo con lápices de carbón en diferentes gamas del azul, pero no tenía intenciones de manchar mis manos. Las acuarelas tenían su encanto, pero me sonaban demasiado infantil. Enseñaba a mis alumnos a usarlas, pero sentía que había madurado demasiado para eso. Acrílico. En acrílico quedaría hermoso definitivamente. Podía diluirlo cuando quería que la pintura fluyera, dejar más oscuro donde quería. Acrílico sería. Comencé a imaginar la paleta de colores. Azul marino para las partes oscuras, los árboles la parte del cielo que aún era oscura. Tiza o un gris claro para la parte de nieve, blanco quedaría demasiado impactante. Azul maya, necesitaría de ese, para la parte donde la montaña se fundía con la nieve. Azul Royal, también tenía que contar con eso. Los copos de nieve, debería dibujar los copos de nieve que se aparecían cada tanto en la vista.

¿Debería dibujarme a mi? ¿A esa pequeña persona que estaba parada a la orilla de un lago congelado, con la mirada perdida y las mejillas sonrojadas, con sus cabellos anaranjados flotando sin ninguna dirección? Rompería los colores. Ya necesitaría naranja. No conocía ninguna persona con el pelo azul, pero no quedaría lindo. Si ponía a una persona tenía que usar colores oscuros, que rompan con los colores que había elegido. Necesitaría una nueva paleta para eso. No. No había espacio para eso. En realidad debería volver. Tenía que dar clases. No me moví. Hoy era sábado, y ya era tarde, posiblemente estuvieran sirviendo el desayuno o no. No tenía idea de que hora era, llevaba demasiado tiempo en el mismo lugar. ¿Cuánto llevaba allí parada? Tenía que moverme. No me moví.

Publicado por Ophelia E. Westerberg Sáb Feb 06, 2016 11:14 pm

Nate no había dormido en toda la noche, desde luego eso era algo que ya no le preocupaba, estaba más que acostumbrado y no era raro verlo con marcadas ojeras e incluso una palidez acentuada que pasaba por alto ante las nevadas. En un principio le había afectado, sobre todo en el soccer, a veces Nate solía quedarse dormido en la banca y con el rostro apoyado en cualquier otra superficie. Por otro lado, en la actualidad, ya la falta de sueño era algo habitual en él y podía actuar sin problemas y estar avispado sin caerse en el intento. Esa noche no había sido la excepción, Nate se había despertado por lo menos dos horas antes de que saliera el sol, habría buscado a Call, de hecho, estuvo tentado a hacerlo, pero esa misma negativa interior fue lo que lo hizo recapacitar.

Desde que había entrado en el internado, Nate buscaba a Calliope cada vez que tenía la oportunidad, en especial esas noches en las que no podía conciliar el sueño y la chica era su mejor medicina. Dados los últimos acontecimientos en el internado, Nate se sentía tentado a estar con ella a cada instante, pero, dado a Calliope parecía ser últimamente más especial para él de lo que algún día lo fue, el chico sentía que el nivel de culpa aumentaba. ¿Culpa por qué? Nate nunca le había hecho nada malo a Callie y quizás ese era el detalle, Nate nunca le había hecho nada a ella, pero él... su vida estaba vuelta un completo desastre y no sabía si quería meter a Callie en ese embrollo en el que él estaba hasta el cuello.

Nate no era un buen prospecto, no solo lo sabía por los duros comentarios de su padre desde que era un niño sino porque estaba seguro que ningún padre o familiar querría en la vida de su niña a un maniático de medicamentos que, por más que trataba, no podía parar de consumir. La quería, la quería demasiado y por eso pensaba en su bienestar día y noche, prefería tenerla a salvo que ser él una sombra que, tarde o temprano, la llevara por un camino peligroso. Todo parecía indicar que no estaban a salvo en el internado, pero mientras él pudiese protegerla lo haría incluso de sí mismo. Las dudas lo consumían, Nate no podía estar tranquilo en la cama a la espera que saliera el sol, daba vueltas a cada rato y movía la almohada y la sábana al compas. El joven se dio cuenta que seguir era inútil así que solo se colocó un abrigo sobre su pijama de pantalón y sus zapatos deportivos, se peinó con una mano y salió antes de quedar atrapado en la incertidumbre.

Sabiendo que no podría buscar a Call, Nate decidió ir a otro sitio del internado apartado del alcance de la castaña, necesitaba pensar, a veces sentía que se complicaba demasiado por cosas que no tenían importancia, Callie estaba a su lado y, de momento, él no suponía ningún peligro para ella, ¿cierto? Pero eso podía pasar en un futuro y precisamente esos "peros" detenían a Nate de disfrutar las pequeñas cosas que lo podían hacer feliz. Los pasos del chico lo guiaron hasta el lago, al llegar se percató de una melena rojiza, una que hizo que disminuyera el paso. Su vista desgastada tuvo que enfocarse, pero no tardó en darse cuenta que se trataba de Ophelia.

—Profesora...—. Dice en un tono moderado anunciando su llegada. —¿Cómo está?, ¿se encuentra bien?—. Nate ve a su alrededor nada más como un acto reflejo. Después de lo que Calliope le había contado referente al bosque y a la profesora herida, Nate no tenía dudas de preguntar por su estado.

Publicado por J. Nate Seeber Lun Feb 08, 2016 5:16 pm

Ya podía imaginar aquella hoja en blanco en el caballete, la gama de colores en la paleta, el guardapolvo blanco que me solía poner y tenía manchas de diferentes formas. Podía ver la hoja y como se dibujaba en el mismo el paisaje que veían mis ojos. Le estaba poniendo demasiado expectativa, sabía dibujar, pero no era una experta, podría serlo, si practicara con más regularidad de la que lo hacía, si hubiera metido más empeño en progresar que en enseñar a los estudiantes. No temía que me superaran, tampoco era que me mantenía en lo básico, las técnicas las sabía, aún las recordaba con la voz de aquella profesora de más de sesenta años. Necesitaba practica. Miré nuevamente el paisaje, no lo pintaría. Nunca quedaría tan hermoso como lo era, no llegaría ni cerca a obtener la magia que él se merecía.

Una nueva ráfaga de viento hizo que sintiera que mi cabello quería escaparse de mi cuero cabelludo, pero seguí sin moverme. Era como una especie de récord, no moverme de ese lugar hasta que... No había un final, sólo no me podía mover. No era capaz de moverme sin pensar, sin revivir el pasado y pensar en todas esas cosas que había hecho mal, como deberían haberse hecho, lo que yo debería haber hecho. Cuando había tomado el cargo, había tomado la responsabilidad sobre los estudiantes. Quería enseñar porque me había confundido muchas veces, y quería ayudar a todos, no quería enseñar sólo química, quería enseñarles a vivir. Había perdido eso. La distancia entre profesor alumno que había cortado muchas veces para que confiaran en mi, había sido todo en vano desde el momento en que permití que vivieran las cosas que tuvieron que vivir sin hacerme cargo de eso. Me sentí culpable. Me sentí terrible por no haber tomado las decisiones que sabía que eran las correctas.

El dolor en mi pecho no pasa de ser percibido, cierro por ojos, deseando poder volver a pensar en el cuadro, porque era algo que me sacaba de mis pensamientos, era una distracción. Tenía que pensar en eso. Tenía que volver a pensar en aquel cuadro que nunca iba a pintar, porque tenía que ser fuerte, era lo único que les debía, poder decir que todo iba a estar bien y que lo creyeran. Tenía que pretender que yo lo creía. Mis ojos se llenan de lagrimas, pero ninguna caer. Me concentro en respirar. Mantengo mis ojos cerrados. Respirar. Me concentro en el subir y bajar de mi pecho. No puedo llorar. Estoy sola, pero no puedo llorar. En una pieza. Me tengo que mantener en una pieza.

La voz del estudiante me hubiera hecho pegar un saltó sino hubiera estado tan rígida en mi posición, pero mis ojos se abrieron rápido y demasiado. Mi corazón palpito con fuerza, como un motor que tenía que comenzar a arrancar. —Mi niño, lo siento, estaba un poco sumida en sueños— Explico para no alarmarlo, por lo menos disfrazo mi susto con estar atrapada en pensamientos. Saco una mano del bolsillo y la paso por mi cara, pretendiendo buscar despertarme. Solo comprobé que no haya lágrimas. Luego sonreí. —Claro que me encuentro bien, sólo me gusta venir aquí y observar el paisaje. En especial los amaneceres. Son hermosos. Una lástima que ya te hayas perdido este. Son una maravilla, hacen que levantarse temprano y el frío valgan toda la pena— Explico manteniendo la misma sonrisa, por más de que duele porque siento que el frío congelo mis cachetes y la siento forzada en su totalidad. Toma aire. —¿Qué lo trae a usted por aquí tan temprano?—

Publicado por Ophelia E. Westerberg Lun Feb 08, 2016 6:48 pm

Nate era sobreprotector, bastaba ver su relación con Calliope y con su hermana menor Cassiopeia, incluso con sus amistades y seres allegados, hasta Grace entraba en ese grupo. Si bien Ophelia era una docente y por su rango él no tendría que preocuparse por asuntos de cuidado, todo lo que Callie le había contado había originado una chispa de curiosidad en el chico, después de todo aquella docente no le llevaba más de veinte años. Nate no pudo evitar pensar en todo lo que Callie le dijo sobre el incidente del bosque, desde luego aún tenía la espina de no poder estar y solo haber llegado a la enfermería, quizás por eso lo estaba preguntando. Los rumores de las heridas de la profesora llegaron a sus oídos y él estuvo cerca de verlo por su cuenta, verla hacía imposible que no pudiese preguntar por cualquier detalle, pero al parecer ella estaba mejor de lo que él pensaba, ¿o no?

Nate la ve desde arriba y sonríe de lado, o por lo menos hace el intento ya que sus últimas sonrisas no eran del todo honestas; fingía o hacía un gran esfuerzo por mostrarse tranquilo frente a los demás. Ophelia parece serena, aunque Nate se atreve a pensar por un segundo que su cualidad de profesora la ayuda a aparentar que todo está bien solo para no preocuparlo y centrarse en él que, a fin de cuentas, era un mero estudiante. El chico niega en su interior dándole una oportunidad a la honestidad de la pelirroja, no iba a incomodarla con preguntas y recuerdos. Nate se sienta en el pasto con cuidado y flexiona sus piernas mientras se apoya de sus manos. —No lo pongo en duda, es una de las cosas que más me gustan de este lugar, por eso siempre pinto paisajes cuando tengo sus clases, es algo que no se me hace tan complejo—. Admite viendo a la docente para luego desviar su mirada hacia el lago congelado.

Que preguntara por él no era sorpresa, sin embargo, Nate no estaba preparado para contar todo, ni siquiera una mentira bien armada. Tantas dudas y opciones silenciosas parecían traer consigo una profunda migraña así que Nathaniel solo toma un respiro antes de responder. —También quería observar el amanecer, no he podido dormir bien pero... supongo que todo eso se arreglará cuando las cosas me salgan bien—. Nate rasca su nuca, ya estaba pisando el terreno personal así que se apresura a mirar a Ophelia para anexar. —Salgan bien para todos, digo.

Publicado por J. Nate Seeber Lun Feb 08, 2016 9:10 pm

Bajo mi cabeza en un asentir. Los había visto. El chico tenía bastante mano en la pintura, tenía pasión por esa y se notaba en su mirada cuando se perdía en un lienzo. Me gustaba observar a los estudiantes que hacían eso, para luego acercarme y ver que era lo que se estaba llevando una parte de ellos. Sonrío con dulzura para luego regresar la vista a las montañas y al lago congelado. —Los he visto, son todos muy hermosos— Comento con naturalidad porque ese era mi parecer. Podía hacer algo que yo nunca podía, hacerle justicia a una belleza natural que nunca podía llevar a un cuadro. Había dibujado paisajes, pero sólo en lápiz y en cuadernos que no tenían hojas de un tamaño tan grande como para hacerse valer por algo. —Me gusta tu estilo a la hora de pintar, sueles agregarle un sentimiento, aunque no puedo ver cual es, creo que tu bien sabrás cuál será— Agrego y temo que mi comentario lo incomodara, porque las pinturas solían ser algo personales. —¿De dónde es el paisaje que estás pintando ahora? Temo que he visto algunos que son terrenos del internado, pero ese y algunos otros no los llegué a reconocer— Supuse que eran de su casa, de un lugar que nunca había visto y por eso no los podía ubicar, por lo que la pregunta tenía dos puntas: tratar de borrar mi comentario anterior y agregar un nuevo lugar en mi mente. Mordí mi labio interior, antes de tomar asiento a su lado. Había tardado en darme cuenta de que Nate había cambiado su posición, pero ahora que lo sabía me sentía rara al tener que agachar mi mirada para poder observar sus ojos. No me gustaba sentirme de esa forma.

—Prefiero pintar flores— Limpió mis manos una vez que me acomodó, aunque no hay suciedad en ellas, es sólo una costumbre. —Me gusta la forma en la que los colores pueden mostrar un sentimiento y como las estaciones agregan un ambiente al mismo. El primer dibujo que hice que valió algo la pena, fue una rosa en un jardín nevado— Vuelvo a mostrar una sonrisa, recordaba ese cuadro, lo había colgado en una pared de mi departamento, algo que había dejado atrás cuando tomé ese empleo. Esa rosa me recordaba a mi hermano, la había pintado por él. Una rosa en un asiento vacío en medio del invierno. Era una rosa que dejaba para él, para siempre, dado que no podía llevar una a su tumba todos los días. La pinté con tristeza, pero el cuadro no me transmitía eso. Me transmitía fuerza, fuerza para seguir adelante. —Se llamaba: La valentía de no ser cómo los demás— Río ante el nombre que le había puesto, ahora que lo decía sonaba un poco ridículo. —Nunca fui muy original con los nombres me temo, pero pintar siempre fue una forma de liberar todo lo que sentía aquí dentro— Llevó una mano a la zona arriba de mi pecho, sobre mi corazón. —Pintar es eso, sacar afuera algo. Algunos dejan sacar secretos, otros quieren exponer su pasado, puedes encontrar de todo en un cuadro, el futuro que desean o los sueños que quieren cumplir. Es bueno saber porque uno pinta, ayuda a la hora de saber que es lo que se espera de un cuadro, y cuando uno ya sabe lo que quiere, es fácil llegar la resultado—

Su comentario sobre que las cosas no le salían bien no me había pasado por alto, pero no quería que pensara en eso. Era algo muy angustiante para alguien tan joven como él. —¿Qué pintarías si pudieras pintar algo en este mismo momento?— No era lo convencional, seguro hubiera quedado mejor que le dijera que no todo le salía mal, sus cuadros eran una maravilla y sus notas en clase mostraban el compromiso que tenía para el estudio.

Publicado por Ophelia E. Westerberg Sáb Feb 13, 2016 1:17 am

Incursionar en el mundo de la pintura había sido más sencillo con la presencia de Ophelia como profesora, era una de las docentes más dulces del internado e incluso una de las más justas. Nathaniel no había entablado una conversación larga con ella, pero bastaba verla para sentirse a gusto y en confianza, sabía que no era el único que estaba cómodo con la docente, en general casi todos sus compañeros de la clase de arte lo estaban. Nate no estaba muy seguro de tomar un pincel de nuevo entre sus dedos, pero todo se hizo más sencillo cuando fue la pelirroja la que le hizo porras para que continuara con aquella tarea que, según ella, permitía que Nate derrochara talento y su verdadera pasión por los colores. Se podía decir que era uno de los pocos puntos positivos que le traía el internado.

Nate sonríe de lado ante el halago de la profesora, inclina la cabeza como un gesto de agradecimiento. Su comentario siguiente lo pilla desprevenido. Era cierto que los artistas les impregnan sentimientos a sus obras, pero Nate nunca pensó que en su caso fuese tan obvio como para que los ojos de Ophelia se percataran de ello. El joven agradecía que las emociones no fuesen tan evidentes al menos, no quería que todos se dieran cuenta del torrente de pensamientos que se mezclaban en su pecho. Recuerda una de las últimas obras que hizo para poderle responder. —Son varios lugares, todos americanos. Nací en Nueva York y viví ahí hasta que me mudé antes de entrar en el internado. Siempre ha sido una urbe interesante pero no me inspiraba nada más que eso, una urbe, un mundo de autos, lujos y mucho ruido. Por otro lado, tenía una tía que vivía en Texas, tenían una especie de granja ya que su esposo era médico terapista y trataba a los niños mediante el contacto animal, ya sabe, para quitar temores—. Nate se estaba desviando un poco del tema así que toma un respiro antes de seguir- —Viví un tiempo con ellos, estaba rodeado de naturaleza y demás. Esos son los paisajes que recuerdo. No fui el mejor sobrino del mundo pero es lo que recuerdo—. James rasca su mejilla, no había sido agradecido con Eve y su esposo Zack, les había achacado un dolor que siempre fue dirigido a su padre.

Escucha a Ophelia con la vista fija en un punto del horizonte donde no había nada más que malezas y la espesura del terreno. Sonríe con el nombre de su obra, por alguna razón se la imaginaba mucho más joven de lo que era en ese momento. —Vale, tampoco esta tan mal, es mejor eso que no ponerles nombre. Recuerdo que llamaba a mis pinturas "el árbol negro", "la mujer rubia". Solía ser muy básico y creo que aún lo soy—. Ciertas cosas nunca cambiarían en Nate.

Nathaniel adopta una expresión pensativa, nunca creyó que un cuadro expresara tanto hasta que empezó a pintar. —Mi madre era artista, era muy buena. Recuerdo que decía que un cuadro puede decir todo de una persona si se observa con cuidado, creo que eso puede ser cierto—. Se encoge de hombros, la verdad no sabía si eso era bueno o malo, no se imaginaba revelando todo su ser en una pintura.

¿Qué pintaría? Nate no quería ser tan honesto al decir que los sucesos recientes no le inspiraban ni un poco a seguir con la pintura o a representar algo, pero tampoco quería imaginarse un cisne brillante en donde no lo había. Nate parece pensarlo ladeando su rostro, muchas cosas pasaron por su cabeza, finalmente ve a Ophelia y decide confesarse. —Un lienzo oscuro; un túnel, un puente viejo, algo de sombras y hielo, frío, mucbo frío. Disculpe si suena muy mal pero la verdad, con todo lo que ha pasado, no veo tantas cosas buenas en este lugar—. Apenado, desvía la mirada pero no completamente. —¿Usted qué pintaría, profesora?

Publicado por J. Nate Seeber Lun Feb 22, 2016 3:59 pm

Tuve que cerrar los ojos. No tenía intenciones de descifrar al joven mediante los cuadros y las demás cosas. Cierro los ojos para poder viajar con los recuerdos que tenía sobre sus cuadros. Recuerdos de edificios grises y calles pobladas, vistas que se volvían amarillentas y verdes por la granja. Cuando acabó con aquella breve historia de su vida, apunté en mi mente que no quería hablar de su pasado. Se notaba en la forma en la que hablaba, rápido, sin detenerse en detalles, explicaba donde había estado, pero sin dar razones de ello. Era como si quisiera acabar con la respuesta desde el momento en que había comenzado a responder, y me sentí culpable por eso. Le mostré una sonrisa, pensando en algunas palabras que le hicieran sentir mejor o que significaran algo más que las palabras que da una profesora cuando escucha unas palabras que resumen la vida de una persona.

Tardo en encontrar las palabras e incluso cuando las tengo, no estoy segura de que sean las correctas. —Dudo que hayas sido un mal sobrino, y en caso que lo hayas sido, creo que te disculpas cada vez que pintas aquellos paisajes— Vuelvo a mostrar una sonrisa pequeña. Es difícil creer que todo va a estar bien cuando te lo dice otra persona, es difícil creer que eso es posible cuando estamos convencidos de que no es así, pero a veces solo hay que confiar en lo que las otras personas dicen. Claro que hablaba sin saber, sin conocer nada más de lo que me acababa de decir. No podía decir que tuviera razón, él o yo, pero era lo que sentía.

Asiento al escuchar su respuesta. Pintaría algo oscuro. me pregunté que significaría el negro para él. Para mi significaba muerte, para otras personas significaba miedo, otros pintaban el negro como preocupación. Nadie podía conocer la respuesta, salvo el mismo pintor, y, a veces, ni el mismo era capaz de decir el sentimiento que quería expresar cada color, dado que también dependía del entorno en que se encontrara. La pregunta me vuelve, como si se la hubiera hecho a un espejo, y sonrió porque es una estrategia muy buena de su parte. Mi mirada se pierde en el horizonte mientras pienso una respuesta, aunque ya la sé. Después de tantos años siempre por donde debo comenzar a pintar dependiendo de lo que siento y lo que quiero expresar, solo necesitaba meterlo en algún lado.

—Pintaría una rosa amarilla dentro de una caja de madera. Un amarillo intenso, brillante, uno que tenga luz propia— Incluso puedo verlo en mi mente, una mesa de caoba, una caja casi del mismo color. La rosa escondida dentro que iluminaba a su alrededor. Busco que mi mirada se encuentre con Nate. —Cuando estoy mal, preocupada o asustada, me gustaría que el sol fuera capaz de ser guardado en una caja, y de esa forma se le podría regalar a una persona cuando se encuentra mal. La rosa representaría el sol. Pintaría un regalo que recuerde que siempre sale el sol después de una tormenta. No tienes que tener miedo, buscaremos una forma de salir de esta situación y todo acabará bien. Lo prometo— Paso la mano por su hombro para inspirar un poco más de confianza, para que mis palabras sonarán con un poco más de seguridad.

—Esto es algo que me enseñó un profesor. Cuando estás mal, no tienes que siempre pintar algo que represente lo que tienes dentro, tienes que pintar algo que te traiga emociones que contradigan las que tienes, que te emocionen, tienes que pintar algo que amas y buscar la manera de que sea perfecto. Eso o pintar algo que nunca has pintado y que sea difícil, de esa forma te puedes desconectar del mundo buscando la perfección, quizá cuando termines el cuadro podrás ver todo desde un ángulo diferente— Mi voz había tomado un poco más de cuerpo ante las últimas palabras. Quería que se sintiera a salvo en el internado, que creyera que todo iba a estar bien porque iba a estarlo, todo tendría que acabar bien. El error se solucionaría y cada cual sería capaz de seguir adelante. —A veces eso es más sencillo, pensar en otra cosa, cerrar los ojos y pensar en algo que cada vez que miras hace que tu corazón se acelere, que te olvides como respirar o que lleve tu mente a otro planeta—

Publicado por Ophelia E. Westerberg Dom Feb 28, 2016 9:37 pm

La vida no le alcanzaría para disculparse con Evelyn Seeber por lo mal sobrino que había sido durante su estancia en Texas. La menor de los Seeber siempre había sido la chiquilla rebelde de la familia, la que no posaba en las fotos de navidad, sino que prefería estar horas en la modesta tienda donde trabajaba. A Eve, como todos la conocían, siempre le gustó ganarse las cosas por su cuenta y no depender de otros a menos que se tratara de una situación extrema, nunca le interesó el dinero, la política ni las amistades adineradas de su familia. No era de extrañarse entonces que se fuera dela casa en cuando vio la oportunidad, específicamente antes de su entrada en la Universidad. Eve se casó a mediados de curso y se fue a vivir con la familia de su esposo Zack, familia que nunca la rechazó y que ella adoptó como suya. Nathaniel había llegado a un hogar bueno en medio de una crisis existencial que lo afectaba gravemente hasta el punto de hacer que el chico bueno y responsable se perdiera para dar paso a un joven irresponsable, lleno de dudas y temores que se perdía constantemente. Dunkelheit fue la oportunidad de madurar, pero aún Nate pensaba que no había sido lo suficientemente claro con sus disculpas hacia su tía. —Quizás. Espero que algún día ellos puedan verlo y darse cuenta.

Contrario a lo que él imaginaba, la profesora Ophelia diseñó en su mente algo mucho más alegre de lo que él haría. Nate tuvo que escucharla para aclarar sus dudas y entender que no se trataba de felicidad sino de esperanza. El joven frunce el ceño inevitablemente, pero trata por todos los medios de ablandar sus gestos cuando la pelirroja toca su hombro, era una de las profesoras que más le agradaba del internado, tenía que ser amable o hacer el intento. —Creo que ese mensaje es bastante esperanzador, profesora. No digo que este mal... no lo está, es solo que a veces me cuesta ver eso que usted ve, quiero, pero es complicado.

—Esa es una buena idea—. Se apresura a decir, en verdad lo era y pudiera intentarlo si ya no supiera que fuera a salir de su imaginación. Nate estaba seguro que pintaría algo relacionado con Callie, en primer lugar, su inspiración sería ella, luego su grupo de amigos, también podía ser Texas y las cosas que había vivido, su habitación, el soccer... Nate tenía buenas ideas y recuerdos felices solo que últimamente no estaba seguro de cómo utilizarlos. Nate toma un respiro y vuelve a ver al horizonte acomodando sus piernas para que no se tensaran. —Si, es más sencillo—. Aunque su voz no se escucha demasiado. —Pero nadie ha dicho que ese es el camino que nos ayudará a salir de esto.

Nate no era la persona más positiva del mundo y la situación del internado a penas la estaba llevando. No esperaba encontrarse con Ophelia, la estaba pasando bien, pero tarde o temprano esa situación era un tema a salir. —Lo único que temo es que todo esto perjudique a mis amigos. A Call... usted los conoce. Es lo único que me interesa, a veces pienso que todo nos pisa los pies más rápido de lo normal.

Publicado por J. Nate Seeber Mar Mar 08, 2016 7:32 pm

Sus palabras me golpearon un poco más de lo que deberían haberlo hecho. Eran palabras que bien podrían haber salido de mis labios. Las repetí en mi mente, pero recordando mi casa, mis padres, mis hermanos, las lápidas de mi hermano y la de mi madre, la casa vacía, la última vez que miré ese lugar que una vez llamé hogar antes de subirme a un taxi, el camino al aeropuerto, las casas que vi y de las que me despedía. Me había ido sin decir adiós, me había ido con la culpa de quien había cometido un error que nunca sería capaz de arreglar. Con las palabras que jamás iban a ser dichas, con las relaciones rotas como las había dejado. Me había ido y nunca había regresado. Y pensaba en todo eso porque estaba por dar un consejo para el cual nunca sería lo suficientemente valiente para cumplir por mis propios medios, y el que posiblemente yo debería seguir. —También un día puedes ir y aclarar las cosas, decir todo aquello que tuviste ganas de decir. Eres joven, los jóvenes siempre cometen errores, lo que vale no son los mismos, sino que se resuelvan, cuando uno se encuentra listo para hablar, cuando ya aclaró su interior y pensó con claridad.

No era capaz de enfrentarme al rostro de mi padre, a la mirada de mi hermano menor. Pedir perdón sonaría como una tontería a costa de todo lo que había ocurrido. No solo me había ido, los había abandonado, al igual que lo había hecho mamá, sólo que yo aún estaba viva y había optado por nunca regresar.

Decidí concentrarme en sus palabras, y llenar mi mente con ellas, para poder ser de ayuda. Nunca resolvería mis problemas, no si seguía sin hacer nada al respecto, y no podía hacer nada, porque no era valiente para afrontarlo, pero podía hacer otra cosa, y eso era ayudar a alguien más a que no cometa los mismos errores que yo. Dar valor y confianza en pequeñas vidas que aún tenían mucho por aprender, y que podían arreglar cualquier error que cometieran. —Te puedo asegurar que no encontrarás en mi las respuestas que quieres escuchar. Yo no.. no sé que es lo que está ocurriendo o cómo solucionarlo, pero si te puedo decir algo: no lo voy a ignorar.— Eso era lo único que podía hacer mientras tanto. Podía investigar e intentar unir todas las pistas encontradas, pero mientras tanto, sólo podía ayudar de la única manera que sabía.

—No voy a olvidar, es una de las únicas cosas que puedo hacer. No seguiré como si nada hubiera pasado, y creo que ninguno tenga que hacer eso. Desde mi parte solo puedo darles esperanza y valor, e intentar hacer todo lo que este en mis manos, porque, Nate, haré todo lo que este en mis manos para protegerlos— Sentí mi mirada endurecerse al decir esas palabras. Me escuche hablar a mi misma de una manera seria, como no lo solía hacer, mi tono dulce había desaparecido por el momento, todo había sido reemplazado por la sinceridad que quería representar en mis palabras. —¿Sabes en lo que pienso todas las mañanas al despertar? Pienso en el rostro de los jóvenes que estuvieran conmigo cuando encontraron a Georgia, sus caras de miedo y horror, la mirada que me lanzaban a la espera de que hiciera algo. Es una imagen terrible si lo piensas con detalle. Las personas más grandes, más fuertes, buscando ayuda, es para tener temor. Pero es lo que me da el valor para seguir caminando, para seguir avanzando, es lo que me motiva a no tener miedo por las noches, a la oscuridad o a lo que sea que se esconda en los bosques. Me inspiran ustedes, porque quiero ayudar a que no les pase nada. Quiero protegerlos, porque su seguridad es muy importante para mi..

—Decir que te puedo ofrecer una solución, es como decirte que te puedo ofrecer la luna y el sol. Por ahora, son inalcanzables, pero puede que un día, la solución este cerca de nosotros y podemos tomarla. No tengas miedo, pero protege a tus amigos si puedes hacerlo. El miedo puede ser una ola gigante que busca tirarnos abajo, no permitas que eso pase. Por favor, no lo hagas.

Publicado por Ophelia E. Westerberg Lun Mar 14, 2016 3:23 pm

Regresar a Texas no era una opción y no precisamente porque no quisiera, al contrario, Nathaniel quería salir del internado y trazar un nuevo camino, esperaba que fuese de la mano de Calliope, solo que cada vez que se imaginaba un futuro la idea de que estarían encerrados en ese lugar pasaba por su mente haciendo imposible que pudiera considerar aspectos más allá de los que tenía. Quería volver y pedirle perdón a su tía, buscar todas sus cosas en la casa de Nueva York que dejó hacía tantos años, ir a cementerio y llevar flores a la tumba abandonada de su madre, hacer su propia galería en un local que le gustaba a las afueras de la ciudad, viajar por el mundo hasta cansarse... Nate tenía tantos planes que la frustración lo invadía cuando la nube de misterio de Dunkelheit se ceñía sobre él y abrazaba a las personas que más le importaban y que estaban ahí dentro. —Eso solo si llegamos a salir de este lugar, profesora—. Su voz es baja porque no está al tanto si Ophelia sabe todo lo que él sabía, dentro del margen estudiantil había más cosas escondidas que los profesores solían ignorar.

Nate sonríe un poco, se remueve por el frío, pero no tiene en su mente irse ahí, estaba muy cómodo y relajado, Ophelia no suponía un obstáculo y le gustaba hablar con ella. Aquella profesora le había caído muy bien desde el primer día, era lista y dulce con sus estudiantes. Aunque no fuese una guerrera, Nate podía agradecer lo que estaba haciendo ya que muchos profesores probablemente los habrían ignorado y hubiesen decidido dar la espalda a todo lo que estaba pasando. —Eso es suficiente, profesora, incluso es más de lo que todos esperamos. No me extrañaría que algunos docentes pensaran que esto también es un juego de niños.

Sabe, por el tono de voz de Ophelia, que está hablando en serio, su compromiso llega a Nate lo cual lo convence de que está hablando en serio y que quizás no estaban perdidos, ella estaba cerca y era quizás costumbre creer que porque tuvieran a un docente de su lado todo podría mejorar con mayor facilidad que si estaban solos. Nate gira y la ve, sabía con detalle lo que había pasado y no la culpaba, fue uno de los primeros incidentes, era normal que no supieran cómo reaccionar. Ahí se dieron cuenta que estaban en el hogar de las pesadillas. —Creo que es dentro de todo normal. Ante una situación como esa muy pocos saben cómo reaccionar. Sentiamos que estabamos seguros, como si se tratara de un universo aparte y la verdad es que no imaginamos que cosas así pudieran pasar. Ni es profesor más experimentado creo que está preparado para una noticia así, profesora—. Gira, quería aclarar el punto de que por ser adulta no tenía que resguardar a un montón de niños bajo sus alas, niños que estaban madurando mucho más rápido por la desconocida situación. —Puede que ese recuerdo le sirva, aunque lo que tiene que tomar en cuenta es que la próxima vez podemos estar más preparados. Es complejo decirlo, pero ya no se puede confiar en nadie, profesora.

Nate sonríe con cierta nostalgia y baja la mirada. —No es la primera vez que tengo miedo—. Niega y, sin darse cuenta, abraza un poco sus piernas. —Lo he tenido antes, pero como dice el doctor Motka, e incluso mi tía que no era médico, la ventaja del miedo está en que enciende tus sentidos y te hace reaccionar y darte cuenta de lo que más amas. Haré lo imposible por cuidar a Call, a mis amigos, incluso a personas que valen la pena, como usted, profesora. Mientras muchos juegan con este tema creo que usted es la que más lo siente. Lo entiendo, es como si nuestro hogar estuviera en jaque—. Gira y ve a la profesora. —Pero, aunque ahora lo vea imposible, siempre hay un mundo esperando por nosotros allá afuera. Incluso para usted, no creo que su destino sea malo.

Publicado por J. Nate Seeber Miér Mar 16, 2016 11:19 am

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