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¿Era tan difícil poder tener algo de silencio? Era jueves, el peor día de la semana, y las personas no podían quedarse calladas. Callie cerró de un portazo la habitación para luego comprobar que no se haya trabado. La volvió a dejar entre-abierta. Odiaba no poder cerrar la puerta de su propia habitación, tener que escuchar las conversaciones de las personas que pasaban por el pasillo y los ruidos de las demás puertas al abrirse y cerrarse. Se volvió a sentar en la cama, apoyando su espalda en la pared, flexionando sus rodillas hasta que el libro estuvo en una posición cómoda para leer. No tenía razones para estar leyendo eso, no creía que fuera a ser útil para algo, ni siquiera era una buena razón para comenzar, ni una parte del temario de su año de historia. Aquel libro de historia alemana, centrado en la segunda guerra mundial, no tenía razones para estar en su cuarto, y ella tampoco tenía razones para leerlo, sólo lo había creído oportuno. No sabía que esperaba, quizá era el encontrar los nombres de la ascendencia de Yvette algo que justificara todo lo que habían hecho, pero no encontró nada. Tardo dos días en saber eso, pero de igual manera quiso terminar de leer para asegurarse. Dos días más tarde estaba tratando de terminar un libro que le había sido un suplicio leer, y trataba porque los ruidos externos no colaboraban con el ambiente de lectura.

Cerró el libro y se puso de pie frotando sus ojos. No podía terminar de leer, no quería terminar de leer, no tenía sentido seguir leyendo. Tomó su mochila que colocó en sus hombros, el libro que estaba leyendo y los dos de matemática que había retirado para hacer sus deberes. Partió a la biblioteca con el aspecto cansado de quien no había podido dormir en días. Simplemente no podía, la oscuridad y el encierro eran demasiado. Había creído que había superado esas fobias, que la mantenía controlada, pero la verdad de la que se habían enterado había hecho que nada estuviera bajo control. No quería pensar en Cassie, si estaba pasando lo mismo. Algunas noches golpeaba su pared, pero Callie no le respondía, en silencio sólo le decía que encuentre una manera de dormir, una que ella no podía encontrar. Callie nunca golpeo la pared de su hermana, tampoco iba a visitar a Nate, no haría la diferencia.

Tomó lugar en una de las mesas cercanas a la parte histórica, las yemas de sus dedos acariciaron los lomos, mientras pensaba qué más podía tomar, tenía que ser algo que fuera capaz de ayudar a que entienda que estaba pasando en ese lugar. Se retiró un paso mientras ataba su pelo en un rodete desprolijo. La respuesta no iba a estar en ninguno de esos libros. Giro sobre sus talones y fue al área de los diccionarios, ahí habían encontrado algo. Sacó el primero y comenzó a abrirlo para ver si en ese era donde había quedado la pista. Se sentó en el suelo al ver que no era, lo dejó a un costado y tomó el siguiente. No recordaba que se lo hubiera dejado apartado. Lo más común sería que quedará allí mismo. Sólo tenía una palabra marcada, una palabra capaz de erizar su piel, pero era una palabra al fin. No deberían haberlo sacado. Tomó el siguiente diccionario.

Publicado por Calliope C. Rohmer Lun Feb 22, 2016 2:33 pm

Los giros inesperados siempre sobraban. Si bien Jack esperaba que todo siguiera el ritmo de la rigurosa monotonía que se había anclado en su vida, mientras se dirigía a la biblioteca tras finalizar sus actividades entró en juego un agente externo que consiguió enfadarlo. Como si eso fuera difícil. Una muchacha más pequeña que él se tomó la libertad de arrojarle una pelota de papel directamente a la cabeza. Cuando frenó sus pasos y se giró para espetar a quien fuera la osada susodicha, lo único que logró ver fue una borrosa mancha que corrió justo a su lado, escapando de él. Frunció los labios y se pasó una mano por el pelo, recogiendo el trozo de papel arrugado que se había quedado enganchado en uno de sus mechones. Al desdoblar la hoja y leer lo que ponía en ella sintió ganas de gritar unas cuantas palabrotas de su repertorio, que era bastante extenso.
No obstante, los valiosos segundos que tardó en echar un vistazo a la bola sirvieron para que la chica se perdiera de vista, así que cuando volvió a mirar hacia el extremo opuesto del pasillo ya no quedaba nadie a quien culpar.

—”Tonto el que lo lea”. Tu puta madre. —masculló por lo bajo, en un intento de sentirse mejor consigo mismo por no haber conseguido que la graciosilla se tragase el papel, y se recolocó la mochila de un tirón para continuar su camino. De la tranquila parsimonia que mostraba su rostro constantemente no quedaba nada. Parecía, literalmente, a punto de expulsar humo por las orejas. Odiaba las bromas con toda su alma.

La biblioteca estaba llena, como de costumbre, así que tuvo que abrirse paso entre las mesas arrastrando sillas que ya habían sido ocupadas. Los alumnos a los que empujaba lo miraban de reojo, ofendidos, pero ninguno se atrevió a pronunciar una sola frase en su contra. Como asiduo de la estancia, ya muchos conocían los aires que se gastaba cuando se dirigían hacia él. Decidido a continuar con un trabajo de investigación del que ya no sabía de dónde sacar información, empezó a pasearse entre las estanterías de la sección de Historia, en busca de un libro que hubiera estado escapando de sus manos hasta ese momento. No logró nada y eso lo molestó aún más, aunque sus esperanzas fueran casi nulas.

Sacó de su mochila el cuaderno que había estado utilizando para realizar sus apuntes y continuó con su “paseo” más pendiente de sus propias anotaciones que de los libros de las estanterías. Esa distracción casi lo hizo tropezar con una joven que, sentada en el suelo, abría diccionarios en busca de a saber qué palabra. Jack tuvo que volver a frenar en seco antes de llevársela por delante de una patada, y se quedó frente a ella con la ceja enarcada, mirándola como si fuera la causante de sus males. ¿A qué clase de muchacha descuidada se le ocurre quedarse ahí parada como si fuera un monigote?

—Oye, niña, ¿no ves que molestas ahí sentada? —soltó con tono bajo, espetándola aunque no tuviera culpa de nada. Era él quien iba leyendo sus datos recopilados sin mirar a su alrededor pero, claro, ¿desde cuándo Jack se culpabiliza a sí mismo de nada?

Necesitó varios segundos para darse cuenta de que ya la conocía. ¿Esa chica no había estado el día de navidad en ese mismo lugar, buscando la llave del escritorio de Motka? Entornó aún más la mirada, cerrando el cuaderno de golpe.

Publicado por Jack A. Hudson Lun Feb 22, 2016 5:13 pm

Y no se encontraba en esa estantería. Maldijo por lo bajo buscando nuevamente para ver si se lo había salteado, dudaba que fuera posible, pero siempre había que dejar un espacio para la duda. Tomó el primer diccionario y lo abrió, pero no llegó a leer ninguna palabra dado que alguien casi la atropella. Levantó la cabeza con una ceja arqueada a modo de interrogante. Mostró una gentil sonrisa al escuchar la pregunta, a sabiendas de que lo que iba a seguir no iba a ser para nada amable. No dijo nada en un principio, solo sonrió relamiéndose sus labios.

—Lo siento, pero no te pareces en nada a la Reina de Inglaterra, por lo tanto, si quieres pasar, te recomiendo que uses tu cerebro y busques otra manera, pero si tu cerebro es tan pequeño como para no darse cuenta, entonces, te digo. Por allí— Señalo la mesa que estaba detrás de ella. —Puedes dar la vuelta y pasar— Asintió varias veces confirmar sus palabras. Luego puso los ojos en blanco mientras seguía con su trabajo. ¿Qué le pasaba a la gente hoy en día? Se preguntó negando en su propio silencio, ¿habían vendido pases de prioridad y no le habían avisado? Tampoco era que los necesitara, si podía pasar entre tres defensas para anotar un tanto, entonces no necesitaría un pase para poder caminar por la biblioteca. Levanto la mirada al chico, dado que no había pasado nada desde que había terminado de hablar, apenas había tenido tiempo de fijarse en que letra estaba para poder moverse en el librito. —Oye, tu estabas aquí el otro día, ¿verdad? el veinticuatro— Lo último lo agregó bajo para no llamar demasiado la atención de todos los presentes.

Callie nunca prestaba verdadera atención en los nombres y los rostros, tenía memoria, pero las usaba para cosas más útiles, aunque era difícil olvidar a un chico con tanto pelo. Claramente recordó haber pensado que estaba loco, ella odiaba tener el pelo largo, lo llevaría más corto de no ser por los rulos que tenía. El problema estaba en que lo había reconocido tarde. Tampoco es que hubiera dejado pasar que pretendiera que ella se moviera para que él pasará, o sea, no se iba a mover ni que su hermana le pidiera permiso, y tampoco tenía intenciones de pedir perdón. Fue directo a la pregunta. —¿Por casualidad sabes quién se quedó con el diccionario? Necesito pegarle una leída— Necesitaba encontrar algo que fuera un poco más valioso que datos históricos. Se volvió a poner de pie, dejando los diccionarios en la estantería. Si ese chico, cuyo nombre no recordaba, no sabía, entonces tendría que pedirle al bibliotecario, debía saber donde estaba cada libro de la biblioteca. Ese en particular. Se cruzó de brazos mientras esperaba una respuesta.

Publicado por Calliope C. Rohmer Mar Feb 23, 2016 12:42 pm

Aquel colegio podía ser elitista a mas no poder y contar con el mejor sistema educativo de Gran Bretaña, pero la mayor parte de los alumnos dejaban mucho que desear. En especial el colectivo femenino, que parecía tener la educación al mismo nivel del largo de sus faldas: en las últimas. Jack frunció los labios al escuchar la respuesta de la muchacha, y tuvo que hacer un tremendo esfuerzo mental para no soltarle todas las palabrotas que había reunido en contra de la chica de la broma. Tampoco iba a hacerle pagar los platos rotos de los demás, aunque se lo mereciera. Apretó los dientes antes de esbozar una irónica sonrisa, totalmente falsa. El ejercicio de autocontrol que se imponía desde la visita a Motka empezaba a peligrar.

—No seré la reina de Inglaterra ni mucho menos, pero entiendo los conceptos básicos de la buena educación. Tú eres quien está tirada en el suelo como si fuera su casa, así que eres tú quien debería apartarse. ¿No te enseñaron modales o qué? —preguntó irónicamente, a juego con la sonrisita esbozada. Decidido a no prestarle más atención, pues no creía que se la mereciese, la rodeó y pasó por detrás de ella sin añadir más. Tampoco quería iniciar un juego peligroso de flechazos verbales, o lo echarían de la biblioteca. Podía haberla esquivado desde un principio, pero como iba distraído ni se le pasó por la cabeza. Total, era su culpa por estar en medio, cual jueves. ¡Siempre estorbando!

Iba a continuar con su paseo entre las estanterías en busca de a saber qué cosa cuando la voz de Callie se dirigió a él nuevamente. Había dejado de mirarla, aunque cuando se giró y quedó cara a cara con ella se dio cuenta que la chica no había actuado de la misma forma. También lo había reconocido, a pesar de no ser compañeros de aula. Creía que era una de las más jóvenes del club de Literatura, aunque no estaba cien por cien seguro. No prestaba atención jamás a las personas que le rodeaban, a excepción del profesorado. La escuchó en silencio, sin que quedase ni rastro de la sonrisa ácida que segundos antes había esbozado, y se limitó a asentir con la cabeza. No hacía falta dar más explicaciones o negarlo. Ni que hubiesen más chicos como él por allí.

—¿Leer un diccionario? Interesante forma de entretenimiento. A ver, creo que no se lo quedó nadie. Yo fui quien lo cogió y, si no recuerdo mal, era… —se colocó su propio cuaderno bajo un brazo antes de comenzar a buscar entre las atestadas baldas. Él ya había comprobado el libro donde estaba escondida la llave, y de forma cauta se había encargado de ocultarlo entre los tomos más grandes. Prefería tenerlo a mano, por si acaso desaparecía “por arte de magia”. Lo extrajo de entre dos diccionarios enormes, tan viejos como el propio edificio, y se lo tendió. Estaba tan cansado de aquel maldito tema que a aquellas alturas ya no le importaba si se lo quedaban o no. —Es éste, aunque pierdes tu tiempo si tratas de encontrar más cosas en él. Lo he revisado mil veces y no hay nada. Es un simple diccionario de lengua inglesa. Si te refieres al alemán, entonces no tengo idea. Ya lo hubiera pedido de conocer su paradero.

Publicado por Jack A. Hudson Mar Feb 23, 2016 1:13 pm

Estaba determinado a cumplir mis metas, así fuesen meras fantasías idílicas que con seguridad acabarían abandonadas bajo un cajón. Salvar al mundo, descubrir la raíz del mal y traer paz mundial. ¿Cuántos libros buscaban aquella premisa? ¿Utopías nada más? ¿Era acaso un ser tan voluble a cada fantasía que mi mente osaba crear? No hablaba de unicornios o finales de arcoiris, tampoco estaba seguro de la existencia de los extraterrestres o si alguna vez me toparía con un apocalipsis zombie, hablaba meramente de ser yo quién protagonizara alguna vez un historia digna de ser contada.


Me deslicé por los pasillos, como de costumbre, en silencio, topándome cada tanto con un libro mal metido en su estante, que acomoda empujando hacia dentro con mis dedos o puños. Aquel jueves, el espacio estaba muy concurrido, y pedir silencio de aquí a allá era más agotador que arrastrar el carrito con los libros a cuestas. Hacía unos días que una de sus rueditas comenzaba a fallar y si no lo solucionaba pronto, me impediría cruzar de lado a lado con la rapidez que me caracterizaba. Frené para acomodarla, empujando hacia dentro, mientras apoyaba mis rodillas en el suelo y depositaba los libros en mi mano sobre el carro. Del otro lado del anaquel de libros, pude oír dos voces hablar de forma un tanto acalorada. En tanto solucionase lo de la rueda, debería girar e ir a pedirles silencio. Claro que aquello hubiera sido más rápido de no ser por lo que empecé a oír. No era una persona que gustaba de meterse en asuntos ajenos, pero algunas palabras clave llamaron mi atención: "Veinticuatro, diccionario, alemán..." De inmediato supe que serían alumnos que habían, junto a mi, estado en el despacho del vicedirector aquella NocheBuena. La voz del joven me resultaba familiar, probablemente del joven Hudson, pero no podía reconocer la femenina.

Decidí dejar el carro depositado, para deslizarme en torno a los libros y finalmente divisar a los alumnos que se encontraban a lo lejos. Me pareció que sendos alumnos se encontraban anotados en mis clases de literatura de los martes, de ser así, aún sería más provechoso el encuentro. Pero... ¿Acaso Calliope estaba sentada en el suelo? ¿Desde cuándo? A paso ligero, pero sin hacer ruido, frené a su lado con una muy buena excusa: — Alumnos, no se pueden sentar en el suelo de la biblioteca y menos hablar tanto y con tanta mala predisposición. Si si... — añadí antes de que me pudiesen responder. — ... se oyeron aquí a la vuelta donde estaba ordenando... En fin. Si pueden acompañarme por acá, para hablar mejor de este asunto, vamos, arriba, síganme. — los miré con ojos serios y continué mi paso hacia la mesa pequeña de la esquina, en el fondo, la cuál estaba reservada para profesores y actualmente se encontraba vacía. Lo bueno de esto es, que por lo general, los alumnos rehusaban sentarse cerca de allí, para no toparse con ningún profesor indeseado. No me importaban mucho los reproches o caras largas, llegado el momento, al sentarme, les plantearía mis verdaderas intensiones.

Publicado por Brian Downer Mar Feb 23, 2016 2:35 pm

La paciencia de Callie era algo frágil e inestable. Siempre dependiendo de su sentido del humor y del día que haya tenido, pero en cualquier caso nunca toleraba que le dijeran que no estaba siendo educada. No tener modales era algo que ya había dejado en claro en la cancha, pero lo primero era algo que no iba a dejar pasar.

Volvió a esbozar una sonrisa, fría como tempano de hielo. —¿Por qué no te fijas un poco en tu modo de hablar? Creo que hay una palabra para eso... ah si: hipocresía. Cariño, tu eres mucho menos educado que yo, y si tanto te molesta que me siente en el piso entonces habla con el bibliotecario porque es la única persona de la que aceptaré una reprimenda. Si querías que me moviera con una sonrisa y pidiendo disculpas, deberías haber medido tus palabras y haber pedido las cosas agregando un "por favor", entonces en éste momento te estaría contando otra historia. No pidas algo que no cumples, te amargaras para nada— La joven castaña era de aquellas que pedía que las reglas sean justas para todos. No tenía tolerancia al machimos, a los idiotas y a los hipócritas, y eso era lo que buscaba dejar en claro, atreviéndose a mostrar una sonrisa en sus labios para dejar en claro que no se iba a rendir tan fácil. En realidad no pensaba rendirse, pocas veces se había rendido y eso hacía años.

Chasqueó la lengua para negar las suposiciones de Hudson, creía que ese era su apellido, sino se había confundido, no sería la primera vez que confundía un apellido, tampoco sería la primera vez que no pediría disculpas por ello. —No lo quiero para eso, pero gracias, veré si mi cerebro es más listo que el tuyo. Lo cual estoy casi segura que será así— Lo último lo agrega más bajo y con un siseo que casi es inaudible. Iba a agregar algo más cuando el bibliotecario les llama la atención. Callie, que ya se encontraba de pie, mira para todos lados buscando a algún otro estudiante sentado en el suelo. —No tengo idea de que habla señor Downer— Responde con una sonrisa amable, y sigue las indicaciones que da. —No volverá a pasar— Agrega con más seriedad al pasar a su lado. Sus mentiras salían a la luz rápido, no tenía talentos para las mismas.

Su semblante se muestra tranquilo, pero no le gustaba que alguien más estuviera escuchando la conversación que tenían. Dejó la mochila en el suelo, la cual había tomado antes de ir al lugar indicado. —¿Pasa algo?— Preguntó cruzando sus brazos sobre su pecho, escéptica a que el bibliotecario fuera a castigarles por estar hablando más alto de lo debido o por estar sentada en el suelo.

Publicado por Calliope C. Rohmer Lun Feb 29, 2016 4:40 pm

[1]Cambio de persona en el rol, no me matéis.

Me cruzaba con chicas tan cabezonas como aquella cada día, pero solía desaparecer de su vista en cuanto unas palabras adquirían un tono más alto que las otras. Principalmente rehuía a las rubias, temeroso de que se me acumulasen las discusiones y terminase sin poder almorzar por culpa de mis cuentas pendientes. Sin embargo, la maldita nota de la graciosilla de turno me había ofendido tanto que no quise desaparecer. Incluso cuando ya tenía el diccionario en la mano volví a la carga, aireándolo ligeramente para dar peso a cada una de mis expresiones. Callie no llevaba razón, y, aunque la hubiera tenido, yo no se la hubiese dado. Rebajarme no era mi estilo; mucho menos cuando me sentía tan cansado de todo.
Tan cansado que empezaba a creer que me quedaban pocas cosas que querer mantener en mi vida.

—En absoluto, “bonita”. Yo me dirigí a ti de forma muy correcta y solo quise recordarte las normas básicas de la biblioteca. Que tú seas como una gata en celo y arañes a todo aquel que te dé consejos es problema tuyo, no mío. No pretendía que te disculparas ni mucho menos. Con que te hubieras movido me hubiese dado por satisfecho, cría terca. —ironicé cada una de mis palabras a conciencia, escupiéndolas más que pronunciándolas con ese retintín fingido que tanto sacaba de quicio a la gente. Se me daba bien el papel de sabiondillo, principalmente porque creo que formaba parte de mi verdadera personalidad; quizá fuera un prepotente que se negaba a reconocérselo a sí mismo, prefiriendo hacerse ver que todo era fingido.
Si ese no era mi caso, entonces deberían de haberme dado un Oscar por ser un actor de puta madre.

No me costó escuchar sus nuevas impertinencias, a pesar de que había bajado considerablemente el tono de voz. Vaya, así que yo me tomaba la molestia de ayudarla ¡y la maldita cría se me ponía chula! Arrugué la nariz, asqueado, e iba a protestar en voz alta y a negarle el diccionario cuando Brian se nos acercó. Seguramente nuestra acalorada discusión lo había atraído, cosa que no me extrañaba. Automáticamente bajé el diccionario hasta apartar la portada de la vista de los dos individuos que tenía delante, en un intento involuntario de esconder... ¿El qué? ¿Un diccionario?
Por favor, Jack. ¿En qué te estaba convirtiendo el cansancio? ¿Desde cuándo eras tan sumamente absurdo?

Pelear con Callie era una cosa soportable, pero verme castigado con ella por mi cabezonería era otra con la que no me sentiría bien. Decidí seguirlos sin protestar hasta un lugar más apartado, a sabiendas de que me caería una buena reprimenda. Casi podía escuchar las quejas del bibliotecario por mi comportamiento cuando nos paramos, con las estanterías como únicos testigos. Dejé también mi mochila en el suelo, aunque mantuve el diccionario bajo mi brazo y oculto por el jersey. Ahí estaba a buen recaudo.

—Si quiere castigarnos, lo entiendo. Ella estaba sentada en el suelo pero yo fui quien empezó a provocar. Ha sido mi culpa. —a regañadientes reconocí mi culpa, ya que no era un idiota. Si decidía cargar yo con el peso de la situación, me libraría de tener que volver a pelearme con aquella niña en presencia del bibliotecario. Si volvía a dirigirme a ella la conversación subiría aún más de tono, y el castigo también sería peor. Limpiar la biblioteca me parecía una actividad soportable, e incluso placentera; tener que ordenar libros con una cacatúa como aquella pegada al cogote, lo siento, pero no se lo deseaba ni a mi peor enemigo.

Publicado por Jack A. Hudson Lun Feb 29, 2016 9:42 pm

No estaba de más pensar que mi reacción quizá había sido algo exagerada, pero allí dentro todos tenían ojos y oídos, haciendo que los rumores corrieran de lado a lado más rápido de lo que uno quisiera. De esa manera, alegar un reto infundado en una situación que en verdad lo ameritaba era algo por demás provechoso, era la oportunidad que había estado esperando todo este tiempo y no iba a dejar que se esfumara.

Apoyé mi cuerpo sobre la silla de madera que rechinó un poco bajo mío. Era notable su falta de uso reciente. Acomodé mis lentes, viendo como ambos alumnos se disponían a sentarse frente mío y tosiendo con una mano enfrente, sutilmente tapé mis labios. — No pasa nada, sólo los oí hablar sobre los acontecimientos pasados en el internado y el diccionario que está en esta biblioteca. Sé que andan investigando, puedo notarlo por los libros que sacan o leen, sé donde está cada uno, podría adivinarlo. Algunos están más inquietos que otros pero... — hice una pausa para mirar a sus espaldas, en verdad, no quería mirones. — ... si siguen así podrían descubrirlos. Hasta me veo obligado a ser yo quién los delate. — frené para que entendieran el concepto que quería transmitir, no así la amenaza que entre líneas podría notarse que no era lo que parecía. — Pero quizá... intercambiar un poco de información y curiosidad no mate a nadie, bueno... es una metáfora poco afortunada pero... Creo que nos entendemos todos. — mis ojos se depositaron en los de ellos de forma lenta y cómplice. Esperaba por su bien y el mío que mi lectura de la situación no estuviese errada y aquella jugada sacara más fruto de lo pensado.

Publicado por Brian Downer Miér Mar 09, 2016 4:41 pm

El mote que había ganado no le pasó por alto y eso que la joven no tenía demasiada altura. Espera a que termine de hablar con la paciencia correspondiente, y cuando lo hace se dispone a responder. —Entonces, cariño, te recomiendo que le indiques a tu tono de voz lo que en verdad quieres expresar, porque estoy pensando que hablan dos lenguajes diferentes. La educación no se encuentra únicamente en las palabras empleadas, sino en el tono utilizado, por algo se definió la ironía o el sarcasmo, para decir exactamente lo contrario de las palabras utilizadas. Tu puedes creer que eres muy educado porque no usaste ninguna palabra que estuviera fuera de lugar, pero tu tono no fue de buen gusto, y digas lo que digas, así fue cómo llegó a mis oídos. Entonces, si no te gusta mi manera de responder, entonces te recomiendo mejorar tu tono de voz, en caso de futuras conversaciones— Estaba más claro que el agua que ella no se disculparía por haber respondido de aquella forma y defendería hasta último momento su teoría, incluso cuando estuviera un poco equivocada. De todas maneras, ya había aliviado, bastante, su tono de voz, y no como una burla como si estuviera hablando con un menor de cinco años, sino como una persona decente disfrutando de tener la razón.

Ya en el rincón indicado por el bibliotecario. La joven fue testigo de cómo el joven daba vuelta la cara asumiendo la culpa de lo que estaba pasando. —¿También vas a pedirme perdón?— Dijo exponiendo aquella pregunta retorica sin poder creer lo que acababa de escuchar. A Callie no le importaban los castigos, llevaba en el internado el tiempo suficiente para haber visto todo y sabía que posiblemente se encontrara con Gru e Isak, lo que no sería una noticia de última hora. Si Downer los iba a castigar, entonces que sea por las razones verdaderas, no porque un chico se creía demasiado como para dar la cara de lo ocurrido. No le molestaba, en realidad había sido un lindo gesto, pero prefería escuchar lo que el bibliotecario diría antes de tomar una postura defensiva u ofensiva. Y como su primer instinto le había indicado, no estarían castigados, aunque podían ser regañados después de eso.

—Sólo he retirado un libro de historia alemana de la biblioteca, dejando de lado el diccionario que no pensaba llevarme a ninguna parte, no veo razones para ser señalada por el dedo— Claro que entre eso no se contaba que la joven era incapaz de quedarse quieta o de dejar que las cosas pasaran y se cumpliera el destino que les esperaba y toda esa tanda de engaños que decían por ahí. Sus ojos se entornaron ligeramente, incrementando cuando observo a Hudson. Medio sorprendida de que también estuviera investigando. Había una verdad que siempre confiaba y que podía decir hasta dormida: dos cabezas piensan más que una. La joven tenía un par de ideas, pero no tenía miedo de compartirlas. Incluso, quizá, podía salir ganando, en caso de que tuvieran otras ideas. Se aclaró la garganta. —Pero tiene razón, si estuve haciendo algunas investigaciones, aunque no las he llevado demasiado lejos por diversos motivos. Vine aquí para comprobar alguna que otra teoría, por eso necesitaba el diccionario.

Tomó el cuaderno para buscar una página en particular con un montón de números escritos en ella. —Éstos números los encontramos en la cabaña donde fue encontrada Alina Hampton. Unos estaban en el vidrio— Resaltó la seguidilla de cinco números: 29832. —Éstos estaban en un móvil que encontramos, pero estaba destrozado, no podíamos leer lo que continuaba, pero supusimos que se trataban de los números del vidrio. Pensábamos utilizar el teléfono que aquí se encuentra, pero para eso teníamos que entrar a hurtadillas— Explica, arriesgando mucho, porque eso dejaba a la vista el plan que tenían en mente con sus amigos, aunque toda situación podía revertirse dado que no sabían de quien estaba hablando. —El diccionario es útil, si se sabe como usarlo— Explica volviendo la vista a Hudson con una sonrisa ladina. —No todos resaltan de la misma manera, incluso por esa sola cuestión se puede determinar si la persona es diestra o no. Es lo que quería venir a comprobar— Y eso era mentira, en realidad se le acababa de ocurrir, pero no le había parecido mala idea.

—Claro que si a eso se le suma alguna nota, podemos llegar a saber mucho sobre esta persona. Hay una pseudociencia que se encarga de ello: La Grafología. Si bien no es algo que éste dentro de mis conocimientos, se algunas cosas que podrían ayudar a descifrar no solo la personalidad, sino también poder comparar con otras letras para eliminar candidatos, y además hay libros sobre ese tema, o eso me pareció ver en algún momento— Inclina la cabeza, porque estaba casi segura, pero la biblioteca era extensa, y había dos bibliotecas más en todo el internado. —Por lo menos ese es mi plan de ataque. Comenzaría buscando descartar a los docentes y a los directivos, de todos ellos tenemos una muestra de escritura— Aún cuando terminó de decir todo lo que sabía y lo que pensaba hacer, sintió que era poco. Contaba con la suerte de que si el bibliotecario creía que podía llegar a tener razón le entregara la lista de libros retirados, dado que eso lo solía escribir cada estudiante. Podía ayudar, si no creía que fuera demasiado arriesgado, por eso la joven se había dedicado a exponer seguridad y confianza.

Publicado por Calliope C. Rohmer Jue Mar 10, 2016 2:09 am

El castigo esperado no llegó. En lugar de ello, Brian nos sorprendió -a mí por lo menos, y supongo que Calliope tampoco imaginaba que ocurriría algo así- ofreciéndonos una charla acerca de las investigaciones. Me sentí tan intrigado como extrañado por sus palabras. Que más personas estuvieran inmersas en el mismo trabajo que yo me despertaba las ganas de leer sus cuadernos de apuntes y saber si podía sacar información que anexar a la mía pero, a la vez, me parecía sospechoso que un adulto se atreviese a saltarse las normas de forma tan radical. No se trataba de un juego, después de todo, aunque a veces yo hablase de él como si fuera un puzzle deformado.

Si hubiera estado solo con Brian posiblemente no hubiese abierto la boca, pero cuando Calliope tomó las riendas de la situación y expuso sus ideas, sentí que también había llegado mi turno. Empezaba a cansarme tanto dato histórico y teorías conspirativas, ya que no arribaban nunca a buen puerto. A fin de cuentas, discutir conmigo mismo no era divertido. Siempre creía llevar la razón porque no había otra persona frente a mí que me rebatiese absolutamente nada.

Inspiré una vez que ella se hubo callado, ya que había dejado de respirar y todo para no perder detalle. Sus averiguaciones me parecieron mucho más sustanciales que las mías, ya que se basaban en datos reales, no en simples imaginaciones o relaciones históricas, pero no me cuadraron del todo. Su último apunte llegó a resultarme ineficaz. Podía dejar demasiados cabos sueltos si se analizaba a un sector reducido e, incluso, no servir para nada.

Aunque, debo reconocerlo, aquella condenada enana era lista.

Me sorprendí a mí mismo cuando carraspeé para captar la atención de los dos. Estaba dispuesto a hablar por fin, después de semanas. Al menos me serviría para liberarme, a pesar de correr riesgos por exponer mis ideas en voz alta. ¿Qué es lo peor que podía pasarme? ¿Acabar colgado de la alambrada por hablar ante gente equivocada?
Mejor eso que la incertidumbre.

—Tu teoría es interesante, pero no sé si llegaríamos muy lejos analizando la escritura del equipo docente. La persona que ha iniciado este juego ha demostrado ser muy inteligente y cauta, ya que nos ha manejado a todos por el tablero que él mismo ha creado sin que tengamos la más ligera idea de quién se trata. Perfectamente puede haber modificado su escritura para asegurarse de que no lo descubrimos. No es lógico que se tome tantas molestias en ocultarse y olvide que las notas escritas son reveladoras. Y tampoco tiene por qué ser un adulto. Un alumno que haya visto algo extraño es capaz de asumir ese rol de justiciero que descubre la verdad al resto. Yo he presenciado a Motka en actitud sospechosa con otros chicos, así que me parece posible que uno de esos chavales sea quien coloque las notas por ahí. —comenté de corrido, sin parar para respirar. Probablemente jamás había hablado tan rápido. Tomé aire durante unos segundos, observando a las dos personas que tenía delante en busca de un gesto delator, antes de continuar. Si vi algo raro, debo reconocer que lo ignoré. Una vez iniciado mi discurso, atajarlo me parecía imposible.—No estoy buscando al dueño de las notas. Su identidad me parece poco esclarecedora por el momento. A mi parecer, se trata de alguien que quiere que descubramos lo que oculta este sitio. Las hojas que encontramos en el despacho de Motka, las que mencionaban los experimentos de los padres de la directora, me hicieron pensar en la posibilidad de que sigamos siendo conejillos de indias. En la Alemania nazi existieron proyectos de esas características, por eso he estado averiguando por mi cuenta si el apellido de su familia aparece en un libro.

Me aparté de la estantería y decidí acercarme a ellos. Si quería que entendieran por dónde iban mis tiros tenía que mostrarles mi cuaderno de anotaciones. Lo sabía, a pesar de que no me causaba ninguna gracia. Pocas semanas atrás me hubiese colgado yo mismo de un árbol antes de dejar que alguien leyese algo de lo que escribía, pero a esas alturas, bueno... Tampoco tenía nada que perder. Me descolgué la mochila, la abrí de un tirón y extraje el cuaderno negro en el que siempre escribía. Fui cuidadoso a la hora de abrirlo por las páginas donde había tratado aquel tema. No iba a mostrar el resto de las cosas con las que llenaba sus hojas, obviamente. Lo dejé abierto sobre la mesa de trabajo, sin decir nada pero señalándolo. Creo que aquella resultaba una invitación a leerlo igualmente válida.

—Esbocé aquí el inicio de mi teoría. Igual podéis aportar algo, dado que también estáis averiguando. Eh... Disculpe por haberlo tuteado, señor. No sé dónde tengo la cabeza. —tanta emoción me había hecho olvidar mis modales y eso me avergonzaba. Jamás tuteaba a mis superiores, así que agaché la cabeza tras disculparme. No obstante, no tardé mucho en volver a mirarlos, cruzado de brazos, a la espera de sus ideas. Igual aquella charla sí que me servía para algo.
Como entretenimiento, por ejemplo.

Publicado por Jack A. Hudson Mar Mar 15, 2016 5:43 pm

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