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In my worst nightmares you're still there with me

Querido diario... ¿qué hacer si estoy atada a los barrotes pero ellos son mi única vía de salvación?

La escuela es símbolo de educación, de cuidado, de formalidad, de compañerismo. Todos esos sinónimos le fueron explicados a Rose antes de que emprendiera el viaje a Escocia que, por alguna razón, creía ser vista como un animalito enjaulado y asustado a la hora de salir, eso podía ser cierto. La castaña nunca había experimentado en el mundo exterior, siempre había estado dentro de los barrotes, cualquiera que fuera su entorno simbolizaba una cárcel para ella. Lo que Rosie nunca se imaginó es que estaría en la misma situación en el presente, en circunstancias peores que incluso aquel centro clínico donde la explotaron tanto a ella como a su hermano sin importar las discapacidades que podían presentar en el camino.

Wesley fue solo el inicio. O eso pensaba mientras se daba una ducha, sentada como un ovillo en una esquina mientras las gotas caían y el calor empañaba los cristales, veía a un punto fijo, se sentía tan sucia, tan demacrada, tantas charlas de Callie, de Gru, de Cole... todas para nada porque precisamente no servían, no servían cuando los eventos se repetían y seguían patrones iguales o similares, estaban en la casa del terror a la que tanto temían los niños, estaban en un mundo de terror. Se supone que iría a un internado que le garantizaba un futuro exitoso, pero antes que eso seguridad y calidad, ahora todo se había venido abajo porque no podían salir, quizás estuvieran seguros adentro, pero Rose no sabía hasta qué punto dudar de eso. El cuerpo de su hermano, la muerte de Ophelia, Callie desaparecida, los cuerpos hallados... todos y cada uno de los eventos se mezclan en su cabeza haciendo que niegue y limpie sus ojos sin saber diferenciar entre agua o lágrimas salinas, acabaría con una profunda migraña si seguía. Rose se levanta y cierra la ducha, al salir rodea su cuerpo con una toalla mientras se dispone a vestirse, solo le basta ver su reflejo para darse cuenta de lo que Dunkelheit había hecho con ella; estaba marcada, marcada en todos sus sentidos más allá de los ojos hinchados, la palidez, extrema delgadez y la mirada perdida que algún día estuvo llena de ilusiones.

Rose se coloca uno de sus pijamas, un short de colores con una camisa blanca de mangas largas, apenas peina su cabello y toma todas sus cosas antes de irse a su habitación, no le gustaba estar sola en un mismo sitio por mucho tiempo. No podía conciliar el sueño, no podía pensar, agradecía no tener clases ya que su cuerpo y su consiente no estaban respondiendo como deberían, todo surgía por inercia, tenía tantos pensamientos que, si bien su mente seguía viva, su exterior no. La castaña llega a su habitación, tan ordenada y pulcra como siempre, deja las cosas en su cama y se sienta, le duelen los músculos, siente mucho malestar. Los ojos azules de Rose ven cada rincón y es ahí cuando se da cuenta que la historia se repetirá esa noche y que, de nuevo, no podrá dormir. Tenía que hacer algo, no podía aguantar otra noche en vela, no de ese modo, es cuando decide que quizás necesite compañía, su compañía. Es el momento indicado de pedir ayuda e ignorar varias normas que ya no tenían sentido.

Rose sale de su habitación, sabe a dónde se dirige, no quedaba lejos después de todo. Frota sus brazos, hacía frío, camina constantemente viendo hacia atrás a la espera de que nadie la siguiera. Finalmente llega y da dos toques exactos a la puerta, no espera que sea él quien abra, al contrario, ella se toma la libertad y abre la puerta pasando y cerrando la puerta tras de con el seguro adicional por su tranquilidad. Sus ojos se fijan en Cole, en su persona favorita, en su chico, en su oasis, en su paz... Rose no se equivocaba al pensar que él estaría igual o peor que ella. —¿Puedo quedarme contigo esta noche?—. Porque era todo lo que necesitaba.
Publicado por M. Rose Wood Sáb Jul 02, 2016 10:19 am
M. Rose Wood
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Rose
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El día de los inocentes pasaría a ser recordado como el día en que todas las personas del internado quedaron traumadas por las acciones de una persona psicópata. La única razón por la que Cole se había dado una ducha ese día era para poder olvidar todo lo que había ocurrido, aun así, no había sido suficiente. En un momento, había considerado la opción de salir, por un momento había pensado que era cierto, pero no, no podía ser así, no tan sencillo. Todo había pasado tan rápido, y cada vez que lo pensaba recordaba esas películas y series donde tenían que mentir a la policía y les decían que cuando no sabían qué responder, dijeran eso: que todo había pasado demasiado rápido. Ahora entendía por qué, era lo único que tenía claro.

Estaba decepcionado de no poder haber ayudado a su hermano, no por el momento, pero más pena sentía por Ophelia, aquella profesora que nunca había logrado ganarse sus respetos hasta ese día en que su corazón dejó de latir completamente. No iba a negar que era una de las profesoras más lindas del internado, pero eso era lo único que había visto, no era una buena profesora, y lo único bueno que tenía cuando abría la boca eran los hoyuelos que se le marcaban. Cole era hombre, y no prestaba mucha atención en clase, era una suerte que por lo menos estuviera mirando a la profesora, aunque sea la forma de sus labios o de su cuerpo. Ahora ya no estaba. Aquella dulce profesora había demostrado ser una buena mentirosa, parecía tan inocente, y aun así había sido capaz de tomar un arma y amenazar la vida de Ross, y no solo eso, sino aniquilar las esperanzas que tenía de salir afuera. Otro cuerpo muerto más que anotaba a la lista, eso se estaba volviendo una horrible costumbre que esperaba que se terminara rápido. Aún se estaba preguntando cómo es que no había vomitado en ese momento.

Recostado en su cama, Cole tenía demasiadas cosas que pensar, que procesar. No solo lo que había pasado en el bosque, sino todo lo que había venido a continuación. El shock aún se mantenía y tenía una laguna, porque no recordaba en qué momento se había hecho de noche o qué era lo que había estado haciendo todo ese tiempo. Otra laguna, no era la primera que tenía, estaba comenzando a asustarse. La primera laguna que recordaba tener era la del día del accidente. No recordaba nada de lo que había pasado, aunque en su momento hubiera culpado al alcohol, las drogas y la contusión en su cabeza, ahora no estaba seguro. Después había pasado con cosas simples, no recordaba cómo había llegado a un lugar por más que sabía que se estaba encaminando al mismo, o en qué momento de silencio había terminado con su comida. Algunas veces incluso había olvidado haber hablado con algunas personas. Pensó que era normal, culpaba al aburrimiento y su capacidad de abstraerse de todo lo que estaba pasando, pero ahora, dudaba que fuera algo tan simple.

La puerta de su dormitorio se abrió y Rose apareció en la habitación. Cole no se había olvidado de ella, no ésta vez, solo le había vuelto a dar el espacio que necesitaba para recuperarse por ella misma. La quería demasiado para verla convertirse en alguien dependiente. Era fuerte, todos lo sabían, solo faltaba que ella se diera cuenta de ello. Agradeció que esta vez tomara menos tiempo, y la pregunta que la joven formuló le sacó una sonrisa. Se corrió a un lado dejando espacio suficiente en la cama para que la menor pudiera entrar.

—No tienes que preguntar. Ven antes de que te enfríes —, le pidió abriendo las mantas para que entrara e intentando no destaparse demasiado. Cole odiaba que lo tocaran cuando una persona estaba fría, pero podía hacer una excepción con la joven, además, dormía con medias, era imposible que le enfriara los pies. Espero a que la joven entrara en la cama antes de abrazarla— ¿Tampoco puedes dormir?
Publicado por J. Cole Green Lun Jul 04, 2016 2:52 am
J. Cole Green
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El alma había abandonado su cuerpo dejando en su lugar a una inercia triste y lamentable que la hacía actuar sin razón y sin mediar las consecuencias de sus actos. Todo lo que movió a Rose alguna vez la había abandonado de una manera drástica. Primero fue Wesley, sabía que su corazón nunca se recuperaría de aquella fractura, pero como ella misma le había dicho a Callie, aprendería a vivir con el dolor, ahora estaba el tema del internado, de su hogar, del que creía que había sido su único hogar desde que tenía memoria. La vida se había vuelto en su contra al condenar a la pobre chica a no tener un lugar permanente o por lo menos uno tranquilo en el que pudiera estar, todos se veían reducidos a la nada, pero Dunkelheit era el peor, Rosie no sabía si estaba segura o sí, como su chico y como muchos más, tenía que dudar de todo.

No dormía bien, la comida carecía de sabor, no valoraba la compañía por muy certera que esta fuera, su rutina se había venido abajo y parecía que el resto de su existencia sería de ese modo, Rose no lograba ver la luz al final del túnel de la que tanto hablan los cuentos. Tenía que luchar, lo sabía, después de Wesley podía contra cualquier cosa, pero el detalle es que la desgracia del día de los inocentes había venido después que la muerte de su hermano, todo estaba tan unido que era imposible ser independiente, al contrario, había corrido de nuevo a buscar a Cole, porque el chico Green se había convertido en su único consuelo, lo necesitaba tanto que temía aferrarse a él con la misma facilidad con la que alguna vez lo apartó de su vida.

Cerró su habitación con seguro antes de girar y poder adentrarse en el mundo del joven; el cuarto olía a él, todo emanaba sus gustos, su manera de ser, ahí se sentía a salvo incluso más que en su propia habitación. Rose no esperó una negativa, la misma no llegó, Cole cedió con facilidad y ella se encaminó a su cama, en ese momento estaba quebrando más de una docena de reglas del internado. Rose se acuesta y se acomoda a su lado de frente, viendo sus ojos, se acerca para sentir su calor y para que la manta lo cubra a los dos. Ya cuando sus cabellos se riegan en la almohada y la castaña ha adoptado una posición cómoda, toma un respiro para poder responder.

Rose niega en un primer momento. —No, llevo noches sin poder dormir—. Afirma mientras lo ve a los ojos con una débil curvatura en sus labios, por lo menos se alegraba de estar ahí, a su lado, era como dejar todos los tormentos tras la puerta que acababa de trancar. Rose alza su mano con cuidado y roza con la yema de su dedo el mentón del chico, dibuja trazos como si quiera marcar su forma; su perfil fuerte y a la vez perfecto. —Antes soñaba con estar aquí, tener amigos, estar en una escuela normal y tener una rutina normal. Me veía limitada por mis problemas, mi problema...—. Baja un poco la mirada, claro que se refería al hecho de que no le gustaba ser tocada. De inmediato, Rose alza su rostro hacia Cole. —Ahora lo único que quiero es que tanto tú, yo, todos... estemos fuera de este lugar y podamos vivir una vida normal. Que Callie, Cassie… todos aparezcan y podamos salir de aquí—. Frunce los labios y los gestos en general mientras continúa acariciando la tez del chico como si eso la distrajera lo suficiente.
Publicado por M. Rose Wood Mar Jul 05, 2016 4:52 pm
M. Rose Wood
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Hay quienes dicen que las cosas pasan por una razón, Cole ya no podía creer eso. A la mierda el destino o cualquiera fuese el nombre que le quisieran dar, pues, si existía, era partidario del dolor, la pena y la soledad. Tan solo bastaba mirar a Rose para saber esa verdad. Su padre la había maltratado, había encontrado una persona para llamar hermano y ahora estaba muerto, había encontrado una amiga en quien confiar y ahora nadie sabía dónde encontrarla, había encontrado un lugar al que llamar hogar y era una maldita pesadilla. Sin pensarlo deslizó sus dedos largos por la cintura de la joven, acercando a la misma un poco más hacia él, remarcando lo poco que podía rescatar de todo aquello: Él aún estaba ahí, no era mucho, pero era algo.

Cerró los ojos sabiendo que Rose no debía tener idea lo que estaba provocando en su interior, era fuego, uno intenso, uno que sientes cuando comienza a quemarte, y ni siquiera lo sentía en su cara. Lo acababa de pillar con la guardia baja, pero no apartó la mano de la joven, la dejó seguir y abrió los ojos lentamente. Se suponía que la joven había ido a su cuarto a buscar consuelo, no a guiarle en aquel laberinto donde se encontraba perdido. Vaya inútil resultaba ser. Y ese pensamiento se hizo bastante fuerte en su mente mientras escuchaba el resto de las palabras de Rose, deseando, como cada vez que escuchaba sobre su pasado, tener la capacidad de ir a esos años y darle la vida que se merecía tener.

—Rose, yo... —comenzó a decir, pero me detuve. El anuncio de la dirección había sido claro, la amenaza estaba en si alguien deseaba escapar y las posibles muertes eran de los desaparecidos. Cole había pensado la posibilidad de salir, de intentar escapar, para ver qué pasaba, para ver qué ocurría, pero no se decidía, porque, al igual que cada decisión que tomaba, era egoísta. Si mataban a alguien por su culpa no sabía si sería capaz de superarlo, ya bastante tenía con la novedad de sus hermanos, algo que seguía sin poder dejar atrás—, me gustaría poder liberar tu mente de todas esas cosas, poder ayudarte, pero no te puedo dar falsas esperanzas como no te puedo prometer la luna cuando sé que seré incapaz de bajarla para ti. Lo siento, pero la verdad es dura y cruel, eso ya lo deberías saber, pero si te puedo abrazar y decir que buscaré una forma de salir de aquí sin que nadie muera, haré todo lo posible para mantenerte a salvo y para prolongar tus sueños. Eso es lo único que te puedo prometer.

Aquel tono, frío y severo, desapareció a medida que estaba hablando, tornándose dulce y comprensible. Aun así, sabía que sus palabras no llevaban a ninguna solución para la joven.

—¿Alguna vez has escuchado la oración del Ángel de la Guarda?—preguntó de improvisto, acomodando uno de los mechones marrones de la joven detrás de su oreja—. Sabes que no creo en un Dios, pero cuando era niño y había una tormenta tenía miedo. El viento siempre golpeaba contra las paredes y los árboles formaban figuras siniestras en la ventana, afuera, el perro de un vecino ladraba, era un ladrido agónico y desafinado. No me gustaba admitir que tenia miedo, por eso me escondía debajo de las mantas esperando que los sonidos desaparecieran. Ben fue el primero en darse cuenta lo mucho que me costaba dormir en esas noches, creo que era porque a él también le costaba dormir, entonces se acercó y me contó que había una oración que mi madre le recitaba para poder dormir. Me la recitó para que yo pudiera dormir.

Hizo una pausa, para respirar, para tratar saliva, no quería demostrar la tristeza que recordar a su hermano provocaban en él. Solía contar cosas de sus hermanos, pero generalmente eran de Aarón, porque él vivía porque aún podían existir momentos entre los dos. Los gemelos eran un caso aparte, jamás los volvería a ver, y ahora que sabía que era su culpa, se sentía mal por hablar de ellos, sabiendo que nunca podrá mencionarlos en un futuro.

—Rose, —continuó dejando aquella historia como terminada— el sueño no vendrá solo, a veces hay cosas que no te dejaran dormir, pero no puedes dejar que te ganen, tienes que ganar tu. A veces, la mejor opción es cerrar los ojos y desear lo mejor, pensar en cosas que hagan que las pesadillas se vuelvan sueños que quieres hacer realidad.

La yema de sus dedos rozó aquellos labios rosados, deseando besar a la joven, pero conteniendo aquel impulso animal—. A veces, solo tienes que elegir los sueños con los que soñarás, y puedes estar tranquila, porque si se les ocurre volverse pesadillas, aquí estaré yo, para protegerte, para abrazarte y recordarte que solo ha sido un sueño.
Publicado por J. Cole Green Vie Jul 15, 2016 4:53 pm
J. Cole Green
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Cole
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¿Siempre había sido tan acertado con sus comentarios? Quizás si, por eso es que Rose acudía a él, porque sabía que de todas las personas que la rodeaban, Cole (y posiblemente Jack Hudson) fueran los únicos que no le darían falsas expectativas acerca de la vida y la situación en el internado, al contrario, la harían sentar cabeza y darse cuenta que de nada valían los sueños cuando el único cable con el que contaba para atarse a la tierra era enfrentar la realidad por muy dura que fuese y, con un poco de suerte adicional, solventar todas las interrogantes que los rodeaban sin cesar. El tono frío, distante y claro de Cole Green en algún momento le hizo daño a Rose, pero lo cierto es que ahora se tornaba como una necesidad, necesidad que surgió desde la muerte de Wes cuando el saber lo que pasaba se convirtió en la razón principal de Rose para despertar y no irse a un mundo de fantasías donde estaba Wes y donde ella se lamentaba continuamente por su muerte; era el empujón para seguir luchando.

Lo ve a los ojos, en ese momento sin miedos, no aparta su vista y analiza sus palabras porque en todas y en cada una de ellas tenía razón, ella asiente dando por entendido que lo comprendía y que no había nada que agregar o a lo que negarse en la afirmación del chico. Lo que podía rescatar es que él estaría para ella y, a esas alturas, a Rosie le parecía más que suficiente, no se permitiría perder a Cole, no podía hacerlo, era prácticamente una de las pocas cosas que le quedaban.

Niega ante su pregunta, ¿alguna vez si quiera se había preguntado de qué religión era? Quizás la semilla de la fe hubiese sido sembrada en su interior si su madre hubiera estado a su lado, pero su padre era apático y desinteresado por la vida, no creía en nadie por lo que Rose creció sin una guía, aunque a veces hablaba con un ser superior en su interior, como un confidente, un ente para pedirle sus últimos gritos de auxilio, siempre sintió que la escuchaban, aunque no lograra captar sus “señales”. Lo escucha y las caricias que de momento se habían detenido hacia el rostro del chico volvieron a surgir de las manos de Rose, incluso con más suavidad, delineando las partes cercanas a sus labios, le dolía imaginar cualquier tipo de sufrimiento en la vida del joven Green, ya tenía demasiado con todo lo que le había contado para tocar la herida.

Imaginarlo pequeño, asustadizo… de alguna manera le generaba ternura ya que era la contraparte más notoria del hombre que tenía frente a sus ojos, quizás si no hubiese conocido a Cole como lo conocía en ese momento habría pensado que ni alma tenía. Iba a pedirle que no hablara más si eso le causaba tanto daño, pero él continuó, continuó porque quería ayudarla y ella supo que callarlo no sería la mejor opción. Asiente, tenía razón, de todos modos, si en algún momento Rosie consideró que su vida estaba tomando un rumbo más puro ¿por qué no enfocarse en los buenos momentos? Porque era difícil, esa era la respuesta, cada vez que quería recordar algo bueno, en sus pensamientos solo brillaba Ophelia, Wes… toda la oscuridad del internado.

Sigue con sus ojos el camino que trazan los dedos de Cole en sus labios, sus pupilas claras ven al chico, aquella pequeña caricia había causado un delicioso recorrido eléctrico por sus piernas hasta perderse en su espalda, sí, se supone que había ido por una palabra de aliento, por un abrazo, pero era obvio que su cuerpo se perdía cuando estaba tan cerca del chico, era humana y Cole generaba en ella una cantidad infinita de sensaciones.

De un momento a otro, Rose dice hacer caso al consejo de su chico: "...cerrar los ojos y desear lo mejor, pensar en cosas que hagan que las pesadillas se vuelvan sueños que quieres hacer realidad. " La castaña cierra sus ojos y a los pocos segundos los abre y ve a Cole, se toma unos segundos antes de decir. —Deseo besarte... deseo besarte en este momento y que tú me beses a mí—. Confiesa en voz baja y solo para él, se acerca un poco más si eso es físicamente posible. —No sé hasta cuando pueda decidir que soñar y que no, pero ahora que puedo hacerlo quiero que ese sueño seas tú, por lo menos ahora, ahora que todos están dormidos y que tengo la certeza que solo somos tu y yo en esta habitación—. Y sonríe, sonríe de una manera pura, sonríe para él porque es una de las cosas que genera en Rose. Pero no espera, no lo toma como una petición sino como un aviso, no pierde tiempo antes de cerrar sus ojos y besar los labios de Cole, aferrándose, disfrutando cada segundo como si fuera una de las pequeñas cosas que aún podía tener como suyas.
Publicado por M. Rose Wood Vie Jul 15, 2016 8:20 pm
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Rose
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Cuando creces sabiendo que las esperanzas e ilusiones no son algo que puedas conservar, porque la pobreza y escasez son demasiadas, tal como fueron los primeros años del joven, aprendes a que te tienes que consolar solo. Él tenía a sus hermanos, pero no era ciego y sabía que lo que le dolía a él, también le dolía a sus hermanos mayores y a su padre, en especial. Aprendes a callar cuando necesitas algo, a guardar tus quejas para ti mismo y tus pensamientos, a pretender que todo está bien, incluso cuando no es así. Cuadro crecer rodeado de algodones, tal como fue su vida cuando la banda tuvo el éxito merecido, no necesitas consuelo, lo tienes todo, incluso aquello que no necesitas. Esa era su verdad, nunca había tenido que consolar a alguien, abrazarlo por temor a que se rompiera en miles de pedazos y lo perdiera para siempre. La primera y única persona había sido Rose, y aquella sensación había sido algo que no esperaba. La sensación de confort, porque podía hacer algo por alguien a quien amaba. Y a la vez estaba el miedo, el terror, de no poder hacer nada.

Se sintió algo más aliviado al ver que Rose seguía sus indicaciones. El muchacho se salía de los patrones, estaba seguro de eso, como también estaba seguro de que abrazar a su novia y decirle que todo estaría bien, era posiblemente la reacción que debería haber tenido, pero no podía mentirle, no a ella, como tampoco podía prometer algo que no podría cumplir si las cosas terminaban de otra manera. El "destino" podía tener una voluntad diferente a la que ellos querían, e iba entre comillas, porque para él, el destino, era ese conjunto de decisiones que uno tomaba que terminaban por construir el camino que tenían delante, el futuro.

—No tienes que soñar con eso. Ya me tienes. Ya soy tuyo —respondió de manera lenta y pausada, tratando de controlar todas las partes de su cuerpo que parecían querer cobrar vida y perderse en la muchacha. Le regresa el beso con precaución, como siempre trataba a la joven, más cuando se encontraban piel contra piel, temiendo que tuviera un ataque de esos que solía tener, y el momento en que tuviera que disfrutar se volviera su pesadilla. No quería eso para ella.

Con cuidado, pero de manera un tanto natural, comienza a deslizar su mano por la espalda de la joven, adentrándose en su camisa para poder sentir su piel suave. Sube sintiendo su respiración, y luego vuelve a bajar, pegando a la joven a su cuerpo. La distancia, aquella pequeña distancia entre ellos, parecían millas, mientras se adentraba cada vez más en la boca de la menor. Se detuvo un segundo cuando su cuerpo comenzó a pedir más y su mente advirtió que se detenga.

— ¿Estás segura de esto? —preguntó acomodando uno de los mechones de la joven detrás de su oreja. Necesitaba escuchar esa respuesta, necesitaba estar seguro de que estaba lista, antes de seguir avanzando a un punto donde no se iba a poder detener. Solo necesita un movimiento para aferrarse a la joven y moverla a su par de manera tal que quede debajo de su cuerpo. Apoyándose en sus manos para no aplastar a la joven, la mira a los ojos, en aquella penumbra, en aquella oscuridad que los abrazaba e incitaba a hacer algo prohibido—. Necesitó saber que estás segura de que quieres hacer esto, porque no quiero hacer algo con lo que no te sientas cómoda, con lo que no te sientas segura, algo para lo que aún no estás lista...

Deja las palabras en el aire, porque el calor y el perfume de su cuerpo poco lo dejaba pensar y unir palabras de manera elegante, se sentía torpe y con la respiración agitada. Nunca se había preocupado antes por otra persona, nunca había cuidado antes a otra persona, pero estaba dispuesto a esperar el tiempo que se necesario por Rose.

Mientras espera una respuesta, no se queda quieto, comienza a besar la línea de la mandíbula, bajando hasta el cuello, hasta la clavícula y vuelve a subir. Sus manos bajan por el cuerpo de la muchacha, por su cintura, por su cadera, por sus muslos, hasta detenerse en la rodilla que sube para que ella lo envuelva—. Necesito escucharlo Rose, necesito saber...
Publicado por J. Cole Green Sáb Jul 23, 2016 7:49 am
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Nunca le habían gustado los laberintos, Rose no se sentía traída por lanzarse a un abismo perdido donde no fuera ella la que tuviese el control absoluto de las cosas. A la castaña le gustaba llevar la vida en orden, con claridad, donde el camino siempre fuese recto y no existieran las trabas, en especial porque todo resultaba más sencillo y Rosie siempre estuvo sometida a un entorno complejo del que no creía poder salir. Pero ahora, ahora estaba en un laberinto diferente, estaba en el laberinto de Cole Green, uno donde los únicos obstáculos eran sus brazos y cada curva de su cuerpo y donde el único peligro era su aroma y el poder de su mirada sobre los claros ojos de Rose y, en lo particular, la chica no se sentía mal por cruzar ese laberinto, al contrario, sentía curiosidad, mucha curiosidad al respecto.

Le hizo caso porque era su única opción, obedeció porque era la única manera de alzar vuelo y alejarse un poco de sus temores, entrar en el esperado oasis donde podría ser feliz. ¿Acaso Rose no merecía ser feliz? Lo quería, lo quería con todas sus fuerzas. Tantos años de su vida creyendo que Dunkelheit era la única opción de felicidad cuando al parecer estaba en una mísera cárcel. Su manera de ser feliz había cambiado, se centraba en Cole, se centraba en sus amigos, se centraba en pilares que la chica no imaginó, solo tenía que aferrarse, solo quería aferrarse y no caer. Besarlo era su cura, besarlo desprendía miles de sensaciones en su cuerpo, en su pecho, en su mente… el contacto de sus labios con los de Cole era perfecto, acoplado, magnético, no se cansaría nunca del sabor dulce de su boca y el efecto que desprendía, ese equilibrio entre picardía una improvisada ternura que la volvía loca. Rose atrapa los labios del joven, acaricia sus mejillas, mueve sus labios despacio, como si pidiera permiso, pero a la vez con la dosis de intensidad para no olvidar nunca lo que estaba pasando entre ellos.

La mano de Cole se adentra en su ropa, estaba fría, Rose se remueve un poco, la electricidad que emana su palma causa electricidad, en primer lugar, arde, arden los recuerdos, pero poco a poco se asemeja más a la seda que a cualquier otra cosa, poco a poco la piel de Cole ejerce ese poder que mantenía desde hace meses al capturar a Rose bajo su efecto. La castaña entreabre sus labios, le da espacio y responde con sutileza, con un poco de torpeza, pero da pequeñas pausas para aprender de su maestro. El cosquilleo de su vientre e hace cada vez más intenso y Rose deja que de sus labios escape un pequeño suspiro, se sentía tan bien…

Abre sus ojos luego de aquella pregunta para encontrarse a un Cole curioso, perdido en aquel hechizo, pero lo suficientemente despierto para pedir su consentimiento aun cuando pedía más, al igual que la diosa interna y hasta ahora escondida en el pecho de Rose. No pasa mucho tiempo cuando está bajo el cuerpo del chico, atrapada… tanto tiempo temerosa a la cercanía y al tacto de los cuerpos cuando ahora parecía ser una de las razones que la mantenía ahí, porque claro que las otras estaban en un lugar no visible, en uno oculto; en su corazón. Asiente porque lo entiende, comprende su preocupación, no puede evitar sonreír de la nada porque le parece un gesto tierno, uno que demostraba que ella le preocupaba y que la quería, la quería como había dicho antes.

Abre sus labios, ¿qué iba a decir? La verdad es que no había preparado un discurso, tampoco pensó que las posibilidades estuvieran dadas para que acabaran de esa forma, pero la pregunta en sí era, ¿Rose estaba lista? Lo amaba, eso lo tenía por seguro, ¿pero estaría dispuesta a cruzar sus propias barreras para entregarse a alguien sin temor alguno? Todo aquello era nuevo, era especial, implicaba muchas cosas. Rose no podía ver a Cole con claridad, pero aun así no le costaba imaginar su mirada, su mirada que tanto le encantaba.

Sus besos la desconcentran, la hace arquearse un poco mientras una de sus manos aprieta las sabanas con cierta timidez, buscando drenar un poco de la marea de sentimientos que se cernían sobre ella, de las sensaciones nuevas que eran como rozar el cielo con la punta de los dedos y sentir la suavidad misma de las nubes. Un suspiro deseoso escapa de sus labios cuando siente las manos de Cole en la piel desnuda que el short había revelado de sus muslos, sube su pierna y el solo pensamiento del pseudo contacto entre ellos hace que las mejillas de la chica se ruboricen escandalosamente.

¿Qué iba a hacer? Podía detenerlo, sabía que no se negaría y que no la obligaría, podía seguir y lanzarse al vacío, ¿qué respuesta daría Rose? La castaña palpa el mentón del chico para subirlo con delicadeza hasta sus labios y dar un corto beso. Su pie, con cierta timidez recorre la pierna de Cole desde su inicio hasta regresar al punto donde el muchacho la había dejado, se separa, debe darle una respuesta. —Si me arriesgo pueden pasar dos cosas: que algo vaya mal y... todo esto salga mal o que... junto a ti las cosas salgan bien y descubra algo nuevo... contigo como ha pasado últimamente—. Susurra cerca de su rostro. —He descubierto nuevos colores cada vez que estoy contigo, Cole. No tengo miedo... sé que esta vez no va a ser diferente, estamos los dos y eso me basta—. Finaliza, porque sabía que de su mano iba a estar bien y que lanzarse al vacío cerca del chico solo la haría vivir, vivir como ella quería. Cierra con un beso, uno más pasional, uno más intenso que promete que esa sería la última conversación extensa que ella querría mantener esa noche.
Publicado por M. Rose Wood Sáb Jul 23, 2016 11:04 pm
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Hubo un tiempo en el que no podía estar más de un mes sin estar en la posición en la que se encontraba con la joven. Para los hombres no era lo mismo que para las mujeres, a veces, era necesario estar con alguien, para sacarse las ganas, para poder disfrutar de los placeres que daba la vida. Si nunca lo habías probado, podían vivir sin ello, pero una vez que entrabas en el juego, una vez que sentías la sensación de los roces piel con piel, era difícil olvidarlo. Cole no iba a mentir, había pensado en tener a la joven de esa manera más de una noche, incluso algunas veces debió enfrentarse a su imaginación para no irrumpir al cuarto de la joven y acabar con aquellos deseos de una vez por todas. Y ahora la tenía, ella estaba de acuerdo, y él también, por supuesto, solo había que mantener la calma y no apresurarse. Mantener las ansias bajo control.

Levantó los brazos de la joven para poder retirar su camiseta, podía sentir sus nervios y sus inseguridades, pero mantenía su contacto seguro, los besos que no se detenían y que se deslizaban por el cuerpo de la muchacha. Eso lo hacía por ella, por él, porque ambos necesitaban una alegría y dejar de pensar por unos buenos momentos, por más de que Cole no podía dejar de pensar en una cosa. Eso en lo que pensó, llegó a su mente cuando cierta parte de su anatomía hizo lo que tenía ganas de hacer, ignorando el control que el joven intentaba ejercer en vano. Rose no debía tener idea de lo que generaba en él desde hacía tanto tiempo, los deseos que tenía de asaltarla como si se tratara del lobo y ella la caperuza. Beso su pecho, su vientre, bajó hasta el inicio del pantaloncillo que tenía puesto. Preservativo, recordó mientras más se acercaba a aquella zona donde era capaz de perder el control. Volvió a besar a la joven. Mesa de luz. La volvió a besar con más intensidad, perdiéndose nuevamente en sus pechos.

Cole estiró el brazo, buscando abrir la mesa de luz, desde el momento en que había conocido a Rose y había empezado a encontrarse con ella había reservado unos cuantos para aquel momento. Claro estaba que en la enfermería no darían pastillas, ni tampoco aportarían métodos de protección, más bien su protección debía basarse en mantener las piernas cruzadas. Dio manotazos en el cajón hasta que encontró aquello que necesitaba, y luego siguió recorriendo el cuerpo de su amada. Besando cada parte de pie, dejando atrás las prendas que ambos poseían, abriéndose paso dentro de ella.

Los juegos previos siempre le habían gustado, era una forma de compensar la tortura que las mujeres provocaban cada vez que se las veía, pero no se las podía tocar. A Cole le buscaba buscar ese momento en el que se las escuchaba rogar que se acabara la espera. Ese día no iba a ser diferente, no teniendo en cuenta de que había esperado más de lo que había esperado por cualquier persona, mucho más de lo que había esperado. Buscó que Rose estuviera lista, que fuera ella quien lo pidiera. La tuvo hasta el punto en que ni él era capaz de aguantar. Y luego ocurrió todo lo que esa noche tenía que pasar.

Estuvo listo en todo momento para tapar sus labios si en algún momento se le ocurría hacer un ruido que los pudiera delatar. Era capaz de morirse si alguien los frenaba en un momento como ese, más cuando había tenido tanto cuidado. Con Rose podía ser tranquilo y paciente, no con otra persona.

Cuando hubieron acabado se tiró de costado, dejando de estar arriba de la muchacha, la miró con ojos cargados de electricidad provocada por la pasión, con una capa de sudor en su piel y cansado. La espera había valido toda la pena del mundo, aunque no estaba dispuesto a que para la siguiente vez pasara tanto tiempo. Incluso se sentía capaz de atacarla nuevamente, solo necesitaba unos minutos para volver a juntar energías y gastarlas todas en ella.

— ¿Estás bien? —sabía que la primera vez para las mujeres siempre era diferente, siempre dolía. A veces se compadecía que tuvieran que sufrir tanto para sentir lo que acababan de sentir ambos, pero luego se olvidaba. Cole no sería Cole si no mantuviera en su personalidad aquella parte de hombre idiota. Pasó una mano por la cintura de la joven y la arrastró hacia él para poder abrazarla. Con su otra mano acomodó sus cabellos. Era tan hermosa, y era suya. Tan perfecta, incluso con todos sus defectos. ¿Cómo alguien podía pensar en lastimarla? ¿Cómo él podía pensar en… ? Se aclaró la garganta junto con sus pensamientos, y le mostró una sonrisa antes de agregar una pregunta más con un tono más bromista y jocoso del que solía usar—. ¿Ya te sientes mejor?
Publicado por J. Cole Green Jue Jul 28, 2016 2:14 pm
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Todos los humanos cometen errores. Lo que determina nuestro carácter es si convertimos esos errores en excusas o lecciones.
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Hasta ese día no había logrado entender cómo alguna vez sintió tanto temor por algo tan hermoso, por algo tan bello y puro como es el contacto entre la piel, el roce de una tez con otra, las sensaciones que eso despertaba y cuanto la llenaba el solo hecho de sentirse querida. Antes no habría ni soñado con que un momento como aquel fuera posible, no en esa vida, no de esa forma, pensarlo era poco natural para Rose porque de hacerlo su cuerpo se erizaba por completo y los recuerdos llovían sobre su cerebro causando una profunda migraña. Temía por ese punto cuando empezó a salir con Cole, en especial cuando se dio cuenta que con cada milímetro de cercanía que sumaba para con el chico eran más y más las mariposas que se perdían por sus extremidades y acababan en su bajo vientre, pero ahí estaba, había aceptado, porque más allá de su cura, Cole era lo más cercano a la salvación, lo único que le recordaba que había una salida al final del túnel, era su ángel, era lo que más quería. No dudaba, no quería hacerlo, lo adoraba tanto que no entraba en sus cabales la posibilidad de que el chico le hiciera daño de alguna manera u otra. Había sellado su destino con esas palabras, a partir de ese momento su cuerpo era suyo, su cuerpo, porque desde hace tiempo le había entregado de lleno su corazón.

Poco a poco sus prendas se perdieron en el suelo, Rose se sentía indefensa bajo el cuerpo perfecto del chico que ella misma iba revelando al retirar su camiseta, sus manos temblaban y sus dedos disfrutaban cada pequeño roce que solo causaba un nuevo descubrimiento, sensaciones en las que podría perderse con facilidad y declararse prisionera.

Los besos de Cole generaban electricidad pura, causaban pequeños hilos de fuego que la quemaban por dentro, si eso era parecido al infierno con gusto ardería en él. Rose cerraba sus ojos azules, disfrutaba sus besos y arqueaba su espalda constantemente ante cada nuevo ataque, por un momento sus entrañas eran de mantequilla, se rendía con facilidad ante el chico que estaba sobre ella; su peso, su piel caliente, sus labios húmedos… era perfecto. Pequeños suspiros empezaron a escapar de sus labios, los mordía constantemente para no hacer ruido, apretaba las sábanas y las almohadas entre sus manos… eran ellos en medio de la burbuja de silencio y misterio en la que se sumía Dunkelheit. Desvía su mirada ante la búsqueda insistente de Cole y aprovecha su distracción para ser ella la que trazara un camino de besos desde el mentón del chico hasta su clavícula, rozando su pecho, lastimosamente él toma el control y Rose solo puede volver a sumirse en una intensa nube de placer cuyo fin no quería conocer.

La torturó a su antojo, recorrió su piel como si quisiera memorizarla, Rose hizo lo mismo, sus manos se dedicaron a trazar cada una de las formas y líneas posibles del cuerpo del chico Green y acercarlo más a ella si era posible. No hubo parte de su cuerpo que no conocieran y justo cuando Cole iba a llevarla al borde de la locura, Rose le rogó lo inevitable. Sí, una pequeña punzada hizo eco en su vientre, pero poco a poco se acostumbró y cada movimiento solo la hizo acercarse a las nubes, pedía más, susurraba por más al oído del chico que, como buen maestro, solo le enseñaba aquel placer en su máxima expresión. Cuando Rose estalló, un pequeño gemido salió de sus labios, uno que Cole cubrió y uno que la hizo sentir plena, como nunca, ella solo pudo hundir sus uñas en su espalda buscando liberar la tensión que había sentido; una batalla que se libraba en cada rincón de Rosie. Era difícil explicarlo para ella, pero podía empezar por decir que su cuerpo se dividió y que las estrellas se perdieron en cada fibra de su ser haciéndola rozar el infinito, nunca habría una sensación similar, estaba segura.

Tardó unos segundos en reaccionar antes de girar a ver a Cole con una curvatura amplia en sus labios y la picardía en su mirada, su cuerpo estaba perlado por el sudor, sus mejillas sonrojadas y su cabello despeinado, pero aun así nada de eso le importaba. Él toma su cintura y la acerca, ella solo puede rozar su mentón con sus dedos mientras lo ve a los ojos y deja salir una pequeña risa. —Como nunca...—. Admite mordiendo su labio inferior mientras se recuesta del pecho del chico solo para sentir el ritmo de su corazón, sí, estaba tan o más acelerado que el suyo. —Ya entiendo porque a los chicos les gusta tanto hacer estas cosas—. Ríe un poco, alza la mirada y apoya su mentón sobre su mano, la misma que descansa sobre el pecho de Cole. —Te quiero, Cole Green, no tienes idea cuanto—. Se acuesta de nuevo y toma un respiro. —¿Vamos a salir algún día de aquí, cierto?—. Ingenua, inocente, porque aunque estaba dentro de esa burbuja, en la misma habitación que su chico, se sentía encerrada y si iba a compartir a su lado por siempre, si iba a ser suya como lo era en ese momento, no quería estar en prisión para disfrutarlo, no por el resto de sus días.
Publicado por M. Rose Wood Dom Jul 31, 2016 8:43 pm
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