Strange circumstances

7 de marzo - Viernes.

Era viernes por la tarde y ya se acercaba el fin de los entrenamientos del equipo de soccer. Nate había dado por acabada la práctica una hora y media antes de lo debido. La primer razón es que los miembros debían descansar, ese día habían jugado más de la cuenta entre ellos y probablemente un respiro fuera necesario para no exagerar ni desmotivar a los jugadores, pero la segunda y más importante razón era que Nathaniel quería hablar con Ezra, su mano derecha y gran compañero de equipo, para poder planificar nuevas estrategias y variar un poco los métodos que estaba llevando. Nate había conversado con Call y esta le había dado un par de ideas, no era extraño entonces que el joven buscara llevarlas a la realidad con Ezra, generalmente hacía lo mismo cada vez que tenía una idea.

Había usado todos los recursos que conocía, la mente del chico de cabellos oscuros viajaba continuamente al pasado donde era un gran fanático del soccer y asistía a todos los juegos con su padre, o su mayordomo en representación del mismo. Había memorizado jugadas, estrategias, métodos de práctica y los había puesto en práctica con su equipo una y otra vez tratando de equilibrar las cosas entre chicos y chicas. Últimamente, Nate sentía que se estaba quedando sin recursos y eso solo lo ponía de mal humor, no ayudaba a lo que hacía y constantemente perdía tiempo en clases dibujando nuevas movidas, todo le parecía inútil y viejo, ya de por sí tenían suficiente con solo jugar entre ellos.

Al terminar, Nate se despidió de varios jugadores y decidió hidratarse antes de sentarse con Ezra a planificar dando espacio a que el chico también tomara un respiro. Cuando el campo estuvo solo el capitán se acercó al otro joven y le dio una palmada en el hombro. —¿Cansado? Ya temía que Grace me sacara los ojos con las uñas, no creí que hubiese exagerado tanto—. Comenta con una sonrisa ladina mientras toma un buen trago de agua. —Tenemos que hacer algo, ¿no crees? Últimamente siento que todo es igual—. Ya lo había pensado, pero necesitaba la opinión de alguien más.

Cuando Nate dio por finalizado el entrenamiento de aquella tarde una hora y media antes de lo debido, lo consideró todo un golpe de suerte ya que eso significaría que su fin de semana empezaría un antes, aunque aún tenía que ir al club de ajedrez pero esa era una actividad a la cual no le importaba para nada asistir. Necesitaba ese tiempo para él. Se le estaban acumulando los trabajos y los deberes y, a pesar de intentar llevarlo todo al día, se le estaba haciendo cuesta arriba. Esa hora de más la consideró todo un lujo. Claro está, que Ezra no se imaginaba lo que Nathaniel pretendía hacer acabando el entrenamiento antes.

Estaba él cerca de los banquillos, donde tenía su bolsa de deporte, secándose el sudor de la frente con la ayuda del bajo de la camiseta, pues se había olvidado de la toalla, cuando notó una palmada en el hombro. Giró la cabeza de inmediato aunque reconoció fácilmente la voz de Nate. No pudo evitar una carcajada ante su comentario.

- Sí. Ha sido corto pero intenso. A la próxima, recuérdame que no coma tanto o acabaré echando la pota. –Bromeó, aunque iba un poco en serio. Aquel día el chico había comido bastante pues no pensaba que se iban a poner a correr de inmediato. Como normalmente tenían bastante tiempo, solían empezar con algo suave para que les diera tiempo a hacer la digestión. Pero no aquel día.

- Ya, bueno, es lo que pasa cuando practicas con las mismas personas tres veces por semana durante todo un curso. –Dijo después con un tono desinteresado mientras metía sus cosas en la bolsa de deporte. - ¿Tienes algo en mente? –Añadió después, con algo más de interés, colocando las manos sobre las caderas y fijando la mirada sobre Nate, pensado que quizás había sido un poco grosero con el chico.

Había hecho algunos calentamientos, entrenamientos en parejas y general, aunque en esa oportunidad se había enfocado en la primera parte, exigiendo al máximo de la capacidad de cada miembro del equipo en los ejercicios individuales, quizás por eso la queja de Grace cobraba sentido. Nathaniel pretendía mantener al equipo alerta, ya habían tenido suficiente con la nevada y la cancelación de los deportes del internado, debían volver al ruedo así fuera para jugar unos con otros, cosa a la que Nate no le veía sentido alguno. —Vale, te lo recodaré, aunque mejor come algo ligero, no pesará tanto. Lo aprendí con la enfermera al entrar al internado.

Nate pone una mala cara, al parecer Ezra opinaba lo mismo, o por lo menos veía la situación y eso ya era suficiente. El moreno no era el único que pensaba que era una pérdida de tiempo practicar con las mismas personas todo el tiempo. Vivían en Escocia y quizás no tenían mucha variedad, pero alguna otra escuela debía haber, eso era seguro. Ese tipo de pensamientos desencadenaban más suposiciones en Nate que ya tenía suficiente con los últimos datos adquiridos del internado, datos que le hacían querer irse. —Si, lo sé, terrible—. Comenta con una mueca ladina mientras veía el suelo.

La pregunta de Ezra hace que alce la mirada, niega al momento. —No, por lo menos no en cuanto al equipo. Siento que por más cosas que busque para variar va a ser lo mismo. Sabes cómo juego, sé como juegas. Sabemos que Harrison es veloz, pero que en los laterales se complica, igual conozco las vías de Grace para anotar. Puedo fortalecerlos, pero me parece injusto que no podamos mostrar nuestro potencial. A lo mejor pienso que tengo un buen equipo y los escoceses nos patean a la primera—. Sonríe con cierto sarcasmo, estaba seguro de su equipo.

—Creo que... practicar, seguir practicando—. Finaliza como respuesta a la pregunta de su compañero. Se encoge de hombros, la sola idea le molestaba. —No creo que salgamos a jugar, a veces no creo que salgamos con facilidad de este lugar—. No lo decía por sus notas o "rebeldía", ahora que se daba cuenta se había escabullido del tema, no sabía si Ezra hacía lo mismo.

Ezra asintió tomando nota mentalmente del consejo que Nate le había dado para el próximo día, aunque sería difícil negarse a una buena ración de carbohidratos. Quizás si se saltaba el postre… Pero el postre era su parte favorita de la comida. También sería difícil decir que no a eso, o pedir una ración más pequeña. Después, por un momento se quedó con aire pensativo preguntándose qué fue lo que le pasó a Nathaniel durante sus primeros días. El escenario más lógico que pasó por su mente fue un problema de indigestión. Hasta ahora había tenido “suerte” (por así decirlo) pero definitivamente no quería comprobar por sí mismo qué pasaría si no siguiera el consejo de Nate. Así que se hizo a la idea de que tendría que comer más ligero a partir de ahora, o al menos intentarlo.

Luego escuchó a su compañero con atención mientas este hablaba. Tenía toda la razón y Ezra estaba totalmente de acuerdo con él. Sabían cómo jugaban cada uno, tanto que era predecible saber cuál iba a ser la jugada de tu compañero y contraatacar con facilidad, lo que hacía que el juego fuese más monótono y aburrido. Como excepción se podrían tomar los nuevos alumnos que habían entrado ese curso, pero estaban ya en marzo y durante el trascurso de ese año les había dado tiempo a aprender cuáles eran sus puntos fuertes y sus puntos débiles. Él también creía que era injusto no poder jugar contra otros equipos que no fueran del internado. Si lo que el internado no quería era tener un alumnado obeso, que añadiese más horas de educación física al horario y todo sería más fácil. Al menos eso pensaba Ezra.

Cuando al fin Nate terminó de hablar, Ezra soltó un suspiro. Sí, estaría bien salir de allí y jugar con otros equipos, con otros colegios, pero sabía que eso no iba a pasar.- El internado tiene su política y, aunque no la comparta y me parezca algo estricta y aislada, es lo que toca. Y bueno, tampoco es que nos tengan prisioneros. Es decir, una vez llegan las vacaciones, somos libres de irnos a casa si queremos. –Dijo encogiéndose de hombros. Se quedó mirando al chico, pensando si sus palabras iban más allá de un simple partido contra otro colegio o por la posibilidad de repetir curso, y si realmente Nate pensaba que los iban a retener allí contra su voluntad llegado el momento.

- Mira, si quieres, podemos proponérselo al señor Motka. Lo de organizar algún torneo con otros colegios, digo. Aunque no creo que acepte, pero no perdemos nada con preguntar, ¿no? –Sugirió después para intentar animar al chico y así desviar también los pensamientos que empezaban a formarse en su propia cabeza.

El soccer había sido la primera opción de Nate en cuanto tuvo que elegir un deporte que mantener dentro del internado. Ser capitan había sido su inspiración desde un inicio, lo había logrado y ahora quería cumplir sus promesas a como diera lugar, empezando por garantizarle a cada miembro los mejores partidos, encuentros y estrategias, quería ser un buen líder y quizás sus inseguridades de un pasado sirvieron para impulsarlo en el presente. No era perfecto, fallaba constantemente, Grace se lo recordaba siempre, pero aún así hacia todo lo que estuviese en sus manos para ayudar a los miembros del equipo y darles lo que se suponía que uno gana con el soccer, por lo menos lo que Nate entendía.

Nate entendía el punto de Ezra, las normas eran las normas. Tuerce los gestos porque es cierto, pero que fuera cierto no significa que fuese algo con lo que el chico estuviese de acuerdo, por lo menos no plenamente. El cuento de las vacaciones no lo ayudaba. Nate no regresaba a casa como otros chicos porque no tenía un sitio permanente al cual regresar y desde que había metido la pata con su tía consideró la opción de no volver, al menos por unos años, unos que se estaban extendiendo. Quizás esa sensación de encierro fuese por eso mismo, porque no había salido a respirar más de la cuenta como los alumnos normales del internado. —¿Y aquí? Hablo de cuando estamos en el Dunkelheit, por lo menos estos últimos días. ¿Te sientes libre?—. Creía que podía hablar del tema con Ezra.

Asiente, era lo más cuerdo, quizás por eso siempre prefería comentarle las cosas al chico, era quien calmaba un poco los humos de Nate y lo hacía entrar en razón. No creía que sirviera de mucho, pero no perdían nada. —No creo que sirva, pero si, podemos intentarlo. Podemos hablar un día con Motka y ver que dice o por lo menos sus razones. No creo que no existan otras escuelas cercanas aunque nunca he visto los alrededores en gran magnitud—. A medida que hablaba se daba cuento que sus propios argumentos no servían demasiado.

Cuando escuchó la pregunta, Ezra se quedó pensativo. Allí tenían el suficiente espacio como poder sentir que eran libres. Prácticamente estaban en medio de la nada, rodeados de naturaleza y podían respirar aire fresco. ¿Pero era eso todo lo que necesitaban para sentirse libres? Jamás había considerado esa pregunta porque qué significa exactamente ser libre. Qué condiciones han de darse para que uno se sienta libre. En casa siempre vivía bajo la mirada atenta de sus padres. No podía hacer nada sin el permiso de estos, no podía ir a ningún sitio sin avisar. En el internado, por otro lado, vivía bajo la mirada de los profesores y el personal. Si bien había conseguido deshacerte de cierta presión cuando llegó a Dunkelheit ya que sus padres no estaban para decirle continuamente lo que tenía que hacer y lo que no y, en cierto modo, se sentía más independiente, seguía sin sentirse totalmente libre. Y más desde que les habían prohibido andar fuera de sus dormitorios después de las nueve de la noche.

- Pues… Si te soy sincero, no. Pero creo que nunca me he sentido libre del todo ni creo que alguna vez me sienta así.- Contestó tras unos segundos. Empezaba a tener frío, ya que estaba en manga corta y las bajas temperaturas no ayudaban, así que aprovechó la pausa para sacar una sudadera de su bolsa de deporte y se la puso. Después, se sentó al lado del chico.- Lo que quiero decir es que siempre habrá algo o alguien que nos limite nuestra libertad. Ahora es la dirección del colegio, luego será nuestro jefe el día que consigamos un trabajo, el gobierno… Siempre habrá prohibiciones y siempre habrá alguien que nos diga lo que tenemos que hacer. –Aclaró mirando al chico. No quería desanimar al chaval, pero tampoco le iba a pintar el mundo de color de rosa para que luego se llevara una decepción.

Después, compuso una sonrisa algo más animado de que Nate hubiera aceptado la idea de preguntarle a Motka. Ezra ya daba por seguro de que el director se cerraría completamente en banda ante la idea y más con lo que estaba pasando. Pero al menos tendrían la oportunidad de preguntar el por qué no. Aun así, no desechó la posibilidad de que dijera que sí.- Hombre, cerca, cerca, dudo que haya alguna. Porque si no, ya nos hubieran hecho una visita. Pero existen cosas como los autobuses y los trenes. Además, con que consigamos traer a un par de escuelas sería suficiente, ¿no crees? Eso ya sería mejor que nada. –Dijo con cierta ilusión. Jamás había participado en una competición o algo por el estilo, así que la sola idea de que fuera posible lo tenía animado en un momento como ese.

Erza era un buen amigo, un chico en el que había aprendido a confiar con el paso del tiempo y que se había convertido en su mano derecha para los entrenamientos de soccer. Nate no tenía miedo de pedirle ayuda o que guiara al equipo de vez en cuando, sabía que lo haría muy bien y que, si Nathaniel llegaba a ausentarse por alguna razón u otra, tendría en cuenta a Ezra como su primera opción para suplantarlo. Nate empezaba a trazar un camino en esa conversación, un objetivo, porque sentía en el fondo que Ezra era una de las personas con las que podía hablar libremente de aquello que tanto le preocupaba.

Escucha al chico y se percata en ese momento de cuanto frío sentía. Las temperaturas en el internado escoses no ayudaban demasiado, pero Nate prefería no pensar en ello, aún sentía su musculación caliente por el entrenamiento y estaba un poco lejos de buscar una sudadera, lo dejaría solo para una emergencia o cuando empezara a titiritar, prefería quedarse quieto con la vista fija en el horizonte y todo el orden de ideas que estaba estableciendo en silencio.

Ezra no entendía su punto, o quizás sí, pero su amigo pensaba diferente a él y Nate necesitaba en ese caso explicarle el punto al que iba. —No, no me refiero a eso, es decir, no hablo de figuras superiores que estén encima todo el tiempo, creo que siempre las habrá y eso no me preocupa, por lo menos no mientras tengan un rol de líderes y no de dictadores. A lo que me refiero es que... con todo lo que está pasando en el internado me siento... encerrado, Ezra. No se trata de cosas mías, es que a veces pienso que en nuestro día a día estamos más encerrados de lo que pensamos. No soy el único que piensa lo de los otros equipos. Callie, Calliope Rohmer también, los chicos de Lacrosse quieren socializar con otros grupos y en todo el tiempo que llevamos aquí eso no se ha cumplido, que no me digan que es por falta de organización—. Bufa un poco frustrado.

La idea de su amigo era buena, sabía que lo proponía con todas las ganas de que se cumpliera, pero en el fondo Nate lo veía imposible, quizás por lo ciego que estaba y la manera en la que veía las cosas. James asiente y trata de esbozar una sonrisa, realmente no perdían mucho. —Si, podemos empezar con un par de escuelas en la propuesta. Pero quisiera que fueras tu quien hablara Ezra, creo que sabrías hacerlo muy bien—. Por no decir que a Nate seguro se le saldría algún comentario negativo.

Para Ezra, Nate no era solo un compañero de equipo más, también veía un amigo en él. Si bien la diferencia de edad o el haber crecido en entornos diferentes hacían que de vez en cuando tuvieran sus diferencias, Ezra pensaba que el chico tenía buen corazón y sabía que podía contar con él llegado el momento. Aunque Ezra ignoraba por completo que el sentimiento fuera mutuo y que Nate lo considerara su mano derecha. No ignoraba el hecho de que Nathaniel acudiese a él en busca consejo cuando lo necesitaba en lugar de a otro miembro del equipo, pero Ezra siempre había supuesto que era por el hecho de que era mayor y quizás más sabio.

-Ooooh. –Dijo una vez Nate hubo terminado de hablar, entendiendo al fin a qué se refería con esa sensación de encerramiento. Desde que había entrado al internado, había supuesto que el sentirse encerrado era normal, que era parte de la experiencia. En Oxford había asistido a un colegio público, por lo que siempre había dado por sentado que así eran los internados: incomunicación total con el mundo exterior, nada de relaciones con otros colegios... Y suerte que este era mixto.- No, eso no hay quien se lo trague. Han tenido años para poder organizarlo si hubieran querido… -Dijo aquello manteniendo el resto de su pensamientos callados y fijando la mirada en el campo. Cuando Ezra recibió su carta, sus padres intentaron buscar referencias del internado en Internet, ya que no iban a mandar a su hijo sin a un lugar desconocido, pero no encontraron nada. Tras aceptar, descubrieron que era una de las mejores instituciones. Todo internado era aislado en cierta forma, pero el secretismo con el que Dunkelheit vivía el paso de los años era de lo más extraño al parecer de Ezra. Si se calló fue porque pensó que no era el momento de conspiraciones. Y tampoco se sentía con ánimos para ello.

- Espera, ¿qué? –Dijo como respuesta a sus otras palabras, arqueando las cejas.- No, no. Eres el capitán, Nate. Deberías de hablar tú. –Añadió negando con la cabeza.- Yo puedo estar ahí para apoyarte y hablar si es necesario, pero tienes que ser tú quien lleve la voz cantante. –Dijo de forma sincera. No es que Ezra no creyese en sí mismo y que no pudiese hacerlo, sino todo lo contrario. Pero también creía que Nathaniel podía hacerlo igual de bien, o mejor, y pensaba que era su deber como capitán del equipo. Después, otra idea cruzó su mente. Sabía que no era muy buena y también sabía que cabía la posibilidad de que los demás no aceptaran, pero sería otra opción en caso de que Motka se negara completamente.- Oye, ¿crees que el equipo de Lacrosse estaría interesado en hacer un torneo con nosotros? Sé que no es nuestra especialidad, pero nosotros podríamos jugar lacrosse con ellos y ellos soccer con nosotros. Seríamos más y podríamos hacer varios equipos y, al no ser los mismos de siempre, tendríamos el factor sorpresa… -Intentó explicar, dándose cuenta de lo estúpido que sonaba en voz alta.- Solo sería en caso de que Motka diga que no. –Añadió encogiéndose de hombros, volviendo la mirada hacia Nate para ver qué opinaba él.-

Ahora que habían llegado al punto principal, Nate se daba cuenta de todo lo que había ignorado el tema, incluso desde que había pisado el internado. Sus aspiraciones a capitán del equipo eran inmediatas, pero Nathaniel sabía que, aunque fuese bueno en los deportes, ese era un trámite que llevaría tiempo y esfuerzo de su parte. Ser un líder para el equipo de soccer no era algo que él podía forjar de la noche a la mañana, era algo que tenía que demostrar, ahora que lo había hecho y que tenía el puesto a cuestas se daba cuenta de cuantos errores misteriosos se estaban cometiendo en su entorno y al mismo tiempo lo poco que él podía pasarlos por alto.

En un principio creía que lo mejor era fortalecer al equipo en su estructura interna, hacerlos jugar unos con otros era la mejor manera de que salieran a relucir las debilidades y fortalezas de cada miembro y así conocerse todos entre sí. Fue un buen punto hasta que la monotonía los atacó, hasta el punto que ya no sabían diferenciar si eso era normal o no. Nate había considerado la posibilidad de hablar con la directiva para que les permitieran jugar con otros equipos locales, todo bajo el margen de lo legal, pero los últimos acontecimientos en el internado le hacían pensar que no todo era tan normal como se lo planteaban y que quizás tuviesen problemas mayores que se relacionaran con todo el contexto que les rodeaba, después de todo nadie conocía el internado, no había información, todo lo que en un principio le pareció un atisbo de tranquilidad ahora se tornaba curioso, muy curioso.

Pone los ojos en blanco y masajea sus sienes, Nate tenía sus reservas con el profesor Motka y eso que le debía mucho, más de lo que pudiese admitir, pero él entraba en la lista de personas que ahora le causaban sospechas, no podía evitarlo. Sabía que era su deber y que no era bueno pasarle todo el peso de la responsabilidad a Ezra, pero tampoco podría hablar con serenidad sabiendo el peso que venía cargando desde hace meses. —Esta bien, pero necesito que me secundes las ideas, en lo que respecta a esto no creo que pueda hablar con toda la calma que tu llevas, Ez—. Admite con una curvatura ladina.

La idea de Ezra era buena, muy buena de hecho. Nate frunce el ceño y adquiere una expresión pensativa mientras junta sus manos y ve a un punto fijo de los alrededores. —Me agrada esa idea, en serio—. Admite mientras alza la mirada para ver a su amigo de nuevo. —Puedo hablar con Calliope y algunos chicos de lacrosse, podríamos hacer una junta entre ambos equipos y calcular si se puede hacer realidad, no creo que exista algún problema, somos todos de la escuela—. Nate se encoge de hombros, por alguna razón ya estaba planeando todo en su cabeza. —Podríamos hacer lo mismo por ellos, claro, tendríamos que tener antes una serie de entrenamientos, por lo menos lo básico. Podrías ayudarme con ello, Ezra, necesitaría varias personas que se dediquen al rol de entrenadores y estoy seguro que si se lo pido a Grace va a gritar la mayor parte del tiempo.

Un leve fruncir de ceño se asomó en el rostro de Ezra cuando escuchó que lo llamaba “Ez”. No estaba acostumbrado a que lo llamaran así, pero después dejó escapar una carcajada. Le había sonado tan extraño que le hizo gracia.- Claro. Descuida, capitán. –Le dijo dándole una palmada de confianza en la espalda. Si había una cosa que caracterizaba a Ezra, era que pocas veces dejaba salir su temperamento. Y, en cierto modo, el que Nate señalase esa cualidad (o al menos así clasificaba Ezra ese rasgo) hizo que un brillo de orgullo reluciese en los ojos del inglés, pues quizás esa era una de las pocas cosas que le gustaban de sí mismo.- Pero no sé qué te preocupa tanto. Lo peor que nos puede decir es que no. Y eso ya lo sabemos. –Para Ezra la tarea era simple: ir hasta el despacho del director, pedirle al Dr. Motka si podían formar un torneo con otras escuelas, pedir una explicación en caso de negación sin insistir demasiado y dependiendo del tono de la respuesta anterior, y después salir del despacho.- Creo que mientras no pierdas las formas, todo irá bien. –Añadió, con una ligera sonrisa ladina, pues sabía que podía pasar y, en el caso de que pasase, se podía armar una muy gorda aunque ya intentaría él evitarlo si lo viera venir.

La verdad es que no se esperó que a Nate le gustara la idea, ya que él mismo la había desechado en cuanto la había soltado por la boca, por lo que la sorpresa tiñó el rostro de Ezra. Pero si Nathaniel, como capitán y como un alumno que estaba igual de quemado que el resto de hacer siempre lo mismo, lo veía como una buena idea, no podría ser tan mala después de todo. – De acuerdo. Sí, quizás podríamos hablar con el equipo de Vóley y Atletismo también. Y ver quién estaría dispuesto… Porque no creo que todo el equipo se apunte o esté de acuerdo. Al fin y al cabo, si están en soccer, o el deporte que sea, será por algo. –Mientras hablaba, se frotaba las manos de vez en cuando, debido al frío. Ante el comentario de Grace, una sonrisa graciosa apareció en los labios de Ezra al imaginarse la posible escena.- Puedes contar conmigo.

Después se levantó del banco, ya que al estar parado empezaba a tener frío a pesar de haberse puesto la sudadera. No sabía cómo Nate podía estar tan tranquilo. A Ezra, su cuerpo le pedía movimiento, le pedía resguardarse en el internado, una ducha caliente que durara más de lo debido. Lo que daría él por una taza de té caliente ahora mismo.- Bueno, será mejor que recojamos todo esto y nos vayamos para dentro si no queremos entrar en estado de hipotermia. –Dijo, refiriéndose a los balones que tenían por allí y el montón de conos que utilizaban para entrenar y debían guardar.