Be carefull, be brave

Rose no era la mejor entre los deportistas del internado. Su estatura era media, su complexión delgada, se veía muy frágil a simple vista en comparación a otras personas, lo suyo era el ballet pero independientemente de eso tuvo que tomar una de las ramas deportivas que ofrecía la escuela así que, dadas sus condiciones, prefirió el atletismo, era donde menos contacto físico iba a tener. Lo que la castaña no esperaba que el deporte terminara por gustarle de esa manera. Rosie no era fanática pero si le servía para drenar mucho y llegar a interior de internado con una nueva dosis de aire puro en sus pulmones, se podía decir que asistía gustosa a los entrenamientos, tal como había hecho ese día luego del desayuno.

Había corrido varias vueltas, estaba cansada y aunque se tratara de Escocia, la castaña trataba de no usar el abrigo, se sentía encerrada. Tenía una coleta en lo alto, su frente estaba perlada de sudor y sus mejillas ruborizadas por la misma razón. Ella y dos compañeros más tendrían que competir, la pista era amplia así que parecía no haber problemas en ello. Cuando escuchan el silbato los tres estudiantes salen corriendo, tenían solo dos barreras de por medio lo cual no era mucho. Rosie pasa la primera y sigue con sus ojos claros fijos en su objetivo. Iba por la segunda cuando siente como el chico que iba en el medio, a su lado, se acerca peligrosamente aun corriendo. La chica se desconcentra y en lugar de saltar a tiempo termina cayendo en el suelo raspando profundamente su rodilla y algunos cortes superficiales en los brazos. El docente se acerca a ayudarla pero ella se niega, de seguro ya la conocían así que aconsejan que vaya a enfermería. Una de las chicas más pequeñas del lugar la acompaña y Rosie se relaja cuando ve que su acompañante no tiene interés en ayudarla, por lo menos no estando cerca.

Al llegar a la enfermería la chica se va, Rosie modula un "Gracias" pero esta ya se encuentra lejos. Una de las enfermeras sale un tanto preocupada y le ordena sentarse en la camilla. Mya lo hace y sube su pantalón hasta la rodilla donde tenía un corte profundo y algo sucio. La doctora se acerca con un algodón y algo que Rose cree es alcohol, se estaba inclinando para limpiar la herida primero cuando la castaña retrocede de alguna forma y pone su mano en alto indicando que se detenga. —Disculpe, yo puedo... yo sola, por favor—. Sus ojos azules están abiertos como platos. La enfermera insiste y cada vez más Rose va retrocediendo inventando excusas para ser ella quien se curara.

A veces no le gustaba hablar con las personas, vale, con las pocas a las que Rose trataba, más allá de tener que decirles cosas de su vida era porque en muchas oportunidades todos daban en el clavo con lo que ella debía hacer o no, especialmente Ophelia que tenía ventaja por ser docente y por ser adulta, además de una de las personas a la que Rose le tenía más confianza. Ella tenía razón, y aunque la castaña no lo dijera, estaba en lo cierto, especialmente porque Rosie era una de las personas que menos cosas tenía que perder, solo contaba a Wes en tal caso, pero ella no tenía una familia, tampoco bienes, solo estaba con su hermano y agradecía la vida en el internado porque siendo así podía decir que, de momento, tenía una cama y una cómoda habitación. Como decía la pelirroja solo así sabría los riesgos de la vida y no se quedaría con la curiosidad de las cosas que hubieran pasado si al menos lo hubiese intentado y no se hubiera negado antes. —Tienes razón, yo realmente no tengo mucho que perder—. Susurra más para ella que para la profesora.

Ella la escucha, Rose es testigo como los ojos de Ophelia viajan al pasado con una habilidad impresionante, incluso la sentía más allá que en el presente por eso no interviene ni dice uno de sus torpes comentarios porque cree que va a dañar la situación por completo. Ella se jactaba de conocerla pero en verdad ahora se daba cuenta que no sabía nada de ella, jamás se hubiera imaginado que una persona tan... buena como Ophelia se viera metida en un lío tan terrible, ¿matar a su propio hermano? Tenía razón al verse con el doctor, quizás esa fue la ayuda que le quisieron prestar en su momento a Rose pero que no fue precisamente la más indicada y por eso ahora la chica se mostraba negada a recibir algo más.

La entendía, como nadie, aún en su silencio la castaña podía asegurar que ambas eran como hermanas de causa porque era eso por lo que había pasado Rose, solo que peor, muchísimo peor. Rosie no era de tocar a las personas, aunque la torturaba más cuando la tocaban a ella, alza su mano y demora unos segundos antes de ponerla sobre el hombro de la docente, la quita de inmediato, es más de lo que podía soportar, pero si logra llamar su atención. Rosie traga fuerte y la ve a los ojos. —Yo te entiendo, Ophelia—. No era un simple comentario, en verdad la entendía, con todo su significado. Para cuando se da cuenta ya Rose juega con sus manos de nuevo. —Te entiendo completamente, a mí me pasó lo mismo... solo que esa vez... no fue mi hermano, fue mi papá.

Rose experimentó mucha pena por Ophelia durante unos breves segundos, no imaginaba que sería vivir un suceso así y aún seguir siendo tan buena y amable como era ella, tan dedicada a sus estudiantes y siempre lista para dar consejos o reprender si era necesario. Rose no imaginaba que ella hubiese vivido eso y aún tuviera la fuerza para vivir como vivía. Sin embargo esa pena desapareció de inmediato al momento que Rosie entendió que esas heridas ya habían cicatrizado, cicatrizado porque evidentemente la marca nunca desaparecía y siempre estaría ahí, seca o solamente como una forma clara que tendía a confundirse con la piel, pero ahí estaría. Ophelia tuvo ayuda, ella supo expresarse en cambio la castaña que estaba frente a los ojos de la docente no, ella nunca se había expresado con nadie y cuando creyó que tendría la oportunidad la llevaron a ese horrible psiquiátrico donde lo único bueno que pudo sacar fue Wes.

Agradeció que Ophelia no tuvo el valor de tocarla, aunque en ese momento lo que más deseaba Rose era un abrazo, sin embargo sus temores eran mayores. La chica se mantiene con la mirada ida, muy perdida. —Yo nunca pude hablarlo con nadie, Ophelia, ese es el detalle. Cuando creía que podía haberlo hecho, que había llegado al lugar adecuado, terminé en un psiquiátrico donde a todos nos hicieron daño, mucho daño.

Rose vuelve al pasado, el brillo se va de sus ojos pero ella no puede evitarlo, ¿había hecho lo correcto? Viéndolo como lo veía Ophelia si lo había hecho porque solo podía ver a una chica asustada que había sido abusada por su propio padre y que, si no lo detenía, acabaría por matarla. Sin embargo no podía huir de los sentimientos, era su padre, su propio padre. —Hice lo que tenía que hacer. Mi padre me odió desde que supo que mi mamá estaba embarazada, nos quedamos solos y él siempre se emborrachaba, llevaba hombres y mujeres a casa. La noche de mi cumpleaños había llegado a casa de la librería, solo podía ir a ese lugar.  Él y sus amigos me dijeron cosas muy feas al entrar. Corrí, recuerdo que me encerré en la habitación y todos se fueron, él entró luego de romper la puerta, me golpeó hasta que se cansó, ya no podía más, iba a matarme entonces... yo tomé una botella, las pintábamos en una de mis escuelas, era verde, verde esmeralda—. Sus ojos estaban perdidos en la puerta, ya la herida no le importaba. Rosie se da cuenta que había dado muchos rodeos para llegar a esa parte así que ve a Ophelia de nuevo. —Se me cayó, él se dio cuenta e iba a atacarme pero yo lo hice primero y luego toda la sangre me saltó encima, corrí hasta que la policía me encontró y luego acabé en el psiquiátrico, eso fue peor...—. Rose toma un descanso, aún sentía el peso en su pecho.

—Pero ahí conocí a Wes... él es... todo lo bueno, vine a este lugar porque él me lo pidió, por eso le rogué a la directora que lo pidiera a él también. Creemos que aquí todo... puede cambiar. Solo que no sé cómo reaccionaría el doctor al saber mi historia, no quiero tener problemas como en el psiquiátrico.

Rose no tuvo oportunidad de que la vieran mal, de que la juzgaran. Ya la chica estaba lejos del lugar del accidente cuando la policía la encontró, de hecho no hubo manera de asociarla con el crimen, la lluvia había borrado la sangre, estaba sucia por el barro del bosque, solo parecía ser una niña perdida que estaba lastimada, muy lastimada, la sociedad hizo que la miraran como eso y que no tuvieran ganas de estudiar más acerca de su caso. Sin embargo ella no pudo pasar por ese camino de vergüenza para luego ver la luz como en el caso de Ophelia, al contrario, el psiquiátrico fue mil veces peor, empeoró todo de un solo golpe. Solo ahora, en el internado, había encontrado la paz, sola y sin ayuda y ella no estaba segura de querer cambiar eso y volver a abrirle a alguien sus problemas, no siendo un doctor que podía dar un giro en todo lo que Rose pensaba y decía.

—Intenté comenzar de nuevo cuando llegué a este lugar. De cierto modo lo logré, creo, solo que no pensaba que... lo que sufro, se volviera tan grave, es como una barrera, como algo que me protege. Aquí estoy tranquila, no me importa la rutina porque sé que nada va a cambiar y así, en mi mundo estoy bien. Sé que muchos me dicen que eso no es bueno y que no estoy bien del todo, lo comprendo pero me da terror tener que volver a empezar y que algo salga mal—. Confiesa viendo a la profesora mientras mueve sus manos. Rose vuelve a bajar la mirada, ve la herida, tenía que terminar de curarla. La chica toma el polvito blanco que le faltaba y empieza a colocarlo de toques, su pantalón deportivo se llena un poco pero continúa hasta cubrir la abertura.

Al terminar, Rose coloca la medicina en la mesa, al final no había necesitado ayuda de la enfermera, lo había hecho por su cuenta y eso le gustaba. —Creo que... podría intentarlo, algún día—. Se encoge de hombros y ve a Ophelia con una sonrisa honesta, de poder abrazarla ya lo habría hecho. —Gracias por escucharme, en verdad, por quedarte aquí conmigo. Yo... no diré nada de lo que me dijiste.

Aún recordaba la primera vez que Wes la había abrazado. Rose no había hecho nada por evitarlo, desde luego, pero es que estaba tan asustada que su primera reacción fue quedarse quieta, completamente quieta sin poder moverse. Él era un niño, más bajo que ella, ahora parecía que iba creciendo cada vez más y que en cualquier momento pasaría a Rose. Wesley era un niño asustado, muy temeroso, llegó de la nada y la abrazó con fuerza, lo primero que experimentó la castaña fue un cosquilleo en su columna, su corazón acelerado, su piel fría y erizada, era como si la sangre se le hubiese ido del cuerpo para siempre. Luego sintió los latidos de Wes, su piel cálida, las lágrimas sobre el desgastado vestido que llevaba puesto, tardó unos segundos en poner una mano en su hombro, otros más en rodearlo, finalmente lo hizo porque ese chico era su corazón, era su vida, y por más inquieta que estuviera entre sus brazos ella tenía que ayudarlo. Luego se fue acostumbrando, poco a poco, realmente Wesley era el único que podía hacerlo, que podía rodearla de esa manera sin que ella tuviera miedo.

Ophelia tenía razón. A Rose le gustaba ayudar a las personas y su problema la limitaba demasiado. Muchas veces la castaña había sentido ganas de un abrazo, de un beso en su frente, de unas palabras de ánimo, nunca lo había conseguido por ella misma, por su problema. A veces, como ese momento, quería hacer lo mismo, por ejemplo con Ophelia, quería darle una palmada suave en el brazo, abrazarla en cuanto ella expresó su dolor, pero no podía, no porque no fuera capaz sino porque temía que hicieran lo mismo con ella. —Tienes razón—. Aseguró aunque no fuera fácil, especialmente porque la acción sería peor y ella aún veía lejos los días para ir a donde el doctor de internado.

Rose asiente, dándole a entender que nunca dirá nada, ella quería mucho a Ophelia, no podría hacerle algo así. —Si, sé que puedo contar contigo, créeme que lo sé—. Aunque fuera mayor que ella, Rosie sabía que podía confiar en la pelirroja con los ojos cerrados. Sonríe un poco más con el asunto de la enfermera, le extrañaba que no hubiese llegado con sus gritos habituales pero ya ella estaba curada y Ophelia se iría pronto. Rose se estaba bajando de la camilla para guardar todo e irse cuando Ophelia se volteó y le dijo esas palabras. La chica se quedó callada, solo la vio con sus ojos azules y sonrío con honestidad, finalmente alzó su mano y la dejó ir.

Rose no tardó en ordenar las cosas, su rodilla ardía así que tiene que caminar lento hasta la salida, vigila que la enfermera no esté por llegar y decide ir a su habitación, después de todo las órdenes habían sido que se curara y guardara un poco de reposo.