Day after day

Privado.

Creo que estoy atrapado en el día de la Marmota. El tiempo me urge lentísimo, cómo si los días fueran exactamente igual, y los sucesos transcurriesen en uno eterno. No termina. Es infinito e inacabable. Parece que todo esto siguiese siendo parte de una pesadilla, la cual perdurará indefinidamente. Cada mañana cuando me despierto: Oigo crujir mis huesos al estirarme, los pies me son cadenas que se arrastran al piso, cuando me contemplo en el espejo encuentro pintada en mi cara una sonrisa de Daniel, el travieso. Una de ésas sonrisas que evocas delante de un pariente lejano que no conoces para mantenerlo contento, pero, sólo quieres mantener contento a tu madre y no defraudarla.

¿Despertaré alguna vez, o, está es la realidad y allí afuera es una ficción? Si en realidad la realidad que creo real, no es tan real como quisiera creer en realidad, ¿será qué éste es nuestra única salvación pese a que nos exterminen uno por uno como rebaño para carnicería? ¿Cuán cierto cree estar el culpable para necesitar exterminarnos sin motivos superficiales? ¿Qué perfil tiene? ¿Es tan sicótico que su verdad absoluta es más importante? ¿Es qué acaso somos juguetes para él, ella o cosa? ¿Será un fiel devoto a Dios, y su dedicación es tan grande, que nos ve a todos como culpables de nuestros demonios?

Tengo demonios, muy hondos en mí, Brian. Me asustan. Me despiertan en la noche y me susurran en el oído. No, no soy esquizofrénico. Sólo son recuerdos. Recuerdos de una madre que lloraba por que su marido venia con una camisa bañada en sangre, recuerdos de un hermano prepotente y cruel intentando arruinar mi vida, recuerdos de una prometida que tuve que alejar de mí a la fuerza, porque eran capaces de lastimarla. Pero la lastimé… Y me lastimé. Sangré también.

¿Podré protegerlos? ¿De verdad, me importan siquiera? Me lo he estado preguntando desde aquél día. Los conozco y no lo suficiente. Me conocen, y tampoco lo suficiente. He descubierto que la mitad quizás me odia, y la otra mitad, simplemente no me escucha o no me apoya.

Entonces...
—¿Cómo puedo protegerlos si dudo de mí?

Sé que la biblioteca estaba a punto de cerrar, pero necesito estar a solas contigo y no me equivoco cuando creo que vas a escucharme con sinceridad. Te miró, con una fijeza extraordinariamente impávida, elevé la barbilla y palpé mi labio mientras detenía cada atención que tuvieras sobre lo que hicieras ahora mismo.

Necesito a un amigo, y a un verdadero hermano.

—E intentado no descomponerme, y sin embargo, creo que me estoy pudriendo. Cómo él, pero él ya estaba podrido de nacimiento. No quiero ser acabar como mi hermano, y es un miedo que he descubierto el primero de abril. ¿De verdad he matado a ésa niña? ¿Fue mi culpa? No lo creo pero sí creo que, no me siento suficientemente triste sino enojado. ¿Enojado con qué? ¿De mí o de ella?

Mis ojos se mecían al compás sobre tu rostro, mientras que mis gestos se contemplan con un titubeo inquieto.
—Sophia me votó porque no había otra opción. No había otro adulto a parte de mí. Su voto no cuenta. —Mi pecho se encogió de amargura—. Pero el tuyo sí, Brian. Es la única prueba que tengo en la que me dice que alguien sí me cree, que confía en mí… Yo estoy perdiendo mi confianza. Creí que era un buen profesor, creí que demostré más de una vez apoyarlos y aún así, ¿tan patético soy qué ni para líder me ven capaz?

Publicado por Donald F. Wells Vie Jul 29, 2016 12:59 pm

Aquel día, Brian Downer tomó su viejo cuaderno de tapa dura, negra y algo gastada, y se recostó boca arriba en la cama, esa que, noche tras noche, guardaba en silencio sus miedos más profundos.

Leyó las hojas que creía eran secretas. Creía, porque después de todo parecía ser que en ese internado solo los secretos venían de un solo lado. ¿Acaso él tenía secretos? ¿Secretos verdaderos? ¿Secretos que temer?

Repasó las anotaciones de sus hojas para no olvidar. Ese alumno muerto, esa alumna desaparecida, esa amiga asesinada en frente de sus ojos.

Sus ojos blancos.

Ophelia cayendo una y otra vez al suelo, adornada con un halo de luz por la mañana, y unas finas gotas color escarlata que caían como ella, al olvido.

Una y otra, y otra, y otra vez. Soñaba eso, despierto y dormido. La veía, creía que si... tan sólo hubiese actuado diferente.

¿Acaso se culpaba de su muerte?

Y allí apareció la respuesta que hacía días lo atormentaba.

Si.

Se culpaba.

Dejó el diario donde siempre, la parte oculta así debía seguir, porque después de todo, él también tenía sus propios monstruos.

* * *

¿Cómo se miraba a los ojos a un amigo que sufría sin sentir que su dolor es el propio? Guardó cada palabra que Duck le confesó bajo siete llaves, y a pesar que su memoria a veces le fallase, había momentos que se guardaban en el alma.

Como este. El encuentro cercano de dos amigos. De esos de verdad, que sólo cuentas con una mano.

—A veces, nos hacemos una coraza que nos termina destruyendo, Duck.

Lo miró de nuevo, espiando sus rasgos, sus manos, la postura que adoptaba cada tanto.

—Espero que me creas en lo que estoy a punto de contarte: una votación es eso nada más. No te limita, no te retiene, no te deja olvidado en el fondo del lago. No la necesitas para ser quien eres, lo sé. Te conozco. Y sé porque todo esto te tiene tan mal, pero eres más fuerte que yo y sabes que no puedes dejarte vencer por eso. ¿Acaso ellos te conocen en verdad? ¿Acaso tu conoces a Sophia? Ella puede ser una buena líder, Duck. Pero la vida no se compone de quién tenga un título en la frente. ¿Lo sabes verdad?

Miró a un costado, algunos alumnos a lo lejos hablaban.

—Yo sé que tú —lo señaló con el dedo. —harás grandes cosas si dejas de lado los miedos. Tienes las ganas, la inventiva, el coraje, eres inteligente, precavido, algo osado, ¿qué más quieres?

Le sonrió, recostándose un poco en la silla que lo cargaba.

—Tienes todo para ayudar, hazlo, Duck.

Publicado por Brian Downer Vie Jul 29, 2016 2:32 pm

Privado.

Quisiera apoyar tu razonamiento. Quisiera… No puedo. Una lucha interior la siento desde la boca del estómago, y sube rápidamente a mi cerebro. Es una explosión. Un odio por quién soy, por quién quise ser, y lo que deseé que los demás querían de mí. Quizás mi padre tenía razón en una cosa: Su hijo menor es quién nació para triunfar, mientras que yo, seguiré atrapado en una burbuja de fracaso.

—Sé que el título no es lo importante. No me importaba ser líder más que probarme. No quería creerlo, pero lo he comprobado. ¿Has visto la diferencia de votos? Es acojonante, y eso no me hace sentir bien, no esperaba ganar. Pero no esperaba eso. Si el pueblo escoge a quién ve más fiable, no puedo culparlos, cómo tampoco puedo culparlos si mi expresión llegase a verse como Jack Nicholson en “El Resplandor.” ¿Y has visto como Isak me repudia? ¿Crees qué eso no apoya más mi idea sobre qué no me ven como alguien de autoridad diga lo que diga, o haga lo que haga? Aquél día le di aliento, a cambio me ofreció una puñalada.

Froté mis manos con ansias, deseaba sentarme; al mismo tiempo, no. Quería aplastar mi culo y mantenerme quieto en la comodidad de una silla, pero no soporto la idea de quedarme plantado y echar raíces, mientras te hablo frente a frente. Caminé. Observe mis zapatos y después volví a dirigirme a ti, cómo si fueras un cura, un psicólogo, pero más importante: A alguien a quién puedo permitir ver mi alma sin ropas.

—Yo sé que tú —¿yo?—, harás grandes cosas si dejas de lado los miedos. —Suenas a mí abuelo. Te falta la pipa y el periódico—. Tienes las ganas, la inventiva, el coraje, eres inteligente, precavido, algo osado, ¿qué más quieres? —¿Intentas seducirme? No sé, funciona un poco, ¿sabes? Ladeé el rostro, tenía resplandor de esperanza, se evaporó en segundos cuando arqueé mis cejas.

—No sé cómo ayudar, ni porque debería ayudar si cada vez que lo intento me muerden. Ése es mi problema. Comienzo a creer que si lo hago, haría todo en vano, y nadie me diría: Gracias por estar ahí. No obstante, tú y Violet, me han demostrado que son seres preciosos. Bondadosos, amables y cálidos, pues toda mi vida he tenido que soportar un peso bastante enorme ante tantas traiciones. Mis padres se divorciaron, y poco tiempo después me independicé, por ello siempre estuve solo, ¿entiendes? Fue mi decisión, aunque esta vez no quiero estarlo. Me siento inseguro de mí, y lo que podría llegar a hacer si pusiera mis manos en el culpable. Me transformaría en un monstruo y no quiero serlo.

Me acerqué a ti, y puse mi mano en tu hombro.
—Quiero apoyarte del mismo modo que lo haces conmigo, ¿entiendes? Llores también en mi hombro. No sé cuánto significaba Ophelia para ti, pero a todos nos destroza la pérdida de alguien. Nos hace odiar, y aún peor, desconfiar.

Mis ojos se cristalizaron. Dude, éstas cosas me emocionan como una adolescente viendo "Bajo la misma Estrella". Sonreí con sinceridad, leve, natural:— Gracias.

Off— me llegó al corazón <3

Publicado por Donald F. Wells Vie Jul 29, 2016 3:23 pm

Si, había visto la diferencia de votos, quizá a él también le había sorprendido un poco. Pero luego optó por no juzgar, después de todo, era lo que le había traído las mejores fortunas en su vida.

—Es un niño, Duck. No puedes culparte por eso. Sabes que a esa edad, de cambios, todos culpamos a todos, incluso a los padres, quienes en general son los que hacen lo mejor por uno. En general... —terminó en un susurro. Sabía que no todos tenían la suerte de haber tenido una familia como la suya, pero aún así si no hubo un padre, hubo alguien en el norte preocupándose por ellos.

Su mirada corría tras los pasos de su amigo. Deseaba tener el poder de controlarle aunque sea un poco, mostrarle que no todo estaba perdido y que sabía que sus intenciones eran verdaderas y honestas.

—No creo que todos los líderes de una liberación hayan sido buenos y cálidos, la verdad, a veces parece todo lo contrario. ¿Tu crees que yo estoy seguro de mi? Olvídalo. Creo que nunca lo estaré. ¿Quién si? ¿Quién carece de miedo? ¿Quién no quiera cambiar algo de si? Los mejores líderes son humanos, humanos con defectos, Duck. Tú los tienes, yo los tengo.

La mano que rozó su hombro le desequilibró un poco. Peor cuando decidió poner sus mirada en la de él. El corazón se estrujó, las puntas de sus pies se contrajeron y un nudo en la garganta le obligó a tragar aire.

¡POR DIOS! ¿Hacía cuanto que no lloraba? Recordó la muerte de Ophelia. ¿Había llorado allí? No, ¿verdad? ¿Acaso tenía la fuerza para hacerlo?

Resopló un poco, y sonrió, apoyando su mano en la de él: —Gracias, también, amigo. Sabes... cuando uno se siente verdaderamente mal, cuando la vida realmente nos golpea, no hay palabras de consuelo que nos salven. Ni las que vienen de aquellos que más apreciamos. No puedo decirte nada que te haga sentir mejor, tampoco me esforzaré demasiado, tampoco funcionaría conmigo.

Se paró repentinamente de la silla, para ahora ser él quien apoyase su mano en su hombro: —Lo mejor que puedo hacer es acompañarte, lado a lado, en tu lucha. Acompañarte, Duck.

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A mi también ♥

Publicado por Brian Downer Lun Ago 01, 2016 7:01 pm

Privado.

Eres ése tipo de persona en la que puedes contar para lo que sea. Sabes escuchar. No juzgas. Eres moralmente correcto y harías lo que fuese por tus allegados. Quieres de verdad, muy profundo… Hasta las entrañas. Comprendes y simpatizas hasta la más diminuta criatura. ¿Quién podría odiarte, Brian? Yo no. He confiado siempre en tu juicio, en aceptar tus consejos cuando necesité leer un buen libro, te descubrí apilado en trabajo pero eso no impidió que habláramos por un buen par de horas hasta perder la noción del tiempo. Parecíamos adolescentes cuando estamos juntos, o mejor decir, niños divirtiéndonos… Pero ahora no nos comportamos como niños.
Nos comportamos como adultos.
Enfocándonos en el bien del prójimo pese a tener infinidad de dudas. Sí. Tengo defectos. Sí. También tienes defectos. Y esto hace recordar lo frágiles que podemos llegar a hacer, lo débiles que somos si cojeamos ante la menor duda y fallo. Además, comenzaba a creer que descargarnos delante del uno y del otro, afianza más nuestra relación.
—Lo mejor que puedo hacer es acompañarte, lado a lado, en tu lucha. Acompañarte, Duck.
—¿Sabes cuál la otra razón de por qué quería ser líder? Por ti, Brian. Me impulsé para luchar codo con codo; apoyarte y estar ahí para ti; que supieras que no iba a abandonarte pese a las adversidades que suceden aquí. Tú me has incentivado, porque sabemos que trabajamos en armonía. Nos entendemos, conocemos nuestros códigos y nuestras señas. No tengo nada en contra de la nueva líder, Brian, pero a veces, cuando te apoya alguien que te conoce tan bien: Te entregas más, sabrás que su opinión es sincera y no está en el bando equivocado.

Relajado añadí:
—Sé que confías en mí, más de lo que pude creer. Tampoco te voy a pedir algo que no puedas hacer. Sé que siempre fuiste reservado en sentimientos —me reí—: Que sepas que no es mi lucha. Es nuestra, Watson. La de ellos también —expresé regocijo, y caminé hacia la salida—. Ven, te invito a beber algo. Debes estar cansado de oírme parlotear.

Publicado por Donald F. Wells Vie Ago 05, 2016 1:40 am

Las personas lejos de ellos seguían el rumbo de sus vidas, y él podía observarlos, espiarlos, como si su presencia no existiese. A veces se sentía un simple espectador, de una película que pronto acabaría. Quería regresar a su antigua vida, esa donde las preocupaciones eran si tal o cual libro había llegado, si ese alumno había devuelto el tomo prestado, o si sus amigos y familiares eran felices.

Hacía tanto no sabía de su familia, sus padres, su hermano. Pensó en Lucas, su sonrisa, su forma de ser. Se sonrió para dentro, mientras oía hablar a Duck, quién también podía llamarse hermano.

—Y eso harás, Duck. Nada te detiene a ayudarme en La Organización, en la vida. Hay personas que ayudan más a otras que el presidente de turno, y no quedan en ningún libro de historia. Por ejemplo, mi madre todas las Navidades organizaba comidas en nuestra casa para los menos afortunados, y todo el barrio aportaba su granito de arena. Pero ella no era ninguna política, tampoco creo que algún alcalde supiese su nombre. Pero sabes qué... en el barrio la adoran. Todos saben lo que hace y es quién es, sin importarle el qué dirán. Ella impactó en la vida de alguien tocando el corazón sin interés, eso es lo que tu haces también. Ten un poco más de autoestima, Duck. Y mira quién te lo dice, un simple bibliotecario, tímido y callado.

Sacó la mano de su hombro, para ahora pasar su brazo por el cuello y asentirle ante sus últimas palabras: —Ya me conoces, soy el tímido Brian, por eso me gusta ser tu amigo, eres alguien desinhibido, sin dudas seductor. Jaja, y no, no me refiero a Violet, digo en general —se sonrió de costado, un tanto pícaro. —Nuestra lucha, Sherlock, de eso no me cabe ninguna duda.

Apretó un poco con el brazo, el torso de su amigo y lo soltó para caminar, alejándose tres pasos: —Vamos, quizá y hasta podemos encontrar algo fuerte. No me gusta, pero nunca está de más intentarlo. Y no te salvarás de contarme sobre ella, ¿crees que no lo he notado?

Empezó a caminar hacia la salida, sonriendo.

Esa magia de la amistad, ¿verdad? Sacando sonrisas entre las tinieblas, recordando como se oyen las risas en un mundo sumido en la desgracia.

Publicado por Brian Downer Vie Ago 05, 2016 11:55 am

Privado.

Tus palabras son un ungüento, pasándolas sobre la superficie de heridas que no terminan de cicatrizar. Estoy herido y apaleado. Las adversidades de la vida golpearon a mi puerta y aunque no las haya dejado entrar, resultaron ser violentas.

Mi madre creyó que al lado tenia un encantador príncipe, que pese a sus trapos sucios, habría un final feliz para todos. No es así. Recuerdo que la noche anterior a la separación, las discusiones se tornaron turbulentas. Temblaba la casa. Cada pilar absorbía ruido, y entonces, a la mañana siguiente él, mi padre, le dejó los papeles del divorcio, llevándose mi hermano a California. Lloró, y fui el único allí para abrazarla, susurrarle que era mejor así. Siquiera su familia estaba dispuesta a perdonar: Que se casó con el cabecilla de una mafia mexicana porque éste prometió volverla una reconocida actriz a nivel nacional. ¿Cómo podía culparla yo? Me engendró. No puedo odiarla. Me amó desde que abrí los ojos y me amará hasta que se muera.

—Vamos, quizá y hasta podemos encontrar algo fuerte. —Ojala. Pero aquí no hay ni una gota de cerveza—: No me gusta, pero nunca está de más intentarlo —¡Bah! Prohibieron lo mejor—: Y no te salvarás de contarme sobre ella. —¿Quién? ¿Mi madre? ¿Mi ex? ¿Mi abuela? Expresé absoluta confusión, no te entiendo, bro—: ¿Crees que no lo he notado? —¿Notar qué? Si tuviera un espejo ahora mismo intentaría mirarme en él e intentaría comprender lo que notas tú.

Lo pensé por otro segundo—: ¿Violet? —¿Qué pasa con ella?—: No es lo que crees. —Y no, no es lo que estás pensando, siquiera mi rostro dudo de mis palabras. Eran seguras, firmes. Caminé por los pasillos—: Es… —¿Alguna vez te he dicho que escribo?—: Como una…—resoplé, sonaba ridículo—: Musa. Ya sabes, ésa tontería de los artistas.
Me rasqué la barbilla:
—Nunca te dije que soy escritor, ¿verdad?

[...]

Entré directamente a la cocina luego de recorrer gran parte de los pasillos. Revolví las estanterías a una velocidad urgente, miré la mesa y las sillas presumiendo su barnizado, y luego te observo al pensar en—: ¿Te apetece café, té o cocoa?

Publicado por Donald F. Wells Lun Ago 15, 2016 3:16 pm

¿Violet? ¿Una musa? Lo miró sorprendido, sonriendo sin ocultarlo. Casi soltaba una risa, pero aguantó. —No sabía que aún existían tales cosas, musas... no les dicen... de otra manera, ¿ahora?

Volvió a sonreírse, golpeando el hombro de su amigo un par de veces.

—¿Escritor? Creo que... una vez lo mencionaste. Pero no, no sabía. Vaya, cada día me sorprendes más, Duck. Cuéntame, ¿qué escribes?

Daba unos pasos mirando hacia adelante, y otros mirando al costado.

—¡Ah! Escribes y ella es tu musa, entiendo. Té, un té por favor.

Dijo, entrando a la cocina, saludando con la vista al resto de los presentes. Se arrimó a su amigo, para abrir una alacena y extraer de ellas un paquete abierto de galletas. —Y esto —sonrió. Tomó dos tazas, y un par de cucharas de un cajón, ubicándolas al lado suyo.

—Bien, cuéntame amigo. Hablemos un poco de las cosas que nos hacen felices.

El resto de los presentes estaban algo alejados, y dos de los profesores se retiraron saludando. Apenas quedaban dos señoras de la limpieza en una esquina, a quienes Brian saludó con la mano. Él saludaba a todos, así apenas recordase su nombre. No dañaba a la salud ser amable y atento, muy por el contrario, alimentaba al espíritu.

Se arrimó a una de las sillas y se sentó, apoyando el paquete abierto en el centro de la mesa. La luz del sol entraba curiosa. Palpó con los dedos al aire que iluminaba las partículas que flotaban a su alrededor. Lo que hacía sentirse bien, sentirse querido: se estaba olvidando dónde se encontraba, se olvidaba del dolor, de la sangre, de las pesadillas a media noche. Miró al rincón donde Donald se hallaba preparando las bebidas.

Todo saldrá bien, amigo. Te prometo que lo intentaré, pensó. Intentaría salir adelante, empujando juntos. ¿Qué otra manera había de luchar si no era codo a codo?

Publicado por Brian Downer Vie Ago 19, 2016 3:39 pm

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