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Era fin de semana y, como era habitual, Rose no tenía ninguna especie de plan interesante. No sabía nada de Brennan, tampoco de Callie, Wes seguramente tendría algún plan ya que no la había contactado días antes y, con todos los sucesos recientes del internado, quizás fuese una buena oportunidad para que Rose tomara un respiro en solitario, su mente se lo reclamaba. La castaña aprovecha la hora de la tarde para levantarse de la cama, se viste de manera apropiada para evitar el frío y saca sus cabellos del abrigo antes de salir, tenía una idea de lo que quería hacer solo que esperaba que nadie del personal estuviera ahí para verla o para darle un buen regaño.

La castaña baja las escaleras y camina al ala este del internado, tiene que frotarse un poco los brazos cuando el frío penetra su cuerpo, no se acostumbraba aún a las bajas temperaturas y, aunque le gustaba, todo la había tomado de sorpresa. Rosie apura sus pasos y camina a las cocinas, sus pasos se tornan un poco más lento cuando se acerca pero no escucha ruido así que supone que no había nadie. "Perfecto". La chica no puede evitar sonreír cuando entra a las cocinas y se da cuenta de que su plan funcionó de maravilla, no había nadie, tenía la cocina para sí sola y para poder inventar cualquier cosa.

Rose no podía criticar la comida del internado, no era tan mala de hecho, sin embargo comer siempre lo mismo la obstinaba un poco, tenían una alimentación un poco estricta. La chica de ojos azules ve a su alrededor, todo estaba limpio y muy ordenado, seguro a Wes le gustaría. Rose sonríe y se quita el abrigo dejándolo sobre una pequeña mesa central, se levanta las mangas y sigue buscando algo que hacer. La chica no tenía antojo de algo salado ni pesado así que opta por hacer algo sencillo y dulce; unas galletas con chispas parecieron ser la mejor opción. Las del internado siempre le gustaron sin embargo a veces estaban un tanto duras o no tenían la suficiente cantidad de chispas, ese día Rose estaba dispuesta a hacer unas mejores.

La castaña pone manos a la obra, empieza a sacar los ingredientes y los pone sobre la mesa uno al lado del otro, luego busca un recipiente hondo de cristal y abre los estantes uno por uno buscando tazas con medidas, al parecer no había, tendría que usar las comunes y hacer todo según el porcentaje de su ojo crítico. Antes de empezar, Rose ata sus cabellos improvisando un recogido con sus mismas hebras, no queda tan fuerte pero sería suficiente para empezar. Mientras abre los ingredientes tararea una canción, una cuyo nombre no sabía pero, casualmente, se la sabía de memoria.  

Rose no tenía una respuesta muy clara para aquel comentario de Jack en particular. Su rutina era tan inestable como su vida. Probablemente un día libre o hasta un par de horas sin clases serían bien aprovechadas por los estudiantes comunes que albergaba el internado, sin embargo ella prefería en ese tiempo hacer las cosas más atípicas que pasaran por su cabeza. Rose no se encontraba con sus amistades, tampoco dormía toda una tarde, sus deberes siempre estaban listos por lo que esa no era una opción, en fin, la chica de ojos azules hacía cualquier cosa que se le pasara por la cabeza y, en ocasiones como esa, solían ser ideas muy fuera de lugar. Había acabado un sábado en las cocinas, preparando galletas a espalda de las cocineras reales de internado que, seguramente, en ese momento estarían durmiendo. —Seguramente ella estaría de acuerdo contigo y vería todo esto muy raro. Pero no te preocupes, no es la primera vez que me dicen algo similar—. Rose hace un gesto con la mano y le quita importancia al asunto.

Rose observa como Jack intenta perfeccionar la posición de lo que había comido, como si esperara que nada se diera cuenta de esa parte de la historia. No puede evitar sonreír, ella también lo había hecho las primeras veces que asistió a la cocina en busca de algo interesante que hacer. —En verdad no tienes que preocuparte. No es la primera vez que vengo y nunca me han descubierto, te puedo asegurar que dejo todo en el sitio que no es—. Afirma. Ya no le preocupaba el asunto del orden aunque si su hermano hubiese estado con ella no opinaría lo mismo.

Era solo un decir a lo que se había referido pero no dice nada y decide escucharlo sin interrumpir. Rose no pensó que su comentario generara tanta profundidad para el chico pero al parecer si lo hizo y fue un error utilizar toda aquella comparación de dos buenos amigos en una proyección que apenas recordaba. La segunda parte la hace relajarse hasta el punto que la chica se siente en total libertad de suavizar sus gestos y poder sonreír de nuevo con esa calidez que tanto la caracterizaba. —Lo tendré en cuenta. Ni aunque quisiera podría comerme todas esas galletas yo sola, te lo aseguro—. Ella generalmente se comía tres, nunca más. Rose se empalagaba con una facilidad increíble.

Rose intenta hacer de cuentas que no lo había visto pero no es sencillo y aguanta la risa al darse cuenta que el chico parecía un ladrón, un pequeño ladrón que hurta la comida que le gusta sabiendo que si eso dependía del internado todo se vería considerablemente reducido. Él decide despedirse y ella asiente ante lo que dice —Gracias, Jack,  yo también espero que aparezca—. Comenta con amabilidad. Rose hace un gesto con su mano cuando lo ve partir y regresa al horno.

Ya había pasado el tiempo estipulado y las galletas olían realmente bien, habían quedado de un color crema pálido, no muy cocinadas ni crudas, le encantaba y seguramente a los chicos le gustarían. Rose se pone protección en las manos y se inclina para sacarlas. Solo tiene que esperar un poco para meterlas en un bowl de vidrio, lo devolvería esa noche cuando ella y su hermano acabaran con las galletas, trataría de dejarle a Brennan, o a Callie incluso. Debía pasar tiempo con Wes, hace tiempo que lo había abandonado y no podía permitirse eso.

Rose deja todo en su sitio y se abriga de nuevo antes de salir, hacía frío y tiene que caminar con un paso rápido si no quería congelarse en ese instante.