South Of Hell || Élite

Santa Carla, a simple vista, una ciudad californiana más. Con una playa famosa en todo el Estado, una feria que se encuentra en el paseo marítimo de madera y donde se hallan espectáculos de todo tipo y de todas partes del mundo, una arquitectura típicamente californiana... Sólo los que presten atención a ese cartel que se pasa muy rápido con el coche y miren hacia atrás verán la cruda verdad que algún atrevido loco pintarrajeó tras el signo de bienvenida: “capital mundial del asesinato.”

¿Piensas que es exagerado? Ahí es donde te equivocas. Si pones bien el olfato, sólo su nombre ya rezuma un aroma particular a pecado, a vicio y a corrupción pese a su supuesta santidad. Por el día todo es el tópico del Espíritu Americano pero por la noche salen los demonios a pasear allí donde tienen su campo de juego preferido: la ciudad. Se trata del campo de juego de una guerra entre mafias, un conflicto por el poder en el que todos los habitantes están, de una forma u otra, metidos hasta el cuello. Y tú, desde luego, también.

Desde que entras aquí, todo cambiará para ti. ¿Sexo, drogas y rock n' roll? No, amigo, eso no es lo peor que puedes encontrar en Santa Carla. En la ciudad, tus peores pesadillas se hacen realidad al ritmo de ETS, sobredosis y rugidos furiosos de todos aquellos que han visto cómo sus almas se corrompían bajo el amparo de la santa, porque aquí nadie está seguro de la ira del hampa... de cualquiera de ellas. Y existen varias disputándose el dominio de los distintos barrios. Casi a diario aparece el cuerpo de alguna persona que ha pasado a mejor vida en las calles, y tú podrías ser el siguiente. Los policías deben luchar para intentar mantener el orden de esta ciudad sin más ley que la corrupción y el crimen.

Que el ayuntamiento no te engañe: las autoridades estatales han abandonado Santa Carla desde hace mucho, muchísimo tiempo, y han dejado que se apañen como puedan los habitantes de esta ciudad de nombre angelical, sobre todo los policías... los pocos limpios que quedan. Tachados de traidores y cobardes, son enemigos públicos cuando, en teoría, deberían ser héroes de esta auténtica ciudad sin normas donde impera la ley del más fuerte. Ya sabes: devorar o ser devorado. Y lo más seguro es que, al final, se sea devorado. Así que ahora ya sólo falta tu elección: ¿te atreves a visitar la capital mundial del asesinato y el crimen o preferirás optar por la opción aburrida pero segura? Vamos, Santa Carla no muerde... Eso sólo lo hacen sus habitantes.

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