Breaking the silence

En el internado se había extendido una “moda” entre profesores que Jack no se veía capacitado para compartir, aunque pusiera empeño. Por si te quedan dudas no, no lo intentaba siquiera. En su cabeza no cabía la idea de que un adulto decidiera castigar a sus alumnos más revoltosos en una biblioteca -templo del saber y del silencio- los sábados por la mañana, donde no hacían otra cosa que molestar a quienes trataban de estudiar. Si querían imponerles una buena penitencia, veía más adecuado que los hicieran limpiar las lápidas del cementerio a lametones. Seguro que resultaba mucho más efectivo a la hora de domar sus caracteres revoltosos.

El muchacho se había despertado tan temprano que las cortinas de la mayor parte de los corredores continuaban corridas. Abandonó su cuarto entre bostezos y se arrastró más que caminó hasta la biblioteca de la planta superior, ya que solía estar menos concurrida que la principal. Tras saludar al hombre que ocupaba el lugar detrás del mostrador, pues Jack trataba de ser agradable con cualquier superior suyo, comenzó a pasearse por las estanterías. Días atrás había descubierto en su cabeza un esbozo de puzzle a medio completar, creado por la incertidumbre de las últimas semanas. Su incesante curiosidad, sazonada por sus ansias de aprender, logró que se obligase a resolverlo cuanto antes.

Pasó cerca de dos horas sentado en una mesa frente a una ventana, detrás de dos montones de libros históricos tan grandes que ocultaban su cabeza. El chico seleccionaba libros al azar, los abría de forma aleatoria y anotaba a toda velocidad todo tipo de frases en su inseparable cuaderno negro. No obstante, cuando unos chicos gritaron por enésima vez, Jack dio un golpe en la mesa con el tomo que en ese momento estaba apilando sobre la torre desechada. Su paciencia se encontraba cerca del “punto de no retorno”, y si el vaso se colmaba ni siquiera él sabía de la forma con la que actuaría.
Típico en alguien que aprecia el silencio más que desayunar por las mañanas.

Publicado por Jack A. Hudson Lun Ene 11, 2016 7:30 pm

Castigado. ¿Quién lo hubiera pensado? Posiblemente todo el mundo, más cuando aquel profesor grito su apellido en medio del pasillo. Lo que había hecho no aportaba a la historia, lo importante era que había pasado una hora escuchando los regaños de que era un irresponsable y no merecía estar en ese internado. Lo mismo de siempre, con las mismas palabras y su misma expresión vacía de emociones, dado que no estaba ni triste ni arrepentido ni enojado, estaba divertido, pero no era una buena idea dar a conocer eso en público cuando estaban a punto de decir su veredicto. Había muchas cosas que hacer cuando estaban castigado. Usualmente se le daba a los estudiantes un balde, un trapo y lo mandaban a algún sector especifico del internado para que hiciera el trabajo de otras personas. Otras veces tenían que ser ayudante del profesor, o quedarse cuanto tiempo dijera en el aula. Incluso una vez lo habían mandado a ayudar al guardabosque que estaba limpiando toda la basura del bosque, o así se sintió para él dado que no parecía terminar más con el trabajo. Pero entre todos los castigos posibles había uno que para Brennan era la muerte, y al parecer el profesor lo sabía.

No había nada más terrible en ese mundo que tener que levantarse temprano un sábado por la mañana para tener que acudir a la biblioteca. Normalmente, se levantaba temprano, pero era por las practicas de baloncesto que compartía con Isak y Callie, responsables de que se parara, se vistiera, desayunara y estuviera listo para poder jugar un poco. Pero era diferente, eran amigos, era un juego, el rebote de la pelota sobre el suelo producía un sonido que era un energizante bajo la piel del chico, la textura del balón despertaba sus sentidos, y los gritos en la cancha lo hacían mantenerse despierto. Bromas entre jugadas, chistes y apuestas que se gastaban entre los mismos jugadores. Todo a su alrededor insistía que estuviera despierto. La biblioteca, tenía un efecto totalmente contrario.

Brennan era incapaz de estar quieto sin hacer nada, y era imposible imaginarlo callado por cinco minutos seguido. Al joven que le gustaba reír a carcajadas y hacer chistes a viva voz se encontraba en una prisión. Su concentración no lo ayudaba con la lectura, tampoco le interesaban muchos libros, siempre le interesaban, pero tras leer un rato le parecía aburrido. Él prefería las cosas inmediatas, las que requieren sentarse y escuchar sin hacer nada más que sentir, como ver una película o escuchar música. Era un insulto para todas las personas que estaban en esa biblioteca, y sabía que al menor comentario alguna persona le mostraría una cruz para que el diablo abandone su cuerpo, o comenzarían con un ritual para sacarle el demonio que tenía dentro. Por eso, cuando entro al lugar sonriendo a las personas que conocía, se sentó en una mesa, escondido tras algunos libros y apoyó su cabeza en una mesa para quedarse dormido, única forma para no empezar a pensar como derribar todas las estanterías como si estuviera jugando al domino.

Un golpe en la mesa lo hizo levantarse de golpe, golpeando en el proceso su espalda contra el respaldo. Se limpio la pequeña gota de saliva que quería escaparse de su boca y miro a su alrededor con ojos achinados y el pelo despeinado. No tenía idea de cuanto tiempo había estado dormido, pero su reacción era la de una persona que acababan de encontrar con las manos en la masa. —¡Estoy despierto! ¡Estoy despierto!— Exclamó tratando de saber que era lo que había pasado, pero sus ojos le pesaban, cerrándose solos. Apoyando el codo en la mesa y la cabeza en la palma de la mano, comenzó a dormitarse de nuevo.

Publicado por Brennan F. Grunwald Miér Ene 13, 2016 11:33 am

El ruido que emitió el libro al caer sobre la mesa no pasó desapercibido para nadie. La mayor parte de las cabezas que se encontraban hincadas sobre sus cuadernos se alzaron en busca de quien había perdido los nervios de aquella manera. Un chico que parecía recién levantado se sumó a los comentarios de los castigados farfullando una frase que para Jack no tuvo sentido. Claro que estaba despierto. No veía posible que un sonámbulo se vistiese y subiese las escaleras hasta la biblioteca sin darse de bruces un par de veces contra el suelo. A juzgar por su rostro sin hinchar y libre de magulladuras, no se trataba de un milagro al que llamar “sonámbulo GPS”. El Vaticano se quedaría un año más sin visitar Dunkelheit, por más pena que les produjese.

Como consecuencia del arrebato de Jack, los revoltosos también se giraron y lo miraron fijamente. Había logrado el efecto que deseaba: no continuaban riéndose y pronunciando incoherencias en tono elevado, pero la situación distaba bastante de volver a permitirle continuar con su tarea de “investigación”; mucho menos, de poder felicitarse por haberse salido con la suya. No hacía falta ser un experto en lenguaje no verbal para notar que aquellos chicos parecían molestos por el atrevimiento del muchacho. Eran mayores, y seguramente no muchos alumnos de por allí se atreviesen a soplar a su lado más fuerte que ellos. El más alto de ellos -y el que más torrente de voz tenía, a juego con su cerebro de mosquito- chasqueó la lengua mientras volteaba por completo su silla, quedando cara a cara con Jack. El sentirse respaldado por sus camaradas debía de hacerle sentir superior, el gallito más fuerte del corral. Pasó un brazo por el respaldo del mueble, quizá creyendo equivocadamente que lucía intimidante, y se dirigió al muchacho con un tono nada amigable.

—¿Qué pasa contigo? ¿Quieres una foto? —las risitas de sus secuaces consiguieron que hinchase más su pecho. El muy idiota debía de creerse gracioso y todo.

Jack permaneció en su asiento sin mover ni un músculo de su rostro. Había recogido el golpeado libro de la mesa y en ese momento lo tenía alzado hasta la altura de sus ojos, comprobando si le había causado algún daño. Era evidente que sentía más preocupación por el estado del ejemplar de la biblioteca que por el fornido muchacho de séptimo. ¿Un tío iba a intimidarlo por estar rodeado de otros chavales? Ni que fuera la primera vez que se topaba con cavernícolas de semejante calibre en su vida.

—No, prefiero que vayas a molestar a la... A tu madre, que seguro que te lo agradece. La gente viene aquí a estudiar, no a escuchar las historias de un chimpancé mononeuronal que se cree gracioso. —respondió con un tono cercano al aburrimiento mientras pasaba los dedos por el lomo del libro. ¿De dónde salía esa gente? ¿Los fabricaban en serie con presupuesto cero?

El tipo no logró encajar muy bien la respuesta de Jack. Se quedó mirándolo durante unos segundos sin pestañear, sin poder dar crédito a lo que aquel “niñato de sexto” se había atrevido a decirle ¡delante del resto de sus amigos! Cuando estaba por levantarse del asiento para acercarse a él recibió un tironazo en la manga de su jersey. Uno de sus amigos había visto al bibliotecario volver a entrar en la estancia y tuvo la rapidez para pararlo antes de que se acercase a Jack. Una pelea en la biblioteca sólo les conllevaría más sábados castigados, algo que nadie en su sano juicio deseaba.

Jack, que también había visto al bibliotecario ocupar nuevamente su puesto tras el escritorio, volvió a agachar la cabeza para continuar con su respectiva tarea. La sangre no iba a llegar al río por su parte en aquel momento. Ni loco discutiría en la biblioteca si podía evitarlo. Había perdido los papeles por culpa de la falta de sueño y de cafeína, pero no se repetiría. Mancillar un templo del saber es tarea de idiotas, no de gente como él.

Publicado por Jack A. Hudson Miér Ene 13, 2016 7:07 pm

Se había vuelto a dormir cuando escuchó que las voces se alzaban a su alrededor y abrió los ojos de golpe y sobresaltado, nuevamente, para entrecerrarlos luego. Escuchó la discusión que se estaba estableciendo, abriendo poco a poco los ojos. Todo se calmo antes de que Brennan fuera capaz de moverse. En otra situación, una en la que el chico estuviera más despierto, se hubiera puesto en el medio para calmar los ánimos, soltando bromas para el ambiente tenso menguara, ese día estaba demasiado dormido como para atinar a hacer algo al respecto, algo más que observar y escuchar. Se mantuvo en la misma postura, pero con la mirada en el joven que estaba sentado en su mesa.

—Pierdes el tiempo— Le confiesa antes de acomodarse mejor en la silla, de manera que parecía una persona despierta, y mientras se terminaba de espabilar acomodó la mochila que estaba usando de almohada, y algunas cosas para hacer espacio en la mesa y poder apoyar los antebrazos inclinando su cuerpo hacia adelante. —Aunque siento que hayas tenido que pasar por eso, me hace sentir un poco culpable sabiendo que yo hice que esos terminaran aquí— Comenta haciendo un gesto con la boca, indicando que era una pena, algo que en realidad no sentía porque la idea era que hayan terminado allí. Era la razón por la que estaba castigado, tratar de jugarle una broma a los estudiantes de séptimo. Había estado todo planeado, y tenía que existir un profesor parado observando todo, no todo, de haber observado todo estaría solo, pero si lo suficiente para culpar al muchacho de lo ocurrido. Su plan había salido a la mitad y ahora tenía que soportar esas horas agotadoras allí dentro, y a su lado estaba una persona que parecía tener grandes deseos de ahorcar a todo ese grupete de bravucones. —Volviendo al tema, te decía que pierdes el tiempo, reconozco a esos individuos desde que entre en primer año, me metieron dentro del armario de las escobas, me perdí la cena y había postre con chocolate. Nunca se los pude perdonar, nadie se tiene que meter con mis postres de chocolate—

Gru se ríe, todo porque no tenía nada de vengativo, siempre dejaba las cosas pasar, pero ese grupo era ideal para todo, eran como una chispa, y a Brennan le gustaba avivar el fuego para verlos enojados. Por suerte seguía siendo más rápido y escurridizo, en caso contrario viviría con un ojo morado, y eso, no sería agradable, por lo menos para él. —Lo que quiero decir, antes de que me desvíe nuevamente de tema, es que pierdes tu tiempo. No hay forma de que esas personas tengan algo en el cerebro, buen insulto, por cierto, nunca se me hubiera ocurrido llamarlos monos— Asiente asimilando aquel insulto del que acababa de darse cuenta, iba a tener que actualizar su lista de insultos que no contenían malas palabras, eran los mejores, más cuando las otras personas se le quedaban mirando.

—¿Por qué estás castigado?— Pregunta tras un segundo de silencio. Gru y su incapacidad de estar quieto o callado. Sus dedos se mueven en la mesa dando suaves golpes mientras asiente con la cabeza. —Take me down to the paradise city where the grass is green and the girl are pretty— Canta bajo más para el mismo que para alguien más. A ese lugar le hacía falta música, con música todo era más divertido. Una lastima que nada fuera como en las películas donde estando en cualquier lugar o momento y todos se ponen a cantar, canciones buenas, Gru se encargarían de que sean canciones buenas. En ningún momento aparta la mirada de aquel chico de pelo largo, seguía esperando una respuesta.

Publicado por Brennan F. Grunwald Mar Ene 19, 2016 12:53 pm

Si bien Jack había dado por finalizada la discusión con el gorila -la que él pensaba que sería su única conversación medianamente fluida aquel día-, apenas había desviado la mirada hacia sus libros cuando una nueva voz cortó el tajante silencio de la biblioteca; silencio que el joven creía que sólo el pasar de las hojas de los libros tenía derecho a alterar. Alzó la mirada con cansancio, frunciendo el ceño al pensar que se toparía cara a cara con un estudiante de séptimo dispuesto a recuperar el honor perdido de su amigo, pero en su lugar solamente se encontró con la sonrisa del adormilado muchacho que había interrumpido la disputa con un apunte de lo más cómico. Cualquier otro se hubiera reído al ver que estaba dormido y no se había enterado de nada.

Antes de que pudiera pedirle “amablemente” que lo dejase tranquilo para continuar con su tarea de revisar manuales históricos, Brennan comenzó a soltar un potente chorro de palabras con el que explicó la presencia de los castigados en el lugar. Jack lo escuchó por educación, aunque su gesto hosco no parecía tener ganas de relajarse. Las explicaciones de Gru no podían parecerle más irrelevantes, por no decir que le importaban tanto como las conversaciones que captaba por los pasillos del internado; básicamente nada.

—Es un insulto por asociación. Si tienen cara de monos, se comportan como tal y huelen igual de mal, son monos. —explicó tranquilamente, encogiéndose de hombros mientras volvía a coger el bolígrafo con el que anotaba en su cuaderno. No apuntó nada acerca del motivo del castigo o sobre la buena explicación del estudiante acerca de las bromas pesadas de esos bravucones. Él había vivido en sus propias carnes las gilipolleces que personas con pocas neuronas son capaces de hacer contra los demás por puro aburrimiento, así que las repudiaba tanto como cualquier otro que tuviera dos dedos de frente.

Pasó una página del enorme tomo que tenía delante y suspiró con desagrado al ver que algún idiota había garabateado una figura obscena junto al título. Tendría que informar al bibliotecario de las absurdeces que los niñatos empleaban para destruir el material escolar y fingir que eran graciosos. El joven pensaba que su silencioso gesto de retomar su tarea espantaría a Brennan, a quien poco le importaba desagradar o que lo creyese un maleducado, pero no tuvo suerte. Su compañero había ocupado la silla enfrente de la suya propia y no parecía tener muchas ganas de marcharse.

¿Cómo iba a juzgarlo si estaba castigado? Alguien que no acude a la biblioteca por decisión propia, sino por obligación, es lógico que busque cualquier distracción para amenizar la estancia. Con gusto Jack le hubiera dado -o le hubiera dado con- un libro para que hiciera algo útil con su vida, pero en lugar de eso decidió mirarlo de nuevo. Alzó una ceja al escuchar su pregunta, sintiéndose gravemente ofendido aunque esas no fueran las intenciones de Brennan. ¿Él, castigado dos sábados seguidos? Ni en los mejores sueños de ciertas rubias enemigas que le deseaban lo peor.

—No estoy castigado. Vengo aquí a estudiar, como el resto de las personas normales. —replicó, fiel a su línea de sabiondillo de cuarta. Iba a añadir alguna frase más de esas irónicas que tanto le gustaban cuando Brennan comenzó a canturrear, descolocando por completo a Jack. Si bien él había pensado que era el maleducado al retomar su tarea e ignorar al estudiante, el hecho de que Gru empezara a cantar cuando otra persona le estaba hablando le pareció aún peor. Podía tener sus razones -que las pintas de Jack le recordasen a Axl Rose era una opción válida-, pero eso no lo exculpaba en absoluto. ¿Qué clase de persona demuestra tan abiertamente que le importa un comino lo que el otro le está respondiendo?

Sí, Jack. Tú actúas exactamente igual. No empieces a quejarte ahora.

—¿Sabes que esto es una biblioteca y su regla principal es que hay que estar en silencio? Por mucho que me guste Guns N' Roses, no creo que cantar una canción suya sea precisamente cuidar esa regla. Acabarás castigado de nuevo si molestas a los demás. —ahí estaba su nueva pulla. Porque, ¿para qué romper con la monotonía fingiendo que se es buena persona?

Publicado por Jack A. Hudson Jue Ene 21, 2016 3:00 pm

Desde hacía muchos años, sus hermanos habían determinado que la concentración de Brennan era demasiado volátil. El joven se distraía hasta con las nubes, era incapaz de estarse quieto cinco minutos seguidos y hablaba como si se fueran a acabar las palabras del diccionario y nunca fuera capaz de usarlas primero. Dependiendo de la situación, su concentración era mayor o menor, pero él sentía que su mente iba mucho más rápido que todo lo que pasaba. Al menos eso quería creer, dado que para él un segundo podía durar una hora. Detestaba esperar. Muchas personas habían dicho que era desubicado, o que no tenía muchas luces, no le importaba demasiado, siempre y cuando no afectada a una de sus personas allegadas. En definitiva, seguía sin poder estarse quieto.

La cara que puso aquel chico sentado en la misma mesa que él cuando lo escuchó cantar, se tradujo en una frase muy clara para el castaño. Más bien era una palabra, pero una palabra que conocía bastante bien: Problemas. Para alguien como él que buscaban solucionar todo con una sonrisa, le costaba entender porque los niveles de alegría y paciencia en otras personas eran tan escasos, pero, respetando la forma de ser de cada uno, le gustaría saber con que personas podía o no bromear. Resultaba ser que su compañero no estaba castigado, no buscaba pasar el tiempo divirtiéndose, sino que estaba estudiando. Le recodó a Callie cuando se la molestaba con los estudios, pero también le recordó que había podido hacer reír a esa chica, podría con todo. De todas formas, ¿qué tan mal podía salir eso?

—¿A quién no le gustan los Guns? Tengo todos los albums en casa, los escucho todo el tiempo, mi hermana los odio. Ah si, a ella no le gustan, la mente femenina cada vez es más rebuscada ¿sabias?— Pregunta, apoyando su pera en la palma de su mano. Si esa persona le quería pegar, sería mejor tratar de calmar un poco los ánimos, cuando se conocía gente se solía ser amable, no era que fueran todos los casos, pero hablar era una de las cualidades más fuertes que Gru tenía, eso y recordarle a las personas que eran jóvenes, que podían meter la pata, y que meterse con un profesor sí era una buena idea. Tampoco le gustaba que las personas estuvieran tan serias, la vida era bella, había que sonreír para ella, y él, específicamente, sonreía por al menos cinco personas por día, a veces podían ser más dependiendo de que tan buen humor estuviera o que tan bien saliera sus bromas. —No te preocupes por mis castigos, es posible que tenga otro antes de que gire al salir de aquí, pero que me castiguen por musicalizar aquí dentro no parece algo tan malo, le falta un poco de buenas vibras, quizá los Guns N' Roses no eran lo mejor, demasiado punchie rock power, pero quizá algo más tranqui hace que todos se sientan más cómodos no los distraíga, ya sabes, una musiquita de fondo para que no todo sea silencio. Algo como Jason Mraz, Adele, o Ludwig van Beethoven. Ti ti ti ti ti tii tiiiiii— Hace el sonido de Para Elisa, la única canción que sabía, y no era del todo cierto porque solo conocía la primera parte, de esa persona que tan importante había resultado ser para el mundo de la música, lastima que le clásico no fuera su estilo favorito.

Sin tener una misera gota de vergüenza estira el cuello para ver que libro estaba leyendo. —¿Qué lees? Dijiste que estabas estudiando, ¿qué estas estudiando?— Pregunta cambiando de tema, y prestando más atención a los libros, no reconocía ninguno, aunque no era de las personas capaces de reconocer libros. —Yo debería estar estudiante, se supone que tengo examen de matemáticas el lunes, ¿o era el martes? creo que era en esta semana, pero las matemáticas son horribles, seguro pediré una mano el día del examen, porque no hay forma que entienda que las letras son numeros, porque si las letras son números, entonces los números también pueden ser letras y ¿te imaginas como quedaría un tema donde todo lo que se digan fueran números?. Soy Gru, ¿Tu quién eres?—

Publicado por Brennan F. Grunwald Lun Ene 25, 2016 1:15 pm

La estupefacción de Jack crecía al ritmo que utilizaba Gru para hablar; cada vez más rápido y sin opción a frenado. No obstante, y a diferencia del segundo, la paciencia del primero se acercaba a su límite. El muchacho no soportaba que lo molestasen cuando estaba ocupado, y si bien su investigación no era para clase, la consideraba igual de importante que el trabajo que entregaba a fin de trimestre para sellar su Matrícula de Honor.

Se tragó las ganas de quejarse con malicia de su atropellada forma de hablar. No creía que Gru fuera del tipo de persona que merece ser tratada con intransigencia solamente por ser distinto. A leguas se apreciaba que solo buscaba diversión; escapar de la monotonía del castigo manteniendo una charla con la que incitar al tiempo a correr más rápido. Nada de malas intenciones. Desafortunadamente, había escogido mal al otro polo de su particular coloquio.

Jack se pasó una mano por el pelo, apartando de su campo de visión los mechones rebeldes que se le habían escapado de la coleta mientras escribía enérgicamente. Tuvo que inspirar y reorganizar las ideas de lo extraído de la conversación con el muchacho, que no era tarea precisamente fácil. El chico solía actuar de forma muy tranquila y su patente lentitud lo definía la mayor parte del tiempo. Su capacidad de asimilación se veía muy reducida cuando no intentaba aprender algo; básicamente, porque no le importaba lo que le dijeran.

Durante el medio minuto que pasó en silencio no dejó de airear el bolígrafo que utilizaba para hacer sus esquemas. Parecía quemarle entre los dedos, ansioso por continuar manchando las hojas de su cuaderno con lo que se asemejaban a las piezas de un puzzle en forma de letras.

—Los gustos no entienden de género. Puedes encontrar a chicas que probablemente sepan más de heavy metal que tú y, a la vez, a muchachos que no escuchen otra cosa que pop barato. Estás generalizando con frivolidad al hablar así de tu hermana. —alegó sin alterar su sosiego. Jack siempre creía llevar la razón, por lo que no le costaba transmitir seguridad al hablar. Solo existía una verdad y, desde luego, no se encontraba en las palabras de los demás.

Gru dejó claro con su insistencia de mantener una charla que no pensaba marcharse, así que Jack decidió darse por vencido y retomar a su tarea. Pensaba que desconectar se le daba bien, por lo que puso en práctica esa habilidad. Con la voz de su compañero a modo de música ambiental -rápida y directa, como la canción más vibrante de electrónica-, recorrió con un dedo la página del grueso libro que tenía abierto ante él y dio dos golpecitos a una fecha. Anotó con su caligrafía cuidada y clara algo en su cuaderno y pasó la página, buscando con la mirada otro dato relevante en el texto.

El sonido de la canción entonada por Gru volvió a distraerlo cuando poco tiempo había pasado, aunque esa vez no alzó la cabeza para mirarlo. No daba crédito y se encontraba al borde del ictus. ¿De verdad ese chico era tan sumamente inconsciente de ponerse a tararear en la biblioteca?
O tan sumamente libre de actuar sin pensar en factores externos; “Gru y sus consecuencias” como título del capítulo.
Sólo las gastadas páginas de la enciclopedia pudieron ver que el ceño de Jack volvía a encontrarse fruncido.

—Cantar aquí no solo resultará una molestia para el bibliotecario, quien te castigará sin lugar a dudas, sino también para los que tratamos de ocupar nuestro tiempo libre en algo productivo. Si tú quieres inmolarte acabando en un aula de castigo es cosa tuya, pero deberías replantearte qué es lo que ganas al hacer que tus acciones afecten a los demás. —de nuevo Jack tuvo que contenerse para no puntualizar con una frase más afilada. Quería pensar que Gru no tenía muchas luces y obraba sin querer; que no pretendía incomodar a nadie y no se daba cuenta de que Jack le hubiera pateado el trasero para mandarlo a la luna. Así hubiera recuperado la concentración.

Cerró el libro de un golpe al escucharle preguntar por su temática. Tanto derroche de verborrea saturaba sus neuronas y lo desesperaban. También le pasaba con los mítines políticos que pasaban en televisión. Con gusto hubiera metido un libro en la boca a esos demagógicos personajillos para que se quedaran callados.
A Gru no lo hubiese hecho por creerlo también un demagogo o un chaval insustancial; simplemente quería recuperar su silencio.

—Historia mundial de la primera mitad del siglo XX. —tragó saliva antes de responder, buscando controlarse de nuevo y que no le saliera un tic en el ojo. A veces le pasaba. “Jack, no seas irritable” le había repetido mil veces su madre en verano. ¿Por qué no podía serlo? Se vivía bien cuando la gente no le hablaba, maldita sea. Acercó unos centímetros el libro hacia Gru y lo hizo girar con una mano para que pudiera leer claramente la portada. Toda la torre que tenía a su lado estaba enfocada hacia la misma temática, su nueva obsesión.

No tardó en volver a hablar con tono bajo y áspero, como siempre, pero con un pequeño atisbo ilusorio; como un niño que pide un regalo específico en Navidad. —Soy Hudson y, como ya he dicho, deberías ocupar tu tiempo en algo productivo. Mantenerte en silencio y permitir que los demás trabajemos lo es, por si te interesa saberlo.

Encontrarse a alguien como Gru en un instituto público era fácil. La fauna en ellos no se distinguía por ser precisamente similar. Sin embargo, a Jack llevaba tiempo colmándolo de curiosidad la idea de que, por más que en el internado los alumnos fueran diferentes en su mayoría, todos habían recibido la misma invitación.
En serio, ¿qué pautas seguían allí a la hora de la selección? Porque con gusto hubiera objetado un par de cosas, con nombres y apellidos incluidos.

Quien dice un par, dice doscientas cuarenta y cinco.

Publicado por Jack A. Hudson Jue Ene 28, 2016 4:39 pm

Brennan se rasca la cabeza. La forma de hablar de aquel chico era lenta y suave, sin querer apurarse como el mismo hacía porque era demasiado ansioso y siempre quería terminar lo que estaba diciendo antes de tiempo, como cuando se cepillaba los dientes, odiaba no poder hacer algo en esos tres minutos que le parecían eternos, usualmente daba vueltas por el baño buscando algo para hacer y siempre terminaba en algo que merecía una mirada regañona de las personas de limpieza. No le molestaba que las personas hablaran lento, le molestaba que usar palabras complicadas, aunque no fueran tan complicadas las palabras que escuchara sentía que estaba hablando con una persona mayor en vez de con una persona que como mucho tenía dos años más que él. Abrió la boca para reprochar porque no quería que pensara que era una de esas personas que metía a todos en la misma bolsa, pero era más sencillo hablar metiendo a todos en la misma bolsa, pero eso sonaría como una contradicción y tendría que explicarlo y eso requería usar palabras que no estaba acostumbrado entonces lo dejó estar. Además tenía razón su hermana era tan buena en hockey como él, y era una chica. Le gustaban los deportes y algunas chicas decían que era rara por pasar mucho tiempo con chicos, pero eso sólo dejaba en claro que para gustos estaban los colores, además de que no tenía nada de malo tener una hermana con la cual comentar los partidos y hablar de cosas cotidianas sin que este pensando en que se rompió una uña. A veces Callie le recordaba a su hermana, debía ser porque eran bastante similares en gustos.

Mientras él hablaba el chico siguió con lo suyo, escribiendo algo que no podía ver o leyendo, hasta que levanto la vista y dijo algo que descolocó un poco al muchacho que se lo quedó mirando. Tardó un momento en comprender a que se refería. En un resumen le pedía que se quedara calladito. —Entiendo, dejo de molestar— Le aseguro con una sonrisa sin sentirse dolido por lo que le había dicho, no sería la primera vez que le digan que se tenía que quedar callado, que lo mandaran a callar o que lo miraran como quien habla hasta por los codos y marea a las personas. Se quedó sentado, acomodándose en su lugar en una posición que encontró cómoda, sin querer molestar más a Hudson, nombre por el cual creía que era su apellido, lo que podría significar seriedad. Brennan prefería decir nombres o apodos. Comenzaría a decirle Sombrerero, no era tan formal y tenía que ver con su apellido. Hud se pronunciaba Had que era parecido a Hat, y un personaje de Alicia se llamaba mad hatter, y bueno, de ahí se conectaba todo. No era tan complicado. Se imagino al chico con sombrero y le hizo reír.

Se lo iba a decir, pero recordó que le había pedido que se estuviera callado, entonces regreso la mirada al frente porque el contacto visual con las personas hacía que comenzara hablar. Calladito. Se recordaba cada tanto para no hablar, pero de igual forma solo pudo estar unos cinco minutos con la boca cerrada. —¿Por qué estas investigando la primera guerra mundial?— Preguntó sin poder más con su curiosidad. La historia era un poco aburrida como para estudiarla, y estaba casi seguro que algo de eso habían visto en una clase, sería demasiado aburrido tener que verlo dos veces, pero no recordaba haber cambiado de profesor, quizá lo verían con más profundidad. ASCO. Pero por eso le causaba curiosidad porque ese chico estaba investigando algo de historia, parecía tener muchos libros quizá porque estaba buscando algo que no encontraba. —¿Necesitas ayuda? ¿Te puedo ayudar? Puedo ir por los libros o buscar palabras claves, ¿Qué necesitas hacer? ¿Es para un trabajo? ¿Una tarea? Si es para un trabajo ¿Qué dices si te ayudo y después me lo regalas cuando este corregido? Los profesores no suelen cambiar mucho el programa y suele ser bastante útil tener las carpetas del curso que estas haciendo, yo tengo una de geografía, no he hecho ni uno de los mapas que pidió porque ya están todos ahí, son como la salvación, en especial porque nunca me suelen quedar bien, ¿A quién le sale dibujar una vaquita de dos por dos milímetros? A nadie, ¡Es imposible!—

Que Brennan estuviera callado era como dejar a un niño frente a una mesa llena de dulces y decirle que no podía comer nada. En muchos aspectos, casi todos, seguía siendo un niño que actuaba como tal, como cuando se puso a hablar de nuevo y prácticamente tuvo el efecto de cuando llenas la tina y sacas el tapón, toda el agua intenta irse a la vez. Cuando terminó de hablar se dio cuenta de que no se había quedado callado, por lo tanto mostró una sonrisa hiperquinetica a Sombrerero. —Lo siento— Se disculpó rascando el dorso de una de sus manos.

Publicado por Brennan F. Grunwald Jue Ene 28, 2016 6:13 pm

Por un momento Jack confió en las palabras de Gru. Erigió la ilusión ficticia de que se quedaría en silencio y le permitiría trabajar, como hubiera hecho cualquier otra persona al escuchar una declaración de intenciones tan directa. Alzó los ojos de su cuaderno de apuntes, arqueando una ceja incluso, para estudiarlo con la mirada. Trataba de encontrar en él el más leve atisbo de una mentira de la que no existían indicios. Su desconfianza siempre salía a relucir cuando se encontraba en compañía de desconocidos.
Al no toparse con una sonrisa maliciosa o un gesto burlón en el rostro del muchacho, Jack se relajó. Probablemente fue por su propia culpa. Era bueno leyendo libros y analizando textos, pero en cuestión de personas y relaciones sociales dejaba mucho que desear.

—Gracias. —murmuró entre dientes antes de retomar su tarea, dispuesto a olvidarse de que estaba acompañado y bajando de nuevo la mirada. Carraspeó ligeramente mientras se acercaba aún más el enorme tomo de historia que tenía abierto delante de él, del que estaba sacando información sobre la Segunda Guerra Mundial. No creyó conveniente informar a Gru del verdadero temario en el que estaba interesado, ya que eso hubiera dado pie a nuevas palabras del joven y, sinceramente, Jack no tenía ganas de continuar escuchándolo por más tiempo.
No era un arrebato personal en su contra ni mucho menos. No quería oírlo a él, pero tampoco a ningún otro.

La paz, como todo lo bueno, fue breve. A juego con el tema de las batallas, Gru hizo estallar una nueva contienda con su pregunta. Si bien a Jack le hubiera apetecido gritarle que acababa de romper su “promesa”, se limitó a resoplar con desgana antes de dejar caer su bolígrafo sobre el papel. La cabeza empezaba a dolerle por la enorme cantidad de información que estaba recibiendo, tanto por parte de los libros como de Brennan. De verdad, ¿qué desayunaba ese chico para ser tan enérgico a aquellas horas?

—Porque el mundo que hoy conocemos proviene de ella. Si en 1914 no hubiese estallado esta guerra, la segunda tampoco lo hubiera hecho. Quizá hubiese habido otra guerra por motivos diferentes, pero eso convertiría nuestro presente en uno muy distinto. No se hubieran erigido los tres imperios europeos y tampoco hubiera triunfado el fascismo en Italia en el 22, el bolchevismo en Rusia en el 17 y el nazismo en Alemania en el 33. Además, al tratarse de un desastre humano, político y social para Europa, dejó el camino libre para que los EEUU se convirtiera en la primera potencia mundial tras el Tratado de Versalles de 1919. ¿Por qué no me iba a apetecer investigarla? —habló de seguido, manteniendo su tono cansado y arrastrando las palabras. Ni se planteó que probablemente Gru desconectó de su improvisada lección de historia tras la segunda frase, como le ocurría al resto de los estudiantes. Nadie quería recibir una “clase” durante las horas de ocio, a excepción de los bichos raros como él.

Una sonrisa casi se le escapó al darse cuenta de que había actuado como su padre, un profesor de Historia Antigua que solía mantener esa clase de conversaciones con él. Le gustaban sus batallitas y apreciaba las valiosas lecciones que le enseñaba constantemente, aunque pasarían varios meses hasta que pudiera volver a estar parado frente a él.
Maldito temporal navideño.

Casi al momento Gru volvió a hacer de las suyas, soltando un monólogo que logró dejarlo con la boca torcida. Literalmente. Lo miraba ojiplático, sin dar crédito a su agilidad verbal. Ya la hubiera querido para sí, pues no era capaz de expresarse tan bien en voz alta ni pretendiéndolo. Pero como sí contaba con agilidad mental, se dio cuenta de que debía parecer un idiota por culpa de su asombro, así que dio una pequeña sacudida con la cabeza. Sus cejas dejaron de estar enarcadas y su ceño se desfrunció. Al final era él quien se había perdido ante tanto fonema junto.

Gru le dio una idea que calificó de valiosa. A esas alturas estaba seguro de que ese chico actuaba como un niño nervioso, incapaz de callarse sus opiniones y de mantener el silencio si no se encontraba haciendo cosas. En los colegios tenía entendido que mandaban tareas a los más revoltosos para que dejasen de armar barullo o de interrumpir la clase, así que, ¿por qué no probarlo con Brennan? Jack se mesó la barbilla, recapitulando sin necesidad de hablar cada uno de los puntos fuertes de su discurso. Por probar a llevar a cabo su invento no perdía absolutamente nada. Le valdría, incluso, como práctica para un experimento sociológico, si es que algún día se empeñaba en realizar uno.

—Está bien. Mira, a ver... —repasó la torre de libros que estaba utilizando y extrajo dos tomos especialmente grandes sobre historia de principios del siglo XX, Los había cogido como información extra y no pensaba usarlos, pero parecía que le salvarían la vida. Los dejó caer frente a Gru con un golpe seco que alertó a varios de los compañeros que trabajaban en mesas contiguas a la que ellos ocupaban, los cuales voltearon sus cabezas para mirarlos. Al ver que Jack no volvía a discutir con el grandullón perdieron interés y retomaron sus propias ocupaciones. —¿Ves estos dos libros? Necesito que anotes en un papel el número de las páginas donde hablen de la aplicación del plan Schlieffen. También de la firma del armisticio de Rusia con los Imperios Centrales. El Tratado de Saint-Germain, el Tratado de Versalles y... Todo lo que puedas sobre la guerra de Trincheras en el Marne. Me ahorrarías mucho tiempo de búsqueda, si no te molesta. A cambio te entregaré una copia del trabajo.

No necesitaba nada de lo que le había pedido, pero su mentirijilla sonó bastante convincente. La seriedad de Jack resultaba una gran aliada en ocasiones como aquella, ya que parecía un tipo que jamás bromeaba. El muchacho arrancó de su propio cuaderno una hoja de papel, que le tendió junto a uno de sus bolígrafos. Si quería trabajar no sería él quien lo detuviese. Al menos haría algo productivo con su vida durante un rato.

Más tarde marcaría en su hoja de tareas el mandato de Motka de "debes socializar más, Jack". Hablar con Gru equivalía, por lo menos, a charlar con medio internado.

Publicado por Jack A. Hudson Sáb Ene 30, 2016 10:21 pm

Una persona que si lo conociera posiblemente hubiera apostado que no pasaba los cinco minutos, era Brennan, no podía esperarse otra cosa. Incluso una vez unos amigos le habían apostado que no podía estar serio por más de un minuto. Lo intento como cinco veces en el mismo día, nunca pudo pasar los primeros treinta segundos antes de comenzar a reír, incluso en una no llegó a los cinco. La cara que ponían las personas cuando comenzaba a hablar a gran velocidad, diciendo tantas cosas que, encima, no tenían sentido, era tan común para Gru que ni se percato de la cara del chico que rondaba entre el enfado y la confusión al no saber de que hablaba. Y como no se dio cuenta de eso siguió parloteando como venía haciendo, moviendo sus manos, moviendo su cuerpo, expresándose con cada músculo que creía necesario utilizar.

Cuando terminó, disculpa incluida en el combo, se quedo quieto esperando que ningún libro volara a su cabeza. Cuando vio que eso no pasaba sino que Jack respondía a su pregunta sobre porque estaba estudiando historia, mostró una sonrisa y se concentró en las palabras. Si se llevaba lo que pasó por su cabeza en un gráfico, posiblemente se vería como las palabras entraron por un oído rebotaron dentro de su cabeza y salieron por el otro sin que el chico perdiera su sonrisa o su cara de interés. Le interesaba la respuesta, solo que era incapaz de retener esa clase de información en su cabeza, directamente su mente lo tachaba como "no importante" y ni pasaba por la papelera de reciclaje, eliminaba directamente.

—Suena como una muy buena razón, pero para mi la historia es aburrida. Se supone que es una forma para que aprendamos de nuestro pasado y no cometamos los mismos errores, pero como nunca seré Presidente o Político, entonces no me interesa porque nada de lo que haga podrá cambiar al mundo. ¿Tu crees que podrías cambiar al mundo? Entonces, si no me va a servir prefiero no estudiarla, porque encima esta escrita de forma aburrida, con palabras aburridas que nunca voy a usar ni para la letra de una canción— Explica con agilidad, suponiendo que esas eran las razones por las cuales no estudiaba historia. —Aunque también puede ser porque me quedo dormido en todas las clases. Aprendí a dormir con los ojos abiertos, es bastante genial cuando no quieres que te pillen, aunque no es tan divertido cuando te hacen una pregunta y no tienes idea que responder, es entonces cuando reciclas alguna broma para aligerar la tensión en la sala, algunos se ríen o el profesor me regaña, pero da tiempo a que la pregunta se formule nuevamente y pueda decir cualquier cosa para que se la pregunté a alguien más o directamente me deje en paz. Algunas veces también me castigan o Isak, que suele sentarse a mi lado, me codea para que este despierto. Casi digo mantener los ojos abiertos, pero si estaba durmiendo con los ojos abiertos, mis ojos estaban abiertos y entonces no tendría sentido. ¿Tiene sentido algo de lo que estoy diciendo?— Se queda pensando un segundo. —¿Cuál era la pregunta?—

Irse por las ramas cuando hablaba también era una cosa que había aprendido de su familia, sólo que Brennan también contaba con un detalle de que a veces se olvidaba de cual era el tema principal porque estaba demasiado entusiasmado contando algo que no tenía nada que ver con el tema. Por suerte era algunas veces, otras veces preguntaba, algunas personas se reían cuando hacía eso o chasqueaban sus dedos para que corte y vaya al grano. Y hablando de granos le había salido uno en la espalda que tenía unas ganas increíbles de apretar porque le molestaba cada vez que se inclinaba sobre el respaldo, y tendría que eliminarlo antes de que empiecen las practicas de lacrosse porque era donde terminaba una de las protecciones y después le podría salir una ampolla y las ampollas eran mucho más molestas que los grano, pero a ese grano no llegaba entonces por eso no lo había explotado. Si, tendría que buscar una manera de explotarlo, concluyó en su mente separándose del respaldo porque aquel granito le molestaba.

Vuelve a prestar atención cuando Hudson le empieza a dar ordenes. Eso sería divertido. Tomó los dos libros, y asintió a cada cosa que le decía. —¿Tienes un boli? ¡Ah! ¡Wait!* Yo tengo por algún lugar de todo este lugar— Agarra su mochila, sin mucho cariño, y revuelve hasta encontrar un boli azul que estaba manchado de corrector y que tenía toda la pinta de que se había explotado, pero no se había explotado, otro se había explotado y lo había manchado. Ese boli lo tenía de hacía un mes, y era todo un orgullo porque solía perderlos a la semana, y por suerte las mellizas con eso eran bien cuidadosas y siempre le estaban prestando uno que tomaba como propio y luego lo perdía. Es que nunca es acordaba de donde los dejaba. El boli también tenía una cinta aisladora en la parte del agujerito porque lo había usado para tirar bolitas de papel a sus compañeros o bolitas salivadas para que se pegaran en el pizarrón. El profesor todavía no descubría que había sido él, lo tendría que seguir haciendo en la siguiente clase. No podía perder ese boli. —Listo— Aseguro cuando ya tuvo un papel y el boli en la mano. —¿Qué me dijiste que tenía que buscar? ¿El tratado de Versalles y ...?— Pregunta mientras escribe lo que tenía que buscar porque era capaz de olvidarse ni bien abriera el libro.

—¿Cuentas historias como una de tus materias favoritas? Mi materia favorita es Lacrosse, pero no se evalúa, lo que es una lastima porque soy capaz de sobresalir en esa materia aunque no sea el mejor del equipo. Me gustan muchos los deportes, como el baloncesto o el hockey, hacía hockey antes de venir para acá, estaba en un equipo donde eramos la mayoría vecinos, era muy divertido porque el entrenador era el padre de un amigo y siempre invitaba al equipo a comer comida a su casa los domingos. LAS. MEJORES. HAMBURGUESAS. QUE. PROBÉ. EN. MI. VIDA. Después de todas las materias que dan creo que no hay ninguna que sobresalga. ¿Crees que vamos a usar algo de esto en un futuro? Porque yo no lo creo, y siguen sin responderme que utilidad tienen derivar una función. Matemática es incomprensible, ¿No crees?— Comenta sin poder evitar mantenerse callado. Porque en realidad estaba acostumbrado a hablar y trabajar al mismo tiempo, también era capaz de escuchar música mientras estudiaba y algunas personas no comprendían como era eso posible dado que a veces se enganchaba imitando los sonidos de la batería o de la guitarra, o del piano, o del bajo, o cantando. Claro que tampoco estudiaba demasiado que se dijera. Si tuviera todos dieces seguro que sería algo extraordinario.


*Lo dice imitando el acento escoses.

Publicado por Brennan F. Grunwald Jue Feb 04, 2016 5:49 pm

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