▲ Trama Global Nro1 (Parte I)

Recuerdo del primer mensaje :

Parte I

▲ 24 de Diciembre, 15hs.
▲ Temperatura: Las bajas temperaturas se sintieron en especial con la helada de la mañana, pasado el mediodía las nevadas cesaron, pero a partir de ese momento el cielo comenzó a nublarse más y más.
▲ Participan en la trama: Grupo 1.

Con la imposibilidad de salir más allá de las instalaciones del internado, los alumnos debían pasar las fiestas en Dunkelheit, algo que para algunos era lo mismo y para otros, era una tortura. Ese mismo 24 de diciembre, y para entretener a los alumnos, los directivos separaron a los estudiantes en grupos para que adornaran aún más todo el lugar de manera que la fiesta se vuelva un poco más alegre. Se sacaron del sótano todas las cajas habidas y por haber que contenían adornos navideños y se repartieron de manera tal que había dos árboles de navidad principales. El del Hall de entrada y el del salón de estudio. En la azotea irían tantas luces como se pudiera, para que todos subieran allí a ver los fuegos artificiales que se veían desde una ciudad cercana. Tras el almuerzo, el trabajo comenzó.

Notas:
▲ Pedimos, por favor, que para que la trama sea mas fluida, traten de no extenderse de las veinte líneas on-rol.

Publicado por Whispers Vie Dic 18, 2015 9:43 pm

Rose tenía miedo, era evidente que lo tenía ¿quién no? Una simple decoración navideña se había convertido en una constante búsqueda de pistas a la que ella se sentía poco tentada a seguir, aún tenía en su recuerdo de la cabaña y la chica muerta y eso la paralizaba, helaba su piel y erizaba sus poros a medida que cambiaban de dirección y se dirigían a aquel lugar perdido entre la espesura del bosque.

La cabaña no era la de sus recuerdos, lucía incluso más limpia, eso confundió a Rose que se mantuvo al margen del grupo, callada, no opinaba demasiado a menos que asintiera o negara, apretaba sus brazos entre sí para evitar el frío. Una nueva pista llegó a ellos, una llave que los confundió más de lo que pudiese aclarar. Debían ir a la biblioteca y, por primera vez en todo lo que llevaban de recorrido, Rose aceptó y empezó a caminar con mayor velocidad, quería alejarse de ese lugar.

Afortunadamente se encontraron con los demás. A Rose le alegraba ver a Callie, Isak, Nate y varias caras conocidas, por lo menos sabía que su grupo no había sido el único y que los otros también tenían pistas. Callie habla, Rose solo puede escuchar viendo el suelo e intentando hacer una que otra conjetura, aunque ninguna le parecía realmente creíble, con su pie da pequeños golpes al suelo, casi imperceptibles.

Cole da su opinión, su risa helada eriza la piel de Rosie, no puede evitarlo y agradece que nadie se de cuenta de aquella reacción. La castaña ve al chico aunque gira rápidamente hacia una joven rubia que responde antes que ella. Rose lo piensa por unos segundos y luego da un paso adelante observando al grupo. —Yo creo que esto está claro, ¿cierto?—. Era una misión peligrosa, ella lo sabía, podían descubrirlos en el intento, expulsarlos o quien sabe que más. —Hay que ir a la oficina y buscar ese escritorio, o lo que sea que podamos encontrar en él—. Estaba todo tan claro que Rose no sabía si creerse lo que acababa de decir. —Hay que ir pero sin que nadie se de cuenta, no creo que esto sea cuestión de permiso—. Y presta especial atención a los docentes y adultos presentes.

Publicado por M. Rose Wood Jue Feb 04, 2016 9:37 pm

Repartí dos movimientos de cabeza, uno para Brian por la información proporcionada y otro para Jack, porque era exactamente lo que esperaba que hiciéramos. Teníamos que buscar esa palabra, de alguna forma formaba parte de un rompecabezas que aún no era capaz de ver, pero que se presentó rápidamente. Abría la boca para preguntar algo más a Brian, tomando asiento en el lugar que me había indicado, cuando Jack me hace un comentario que provoca que mi frente se llene de arrugas. Me pongo de pie para ver de que se trataba. En el diccionario, estaba resaltada la palabra desgarradora, junto con una llave y una nota. Dejó la nota en la mesa para comprobar si la definición era la misma. Correcta. —Temo que no suena para nada alentador— Susurro haciendo una mueca al alumno, para luego sonreír un poco y darle un poco de confianza.

El rompecabezas a armar resultaba ser una nota en alemán que el grupo de Brian había estado descifrando, pero para la cual le faltaban palabras. Otro grupo llega y juntos se termina de completar aquel acertijo, aunque no lo veía como tal, más bien lo veía como una chispa que quería prender fuego todo, pero necesitaba más leña. Nosotros eramos la leña. Mordí mi labio inferior pensando en que podía significar todo aquello. Las palabras no me sonaban de ningún lugar, ningún aula, nada. Otro estudiante se dio cuenta de la verdad, y no pude evitar mirarlo incrédula al ver que sabía tal detalle. Nunca en mi vida se me hubiera ocurrido que podía ser un escritorio. Una vez que eso estuvo descubierto, las dudas comenzaron. Ir o no ir, me sentía metida en Hamlet.

Miré mi reloj con disimulo. El despacho estaría vacío. La duda seguía en pie. —Creo que todos sabemos que en este lugar están pasando cosas extrañas. Cosas de las que quizá nos deberíamos preocupar. Y mirar esto, a dónde llegamos mediante cosas extrañas, es aun más extraño, pero si la verdad esta donde la o las personas que nos dejaron esto indican, ¿No creen que es hora de que lo sepamos?— No sabía los estudiantes, pero yo quería saber que pasaba, quería sentirme a salvo en ese lugar y quería, principalmente, que ellos estuvieran a salvo. —Motka esta en una reunión con Gunnhild, podemos ir, entrar, buscar y salir, tiempo tenemos, pero quienes quieran se pueden quedar, podemos comentar lo que encontramos luego si nos esperan aquí—

Publicado por Ophelia E. Westerberg Vie Feb 05, 2016 9:11 am

Eran alrededor de las seis de la tarde, si. Y cuando Ophelia lo mencionó, no solo un escalofrío recorrió mi cuerpo, sino un sudor seco e inquietante. ¿Acaso en serio iríamos a parar al despacho del vicedirector? No podía concebir semejante locura en mi cabeza, primero de parte de los primeros alumnos que lo dijeron, casi como si fuese un juego y ahora, ella. La miré preocupado, porque sabía que estaba alterada y necesitaba resolver aquello que la mantenía así. Aquella muerte...

— Un momento, un momento, a ver si nos calmamos un poco. — elevé mi voz, para hacerme oír. No podía creer que fuese yo quién tratrase de hacerse notar, pero la ocasión lo ameritaba y el impulso le ganaba a la razón. — Ophelia sabe, como el resto de los adultos aquí... — posé mi mirada en Donald. — ... que están ambos reunidos, en este momento, pero... eso no nos da permiso para ir... para irrumpir el despacho de nadie, menos un directivo. Yo no estoy de acuerdo, porque esto solo puede ser una broma de mal gusto y no un juego inocente. ¿No es sospechoso que ellos dos no estén al momento en que este juego se da a conocer? — empezaba a hilar ideas en mi cabeza que salía a viva voz, sin quererlo. — ¿Nadie frenó y se puso a pensar que es demasiada casualidad? Porque si fuera un juego organizado por ellos... pues simplemente se los vería por aquí o nos hubieran avisado del mismo a nosotros, el profesora y el personal. — apoyé una mano en mi pecho y miré a Ophelia preocupado. Sabía que dijese lo que dijese irían igual, por eso opté por la opción equitativa, no la dejaría sola esta vez: — Bien... supongo que no queda otra que ir, porque... es cierto que hay un clima extraño en el internado. — me levanté de la silla, y con movimientos rápidos, di unos pasos hacia la puerta para emprender el camino. — Los acompañaré. Supongo. Rápido, que no nos queda mucho tiempo.

Publicado por Brian Downer Vie Feb 05, 2016 9:31 am

Una vez que la profesora Ophelia se hubo acercado a Jack para ver su descubrimiento, el muchacho se limitó a sentarse en una de las sillas a observar la situación. Ver, oír y callar: el recurso de los inteligentes. No disponía de suficientes datos que aportar y prefería estar atento a cada apunte en lugar de acelerarse y soltar cosas de las que no estaba seguro.
El resto de los presentes continó hilando cabos en voz alta y Jack permaneció atento a cada una de las frases. Las impresiones de los demás siempre vienen bien para forjar la tuya propia, ya sea con sus errores o sus aciertos. El ceño del chico se iba frunciendo con cada aporte, pues todo se volvía más confuso y, a la vez, más absurdo a sus ojos. Él había participado en aquella “aventura” por pura impulsividad; porque sus ganas de juego y la tentación de resolver un acertijo eran mayores que las que tenía de andar ordenando adornos. Pero a esas alturas sentía que los datos se le escapaban y que por mucho que trataba de autoconvencerse de que las teorías tenían sentido, realmente no se lo parecía.

Y eso que Motka no era santo de su devoción, pero tampoco creía que fuera el centro de una conspiración que pululaba a su alrededor y que algún individuo quería que descubrieran. ¿Quién era el de las notas, la Madre Teresa de Calcuta? ¡Qué bueno y qué santo, descubriendo verdades al resto! ¿Por qué se adjudicaba el derecho de manejarlos como si fueran marionetas?

Lunático. Seguro que se trataba de un lunático. Y Jack no perdía el tiempo con locos cuando los exámenes quedaban tan cerca.

Cuando estaban disponiéndose a marchar hacia el despacho, Brian se encargó en poner en voz alta las conclusiones a las que Jack había llegado. Una vez que hubo vuelto en silencio, el propio Jack se cruzó de brazos y carraspeó, dispuesto a compartir su propia opinión. Si todos se tomaban esa libertad, él no iba a ser menos.
Había demasiadas cosas en su cabeza que merecían ser puestas en voz alta.

—Los acertijos son divertidos cuando se tratan de simples entretenimientos, pero esto ya pasa todos los límites. ¿No os parece raro que alguien se tome la molestia de ir dejando notas por ahí en busca de aclarar no sé qué verdad? A mí me huele a lunático que quiere llenarnos la cabeza de historias raras y tonterías. Hacernos sospechar de alguien en concreto mediante este juego es una forma de manipulación. —indicó con serenidad. Reclinó la silla y la apoyó únicamente en las dos patas traseras. Empezó a balancearse con cuidado de no caerse. —Si creéis que debemos ir, vayamos, pero no creo que sirva para otra cosa que no sea agrandar nuestra incertidumbre. Y, probablemente, para mantener un juego extraño que ha creado un idiota en busca de entretenimiento. Debe de estar pasándoselo de lo lindo viéndonos correr por todas partes.

Trató de aplicar por primera vez en todo el día la lógica, a la que consideraba su principal aliada. Y para él otra cosa no tenía sentido.

Él los acompañaría si marchaban al despacho, pero no por sentir verdadera convicción en que aquel extraño pudiera descubrirles algún secreto. Simplemente sentía curiosidad por saber cómo acababa todo, como siempre.

Publicado por Jack A. Hudson Vie Feb 05, 2016 11:09 am

La biblioteca ya estaba llena. Había personas sentadas al rededor de una mesa prestando atención a algo. Infló los cachetes cuando vio a Isak, señal de que todo estaba bien en el grupo, sacando la rareza de todo eso y las ganas que tenía su piel de ponerse de gallina. No se sorprendió de que Callie lo interrogara en silencio sobre que tal estaba todo. Asintió, con un poco más de formalismo, Cassie estaba bien, era lo que le importaba a la castaña, y lo sabía.

Pasó entre la gente dando movimientos rápidos y se detuvo entre Isak y Nate, empujando a ambos de una manera amistosa. —Creo que la persona que esta detrás de todo esto confundió Navidad con Halloween, ¿Están bien?— Les dice en un tono lo suficientemente bajo para que sólo los dos fueran capaces de escuchar. Levantó al vista al ver que estaban tratando de hablar de algo serio. Al parecer resolver algo que no entendió, pero le hizo fruncir el ceño la ver el diario que había encontrado Is en los invernaderos. Se giró al mismo con la interrogante escrita en su cara. Quizá era momento de una conversación silenciosa de esas que eran capaces de tener en clase. ¿Cómo había terminado aquel diario en todo eso? Eso no era bueno, primero una nota que pedía de regreso el móvil y ahora el diccionario que también había sido arrastrado en todo eso. Alguien definitivamente estaba jugando con ellos. Sabía que su amigo había revisado ese diario de arriba a abajo, si una nota como las que estaban apareciendo había terminado ahí dentro, significaba que se habían metido dentro de los cuartos. ¿Habría estado la nota bajo la batería desde que tomaron el móvil o no? —Te puedes venir a mi cuarto— Le dice, también en tonó bajo de voz. Estaba seguro que esta noche no le molestaría ceder su cama en lo más mínimo, era capaz hasta de dormir en el piso.

La conversación que se daba entre las personas de más conocimientos generales dio un vuelco. Por un segundo Brennan se vio obligándose a si mismo a no pararse arriba de la mesa para pedir silencio. ¿La llave que habían encontrado abría el despacho de Motka? Eso era de lujo, ¿por qué todo tenían esas caras? Las notas, claro, era un tonto, se regañó mentalmente por eso. —Si te refieres a que estamos siguiendo las notas sin cuestionar nada, creo que lo menos que podemos hacer es llegar hasta el final. Esta claro, como dijo Ophelia, que algo raro hay, pero... podríamos echar una miradita rápida, no perderíamos nada. Un poco de adrenalina en las venas no es tan malo— Además de poder inspeccionar el despacho del director, algo que se moría de ganas de hacer desde primer año. —Como dijo la profe, podemos ir los que creemos que debemos y el resto espera aquí, si algo malo pasa se hacen los desentendidos y ya. Todos felices— Se pone de pie al terminar de hablar y camina hasta la puerta. Era el despacho de Motka, no podían decir que no. ¿Nadie tenía una mínima pizca de curiosidad?.

Publicado por Brennan F. Grunwald Vie Feb 05, 2016 10:24 pm

Conocía el despacho de Motka desde primer año, había ido allí con el fin de solucionar algunas de sus fobias, habían controlado la mayoría, pero no era de lo que se iba a librar, lo único que agradecía era no haber tenido ningún ataque de pánico en ese internado. Recordaba la sala, la tenía en su mente como un lugar agradable y tranquilo donde podía expresarse con total libertad. Ahora le causaba escalofríos. Había algo en las palabras de Brennan que también le helaban la sangre. Ya habían visto demasiado como para tratar el tema como una broma, y ¿qué pasaba si veían algo que no querían? ¿Qué pasaba si era peor que las otras veces? ¿Qué pasaba si el secreto era algo que hacía que comenzaran a temer al internado donde habían pasado los últimos cinco años? Se vio obligada a cerrar los ojos unos segundos para poder calmar las preguntas. No estaba segura de que sea lo correcto o no, pero confiaba en la profesora de química, ella nunca haría nada para lastimar a los estudiantes, siempre estaba tratando de ayudar.

Se extraño de verse a si misma dudando sobre la posibilidad, cuando había enfrentado en ocasiones anteriores a Erizalde con tal de sacar información. No podía quedarse con la duda, no podía quedarse quieta y esperar. Se puso de pie en silencio hasta llegar a la altura de Brennan, tomando las llaves en el proceso. —Veamos donde termina esto, peor no puede ser— No se atrevió a mencionar lo de Halloween, pero creía que se entendería. Si bien tenía ganas de dejar que sus rodillas tiembles con libertad, endureció la mirada mirando a los presentes. —Pero si vamos, ahora. Muevan sus traseros— Terminó por decir apurando a las personas y lanzando una mirada a Isak y a Nate, ninguno de ellos dos tenía autorizado quedarse sentados. Mirar a su hermana era un caso perdido, iría si le pedía que no, era mejor dejar esas cosas al azar. Movió su brazo señalando la puerta. —Hoy— Agregó con autoridad, sin importarle si había profesores presentes.

Publicado por Calliope C. Rohmer Sáb Feb 06, 2016 12:56 pm

Narración

▲ Los personajes que optaron por salir, se encontraron con que la puerta del despacho del Doctor Motka se abría con la llave de mayor tamaño. Una vez dentro, el tercer cajón del lado derecho del escritorio cedió ante la segunda llave. En primer lugar todos pensaron que el cajón estaba vacío, hasta que se dieron cuenta de que se trataba de un juego de espejos. Al retirar los mismo, encontraron varias cosas dentro: recortes de diario, una cinta hospitalaria, un peluche viejo y fotos de una familia compuesta de tres personas.

Recortes de Diarios

21 de Julio de 1982,

Hace siete años la familia Zehrfeld se mudó a aquella mansión prendida fuego de los bosques del este de Escocia. Había pasado mucho tiempo desde que había sido habitada, pero esta familia parecía dispuesta a hacer de aquellas runas un paraíso. Acogiendo su llegada, posibles empleados se ofrecieron para ayudar a Otto Zehrfeld en la reconstrucción de la antigua estructura. Los cambios comenzaron a verse pronto, liderados por Ada Zehrfeld, esposa de Otto, quien pagaba por cada capricho de su mujer. Las paredes comenzaron a alzarse. Ada tenía un gusto exquisito por el diseño de las estructuras, además de haberse recibido como Arquitecta, por más que sus padres nunca le perdonaran haber decidido estudiar una carrera universitaria. Otto dejaba que decidiera por todo, el sólo ponía el dinero que fuera necesario. Curiosidad eran los que habían sentido todos por aquella extraña familia, un padre médico, una esposa arquitecta, y una niña que apenas tenía un año y que gateaba de un lado para otro en aquella reconstrucción. Todos se preguntaban por qué habían decidido vivir en medio de la nada, pero nadie formulaba la pregunta en voz alta, temerosos de perder aquel posible valioso empleo. No fue hasta hoy en día, quizá un poco antes, que se dieron cuenta de que deberían haber preguntado.

Se tardó un año en que la casa quedara en perfectas condiciones. Hermosa, elegante, una belleza blanca en medio de la oscuridad del bosque, con un hermoso jardín repleto de rosas: el paraíso que todos esperaban. La llamaron Spiegeln, dadas las raíces alemanas de la familia Zehrfeld, pero muchos llamaban a la misma, como la casa en medio del bosque. Alejados de toda sociedad. Algunos pensaron que Otto se sumaría a un hospital dado su gran historial en los mismos, era un excelente doctor, pero como él afirmó, ya había obtenido todo lo que quería en la vida, ahora sólo quería disfrutar. Con dinero suficiente para vivir toda una vida sin necesidad que ninguno de los dos trabaje, la familia hizo uso de aquella fortuna, pero de igual manera cuando una cirugía importante se veía venir, era Otto quien viajaba a la ciudad para realizar la misma. Nadie reprochaba nada, todo estaba en perfectas condiciones a la luz del día.

La sorpresa para todos estuvo cuando se relacionaron las desapariciones del bosque con aquella casa que tan hermosa era. Casi nadie pasaba a visitarlos, eran ellos quienes salían. Familias enteras trabajaban para ellos viviendo en aquel lugar, ninguno de ellos tenía la necesidad de partir. El primero de julio del año pasado fue que se descubrió la verdad. Otto y su esposa Ada experimentaban con cuerpos. Querían ver hasta qué punto llegaba la fuerza de un humano, la voluntad de vivir o cuánto tiempo se tardaba en perder la cordura. El personal lo sabía, pero no podían decir nada, sus bocas habían sido cosidas, sus lenguas cortadas. Todo el personal en aquellas condiciones, desde los más niños hasta los más ancianos, nadie se había salvado de la tortura que sus amos imponían. Aterrorizados de las hazañas del matrimonio, temían escapar, incluso tardaron un par de días en sacar a todos de aquella casa para darles el servicio médico que necesitaban.

Ciento treinta y dos desaparecidos en los últimos seis años. Sólo se encontraron diez cuerpos, de ellos sólo tres estaban con vida. Aún las autoridades buscan los cuerpos perdidos, aún la búsqueda no termina. Ada, quien se debería haber visto ante el juez tras una semana de haberse descubierto la verdad, se quitó la vida con las sábanas de su celda. Otto siguió sus pasos un día más tarde. Todos estábamos seguros de que con ellos se moriría el secreto, pero aún faltaba alguien más. Maryl Zehrfeld, hija del matrimonio de siete años de edad, la encontraron justo cuando estaba poniendo las sábanas en su cuello para quitarse la vida, cuando le preguntaron por qué iba a hacer eso, respondió que era lo que sus padres le habían dicho que debía hacer. La misma, quien se encontraba en un orfanato bajo vigilancia, pasó a un interrogatorio donde se descubrieron varias verdades.

"Mami y papi me dijeron que le estaban haciendo un bien a todas esas personas. Yo sólo quería ayudar, y me dejaron hacerlo", dijo la niña en el interrogatorio dejando a las autoridades y a todos los presentes mudos por un momento, hasta que alguien preguntó si sabía dónde estaban los cuerpos. "Mami me dijo que ese era mi trabajo. Papi me los dejaba en el jardín, yo les cortaba la cabeza con un hacha y luego se las volvía a coser porque no me gustaba la idea de que la puedan perder. Después los tenía que esconder y no le podía decir a nadie donde estaban".

Tras la declaración, la niña fue llevada a una casa mental donde esperaban poder ayudar a la pequeña en su crecimiento tras el trauma que sus padres le habían dejado, por más que la niña mantenía la mirada firme, hacía lo que le decían y estaba ubicada en tiempo y espacio. El trauma que tenía era mucho más profundo, para ella todo lo que se hizo era lo correcto. Muchos le tenían miedo. Los cuerpos fueron buscados por todos lados, pero ninguno de ellos fue encontrado. Al final, las autoridades decidieron dejar ciento veintidós lapidas vacías, en honor a las personas que nunca fueron capaces de encontrar.

Spiegeln cerró sus puertas, el estado la puso en venta, pero no fue hasta que el precio estaba casi regalado que un doctor recién recibido...

[Articulo cortado]

10 de Septiembre de 1992

¿Has visto a esta niña?

Hace ya más de un mes que Maryl Zehrfeld desapareció de la casa mental donde la mantenían encerrada. Mantenía una buena conducta, siempre obedeciendo las normas. Ninguno de los médicos presentes pensó que lograría escapar, pero lo hizo. Le llevó once años descubrir cómo. Las autoridades encontraron, escondido debajo de su colchón, planos del hospital trazados a mano. La pequeña había observado, hasta encontrar la manera de salir.

Nota: El artículo cuenta con la imagen de una niña de cabello rubio y ojos claros, amplia frente y nariz puntiaguda

15 de Febrero de 1993

Aunque las autoridades británicas aún continúan averiguando las posibilidades de que la joven de dieciocho años de edad haya escapado del país, Maryl es considerada presuntamente muerta. Hay quienes afirman que murió al intentar cruzar a Europa a nado y ...

[Articulo Cortado]

Cinta hospitalaria

La cinta es blanca con letras negras, es vieja y se puede leer: Maryl Yvette Zehrfeld - Mentalmente Inestable. Cod: 29832.

***

▲ Un rato después de que encontraran esa revelación, Motka ingresa a la sala y les pide a todos que se retiren formalmente.

***

La administración da la trama finalizada, las consecuencias de las mismas se desarrollaran próximamente.

Publicado por Whispers Sáb Feb 06, 2016 3:23 pm

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