Bittersweet

Rondas, a Sophia no le agradaban demasiado no por tener que hacerlas sino por tener que estar pendiente de que ningún chico se escapara. A pesar de la vida tan estricta que llevaban los jóvenes del Dunkelheit los chicos seguían siendo adolescentes, y estos, aunque tuvieran la peor amenaza encima y se les pidiera que se quedaran en sus habitaciones por su protección, igual creerían que a ellos no les pasará lo mismo que a los otros y que pueden romper las reglas, en especial las de toque de queda. Cuando habían terminado la reunión del comedor a todos se les habían dado nuevos horarios de guardias, ya que no darían más clases se encargarían de proteger a los chicos en tiempo completo, chicos que ahora no tendrían ni la distracción de las clases para no caer en la desesperación por toda la situación.

A ella le había tocado esa noche el corredor que venía del pasillo de las habitaciones de los mayores, ella de verdad esperaba que ninguno quisiera salir a deambular por el internado de noche, aunque había reaccionado de forma tan fría frente al cadáver de Nick en las noches soñaba con ese momento y necesitaba ver a Evan todo el tiempo para saber si seguía allí, no iba a llorar y sobre reaccionar, solo se ponía más sobreprotectora con todos los chicos y no dejaría que se robaran a ningún otro. Cosa algo difícil en un internado tan grande, lleno de jóvenes que creían poder con todo y que raramente seguían las normas cuando estas no les gustaban.

Alumbró nuevamente con la linterna por el pasillo, se veía tétrico a esa hora y le hubiera gustado que las rondas hubieran sido en grupo, ¿Si se encontraban algo raro?, ¿Si los atacaban?, no podían defenderse más que con las manos y con la imaginación, agradecía que ya no fuera la de antes y que por los chicos perdía su temor natural a esas situaciones y lograba defenderse, porque de ser la de antes o no tener por quien luchar, no hubiera durado demasiado en esa situación.

Publicado por Sophia E. Thurkell Sáb Jul 02, 2016 2:14 pm

La primavera había llegado, pero el frío seguía colándose en los pasillos de Dunkelheit. Llevaba ya varios minutos metida en la cama sin poder dormir, sintiendo cómo el calor escapaba por cada resquicio que se abría entre las mantas. No me importaría tanto si no fuera por los temblores: cada vez que cerraba los ojos imágenes sangrientas acudían a mi mente, y de pronto mis pies estaban helados y mis hombros comenzaban a sacudirse sin control. Todo era culpa del viento, claro, porque Delilah O'Rilley no era una cobarde. De pronto, movida por el viento, la rama de un árbol golpeó contra el cristal de mi ventana, y entonces sí que sentí que me congelaba. Eso fue suficiente para mí: salí de la cama, me puse un par de botas y una chaqueta encima de mi pijama, y abandoné la habitación.

Las últimas horas había sido la misma cantaleta, debíamos respetar el toque de queda por nuestro propio bien. Pero, ¿quién podía asegurar que estuviéramos a salvo dentro de los muros del internado? ¿cómo sabían los profesores que nadie iba a sacarnos de nuestras camas en mitad de la noche para que nuestros cuerpos sin vida aparecieran meses después en lo más profundo del bosque? Después de lo acontecido el día de los inocentes era claro que nadie estaba seguro, y los toques de queda y la vigilancia nocturna eran sólo un desperdicio de tiempo y de recursos.

A pesar de que estaba convencida de todo lo anterior, mi pulso se aceleró al escuchar el chirriar de mi puerta al abrirse. Era como estar en una película de terror, donde la rubia tonta está a punto de ser asesinada por el fantasma de la monja asesina; sólo que yo no era rubia, y los fantasmas en Dunkelheit eran de carne y hueso. Pensé volver a la cama, pero sabía que de cualquier forma no podría dormir, y estaba harta de estar encerrada en mi habitación como conejo en su madriguera. Necesitaba moverme, hacer algo, sentir que no me habían enterrado viva en un mausoleo de piedra.

Cerré la puerta detrás de mí y caminé a paso lento, viendo amenazas en cada sombra, personas acechándome tras cada esquina. Tras un par de minutos terminé por convencerme de que no había nadie intentando asesinarme... esa debe ser la razón por la que no noté que esa sombra sí era la de una persona hasta que estuve demasiado cerca para que su dueño también pudiera verme. Ya fuera un asesino o un profesor, no iba a quedarme a averiguarlo: me di la vuelta e intenté escapar por el pasillo, fracasando al tropezar con un estúpido perchero.

Publicado por Delilah O'Rilley Mar Jul 05, 2016 12:26 am

Cuando se tomó la decisión por parte de la directiva de no impartir más clases la pelimarrón estuvo a punto de quejarse, pero una mirada a su hermano la hizo callar. Ella no estaba de acuerdo con ello, vale, que los estudiantes no tendrían cabeza para ello en esos momentos, en especial los cercanos a los desparecidos y fallecidos, que muchos comenzarían a faltar y que sería una pérdida de tiempo para todos, que podrían protegerlos mejor si tenían tiempo para planear las rondas y demás en vez de las clases o estar dándolas, pero Sophia había visto algo más importante en todo ello, ahora los chicos no tendrían más nada que hacer que pensar en la situación, en el peligro, en sus amigos perdidos, en aquellos muertos. ¿Nadie se había dado cuenta de eso? ¿No tenían como subdirector un psicólogo?, pero desgraciadamente ella no había podido hacer nada, no mandaba allí y solo podía ayudar en lo que podía a los chicos, por lo menos tenían las salas de recreación a su disposición.

Cambió de dirección su linterna al haberle parecido ver una sombra, no quería volverse paranoica o simplemente su trabajo sería mucho más difícil, pero un ruido casi estruendoso por el silencio del pasillo la hizo voltearse de inmediato a la fuente de mismo alumbrando por completo a los causantes del mismo: Una estudiante y un perchero. Suspiró y comenzó a caminar hacía la chica, que viéndola bien reconoció como O’Riley, una de las jóvenes de sexto. — Señorita O’Riley, ¿Qué hace despierta a esta hora y fuera de su cama? — Su tono de voz era serio, pero suave, la idea tampoco era gritarle por hacer algo que ella misma hubiera hecho de estar en su lugar.

Publicado por Sophia E. Thurkell Dom Jul 10, 2016 6:46 pm

–Mierda – mascullé desde el suelo. Si de los entrenamientos de atletismo había aprendido algo de provecho, eso era caer con estilo. Tal vez lo habría puesto en práctica de haber sido capaz de ver el obstáculo, o si este no hubiese caído sobre mí, o si no tuviera una forma tan irregular en la base y la punta. Estaba atrapada en la trampa perfecta, con un pie entre los soportes de la base y el cabello enredado en los ganchos  de la parte superior. Al menos era consciente de que ese objeto era mi peor enemigo en ese momento, y no un psicópata con un arma que ya me habría disparado de haberlo querido.

Empujé el perchero a un lado (perdiendo unos cuantos cabellos en el proceso), y me levanté con dificultad. Esperaba que alguna puerta se abriera para averiguar lo que había provocado tanto ruido, pero eso no sucedió. Sí alguien había escuchado algo seguramente estaba demasiado asustado como para asomar la nariz fuera de las cobijas. Aunque sí había alguien despierto, la sombra de la que había intentado huir. Al acercarse pude distinguir su rostro, y suspiré aliviada. Era Sophia Thurkell, la profesora de biología, quien seguramente estaba en el turno de guardia esa noche.

–Eh... bueno, estaba... – miré hacia el piso, donde el perchero aún yacía inerte, y me agaché para recogerlo. Hice un gesto al tirar de él y notar que la muñeca me dolía un poco, pero lo levanté y lo puse en el que creía era su lugar original –. Lo siento, no lo vi y tropecé con él. No quise tirarlo a propósito – dije en voz baja omitiendo la pregunta de la profesora. Tal vez con mucha, muchísima suerte, lograra hacer que olvidara el tema y me dejara volver a mi habitación sin castigo alguno. Pero yo no quiero volver a mi habitación, recordé. La miré intentando poner mi cara más inocente –¿Quieres compañía? – aventuré a preguntar. Vigilar los pasillos toda la noche con una profesora era más tentador que regresar a mi cama y contemplar el techo hasta que amaneciera.

Publicado por Delilah O'Rilley Dom Jul 17, 2016 6:43 pm

Vio a la chica pelear con un perchero que al parecer era el objeto que la había delatado, al parecer le estaba costando trabajo y la ojimarrón terminó acercándose buscando ayudarla, pero la chica terminó arreglándoselas ella misma, viéndose un poco doloroso desde su perspectiva la manera en que lo había logrado, pero ya no había modo de ayudarla pues todo estaba hecho. No pudo evitar sonreír por su grosería, ella solía hacerse la que no se daba cuenta de muchas cosas en su clase, como esas, aunque claro siempre bajo un límite, que no fuera algo muy insultante para otro compañero y claro que no se dirigieran con ese tono a ella misma, sobre todo respeto junto a la confianza que ella pudiera darles.

Alzó la ceja ante su excusa, ya se había acercado lo suficiente para ver bien a la joven y al verla moverse la muñeca le pareció que no estaba de lo mejor, se debatía entre regañarla e ir a la enfermería por lo menos para algún medicamento y alguna venda, dudaba que la enfermera estuviera allí, pero ella sabía un poco sobre tratar heridas menores, lo había tenido que aprender a las malas y podría arreglársela con una muñeca algo torcida. — ¿Te lastimaste? — Señaló con la linterna a la mano herida, esperando que no se negara a la ayuda.

Otra sonrisa llegó a su rostro ante lo de hacerle compañía, mejor la llevaría a la enfermería y luego vería que hacer con ella, no estaba segura si lastimarse era suficiente castigo por estar fuera de su habitación luego del toque de queda, o tal vez sí. — Hagamos algo, vayamos a la enfermería a revisarte esa muñeca y luego hablamos de tu castigo — Se puso al lado de la joven, esperando para que ambas comenzaran a caminar hacia el lugar indicado, guiándose con la luz de la linterna que llevaba en la mano.

Publicado por Sophia E. Thurkell Vie Jul 22, 2016 6:58 pm

Me toqué la muñeca con la mano izquierda cuando la profesora preguntó si me había lastimado; sólo estaba un poco hinchada, aunque seguía doliendo—No es nada, se me pasará en un minuto — le respondí. No quería que se preocupara, además me sentiría ridícula quejándome por una cosa tan pequeña cuando había una amenaza real acechando el internado. Pero no logré convencerla y me invitó a ir a la enfermería, agregando (por supuesto) que después decidiría mi castigo. Estúpido toque de queda, pensé.

En realidad me habría gustado quedarme ahí, despierta toda la noche velando el sueño de mis compañeros; habría sido mucho más útil de lo que era dando vueltas en la cama pensando en todos los rincones de mi habitación en los que podía esconderse alguien y asegurarme de que estaban vacíos. No se me daba bien esconderme, y aunque no sabía cien tipos distintos de artes marciales nadie que intentara lastimarme, secuestrarme o asesinarme lo tendría fácil. Pero Sophia no parecía pensar lo mismo.

Resignada, caminé a su lado por el pasillo en dirección hacia la enfermería —¿Y quién cuidará los pasillos? — solté sin muchas esperanzas de hacerla cambiar de opinión  —Alguien debería estar aquí para alertar al resto si algo sucede, ¿no crees? — supuse que esa era la razón de que una profesora armada únicamente con una linterna vigilara los pasillos sola en mitad de la noche. Vamos, que no podría hacer mucho más en esas condiciones que gritar "¡Asesino!" lo suficientemente fuerte como para despertarnos a todos.

Publicado por Delilah O'Rilley Sáb Ago 13, 2016 6:33 pm

Delilah siguió buscando excusas para retenerla y evitar que la llevara a la enfermería, no parecía ser nada serio, pero mejor prevenir que lamentar y prefería de verdad que por lo menos se tomara algún antibiótico y ponerle alguna venda, así no le dolería demasiado y se curaría más rápido, en esos momentos estudiantes lastimados era lo menos que querían los mayores por el lugar, no tenían demasiadas medicinas tampoco y Sophia temía el momento en que ya no pudieran traer nada de afuera, esperaba que el sistema de entrega del internado siguiera tan eficiente como siempre a pesar de todo lo que estaba pasando. — Eso lo veremos cuando revisemos bien esa muñeca — Desestimo mientras seguían caminando, alumbrándose con la linterna.

Alzó una ceja escuchándola, sonriendo luego, claro los valientes jóvenes que cuidaría al resto del asesino, mientras menos alumnos estuvieran involucrados mejor para todos — Hay más profesores haciendo rondas — La dijo tanto para advertirle como para calmarla — Los miembros del personal también están ayudando, todos estaremos pendientes de ustedes para que nada suceda, no te preocupes, y tenemos nuestros métodos de comunicación — Que consistían en salir corriendo a buscar al resto si sabias que alguno estaba cerca de donde estaban, de verdad necesitaban walkie talkies o algo por el estilo para comunicarse si querían lograr algo con esas rondas y con lo del toque de queda, ya que al parecer los estudiantes no lo cumplirán y harían lo que querrían, incluso, aunque pensaran que estaban ayudando.

Publicado por Sophia E. Thurkell Sáb Ago 13, 2016 7:20 pm

A Sophia no le costó derrumbar toda mi argumentación. Ella no era la única haciendo guardia, cosa que debí haber sospechado antes, y ellos estaban cuidando de nosotros. ¿Y quién cuidará de ustedes?, me pregunté sin dejar salir tal pensamiento por mi enorme bocota. Seguro que ella tenía muy claro que también estaba en peligro, y no necesitaba que se lo recordara cuando iba a quedarse sola en medio de la oscuridad por el resto de la noche  —Vale... vamos allá — suspiré. Había agotado mi último recurso, y ahora no me quedaba más que seguirla hasta la enfermería para que me vendaran la muñeca. Ya me imaginaba las burlas de Renton al saber cómo me había ganado tremenda herida de guerra.

Al llegar a las escaleras la luz de la linterna fue de gran ayuda para evitar que tropezara una vez, eso y la ausencia de percheros traicioneros camuflados en las paredes (gracias a Dios). Me consolé pensando que probablemente la enfermera se encontraría dormida (ojalá) y nadie tendría que agregar una caída tonta a mi expediente médico, que ya tenía enlistaba varios problemas que hubiera preferido no poner sobre el papel. Palpé mi muñeca una vez más, ya estaba un poco menos hinchada, aunque aún dolía. Evité que la profesora Thurkell lo notara y aproveché para tocar el otro tema que me preocupaba ahora mismo — En cuanto al castigo — comencé en tono inocente —, no olvides que enviarme a cazar una criatura siniestra con el guardabosques siempre es una opción.

Publicado por Delilah O'Rilley Sáb Ago 13, 2016 10:02 pm

Delilah terminó por rendirse y aceptar que la pelimarrón la llevaría a la enfermería si o si, en realidad dudaba que Gail estuviera allí a esa hora, teniendo en cuenta bueno la hora, y claro que la mujer también estaba haciendo sus propias rondas, aunque ahora que recordaba normalmente se le ponía a ella los lugares cercanos a la enfermería para que pudiera estar pendiente por cualquier emergencia, no era la idea mandar a una de las enfermeras del internado lejos del lugar donde la pudieran necesitar. Así que le dedicó una sonrisa tranquilizadora a la joven a su lado y siguió alumbrando el camino hacia la enfermería, agradeciendo que no estuviera demasiado lejos de donde ellas se encontraban.

Al nombrar el castigo solo pudo sonreír, Sophia no era de las que castigaban muy fuerte por cualquier cosa, ella decidía el mismo dependiendo del agravio y, aunque la idea no era que los jóvenes estuvieran por ahí vagando para hacerles más difíciles el trabajo a los adultos, tampoco era que había hecho algo muy malo, ella había logrado atraparla antes de que algo malo de verdad pasara así que… Pero de igual manera, en esos momentos el chiste del bosque no era muy bienvenido, teniendo en cuenta que Yvette podría estar rondando el lugar — Luego de curarte te diré el castigo, aunque creo que el hecho de tener que vendarte la muñeca es suficiente castigo ¿No crees? — Le sonrió divertida, sin decirle aún que lo más probable es que no la castigaría esa noche.

Publicado por Sophia E. Thurkell Dom Ago 14, 2016 9:48 pm

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