everything is going to be fine [FB]

¿Por dónde comenzar? Esa era la pregunta que se llevaba haciendo hace 20 minutos Katherine, mientras masticaba y masticaba su tostada. No estaba excepcionalmente deliciosa, y tampoco es que fuera lenta para comer, simplemente quería retrasar todo lo posible tener que volver a su lugar de trabajo. Estaba aburrida, cansada de la monotonía de todos los días. Ni siquiera quería recordar lo que tenía que hacer porque su trabajo se había vuelto un calvario. Pero por exhausta que estuviera, alguien tenía que hacerlo.

Suspiró abatida, llevándose ambas manos a la cabeza y mirando a su alrededor, el comedor estaba casi vació a esas horas, sin contar al personal de cocina y aseo. Al parecer, se había vuelto común para el resto centrarse en sus labores más que en los extraños sucesos que acontecían en el instituto.  Y es que la tensión era palpable en el ambiente, no podías ir por ahí creyendo que iba a ser un día común en una escuela común. No, porque quizás te topabas con que iba a ser última vez que saludaras a tu compañera de clases, o reprobaras una nota, o la última tostada mala que comieras porque a una loca desquiciada se le cruzaron los cables y comenzó a desaparecer gente, y regar sus cuerpos en el jardín como saludo mañanero.

A eso le llamaba hiperespecialización, o al menos así lo había leído Kate hace un tiempo atrás en la universidad cuando tuvo que realizar una investigación acerca de la labor de las enfermeras en los hospitales de urgencias. Cuando el estrés era muy grande, y te encontrabas en un medio hostil, como mecanismo de defensa las personas se centraban en sus labores, buscando cumplirlas de formas satisfactorias relegando de su humanidad, por así decir. En Dunkeheit eso parecía suceder, todos seguían con lo suyo, aunque mental y emocionalmente estuvieran devastados.

Deshizo de sus pensamientos con la mano. No era momento de realizar un análisis social a la situación para darse cuenta que sin medios para alertar a la policía, ni a ninguna otra persona externa de lo que estaba pasando allí dentro, lo único que les quedaba era intentar sobrevivir mientras buscaban una solución.  Eso último no daba un panorama muy alentador que digamos. En fin, sin querer darle más vueltas al asunto, masticó lo último de tostada y se decidió por empezar de una vez por todas a trabajar. Si ella no hacia el papeleo… bueno, tampoco es que alguien fuera a morir si la secretaria no estaba en su escritorio ¿no? Un chiste cruel en un momento inoportuno.
 
Agarró de su taza, el plato y servicio que había estado ocupando durante su desayuno, cuando al dar la media vuelta para dejar las cosas en la cocina, un rostro bastante particular logró llamar su atención. Dudó si continuar con su camino y hacer como si nada, pero había algo, ese pequeño bichito llamado curiosidad que le impedía dejarle pasar. Se hizo de valor, esperando que su presencia fuera bien recibida. –Buenos días- saludó efusivamente, mientras tomaba asiendo a su lado. –Espero que no esté ocupado- bromeó -perdón si esto es muy repentino, pero… ¿Soy yo o es que algo realmente está mal por aquí?-

A veces, cuando sientes que el mundo está de cabeza y todo marcha a un ritmo distinto que el tuyo, es bueno preguntarles a otras personas si también les ha pasado. Comentar sobre ello, quizás sea mucho mejor que simplemente callar y obedecer. Eso es lo que necesitaba Kate, sino sentía que poco a poco iba comenzar a enloquecer tal como Yvette. Bueno, quizás nunca tanto...

-Es que todo esto es tan…- no podía terminar de hablar, porque estaba a punto de explotarle la cabeza con todas las cosas que en verdad quería decir. Pero temía que las palabras fueran a salir una tras otra, tropezando y provocando que su compañera saliera corriendo lo más rápido de ahí, del susto.

Necesitaba con urgencia hablar, sentir que no estaba sola ni menos aún loca. Quería gritar que pararan el mundo y la dejaran bajarse del vagón de la locura. Quería huir, correr, irse lo más lejos posible. Pero era tan imposible salir, como que alguien entrara. Estaban encerrados, y eso desesperaba aún más a Kate. Sin saber dónde ir y en quien confiar, solo atendió a su instinto.

– Lo siento- suspiró, entrando en calma- Perdón por caerte encima, debes estar igual de mal con todo esto y yo vengo a molestar- una ola de vergüenza recorrió su rostro, salpicando sus mejillas de un pequeño carmesí en contraste a su siempre pálido rostro.

¿Qué debía hacer ahora? Tomar sus cosas y marcharse, así como así, dejando todo a medias y esperando que algún día Sophia fuera capaz de olvidar que Kate había tropezado en su camino. Hacer eso resultaba simple. Pero no era el estilo de Kate. “Lo hecho está hecho”- pensó- “no seas tímida, solo anda ¿Qué puede salir mal?” – se dijo a sí misma entregándose la confianza que le faltaba.

-Empezaré de nuevo. Mi nombre es Katherine, soy la secretaría- sonrió-bueno, quizás eso ya lo sabes.– estiró su mano a modo de saludo- Llevo dos años trabajando aquí y se me dan pésimo los nombres, así que lamento preguntarte esto pero ¿Te llamas…?-

Agradeció la cordialidad con la que dejaba que se quedara ahí con ella. Eso era una victoria para Kate, considerando que esperaba que la tildaran de la nueva loca del lugar y le dejasen sentada a solas o la espantaran de ahí como la peste. Superado eso, le quedaba el siguiente reto; mantener la conversación. Discreta, miró hacía ambos lados corroborando que lo que decía Sophia era verdad. Estaban a solas. Eso les permitía mayor privacidad.

-No te preocupes, casi nadie puede recordar mi apellido. Katherine estará bien- dijo con una sonrisa, aún sin poder contener el aire de la emoción. Había tenido éxito- ¡o si quieres Kate! Eso es más fácil. Sophia Thurkell-

Por poca y lejana que fuese la conexión con sus raíces, la sangre escocesa corría por sus venas gracias a su padre. El único recuerdo que le había dejado. Algo que Kate prefería darle la menor importancia posible, por ello prefería de que le llamasen por su nombre, antes que rememorar el sabor amargo de una infancia destruida.

-¿Thurkell? Siento que de alguna forma tu apellido me suena. Tienes más familia aquí ¿No? ¿O me estoy equivocando? - alzó la mano a modo de disculpa. Otra vez entorpecía todo con su ansiedad –Perdona si me estoy metiendo donde no debo. Es solo que me ha saltado esa duda, soy pésima con los nombres y a veces se me vienen estas cosas a la cabeza, y no puedo evitar soltarlas- Además, a pesar de la similitud en algunas ocasiones, era muy extraño encontrar dos apellidos iguales en el internado.  

Hizo un pequeño gesto, arrugando la nariz y asintiendo -Así que por eso me sonaba tu apellido – sonrió. Debía ser agradable tener familia ahí dentro, alguien tan cercano a ti, con quién compartes un lazo especial y en quién puedas confiar desinteresadamente. Kate sintió un poco de envidia, ya que dentro de esas cuatro paredes solía relacionarse bastante poco con la gente, fácilmente podía contar con los dedos de una mano a quienes podía llamar “amigos”, y aun así le seguían sobrando dedos. Un panorama bastante desolador cuando ya llevas dos años ahí, y finges que te has acostumbrado.

Como si el pasado le abstrajera de golpe, se sintió nuevamente en su hogar, ahí donde la soledad era todo lo que le esperaba cuando no estaba junto a su abuela pasando el tiempo. Su infancia había sido bastante desoladora tras la partida de sus padres, quienes indiferentes decidieron huir apenas pudieron cuando vieron que el barco se estaba hundiendo. Lloró cuanto pudo para olvidar aquel episodio, pero siempre había alguien que le recordaba cuan sola estaba. Por ello decidió inventarse una que otra mentira con tal de protegerse, de calmar esos fantasmas. Así fue que poco a poco comenzó a acostumbrarse a pasar el tiempo consigo misma, y menos con el resto. Aislada, resultaba un atractivo fácil para algunos quienes querían molestar, y otras veces, cuando tenía suerte, lograba encontrar buenas amistades, aquellas que a pesar de perder el contacto con el tiempo sabes que, si los vuelves a encontrar, es como si todo siguiera tal cual lo dejaste.

-Lo lamento- apresuró en esfumar aquellos pensamientos inútiles que le distraían de la conversación actual –no conozco al niño que mencionas, no suelo hablar mucho con los alumnos a menos que ellos decidan acercarse primero a la oficina del director- Era poco común que ella interactuase con el resto del alumnado, principalmente a causa de su labor que le mantenía retenida en una oficina, a diferencia de los docentes y otros del personales, quienes al transitar por el resto de las áreas de forma libre, tenían mayores chances de cruzar palabras con los jóvenes. Sinceramente aquello no molestaba a Kate, ya que tampoco sentía que tuviera muchas cosas para compartir con alguien mucho más joven que ella. –Debe ser bastante difícil para ti estar aquí, lo digo por tu hermano menor y el miedo de que le pueda ocurrir algo-

Para su desgracia, y bajo su poca preocupación por socializar con más gente dentro del internado, desconocía realmente del hermano mayor de Sophia, aunque sí había oído de él ya que, dada su dieta vegana, había tenido que charlar con varios de los cocineros para solicitarles un almuerzo “especial”, libre de contenido animal. Podía responder, al menos, que sí le habían tratado bien ya que nadie le puso condiciones ni problemas por su exigencia alimenticia.

-Eso sería agradable- respondió ante su invitación. Algo que no había predispuesto y que tenía a Kate casi saltando en un pie, ya que, si bien en un principio solo había querido sacarse un problema de encima, hablando con la primera persona que inspirase confianza, jamás creyó posible que Sophia le iba sentar la idea de una próxima vez. Era un doble strike para Kate. Al fin estaba saliendo de su zona de aislamiento, y estrechando lazos con otros. Ansiosa guardó las ganas de pegar pequeños aplausos de victoria ¿Era muy pronto para llamarle amiga? Quizás. Así que mejor lo guardaría para después, no quería espantarle con la idea de propasarse cuando recién habían comenzado a hablar.  

Todos sus deseos de celebrar sufrieron el amago producto de la preocupación de Sophia. Sintió que había metido las narices donde no le incumbía. Con sus palabras solo había logrado darle más preocupaciones de las que quizás ya tenía. Si para ella, estando solas ya era preocupante lo que sucedía, para la castaña, tener a su familia ahí dentro debía ser un calvario.

-lo lamento, lo dije sin pensar- procuró reparar lo más pronto que pudo, esperando que de algo sirvieran sus palabras –De seguro todo esto ya va a pasar, ya verás. Estar preocupada no te servirá mucho, tus hermanos estarán bien. Además, quizás como tu estas preocupada por ellos, ellos estarán así por ti, así que sería mejor demostrarles que estas bien para no preocuparles más ¿no?-

En materias de entregar apoyo era una neófita, a la única que necesitaba darse aliento era a sí misma, así que verse en el desafío de ayudar a Sophia, estaba haciendo su mejor esfuerzo por no lanzar un comentario fuera de lugar o hacerle caer más en depresión. En aquellos momentos era mejor generar un buen ambiente, así todo podía ser más… fácil.