Oasis?

Anoche tuve otra pesadilla, ocurre lo mismo de siempre. Todo se remonta a esa noche, cómo si el tiempo quisiera que no la olvidara cuando cada día las imágenes son más nítidas que el mismo pasado. Veo su rostro en todas partes, incluso en los cristales que decoran esa habitación, puedo escuchar su voz, aun cuando llueve tan fuerte escucho todo lo que dice, sus gritos, sus malas palabras. Trato de buscar la foto de mi madre como cuando era niña pero ella nunca está, a veces siento que a ella si puedo olvidarla Rosie tacha de inmediato como si fuera una error, un ultraje, toma un respiro y vuelve a escribir.

He pensado en lo que dijo Ophelia, quizás debería hablarlo con alguien pero, ¿no será igual que el doctor King del hospital? A veces lo recuerdo, nos decía locos, dementes, inútiles, recuerdo cuando volteo todo lo que Wes había ordenado... Había afincado el lapicero, tanto que su letra resaltaba en la parte trasera de la hoja. Rosie cierra el diario de un solo golpe y lo apoya en su pecho, aún sentada en el jardín siente que no puede seguir, incluso cuando había buscado ese lugar aprovechando su tiempo libre antes de la cena. Iba a tratar de continuar pero de repente unos brazos la rodean por la espalda con fuerza y ella por instinto se remueve asustada, se arrastra por el suelo rasguñando una de sus piernas. Escucha unas risas escandalosas, era unas chicas mayores, siempre molestaban, se creían muy superiores desde que tenía uso de razón. No faltaron las burlas y las risas, una de ellas, gruesa de contextura, se acercaba y hacia que la castaña siguiera retrocediendo en el suelo con sus ojos lleno de terror, luego de un momento se cansó y la dejaron no sin antes decirle unas cuantas vulgaridades. Rose trata de calmarse al percatarse que ellas están lejos, la chica estaba muy nerviosa, pálida, sus manos estaban sucias y su rodilla un poco herida. La castaña toma su diario, su primera acción es irse, irse lejos.

Mya llega al lago, estaba solitario a esa hora, ahí se da cuenta que su rodilla arde un poco, la misma que se había curado hacía unos días, su suerte no podía ser peor. No era para tanto así que la chica logra sentarse al borde de un árbol cerca del lago sin problemas. Levanta un poco su falda y examina, no había una gran abertura solo unos raspones finos que no brotaban sangre, cubre lo que puede y cierra sus ojos unos segundos. Al soltar el aire de sus pulmones vuelve a abrir sus pupilas azuladas, toma su diario, estaba sucio, enseguida empieza a limpiarlo con el borde de la manga del abrigo escolar, si Wes lo veía probablemente enloqueciera.

A Rose le daba curiosidad saber la respuesta de Brennan, especialmente porque el chico no parecía querer marcar su piel para siempre. Cuando alguien quiere hacerse un tatuaje generalmente tiene una idea de lo que quiere que marcar para siempre en su tez, tiene un diseño y la disposición; nada muy grande, tampoco muy pequeño, hay como una limitación estética y hasta quizás moral. Sin embargo es diferente saber qué se haría alguien que no desea tatuarse porque precisamente nunca va a hacerlo así que las posibilidades son infinitas. Rose deseaba escuchar la respuesta de aquel chico tan agradable.

La castaña pone la guitarra en medio de ambos para poder apoyar su brazo en su pierna y su rostro en su mano, siempre atenta a lo que dice Brennan. Rosie no puede evitar sonreír cuando él afirma que su amiga va a felicitarla por hacerlo pensar. —Eso es bueno, creo que significa que estoy avanzando en ese asunto de las relaciones humanas—. Porque claramente no imaginaba una conversación de puros monosílabos con el chico, no después de que él fuese tan bueno con ella. Rose frunce el ceño y se inclina un poco para ver mejor lo que él está dibujando, enseguida pregunta. —¿Por qué ese número?—. Pero por la mirada de admiración de Brennan, Rosie entiende que se trata de algo personal y se siente un poco culpable por ser tan curiosa.

La castaña se anticipa a su respuesta. —Espera—. Con cuidado, Rose aparta sus cabellos a un lado de su hombro y baja un poco la camisa y el abrigo en conjunto para revelar en la parte superior de su hombro una hermosa mariposa —Cuando vivía en California tendía a ver por la ventana cuando ya era tarde y no podía dormir. Cuando llovía siempre se paraban las mariposas en mi ventana, eran de muchos colores, recuerdo que las rojas y azules eran mis favoritas. Cuando dejaba de llover volaban hacia el arcoíris. No sé, siempre me gustó ver eso, papá no dejaba que viera la televisión o saliera—. Lo último sale de su boca sin poder evitarlo, sin embargo acomoda de nuevo su ropa y ve al chico aún sin darse cuenta de lo anterior. —Me parecía interesante que aún luego de la tormenta buscaran la belleza que dejó esa misma tormenta. La chica que me lo hizo dijo que era masoquismo pero no creo que lo sea.

Rose ese día no se había levantado ni con la más mínima idea de que compartiría con otra persona que no fuera Wes, mucho menos de que se abriría tanto con esa persona, incluso más con el diario que minuciosamente llevaba, vale, tampoco tanto, pero era sorprendente tratándose de Rosie. La conversación con Brennan fluía de una manera muy natural, la castaña se sentía cómoda, a gusto, podía hablar de cualquier cosa sin ser juzgada e incluso algunos temas venían a su memoria por sí solos y ella podía empezar a comportarse como una persona plenamente normal. Alza su mano como si hiciera una promesa, en parte lo estaba haciendo, no quería perder esa especie de amistad que ambos habían hecho en tan poco tiempo. —Lo prometo, y yo si cumplo mis promesas—. Finaliza con una sonrisa amplia marcando sus pequeños hoyuelos en sus mejillas.

Escucha la historia de Brennan de una manera muy atenta. Quería experimentar la misma nostalgia que sentía el chico pero la verdad es que la historia le pareció bonita, a ver, no es que no se compadeciera, lo hacía, pero era una historia familiar, una marca que demostraba el amor que sentía Brennan por su familia y viceversa. Una vez más, Rose pudo considera que la vida del chico era perfecta en sus imperfecciones, porque muchas cosas valían la pena cuando los recuerdos, en lugar de doler, te hacían más fuerte y pintaba el pasado de otros matices, de colores brillantes. —Es... una razón muy especial, Brennan, creo que valdría la pena—. Afirma con honestidad luego de escucharlo.

La chica sonríe y agradece con un gesto de su cabeza cuando Gru dice que su tatuaje es bonito, a ella le gustaba a pesar del tiempo, era importante para ella y figuraba en esos recuerdos que aún valían la pena mantener. Presta atención cuando él parece querer decirle un secreto. Rose no esperaba ese dato pero la verdad es que le gusta saberlo, más porque historia siempre había sido una de sus materias favoritas. —Vale, no sabía eso, es un buen dato—. Afirma con una gran sonrisa sintiendo que su mariposa es incluso más especial.

No puede evitar reír cuando escucha a Brennan —¿A busca la olla de oro que dejan los duendes?—. Usa de referencia una de las leyendas irlandesas que escuchó en una clase de historia universal. —Vale, fuera de eso creo que sí, todos esperamos algo bueno luego de las sombras. Así como espero que la universidad sea más fácil que la escuela. No me lo tomes a mal es solo que... el internado suele ser agobiante.

Rosie la había pasado de maravilla, como nunca. No se trataba de una fiesta ni de una celebración, tampoco de un gran evento dentro del internado. La había pasado tan bien porque por primera vez en muchas lunas había logrado mantener una conversación decente con una persona que no la conociera con anterioridad, aunque quizás Brennan la conocía pero no la había juzgado como muchas otras personas. Rosie no podía esperar el momento para descubrir esas otras aventuras, sabía que la compañía del chico no la molestaría en lo absoluto, al contrario, él se estaba portando muy bien con ella.

La castaña asiente cuando Brennan hace su promesa, le creía y sabía que él podría ir a su ritmo sin problemas, o por lo menos respetar las barreras que la chica tenía establecidas de por vida. Rosie alza la mirada mientras ve como el chico recoge sus cosas, al parecer ya tenía que irse aunque la chica lo supuso por las personas que lo saludaron a lo lejos. La chica ríe —Vale, confío en que no me vas a saltar encima, espero que tengas una buena agenda de actividades divertidas para mi.

Rosie tuerce los gestos y hace una mueca burlándose de él cuando menciona lo de tocarla, lo dice con tanta naturalidad que a la chica de ojos azules no le molesta. Rose se despide con la mano. —Lo tendré en cuenta—. Cuando se queda sola la chica toma su diario y se levanta, limpia la falda escolar y empieza a caminar al internado, esperaba poder encontrarse con su hermano en el proceso.