We don't need no education

Recuerdo del primer mensaje :




Me parece curioso estudiar por qué alguien como yo, que me considero bastante inteligente, cuento con una facilidad enorme para meter la pata. Guiarme por impulsos y no pensar la mayor parte de las veces termina siendo una auténtica cruz, supongo, y eso influye en cada uno de mis actos.
Solía caminar por ahí pensando en mis cosas -o en los apuntes que llevaba en la mochila para repasar en alguna esquina del internado-, y era muy común que acabase apareciendo en una planta a la que no quería llegar. Incluso había llegado a quedarme encerrado en aulas totalmente al azar, perdiendo el escaso tiempo del que disponía para almorzar. Algunos compañeros murmuraban a veces a mi paso cuando me veían con la mirada fija en un libro mohoso de la biblioteca, y ya me conocía tan bien la superficie de los jardines que podía caminar sin necesidad de ir mirando al suelo. Era casi una sombra de mí mismo que me movía por ahí sin rumbo fijo; sin necesidad de compañía o de guía.
Así acababa siempre: metido en líos.

Esa mañana no fue diferente. Me desperté tarde, para variar, cuando ya todos mis compañeros estaban bajando al comedor. Tuve que asearme a toda velocidad, dando traspiés por la habitación e incluso llegué a golpearme el pie derecho con la pata de la cama. Cuando bajé al comedor aún tenía los ojos un poco llorosos por el golpe. Incluso continuaba cojeando ligeramente. Ya sabes que pocas cosas duelen más que darte en el dedo meñique del pie, ¿no?

Mi mal humor era tan grande que ni me molesté en ir atento de mis propios pasos. Había aprendido de memoria el camino hasta la mesa en la que me solía sentar, pero quizá el dolor que sentía aquella mañana ayudó a que mi mente se nublase. O simplemente me senté en otra mesa al azar porque me apeteció. Muchas veces ni siquiera yo era consciente de por qué actuaba de tal o cual manera. Simplemente lo hacía, y ya está.

Los alumnos que estaban más cerca mío se mostraron recelosos en cuanto me vieron tomar asiento. Lo considero normal teniendo en cuenta que ni siquiera los saludé. No obstante, decidí hacer caso omiso de sus miradas y cuchicheos, y tras servirme de forma muy generosa cereales, tostadas y pedazos de fruta variada empecé a comer con la cabeza gacha. Siempre lo hacía así, más inmerso en las nebulosas de mi mente que en las conversaciones del resto.

No tardé en empezar a tararear por lo bajo una canción de Breaking Benjamin que se me vino a la cabeza totalmente por casualidad. La música era uno de mis bienes más preciados, y allí no quedaba tan a mi alcance como hubiera deseado.

Publicado por Jack A. Hudson Dom Nov 01, 2015 11:49 pm

—No, no lo repetiré. ¿Para qué gastar tiempo y saliva en ti, que no te conozco? Sólo quería un poco de espectáculo durante el desayuno, y gracias a tu repentina aparición lo he conseguido. Venga, tienes mi permiso para ir a comprarte un vestido nuevo con el que lucirte por ahí. Prometo que, si te veo, no vomitaré ni me reiré de ti... demasiado. —aclaré con sinceridad, parado frente a ella. El minutero de mi reloj seguía contando a medida que hablaba, acercándose peligrosamente a la hora de entrada a clase. Muchos de mis compañeros se retrasaban sin problemas y soltaban un par de excusas, pero ese no era mi estilo. Prefería no pasarme con las mentiras por la mañana, o a lo largo del día mi humor se volvería tan oscuro que ni yo lograría soportarme.

Los músculos de mi cara volvieron a relajarse al notar que la discusión había terminado; algo forzada, sí, pero ya no tenía que continuar atacando por placer y soltando mierda por la boca que, realmente, sé que no pensaba. En caliente era de los típicos que arrasaba con cualquier cosa, pero en el fondo me creía bastante coherente.
En ese momento, incluso me apetecía despedirme cordialmente de Grace; con la misma cordialidad con la que ella me había tratado al sentarse frente a mí. En serio, Hudson, ¿quién te entiende?

—Eh... Sinceramente, no. No buscaba hacerte daño, ni que llorases, ni que le fueras con el cuento a la directora. Estaba de mal humor y gracias a esta discusión se me ha pasado, así de simple. No hay nada mejor que reírse de la carne fresca de por aquí para levantarle el ánimo a uno. —volví a encogerme de hombros y opté por agacharme para recoger mi mochila, que había colocado debajo de la mesa. Me colgué las dos asas con rapidez. Tenía esa costumbre de llevar cada accesorio o cada prenda perfectamente ordenado y pulcro, a excepción del pelo. Hasta a mí me repugnaba lo excesivamente correcto que me sentía a veces.  —Y me voy, Regina George, porque tengo clase y me preocupa mi educación. No puedo permitirme manchar mi expediente con un retraso por quedarme hablando contigo, a pesar de que probablemente seas de las pocas personas de por aquí con las que discutir es divertido. Suerte con tu ballet, o tus pases de modelos, o lo que sea que hagas.

Alcé la misma mano en la que llevaba el reloj para agitarla y despedirme de ella. Antes de irme vi al chico que se había sentado a mi lado -el que parecía tener miedo por si a Grace se le escapaba una patada en su dirección- untarse una tostada, y por puras ganas de molestar se la arrebaté de un tirón y le di un mordisco. Luego giré sobre mí mismo y me fui caminando en dirección a la puerta, junto al resto de los chicos que subían a clase. En mi rostro ya no quedaba ni un ápice del mal humor que, poco antes, había mantenido mi ceño fruncido.
El chico al que le había robado la tostada se quedó mirando en mi dirección y agitando un brazo por pura indignación.

Publicado por Jack A. Hudson Sáb Nov 28, 2015 4:22 pm

Al parecer sus palabras no habían sido de su agrado, las de él tampoco habían sido para ella, y por eso se desataba la tormenta. Jack responde, dispuesto a irse, y Grace lo miraba sabionda de que la retirada no significaba mas que su victoria, pero ese ya no era su problema, era él quien no sabía terminar una discusión, supuso que sería la falta de argumentos lo que lo incitaba a irse, porque ella aún tenía palabras que decir. Mientras el chico hablaba se dedico a acomodar su cabello, a comenzar a peinarlo para luego acomodarlo y que sus hondas platinadas golpearan contra sus hombros.

Sus palabras no le molestaron tanto como la actitud que mantenía, cómo si haberse encontrado con ella significara un buen inicio de mañana, como si ella hubiera recibido todos los golpes que pensaba dar en esa semana. Puso los ojos en blanco, y observo como se retiraba con una sonrisa, sin responder absolutamente nada. Había pensado en ponerse de pie y aplaudir al muchacho, pero ni siquiera valía la pena. Simplemente lo dejo ir para luego volver a tomar su taza de té, con la mirada calma como si nada hubiera pasado termino su desayuno con tranquilidad y se tomo su tiempo para ir al baño antes de dirigirse a la clase.

Al entrar en la clase, no pidió disculpas al profesor por llegar tarde, solo entro para sentarse en uno de los asientos que quedaban libres y se dedico a aburrirse hasta que la hora de almorzar llegara. Otro día perdido, pensó en su interior, en el medio de alguna clase.

Publicado por Grace L. Edwinson Sáb Nov 28, 2015 8:36 pm

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