Radioactive

Recuerdo del primer mensaje :

Viernes - 03:32 am

Una noche de pesadillas, algo tan simple como eso había servido de detonante para desatar una serie de eventos desafortunados en un día normal en la vida de Nathaniel. Era el mismo sueño, exactamente la misma escena que se repetía día tras día, solo que esa vez había sido más fuerte y potente que antes. Nunca lo recordaba tan detallado ni menos que se repitiera en frente de sus ojos o de una manera tan realista. Pero ahí estaba, su flamante madrastra, su habitación de niño con sus juguetes y juegos de video, la entrada de su padre, los golpes consecuentes y cuya fuerza no era medida dejándole a Nate profundas cicatrices, no solo físicas si no también emocionales. El chico se despertó sudado, delirante, incluso su corazón parecía salirse de su pecho con cada latido. Nate estuvo cerca de ir a la habitación de Calliope pero, por alguna razón, esa noche prefirió tomar sus medicinas, una dosis grande, solo así podría dormir. No habían pasado ni diez minutos cuando cayó en su cama, sin arroparse, sin poner la almohada como le gustaba, simplemente cayó.

Viernes - 04:00 pm

El día había transcurrido con normalidad. A pesar de no tener clases y que frío le estuviese calando los huesos, Nate trató de que su día fuese lo más parecido a la normalidad. Trató de no toparse con Callie en el camino, de hecho no quería encontrarse con nadie que le hablara o quisiera ser amistoso, no estaba de humor. Solo había tenido unos mareos, pero nada que no supiera controlar al momento o que no hubiese pasado con anterioridad. Nate se vistió en horas de la tarde y decidió bajar a buscar un libro en la biblioteca, con suerte subiría a leer a su habitación y así culminaría su día de nuevo, nada interesante. En el camino se encontró a Grace, mal que bien la chica era una buena compañía y no hacía muchas preguntas. Ambos hablaron del soccer y de la nevada, ella lo acompañó a buscar el famoso libro afirmando que tampoco tenía mucho que hacer. Cuando Nate se estaba estirando para buscar en lo alto el texto del que se había antojado, una fuerte presión nubló su vista haciendo que tuviera que volver a su posición original con torpeza. —Mierda—. Su piel no tardó en palidecer y sus labios se secaron, insistía que estaba bien pero Grace se negó y lo obligó a ir a la enfermería. Por primera vez estuvo de acuerdo, Nate sentía que cualquier tipo de defensa en su cuerpo lo estaba abandonando.

Viernes - 07:45pm

La enfermera no sabía explicar con claridad qué le había pasado a Nate, de momento había sido una baja de tensión. Preguntó si el chico tomaba medicamentos y él supo negar olímpicamente asegurando que no pasaba de unas pastillas para el dolor de cabeza como cualquier estudiante. Para estar seguros de que no le ocurriera nada estando solo, la enfermera consideró que lo mejor era dejarlo por esa noche, iría temprano a darle de alta pero solo por esa noche Nate debería quedarse ahí. Un poco frustrado por el resultado, el chico le pidió a Grace que se fuera, no quería incomodarla y la verdad prefería dormir sabiendo que nadie lo estaba rodeando. La rubia refunfuñó un poco pero terminó por ceder y se fue antes de la hora de despedidas. Nate se quedó solo, con la misma ropa de ese día, esperaba poder dormir y que las horas pasaran rápido para volver a su habitación en menos de un parpadeo.

Sábado - 05:30 am

La enfermera aseguraba que Nate estaría bien, solo le mandó reposo por ese día y unos cuantos calmantes, también mucha agua. Luego de firmar su salida, el chico se fue a su habitación, solo alcanzó a agradecer con una sonrisa, se sentía débil, muy débil.

Nate subió a paso lento, sentía sus pulmones un poco contraídos, le dolía la espalda por la incomodidad al dormir y se cansaba a un ritmo muy rápido. Estaba mejor que el día antes, eso sí, pero le costaría recobrarse y volver a la normalidad. Lo único que el chico quería era acostarse en su cama y dormir, incluso podía soportar llevar la misma ropa y su cabello despeinado, había alcanzado a lavar su cara y sus dientes solo por insistencia de la mujer, nada más. Nate giró la perilla y entró a su cuarto, cerró la puerta pero su sorpresa fue encontrar a alguien adentro, muy instalada como siempre. —Call, ¿qué haces aquí?—. Trata de expresar sorpresa pero sus gestos se notaban cansinos incluso, pasa una mano por su cabello para poder despertarse.

Publicado por J. Nate Seeber Vie Ene 08, 2016 10:53 am

Se sentía miserable, miserable por la situación que estaba atravesando, miserable porque nunca había estado tan afectado por los medicamentos, miserable porque estaba hiriendo a la persona que más le importaba en la vida. Sí, porque esa niña castaña de ojos grandes y muchas preguntas dentro de sí era el ser que más le importaba en la vida y ahora, con su rostro entre sus manos, a una distancia tan pequeña, Nate se daba cuenta de lo mucho que la quería y que la necesitaba para sobrevivir a todo lo que estaba pasando. No podía lastimarla, eso lo hundía y justo en ese momento lo estaba haciendo, estaba lastimando a Callie y la estaba sumiendo en un poso donde solo debía estar él; haría lo que fuera para tenerla lejos de las sombras y en ese momento la tenía arrastrada, podía verlo en sus ojos; culpa, remordimiento, no, Callie no debía estar así por él, ella no.

Ella lo tranquiliza con una palabra, no rompe el contacto y el muchacho lo agradece, puede ver sus ojos más de lo que nunca los vio, ahora parecía analizarlos como si ese fuese el cable para su tranquilidad, como si ese fuese su llamado a tierra; Calliope estaba ahí, estaba con él, ella no se iba a ir. Nate asiente, como puede asiente un par de veces dándole la certeza de que intentará calmarse y que no golpeará más puertas o más cosas en su camino, esa era la parte que más odiaba, se sentía como su padre, aquello le recordaba enormemente a su padre. Ella empieza a hablar y él niega de inmediato con más fuerza que su último asentimiento. —Por favor, no lo sientas—. Susurra. Pero ella sigue hablando y él decide concentrarse netamente en el abrazo que le proporciona. La rodea con sus brazos, rodea su cintura y se aferra a ella eliminando cualquier rastro de distancia posible. —No te disculpes, Callie. Es todo esto, son las medicinas, no me están ayudando en este momento. Si yo hubiese pasado por lo mismo habría movido todo el internado con tal de encontrarte—. Dobla su cabeza y se entierra en los cabellos de la chica, su suave aroma, aquello podría distraerlo por meses.

Ella hacía una promesa, una promesa que a él le hubiese encantado que cumpliera, pero ¿y si eso volvía a pasar?, ¿si no era lo suficiente para Call? Nate prefiere negar y no pensar más allá, su padre se aseguró de que entendiera que él no era suficiente para nadie y que solo era una mancha en una sociedad que era mayor de lo que él pudiese imaginar. No dice nada al respecto, solo toma una bocanada de aire para confirmar algo que ella ya sabía y que era la única cosa de la que tenía total certeza —Yo también estaré para ti, siempre, incluso cuando me digas que no, no me apartaré, Calliope.

Ella se separa y él, interiormente, reclama por más contacto, sin embargo, la escucha y asiente a sus palabras. —Lo sé, sé que debo cambiar—. ¿Pero cómo? Nathaniel estaba completamente acostumbrado a su rutina, a sus medicinas, separarse era algo complicado tomando en cuenta que las pesadillas no se iban y que en el internado no estaba teniendo la paz que precisamente necesitaba. Callie lo había dicho entre líneas, o eso era lo que él había tomado, tenía que luchar contra sus demonios y eso era peor que cualquier guerra o batalla épica. Sonríe un poco por su beso en la mejilla, aquel gesto hace que pequeñas fibras se muevan en su cuerpo —Lo sé... lo voy a intentar—. Ve sus ojos pero sabe que esa no es respuesta suficiente para alguien como Callie. —Haré todo lo que este a mi alcance, no dejaré que eso vuelva a perjudicarnos—. El chico cierra con un beso en la frente de Calliope.

Finalmente ella propone que es mejor que descanse y Nate sabe que, definitivamente, es lo mejor. Callie lo arrastra a la cama y él puede volver a respirar cuando siente el mullido colchón y todas sus almohadas. —Quédate conmigo—. Más allá de una petición era una súplica. Nate hala un poco la mano de Callie y la deja de pie frente a él que está sentado en la cama. El joven alza la mirada y la ve con una pequeña curvatura en sus labios —Por favor—. Alza la mano de la chica y da un pequeño beso en su dorso y luego en la palma. Al verla de nuevo sus ojos muestran esa chispa, esa chispa de niño que nunca lo abandonaba.

Publicado por J. Nate Seeber Vie Ene 29, 2016 11:12 am

Algo de eso no estaba bien. Lo sentía. Había algo que se movía en su pecho, revolcándose, era una voz, una voz ronca y áspera que le decía que nada de eso saldría bien. Era la voz que escuchaba antes de cerrarse a las personas y mostrar esa expresión de chica dura que no deja entrar a nadie en su vida. Era la voz previa al golpe que apartaba a cualquier persona que quisiera entrar y ocupar un lugar en ella. Un lugar desde el cual podían romper su corazón y lastimar su alma. No solía dejar entrar a las personas. La mayoría de sus amigos se ganaban ese lugar, pero hasta ese momento no se había dado cuenta de que había un lugar mucho más profundo. Todo el tiempo que había pasado con Nate le había sido completamente sincero. Le había abierto las puertas de la honestidad, de la lealtad y de la confianza, pero no lo había dejado pasar, por eso se había separado. Hace tiempo, cuando el chico retrocedió, ella también lo hizo, dejó que pasará. Ya entendía porque. Si dejaba entrar a Nate más en su vida, le estaba dando la posibilidad de destruir todo lo que era. Se sintió vulnerable, se sintió débil, pero bastó una mirada para comprender que confiaba en él lo suficiente como para dejarle esa posibilidad.

Recordaba la última vez que había llorado, no había sido hace mucho. Había llorado de risa, había llorado por un libro, había dejado caer una lágrima en aquella película que les pasaron, la ocultó antes de que alguien supiera que estaba ahí. No lloraba de pena, no lloraba de dolor, nunca mostraba debilidad ante nadie. ¿Qué era eso entonces? Lo estaba haciendo ahora. Se estaba mostrando débil. Era eso lo que le mostraba a Nate, le dejaba ver aquel pedazo de ella que era sensible, incluso cuando lo hacía a los gritos. Lo que había entre los dos le importaba más de lo que era capaz de explicar. Era la forma en la que pronunciaba su nombre que la hacía que su corazón diera un vuelco, era la forma que tenía de tocarla que hacía que cada musculo se despertara, era como se sentía cuando estaba a su lado: protegida y segura. Se sentía a salvo. No había atisbo de la chica ruda, de la joven fría y exigente. No le gustaba verse así, le gustaba que sea Nate quien la viera así.

Pensó en las posibilidades de irse, pero su promesa hizo que mostrara una sonrisa. Mordió la uña del dedo gordo sin nada más que decir. Si antes había sido dulce y había dicho palabras bonitas, ya no había más de eso. Quería ser honesta y sacar su verdadera personalidad, pero eso era imposible sin arruinar el momento. —No deberías preocuparte por mi. Soy capaz de cuidarme sola— Esa era ella tratando de ser sutil. No le gustaba que se preocuparan por ella, por como estaba o que trataran de encontrarla si se perdía. No necesitaba la protección de nadie su independencia era lo que más la caracterizaba, y aunque quería mostrar eso, no podía evitar sonreír a su lado como una tonta. Lo peor ya había pasado y volvían a ser ellos dos, sólo que no se sentía como ella. Se sentía especial a su lado. Nate la hacía sentir especial. No recordaba la última vez que se había sentido así.

—Nate, si vuelve a pasar te juro que te golpearé tan fuerte que lo recordarás— Bromea de manera inocente, tenía la necesidad de cortar con esa dulzura. Comenzaba a asquearle. Ella no era dulce, no podía serlo por mucho tiempo. Que su corazón latiera rápido y que su respiración se detuviera cada vez que sentía demasiada cercanía entre ellos no la volvería dulce.

La sigue a la cama, y se asegura de que se acueste, sin saber que haría a partir de entonces. La invitación llega antes de que pudiera pensarla. Alza las cejas y ocupa un lugar en la cama sin soltar su mano. Se gira para ver su rostro. Nunca había estado enamorada, pero si estaba enamorada de ese chico. Se sentía extraño, pero era todo lo que había sentido en ese momento. Inseguridad, duda, temor, maravilla, encanto y dulzura. Era todo eso mezclado en la perfecta combinación. Le sonríe, incapaz de decir eso en voz alta, no sería ella la primera en decir unas palabras que la atarían para siempre. Ni siquiera eran novios, por más que actuaran como tales algunas veces. Suspira, y desliza sus dedo índice por el borde de la mandíbula de Nate. Quería tragar saliva. Eso era una boca de lobo, un camino sin retorno, una apuesta donde no se quedaba nada para salvar. Sentía que era un pacto con el diablo y un pacto con el cielo. Sentía muchas cosas, y no estaba acostumbrada a sentir muchas cosas. Le gustaba lo simple, lo concreto, lo directo. Tenía que organizar su mente y apartar su mirada. Deseo que se quedará dormido para poder pensar más tranquila. Quiso que se quedará despierto y tuvieran esas charlas que antes solían tener.

Si preguntaba algo, se rompería el silencio. No tenía ganas de romper el silencio. Se sentía como una niña, una pequeña. Se mordió el labio inferior. Apartó la mirada y comenzó a tararear una canción en un volumen demasiado bajo. Era una canción que su madre les cantaba para que se durmieran.

Publicado por Calliope C. Rohmer Dom Feb 07, 2016 1:28 am

Cuidarla ya era un deporte que iba por encima del soccer incluso; era un hábito, era un deber, era algo que Nathaniel podía hacer incluso con los ojos cerrados. Nunca lo hizo por obligación, siempre lo hizo porque quería hacerlo, porque eso fue lo que despertó Calliope en él, incluso cuando eran unos niños que recién se estaban conociendo, Nate sentía que tenía que cuidarla y que haría lo que estuviese a su alcance y más por verla feliz. Sabía que no lograría nada contradiciendo a Callie y que probablemente generaría una guerra al insinuar que ella necesitaba de sus cuidados y que no la dejaría sola, mucho menos luego de los misterios que, al parecer, albergaba el internado. Nate no alza la mirada para verla, pero, aun cuando ella no es capaz de notarlo, el joven sonríe de lado como es capaz. —Vamos, no iniciaremos una batalla por eso, Call—. Afirma en un susurro. Nate en secreto sabía cuál era su promesa y estaba seguro que no la rompería así ella se negara.

Sabía que no podía equivocarse, no frente a Callie. El chico de cabello oscuro no les temía a los golpes de su amiga, al contrario, a pesar de que varias veces Callie acertó en uno que otro puño, Nate tendría que correr y ella alcanzarlo para que le cobrara algo como lo que acababa de pasar. El punto era que el chico sabía que si Callie se enteraba de otra de sus andanzas seguramente lastimaría algo más que su sentido de la amistad, Nate daría directamente con el corazón de Callie y no deseaba hacer eso bajo ningún concepto; era ella, era su amiga, era la chica que adoraba por encima de todas las cosas. Nate alza sus ojos para verla, aunque admirarla seguramente sería un término más apropiado para lo que estaba haciendo. Esa chica lo traía loco, no había una sola imperfección en ella a los ojos de Nate, podría verla sin cansarse y siempre descubrir algo nuevo en sus gestos o sus palabras. —Lo que usted diga—. Y sonríe, esa la sonrisa más parecida a lo que él es desde que iniciaron toda aquella discusión.

Nathaniel se acuesta finalmente. El cuerpo del chico agradece volver a palpar su colchón y su almohada, sus sábanas limpias y sin el olor a consultorio que tanto detestaba. Si hubiese estado solo seguramente Nate se habría quedado dormido desde el mismo instante en que se acostó, pero ahora estaba con Callie y toda su atención estaba en su amiga. El joven gira a ver su rostro, la tenía más cerca y podía sentir su perfume, podía ver sus ojos grandes y sus labios finos. Cuando Call acarició su rostro, Nate pudo cerrar sus ojos y sumarse a una atmosfera de paz donde solo estaba con ella. Toda la calma regresó de repente y el chico rogó en su interior que aquella caricia fuese eterna. Iba a decir algo, pero no quiso intervenir con sus torpes palabras, aquello se sentía tan dulce como placentero, a fin de cuentas, Nate era hombre y no podía pasar desapercibida la parte que estaba solo con Callie en su habitación, en su cama, ella acariciándolo, era imposible no sentir las fibras moverse en la parte baja de su vientre.

Nathaniel abre los ojos cuando ella gira y se dispone a entonar una canción que él no conocía del todo, sonríe, se siente tentado a preguntar y a perderse en esa conversación. —Call...—. Llama su atención, iba a plantear todas las preguntas para generar un tema que los hiciera estar despiertos hasta media noche cuando todas las ideas se esfuman de su cabeza. Nate solo tiene que mirarla para alzarse un poco y tomar su rostro entre una de sus manos, en un parpadeo ya la estaba besando.

Su mente nublada le impedía ceder ante la coherencia, Nate estaba en otro escenario muy distinto a las noches pasadas donde hablaba con Callie hasta quedarse dormido. El chico no es brusco, tampoco tímido, se debate entre en un equilibrio que quería proporcionarle para que ambos estuvieran cómodos. Su boca se mueve con pausa, entreabre los labios de la chica mientras sus dedos acarician su mejilla y lo que puede de su cuello con el pulgar, necesitaba comprobar una vez más que con ese simple gesto ella era su cable a tierra.

Publicado por J. Nate Seeber Lun Feb 08, 2016 4:03 pm

Su lengua rozó el filo de sus dientes, lista para disparar ante aquel comentario. Lo hubiera hecho, de no ser porque no quería que nuevamente se encontrarán en una discusión que terminaría en tabla. Ella podía protegerse sola, lo sabía, no necesitaba que nadie la protegiera o la cuidara. Era una de las ventajas de ser independiente. Nate, en ese momento no podía decir nada, acababa de pasar la noche en la enfermería. Hubiera disparado el punto que iba a ganar de una manera tan segura que dejó caer todo el peso de su cuerpo sobre una pierna alzando una ceja en un arco perfecto. Negó y la dejó pasar, tendría piedad sólo por ese día. Esperaba que el chico anotara eso en su cabeza, porque no estaba segura de dejarle pasar una segunda.

Ya en la cama, todo se veía desde una perspectiva diferente. Ya no había distancia que separara un cuerpo del otro, y Callie era totalmente consciente de las partes de su cuerpo que rozaban las de Nate. Comenzaba a importarle más que otras veces. Se preguntó si le daría vergüenza estar en pijama frente a él ahora, pero una mirada hacia abajo solo le recordó que estaba en pijama. Al menos eso se mantenía. Aún recordaba cuando pasaron la primera noche hablando hasta que el sueño llegó por alguno de los dos, si su mente no fallaba, había sido ella la primera en caer rendida. Muchos se hubiera avergonzado de aparecer con prendas que sólo veían los cuartos y las sábanas, pero ella no. Su cuerpo no le importaba, no era como otras chicas. No le importaba si era flaca o si era gorda, si tenía un granito en la cama o si su pelo no estaba peinado. El maquillaje no era lo suyo, tampoco lo era la moda. Ella era lo que era, si le gustaba algo. se lo ponía. Si tenía hambre comía. Así de fácil. No le daba vergüenza ni su rostro se ruborizaba porque alguien la viera en pijama, le era natural a esas horas. Estaba segura que no era la única en pensar así, pero si se preguntó si a Nate le molestaría. Y dejó esa duda flotando en su cabeza, porque no quería meterse en ese terreno que tan desconocido era para ella. Finalizó la pregunta mental con puntos suspensivos, y allí la dejó.

Alzó la mirada, antes puesta en una de las paredes, y se quedó callada alzando las cejas. Preguntando en silencio qué pasaba. No llegó a pensar si le molestaba la música dado que sus labios entraron en contacto con los de Nate. Tardó un momento en reaccionar dada la sorpresa, pero cuando lo hizo, sonrió dentro del beso. No lo pudo evitar. Dejó escapar aquel inaudible respiro de quien quiere soltar una risa, pero quedó atrapado en los labios del muchacho. Seguro que no era normal que alguien se riera cuando estaba siendo besada, pero le había nacido así. Con la mano apoyada en el pecho de Nate, se separa un segundo para poder mirarlo con aquella sonrisa traviesa que atravesaba su rostro, y se pierde un momento en los ojos chispeantes de él, llenos de vida. En su pecho algo comienza a revolotear al pensar que ella es la causante de eso. —Se suponía que te ayudaría a dormir, tonto— Termina por decir, explicando la razón por la que aquella situación le había causado tanta gracia. Vuelve a soltar una risa pequeña y se impulsa para dejar un beso corto en sus labios.

Comienzan a besarse nuevamente, y su mano asciende hasta su nuca lentamente en medio del beso. Uno más profundo, más dulce. Le gustaba. Sus dedos acaban por entrelazarse en el corto cabello de Nate, y las emociones comenzaban a salir a flote como una luz que se enciende gradualmente. Esa era una de las situaciones en donde se sentía como una niña, una persona inexperta que no sabe bien que debe hacer. Continúa con el beso porque lo quiere, pero en su mente se preguntaba si estaba bien que sintiera que su cuerpo estaba tomando temperatura y quería sentir más cercanía de Nate. No se mueve, eso si. También se preguntaba porqué no habían experimentado eso antes. Se sentía demasiado bien. Demasiado bien para ser real.

Publicado por Calliope C. Rohmer Lun Feb 08, 2016 9:35 pm

¿Cuando había empezado a verla de esa manera? Seguramente desde antes solo que siempre estuvo impregnado de la inocencia característica de un niño que fue avanzando conforme crecía y se convertía en el joven que era en ese momento. Calliope siempre fue su mejor amiga, su consuelo, su apoyo, su abrazo más fuerte y la única persona en la que pensaba cada vez que pasaba algo; bueno o malo. No recordaba el momento en el que la había empezado a ver así, como una mujer, quizás porque en verdad estuvo enamorado de ella desde el momento en que la vio, pero tuvo suerte de que el destino los uniera y los hiciera pasar por todo juntos, todo lo necesario para crecer. Nate se jactaba de conocer a la castaña mejor que nadie, aunque eso le molestara constantemente a la joven.

Recordaba a la niña de rizos con un pijama de figuras, esos ojos grandes y brillantes que tocaban su puerta y que le preguntaban si podían hablar y "contar cuentos de todo", la recordaba, pero en ese instante no podía reconocerla, a su lado, al contrario, tenía a una chica, a una mujer hermosa, radiante, una chica que brillaba más que el cielo mismo. Nate estaba perdido en ella, completamente perdido, tanto que había olvidado todo lo pasado en la enfermería, a su llegada, los golpes a la puerta, la discusión... Nathaniel estaba fundido en ese beso que lo perdía cada vez más.

Quería ser dulce, dulce por ella, pero a la vez expresarle todo lo que sentía. Tantos besos vividos y nunca pudo decirle en verdad que la quería, que no eran hormonas adolescentes o confusiones, él la quería, la quería más que nadie y podía jurar que estaba enamorado de Calliope Rohmer, cuidado si no lo estuvo desde siempre solo a la espera de que las cosas se dieran por sí solas, como en ese instante. Su mano estaba en la mejilla de la chica, la acercaba cada vez que entreabría sus labios para perderse en su boca, trataba de no moverse, pero la verdad es que estaba empezando a sentir calor, mucho calor. Callie se separa y él queda un poco confundido, abre sus ojos y ríe ante su comentario, no esperaba algo así. Nate se disponía a hablar, a decir alguno de esos comentarios que le quitaban la seriedad al asunto y los atraía de golpe a la realidad, pero la verdad no quiso hacerlo, solo tuvo que ver sus ojos para no hacerlo y darse un poco de libertad entre los brazos de Callie. Ella volvió a besarlo y él se entregó nuevamente, esta vez con mucha más pasión que antes.

Nate seguía bajo el mismo ritmo, Callie poco a poco acaricia sus cabellos y eso aumenta la sensación de adrenalina que Nate sentía en su pecho acompañado de un cosquilleo placentero en su bajo vientre. Las manos de Nate poco a poco bajan por su espalda, hundiendo sus dedos sobre la ropa y posando sus manos en su cintura, ¿cuándo las prendas habían sido tan molestas?, por otro lado, su subconsciente agradecía el invierno. Sus besos se vuelven más dulces, más profundos, quizás él no tenía la mayor de las experiencias, pero en ese momento lo único que le importaba era transmitirle todo lo que sentía. Pasan unos segundos, unos que él quiere alargar como si pensara fundirse en ese momento y no salir más nunca se aquella habitación, atrás había quedado el mismísimo internado y todos sus secretos.

Nathaniel no sabe cómo, tampoco lo pensó demasiado, el chico no duda para usar la poca fuerza que le quedaba y tomar las piernas de Callie para ponerla sobre él con cierta agilidad, se separa un segundo solo para soltar una risa divertida. —Que liviana resultas a veces, Rohmer—. Solo que no la deja responder y alza su rostro para besarla de nuevo manteniendo su manos en la parte trasera de sus rodillas acariciando solo con la yema de su pulgar, temía subir, temía continuar, pero quizás pudiera tentar al destino y permitirse un rato de verdadera libertad, de verdadera libertad con ella, con ella y nadie más.

Publicado por J. Nate Seeber Lun Feb 08, 2016 10:48 pm

Había ciertas actitudes que decían más que todas las palabras del diccionario puestas en un orden especifico. Callie muchas veces hacía uso de eso. No necesitaba decirle a Nate que lo quería, bastaba un movimiento, un brazo sobre los hombros, un empujón en su brazo o un codazo amistoso, con eso le bastaba para recordar que siempre iba a estar ahí para él. No solía usar aquel lenguaje dulce y comprensivo que las personas solían utilizar y que a veces le daban nauseas, Callie era más corpórea, le gustaba decir lo que quería con acciones o con gestos. Una actitud molesta podía decir mucho de ella, una ceja alzada, una mueca en los labios, los ojos entornados, quien la conocía sabía cuando estaban en problemas, cuando estaba bromeando, cuando estaba mintiendo. Quien no lo hacía, podía mal interpretar todo. Tenía gestos que sólo aquellos que la conocían por años sabían descifrar, como cuando revolvía la comida en un plato, rara vez carecía de hambre, pero algunas veces no le gustaba el plato que tenía en frente y era bastante mañosa con la comida.

Eso que estaba haciendo, era una nueva decisión, un montón de palabras que quería decir, pero se le hacía más fácil de esa manera. No era necesario decir que sentía, lo ponía todo en ese beso. No necesitaba decir que confiaba en él, cuando estaba dejando que llegara a un lugar donde nadie más había llegado antes. Y aunque quisiera, no podía decir nada de eso, porque se estaba quedando sin palabras, sus pensamientos estaban en Nate, su respiración dependía de Nate, y cada latido de su corazón parecía pedir por el chico. Era incluso mucho mejor que estar en un partido, Callie no sentía las ansias de ganar, sentía las ganas de dejar todo, y era algo que tendría que controlar, pero no le daba miedo si él estaba a su lado. Era una nueva experiencia y le gustaba, le gustaba demasiado.

Los besos se intensificaban, eran curvas que subían y bajaban dependiendo del momento. Era la calma y la tormenta fundiéndose en una sola cosa. La parte valiente e impulsiva de Callie gritaban por más y por dar todo, buscaban su nuca para tenerlo más cerca de ella. La parte razonable y el miedo la retenían en momentos y la hacían considerar qué tan lejos era capaz de llegar.

Se dejó mover, por más que no tuvo que ayudar, antes de que pudiera moverse por si misma ya estaba arriba del chico sentada a horcajadas. Mordió su labio inferior soltando una risa por el comentario, pero cualquier comentario que iba a hacer como replica quedó suprimido cuando los labios de ambos volvieron a estar en contacto. Nuevamente el beso comenzó a profundizarse más y más. Las manos de Callie en las mejillas de Nate bajaban cada tanto a su cuello, mientras sentía que la parte opuesta de las rodillas se le prendían fuego. Cada movimiento que hacía del pulgar tenía el mismo efecto que la rueda del encendedor. Agradeció que nunca le hubieran gustado los pantalones largos para dormir, porque le eran molestos, tenía la sensación de que no sería lo mismo aquellos roces si hubiera tela de por medio. La sola idea de pensar en cómo sería que ambos cuerpos estuvieran piel contra piel la hizo ruborizarse y lo supo dado el calor que subió a sus mejillas y como el invierno pareció derretirse para convertirse en una noche de verano infernal. Supo en ese momento que alguno de los dos iba a tener que detener eso antes de que se fuera a mayores. Lo supo al mismo tiempo que se dio cuenta de que no estaba lista todavía para eso, y le avergonzaba pensarlo.

Apartó sus labios con suavidad, y le ofreció una sonrisa cuando las miradas se cruzaron. —Deberías dormir. Los dos deberíamos descansar— Susurra en un volumen tan bajo y hasta a ella le dolieron esas palabras, porque no quería que se terminara. Dejó un pequeño beso en la nariz de Nate, aquella que siempre le había parecido tan adorable, y se dejó caer a un lado para luego darle un beso en el masetero del chico. Volvió a morder su labio inferior. Quería otro beso, pero ahora no se atrevía a pedirlo. No estaba acostumbrada a no ser la atrevida, pero no le molestaba que el chico conociera aquella otra parte suya.

Publicado por Calliope C. Rohmer Sáb Feb 13, 2016 3:54 am

No recordaba haber experimentado esas sensaciones, por lo menos no de una manera tan explosiva y única. Nate sentía que cada fibra de su cuerpo acabaría por explotar en cualquier momento, el cosquilleo se movía desde sus pies, pasando por sus piernas, cruzando por su bajo vientre y perdiéndose en su pecho y en su cabeza nublando cualquier tipo de pensamiento coherente. Nate estaba perdido en Calliope, en sus cabellos, en su piel suave y cálida al tacto, en su aroma y en sus besos que hacían latir su corazón cada vez más, podía perderse en ella con facilidad solo que Nathaniel no sabía hasta cuanto tiempo podría mantener esa fachada de chico calmo cuando una bestia se alzaba en su interior cada vez que la temperatura aumentaba. A gritos rogaba por un poco de cordura, pero esta no llegaba, mientras él seguía su deber, podía seguir de ese modo con Callie sin cansarse, lo tenía por seguro.

Ponerla sobre él fue uno de esos impulsos. Nate estaba loco por sentirla más cerca y ya no sabía qué hacer, quería guiarla, pero no hacerle ver que él tenía todo el control, esa fue una manera, le daba la libertad a Callie de que ella también participara a su manera. Las manos del joven paseaban lentamente por las piernas de la chica, en el interior Nate agradecía que Callie no usara prendas tan largas, pero a la vez era un problema, la necesidad de recorrer las piernas de la chica en toda su extensión se hacían cada vez más urgentes. El moreno recorre con sus dedos la piel de su amiga, sube con cierta calma hasta donde el short se lo permite, en medio de sus besos solo palpa mínimamente bajo el borde de la tela con la yema de sus dedos, le intimida seguir así que se queda ahí haciendo trazos imaginarios en lo que puede. Sus besos son urgidos, necesitados, era como si aún existieran rincones en la boca de Call que él no hubiera explorado, se alza un poco para profundizar e inevitablemente roza de más el vientre de la chica. La bestia ruge en su pecho y Nate empieza a dudar si podrá detenerse.

Callie habla y de principio su voz le suena lejana a Nate quien abre sus ojos para verla y asentir un poco nervioso, la verdad él no quería parar, pero la entendía y lo único que le importaba más que nada era que ella estuviese bien y cómoda a su lado. —Si, tienes razón, hay que parar. No puedo seguir así—. No podía seguir así porque sabía que le costaría aún más detenerse. Sonríe ante el repentino beso de Call en su nariz y gira con una curvatura en sus labios cuando vuelve a besarlo, como una disculpa o recompensa silenciosa. Nate toma un respiro intentando recobrar el ritmo habitual de su respiración, gira y ve a Call con ternura mientras pone una mano en su pierna sin intención de nada. —Tranquila, es lo mejor para los dos, créeme. No hubiese podido detenerme de no ser por ti—. Nate sabe que su comentario es algo brusco así que se apresura a continuar. —Me ciegas, Call, pero nunca te haría daño.

Nate se acomoda de lado como si fuera a dormir y la abraza por la cintura mientras la ve a los ojos. De niños dormían de una manera muy similar solo que en ese momento las cosas se estaban tornando diferentes. —Escucha... esto pasará solo si tú lo quieres y cuando estés lista. Lo prometo—. Nathaniel sonríe de lado y se inclina para dar un corto beso a sus labios, estaba siendo todo lo honesto que podía, él respetaba a Callie por encima de cualquier cosa. —Solo con la promesa de que si vuelves a mi habitación sea con un pijama más largo, no puedes hacerme sufrir tanto, Calliope Rohmer.

Publicado por J. Nate Seeber Dom Feb 14, 2016 9:14 pm

La más tímida de sus sonrisas asomó en sus labios, disculpándose en silencio por saber que no estaba lista para que más cosas pasaran, incluso cuando su cuerpo lo pedía a gritos. Era inexperta en el tema, y, en cierto punto, le molestaba, pero sabía que tenían que bajar el ritmo. Ellos habían estado juntos por mucho tiempo, habían estado alejados otro, luego habían regresado con todo, casi se besan, luego se besaron, luego fueron un algo y ahora ese encuentro. apenas habían pasado más de dos meses, y parecía que todo había pasado de una manera fugaz, cuando quería que todo fuera permanente. Sabía que había apretado el pedal con toda la fuerza, podría haber sido más sutil, pero la sutileza no era algo que tenía incorporado en su forma de ser.

Se acomoda la instante al cuerpo de Nate, y en su mente pasa la ridícula idea de que estaban destinados a estar juntos, encajaban de manera perfecta. Suelta una risa que no llega a escucharse en la habitación, pero se siente en su respiración. El brillo de sus ojos se ilumina antes de golpear la nariz del joven con la punta de su dedo indice. —Entonces recuerda que no tengo que estar cerca de ti cuando estés frente a un lienzo. Me gusta como pintas— Dice en broma, tratando de alegrar el ambiente que se estaba quedando silencioso y no podía determinar si eso era bueno o era malo. Ya era de mañana y tenía sueño, los sonidos de las personas que se levantaban ya comenzaban a escucharse, y le urgía la necesidad de hablar cada vez más bajo, para que esa conversación sea un secreto para ambos.

Vuelve a reír, bajando la mirada a sus pijamas cortos, luego la levanta con una sonrisa traviesa. —No puedo prometer nada— Se levanta un poco para poder besar nuevamente aquellos labios, y se deja caer para reír. —Vamos, ayer fue un día largo— Comenta haciendo referencia a la mala noche que habían pasado los dos. Callie cierra los ojos, segura que le será imposible cerrar los ojos para poder dormir profundamente. Aún su respiración era más rápida de lo normal, y su cuerpo cosquilleaba a su lado. Muerde su labio inferior con fuerza en un intento de quedarse quieta, y se concentra todo lo que puede en dormir. En su mente una voz le dice que será imposible, pero de un momento a otro, su respiración se hace pesada, su cuerpo se olvida de la cercanía de Nate y su mente viaja al mundo de un sueño nuevo. La fuerza de sus dientes sobre su labio inferior desparece cuando termina de caer rendida ante un sueño profundo.

La joven no mentía, había pasado la mitad de la noche con los ojos abiertos, la otra mitad con un ojo cerrado, incapaz de dormir, incapaz de permanecer despierta. Había dormido mal, incómoda. El día anterior tampoco había ayudado, había llegado al anochecer cansada, para la noche que pasó. No se arrepentía de saber la verdad, era mejor así. No cambiaría esa noche por nada en el mundo. —Te amo— Susurró dormida sin darse cuenta de lo que decía. Dos palabras que debió haber dicho mucho antes, pero que no había dicho porque sabía el peso que tenían, pero que decía en sueños, en una inconsciencia que ella olvidaría al día siguiente, o, en ese caso, ese mismo día cuando despertara. Se volvió a acomodar, y siguió con aquel sueño profundo que tenía, ya más tranquila y relajada.

Publicado por Calliope C. Rohmer Miér Feb 24, 2016 10:55 pm

Publicado por Contenido patrocinado