If brokenness is a work of art we must be a masterpiece (J. Nate)

La voz de Ophelia era como un eco distante que, si bien Nate sabía que existía, no entendía en lo absoluto. La docente podía estar hablando una y otra vez, repetir lo mismo y Nate iba a seguir sin entender las indicaciones, la veía, pero era como una imagen borrosa, sus movimientos lo cansaban y su pie no dejaba de pisar el suelo repetidamente demostrando lo agotado que estaba de aquella situación. En su mente quería dejar ir todo e irse a su habitación, no le importaba pasar encima de las mesas y herramientas de pintura, incluso de los lienzos que ponían para cada estudiante. Cada segundo que pasaba empeoraba la situación y aceleraba el corazón de Nate que nunca se había sentido tan encerrado en su vida.

La noche anterior había sido diferente, Nate había logrado dormir corrido luego de muchas noches, pero ese no fue el problema, el problema fue cuando despertó. Los medicamentos recetados esa vez habían traído reacciones contraproducentes, Nate solo se había tomado una pastilla de más para cerciorarse de que dormiría completo, lo que no sabía era que al día siguiente estaría delirando, o esa era la palabra que le ponía a su situación actual.

Sudaba, sudaba mucho, solo el frío permitía que las gotas no fuesen evidentes, tenía frío, pero sentía su cuerpo bullir por dentro, estaba acelerado, pero a la vez solo necesitaba su cama, su habitación. Nate parecía perdido, incluso sus manos temblaban ligeramente cada vez que la explicación se alargaba y no podían empezar. ¿Y si se iba?, nadie lo notaría, seguro si le explicaba un poco a Ophelia esta lo dejaría ir, pero explicarle era volver a la enfermería y era evidente que esa opción no figuraba para Nate.

El chico daba pequeños golpes a la mesa con el pincel, su mirada estaba perdida o así fue hasta que una voz armónica llamó su atención. Nathaniel giró de inmediato, era una chica rubia, se veía unos años menor que él, tan solo un poco. El joven mira a los lados, ella era su pareja, divaga si irse, pero termina por levantarse y señalar el lienzo intentando no sonar nervioso. —La mitad del lienzo es tuyo, la otra mitad es mía. Tenemos que buscar antónimos y reflejar lo que eso significa para nosotros. Por ejemplo, si yo digo luz tu serías oscuridad—. Nate habla rápido y su mirada se queda en el lienzo, gira a la chica pasados unos segundos para no ser tan descortés, él no era así pero tampoco estaba en sus cabales, no por completo. —Soy Nate... Seeber—. Tiende su mano fría a modo de presentación. —¿Quieres elegir tú lo que haremos, Gwen?

Nathaniel no estaba del todo animado con la actividad y todo se debía a su pésimo humor y el malestar que cargaba por los medicamentos de la noche anterior. Generalmente Nate disfrutaba de sobremanera las clases de pintura y todo lo que tuviese que ver con las artes. Desde niño se había enfocado en esas tareas y era una especie de calma, además que le recordaba a su madre, Nate había heredado su gusto por las acuarelas gracias a ella, había empezado con pequeños dibujos sin forma hasta la actualidad donde podía crear todo lo que viniera de su mente y representarlo muy bien.

A pesar de sus pocas ganas, el joven sabía que tenía que ser amable, no quería espantar a la chica así que se esmeraría con todas sus ganas en hacer sus deberes y tratar de entablar una conversación que le quitara el peso de su primera impresión, Nate no creía que se hubiera dado cuenta, pero no había que ser muy tonto para imaginar que el chico estaba ausente, no podía ver ni a Ophelia. Nate asiente ante la propuesta de Gwen —Bien, te apoyo—. Sonríe de lado con cierta debilidad y vuelve a asentir cuando la rubia opina que es ella la que debe empezar, Nate se aleja y le da su espacio.

Observa con detenimiento lo que hace su compañera, hubiese querido estar más atento pero su mirada más de una vez rodea la habitación en busca de respuestas que no podía obtener en ese lugar. Afortunadamente logra atender a la última parte del dibujo y se acerca cuando llega su turno. —Me gusta... algo oscuro, pero me gusta. ¿Te asustan los lobos?—. Inquiere tomando sus cosas y su pincel para poder empezar.

En un inicio estuvo tentado a hacer una silueta, un rostro que conocía muy bien, pero negó para sus adentros con cierta gracia, eso era como colocarse un cartel en el rostro y decir verdades que a nadie le importaba. Nate prefirió hacer la vista de su ventana, aquella que veía con Callie a su lado y que tanta paz le transmitía cuando ellos no podían dormir. Nate empieza con su trabajo, solo usa cuatro tonos de colores. —Es un poco básico y seguro cualquiera del internado dirá que es una tontería pintar nuestras habitaciones, pero a mí me gusta, es una de las pocas cosas que me agradan de este lugar—. Mira a Gwen y luego gira para seguir con su trabajo. —Ya termino.  

La explicación de Gwen llamó su atención, quizás porque Nate esperaba el típico discurso de su peor temor. Lo que le gustó de todo aquello es que la chica logró ver que algo que tanto le gustaba podía llegar a ser peligroso e incluso de temer, esas nociones en el mundo del arte eran muy valoradas por Nathaniel que le gustaba observar el trabajo de los demás y criticar el suyo de manera que pudiese crecer en cada aspecto. Mira cada lienzo de la chica e incluso cuando esta termina, Nate se toma su tiempo para detallar su obra antes de pintar él el otro lado del lienzo. Existiría un bonito contraste entre su lobo y la vista que Nate planeaba pintar. —Es una buena explicación, quedó genial, Gwen, te felicito—. Sonríe un poco porque la chica irradiaba cierta ternura y que le llevara quizás un par de años menos ayudaba en eso.

Él había empezado a pintar, se tardaba un poco, pero era algo a lo que ya estaba acostumbrado, quizás por eso siempre pintaba en soledad. Su elección había sido sencilla para aminorar el trabajo, pero no por eso había dejado de ser sincera. Nate escucha a Gwen aún sin voltear, no quería retrasar el trabajo, pero aun así responde mientras ensombrece los tonos para las rendijas de la ventana. —No te equivocas y no te preocupes, somos compañeros y te puedo apostar que no somos los únicos en esa situación—. Nate divide su atención entre la pintura y la chica para poder responder. —Honestamente no es mi lugar favorito, pero tampoco quería quedarme en mi casa, no sé cuál de las dos opciones es peor, pero por lo menos aquí he conocido gente que hace que valga la pena, aunque sea solo de momentos. ¿No te ha pasado? No sé, creo que le presto más atención a mis amigos que al internado en sí—. Nate se encoge de hombros mientras termina algunos detalles y se gira para darle espacio a la chica. —Hice lo mejor que pude—. Pasa un brazo por su frente, no podía quejarse. Nate había plasmado su ventana con una vista difusa de árboles y el lago, le daba más detalle a la ventana que a la vista en sí.

El joven pone sus cosas en la mesa por su Gwen desea tomarlas. —Creo que te toca la luz—. Indica. —Y por lo visto creo que no tienes al internado en tus planes, ¿cierto?—. Comenta burlón. Nate vuelve a pasar su mano por su frente, estaba sudando un poco y le preocupaba ser el único, ve a su alrededor pero parece ser que solo él se estaba quemando por dentro.

Nate estaba satisfecho con su trabajo, si bien no había sido lo primero que se le había ocurrido para englobar su felicidad, estaba bastante cerca y no había quedado tan mal tomando en consideración el poco tiempo que tenía para pintar y darle el tiempo a Gwen que también hiciera algo decente. Sonríe cuando la chica reconoce su trabajo, eso se apreciaba de cualquier persona que proviniese el halago. —Entonces somos un buen equipo, supongo que al final de la clase Ophelia va a estar orgullosa—. No era por alardear, al contrario, Nate criticaba de buena manera y siempre tenía un comentario constructivo que decir cuando veía alguna obra que no lograba entender y que creía que no podía transmitir nada.

El tema del internado los englobaba a todos por más que muchos no quisieran y simbolizaba una traba en lo que a una vida normal se refería. Nate no pudo evitar torcer los gestos y ver a su alrededor por si alguien los escuchaba. Call era quien lo había puesto al tanto de muchas cosas, pero el resto él las había vivido y en ese instante aún se debatía entre los rumores de la directora. Nate no era de creer rumores, pero todo parecía ir hacia una dirección y era algo que no se podía ignorar. —Tienes razón, no es nada bueno saber que hay un loco o varios dementes rondando por este lugar. Si no me equivoco decían que estaríamos muy seguros—. Nate se encoge de hombros, al parecer vivían rodeados de patrañas. —No imagino que muchos padres supieran todo esto.

Gwen parece estar pensando lo que plasmaría en el lienzo solo que Nate no sabía que la espera le resultaría tan incómoda. El chico estaba sudando y un poco acalorado, posiblemente era gracias a los medicamentos recetados, no quería que la rubia se diera cuenta, pero al final si lo hace y Nate queda un poco confundido ante la pregunta de la joven. —No, no es necesario, Gwen, gracias. Estoy en un tratamiento, debe ser eso—. Le resta importancia al asunto, no quería que otros se dieran cuenta cuando lo único que quería era meter la cabeza en un cubo de hielo. Nate se acerca al lienzo y ve a la menor tratando de buscar otro tema. —Creo que tienes dudas de tu inspiración feliz.

Nate la entendía, él estaba seguro que no eran solo los dos los que estaban de ese modo, muchos podían encontrarse así y no lo dirían por miedo a ser juzgados o hasta quizás tildados de locos intranquilos. Estaban en un encierro constante donde nadie conocía la vía de escape más cercana o aparente. A veces, Nate sentía ganas de llamar a la casa de su tía o a su propia casa, el exterior parecía tener incluso más respuestas de las que había dentro del internado. —No está mal pensar, Gwen. Tenemos que pensar, pero con la cabeza fría y siendo coherentes, ¿entiendes? No podemos dejarnos llevar como si nada—. Asegura con un intento de sonrisa amigable, la verdad es que el tema era mucho más dificil de lo que ambos pensaban.

Nate niega y trata de restarle importancia al asunto de su tratamiento con un gesto de la mano, no quería ganar atención de nadie, mucho menos que empezara por Gwen, quien seguro lo hacía con buena intención, y terminara por expandirse hacia Ophelia y quien sabe que otro estudiante. Era mejor aparentar que estaba bien a dejarse llevar por sus tormentos internos y que todo se dieran cuenta que realmente los medicamentos no estaban haciendo el efecto deseado. Nathaniel maldecía interiormente una y otra vez porque sus malestares fuesen tan evidentes. —No tienes que preocuparte, Gwen, estoy bien. Si me siento mal lo diré—. Era una gran mentira pero prefiere mantenerse apoyado en su sitio mientras ve a la chica continuar con su obra.

Sonríe por la respuesta de Gwen, no la esperaba y a su vez había sido tan sencilla que no sabía cómo tomarlo. Nate también conocía pequeños detalles que lo hacían feliz; sus amigos Alec, Gru, Isak, Callie, Cassie, su tía, el soccer, su equipo favorito, su canción preferida de rock... todos y cada uno de esos detalles que le encantaban y que lo hacían una mejor persona. Por otro lado, Nate no entendía como plasmar todo aquello en un lienzo así que se mantuvo atento a la obra de su compañera que, al final, resultó ser muy especial. Nate se acerca y observa de cerca la obra. —Dudé de cómo juntarías todo, pero creo que ha sido genial la idea, Gwen. Ha quedado brillante, seguro a Ophelia le gustará.

Toma los implementos, se supone que era su turno y Nate todavía no sabía por dónde empezar verdaderamente. El joven se queda viendo el lienzo por un momento y luego toma un respiro, quizás debiera seguir el consejo de su madre y dejarse llevar. James empieza con tonos oscuros como fondo, tonos que va difuminando, coloca una especie de cama en el centro, como si la cama fuese un marco, frente a él un televisor, quizás no se viera tan claro por el poco tiempo que disponía, pero a decir verdad la mano del joven Seeber se movía más rápido de lo habitual. Era la perfecta vista de su habitación de New York, solo que él no estaba ahí, eran los pequeños retazos de aquella noche terrible en la que lo corrieron de su casa.

Había un espacio visible para un protagonista, sin embargo, Nate no se sintió convencido de hacerlo y se detuvo. El joven pasa una mano por su frente mientras ve la obra. —Creo que... no está mal—. No le gustaba, incluso podía odiarlo, sintió ganas de arrancar el lienzo pero a la ves sintió que, en el fondo, eso era lo que quería Ophelia. —Disculpa, no se entiende demasiado, cosas de... cada quien, ya sabes.