Keep trying

El viernes por la noche Brennan había atajado a Rose a la hora de la cena antes de que la chica fuera a sentarse con su hermano como era habitual. Como parte de su entrenamiento hacia la diversión , el chico le había buscado una especie de cuadernos con normas y partituras para que la castaña aprendiera a dominar el arte de tocar la guitarra y así pudiese participar en un círculo musical con los amigos de Gru. Rosie se mostró un poco confundida mientras su amigo hablaba más rápido de lo usual, antes de irse le entregó el cuaderno y su guitarra solo como un préstamo de fin de semana ya que Brennan aseguraba que la necesitaría para soportar el ritmo de las clases cuando volvieran a la rutina. Mya negó por un instante, era una gran responsabilidad y ella apenas había mostrado mínimos dotes musicales, tener la guitarra del chico ya era otro tema, sin embargo el moreno insistió y, antes de que Rose siguiera con su negativa, se despidió y fue a la mesa donde estaba un numeroso grupo de gente. Wes se mostró atónito cuando vio a su hermana llegar con la guitarra a sus espaldas y el cuaderno en sus manos aunque sonrío de inmediato y empezó a preguntar, le agradaba que Rosie por fin estuviera saliendo de su capullo.

Era sábado por la tarde. Por lo general los estudiantes aprovechaban el fin de semana para salir con un permiso o hacer cualquier cosa que rompiera el esquema de la estricta rutina que llevaban en el internado. Rosie, por su parte, no había hecho planes así que aprovechó la tarde para practicar y llegar con algo nuevo en la semana, para que el esmero de su amigo no fuera en vano. La castaña se vistió con un atuendo bastante sencillo, no era mucha la ropa que había llevado a la escuela. Finalizó con un gorro sobre sus ondas oscuras y, cuando estuvo lista, decidió ir a la última planta sabía que ese día no sería muy concurrida.

Antes de quedarse en un lugar permanente, Rose buscó unas galletas en la cocina y llenó su recipiente con agua, lo metió todo en su mochila escolar y se dirigió a los pasillos de la quinta planta. La chica se sienta frente a un ventanal que le da suficiente luz, deja su bolso a un lado y saca el cuaderno extendiéndolo frente a ella, finalmente saca la guitarra con cuidado y se la pone sobre las piernas. El silencio era inconfundible, solo se escuchaba la brisa y el batir de las hojas por el otoño. Rose estaba un poco estática, no sabía por dónde empezar así que decide ver el conjunto de pasos que estaba en el cuaderno, empieza a tocar las cuerdas al ritmo de un coro sencillo que estaba dibujado como ejemplo. Rosie tiene sus bajos, no era tan sencillo, pero poco a poco empieza a agarrar el hilo, se muerde el labio tratando de entender alguna continuidad de notas y, con un lápiz, anota sus dudas para preguntárselas a Gru.

Rose estaba un poco más tranquila, ese torbellino que se había formado minutos antes en su pecho empezaba a ceder poco a poco, tranquilizando su respiración y sus gestos. La castaña lo escucha y, por alguna razón, sonríe un poco de manera honesta, curvando sus labios y mostrando uno de sus hoyuelos, no quería acostumbrarse a tener una conversación normal con Cole, siempre desconfiaba pero ceder tan solo unos segundos no estaba de más. —Irás al infierno y arderás eternamente, creo que iba así, y si, todo eso—. Afirma mientras gira su rostro para verlo aprovechando que ahora Cole está a su lado, luego ve de frente a la luz que se filtra por las ventanas. Nunca había detallado así su rostro, sus pestañas eran espesas.

Rose sabe que la ve pero ella mantiene su mirada perdida, lo escucha y sonríe con un deje de sarcasmo en sus labios gruesos. —Cuando sepa vivir como una persona normal te diré si esa teoría es del todo cierta—. Mya lo ve y duda por un segundo, especialmente porque esa guitarra era de Brennan, no suya, su amigo se la había prestado con todo el cuidado y la confianza del mundo, no sabía si se llegara a enojar al saber que ella le había dado su guitarra a alguien más, incluso sabiendo que se trataba del chico Green, el perfecto burlón del internado. Rose se muerde la cara interna del labio pero acaba por darle la guitarra con cuidado, algo le decía que el chico sabía más de lo que decía y precisamente eso hacía que no se preocupara por daños futuros a la guitarra de Gru.

Rose toma las cosas que le faltan y las mete en su mochila; las galletas, algunos papeles, todo lo que puede, alza la mirada cuando Cole la llama tortuga y pone los ojos en blanco. —Que ya voy—. La chica se levanta y empieza a seguirlo, poco a poco se da cuenta a donde se dirigen, estaban yendo a las habitaciones. Rose se pone un poco nerviosa, no había estado en otra habitación que no fuera la suya, la de Wes como mucho y solo cuando su hermano enfermaba, ahora iba a estar en otra que no era sino la de Cole Green. La castaña ve las paredes y pasillos a que dirigen a su cuarto. —Vamos a tu habitación—. Afirma tratando de no sonar dudosa mientras lo seguía, se sentía un poco intimidada, no podía negarlo, se apresura a decir. —¿Tienes un estudio o algo así?—. Sonríe un poco y juega con un anillo que lleva en su dedo.

Rose estaba nerviosa, no podía negarlo, no solo estaba entrando a otra habitación (cosa que podía ser penada) sino que estaba entrando a la habitación de un chico, de un chico que prácticamente estaba conociendo y que, además, se había dedicado a molestarla desde hacía un tiempo considerable. La castaña no dejaba de jugar con aquel fino anillo dorado mientras miraba los pasillos y los cuadros de las paredes, no quería lucir tan tonta, quizás por eso se apresuró en agregar el comentario del posible estudio. Por lo que dijo, Rose pudo darse cuenta de que él se había percatado de sus verdaderas intenciones, le dio un poco de pena al instante —Solo a mi habitación y a la de mi hermano, a la de Wes cuando está enfermo y se... pone nervioso—. Agrega con rapidez antes de develar las crisis constantes de su hermano menor. Rose asiente, era mejor ver las cosas como él se las indicaba. —Vale—. Finalmente llegan a la habitación, Rose se mantiene detrás de Cole mientras este abre la puerta.

La habitación era como todas las del internado, o por lo menos eso pensaba Mya cuando veía la similitud con su propia habitación, solo que la chica creía que la suya era un poco más iluminada. Sin embargo había pequeños detalles que marcaban la diferencia, como el orden y unos cuantos objetos fuera de su lugar, además de un olor particular, uno a menta, el mismo que desprendía Cole en ese instante. La chica ve todo con sus ojos claros mientras se adentra en el cuarto, solo voltea cuando Cole se dirige a ella.

La chica ve lo que le tiende y abre su mano para que él lo deje ahí, cuando examina bien el pequeño objeto se da cuenta de un nombre extraño aunque no hace mucho caso, asiente cuando se da cuenta para lo que servía. Rose se quita la mochila y la deja a un lado mientras se sienta con cuidado en el borde de la cama, gira y ve unos anteojos, por alguna razón le gustaban y ella de por sí tenía problemas en la vista, lo sabía por sus dolores de cabeza, solo que no tenía gafas que usar. Antes de responder su pregunta, Rose se atreve a tomar las gafas y a ponérselas, veía muy bien y no le quedaban del todo mal, lo ve y se relame un poco los labios. —Creo que tenemos el mismo problema... de vista—. Termina con una sonrisa ladina, finalmente ve la guitarra y el pequeño objeto que Cole le dio. —Todo—. Suelta tras un respiro hondo. —Bueno, lo que puedas enseñarme, aunque supongo que hay que comenzar por lo primero, las notas, acordes y todo eso.

Rose se queda estática en un primer momento cuando escucha el duro tono de la voz de Cole. Se siente apenada y muy fuera de lugar, en realidad no pensó que el chico se fuera a enojar por ese simple gesto que fue sumamente espontaneo en ella. Rosie se arrepintió al instante y por un momento quiso salir corriendo y decirle que dejaran todo así, pero tenía que calmarse, no podía seguir huyendo. "Nota mental: no ser tan atrevida en tomar cosas ajenas", o eso trató de recordar la chica para unas próximas ocasiones. La castaña se quita las gafas con sumo cuidado, como si en ese preciso instante si se fueran a romper con el contacto de sus manos, no las había ensuciado en el camino, Rose examinó los cristales como pudo antes de doblar las paticas y ponerlas en su sitio intentando que fuera lo más parecido posible a lo anterior. —Lo lamento—. Pide con seriedad mientras traga un poco. —En verdad lo lamento—. Aunque esa vez es solo un susurro que se pierde en el viento. Estaba un poco contrariada, ¿por qué había reaccionado así?

Rosie decide enfocarse en el asunto, después de todo ella había ido a sus "clases" de guitarra, no a socializar ni hacer amigos. Si en algún momento tuvo la segunda de las intenciones, esa se había borrado con la misma fuerza con la que llegó a ella. Los gestos de la chica se vuelven más serios, concentrados, trata de prestar atención a todas y cada una de las palabras que dice Cole.

Ella tuvo la intención de aprender a afinar, iba a preguntar pero Cole se adelantó así que la castaña solo tuvo que verlo. Observó sus dedos, después de todo ella le había dado ese espectáculo a Brennan precisamente porque alguna vez recordó lo que su padre hacía solo con verlo. Rose hace un gesto con la cabeza que indica un "más o menos" la verdad conocía lo que eran notas en general pero le costaba la ubicación en la guitarra y ese fue uno de los puntos en los que falló cuando abrió los cuadernos que Gru le dio. —Claro, entiendo—. Y ella ladea su rostro para ver exactamente lo que Cole escribe. La chica decide poner sus dedos sobre las cuerdas teniendo cuidado de no tropezar con el chico y empieza a enumerar lo que él le estaba diciendo. —La... Si... Do...— Y así continúa mientras tiene el ceño fruncido, Rose parecía muy concentrada en el asunto. Al terminar endereza su espalda y vuelve a ver a Cole. —Bien, ¿ahora como hago para guiarme en una melodía? Con las notas—. Pregunta con el interés de una aprendiz, había decidido serlo desde lo de los lentes.

Rose se sentía incómoda, no podía negarlo, estar con Cole era como compartir como un témpano de hielo o una roca lisa y sin superficies irregulares. Mya venía de un mundo donde no había tratado con personas más allá de lo elemental, la primera persona que la había tratado con honestidad había sido Gru y él era muy diferente a Cole, de hecho eran los perfectos polos opuestos. Luego vino Callie, ella no era tan blanda pero dentro de su forma de ser había sabido manejar a Rose con amabilidad y dulzura, lo bueno de todo aquello es que no había sido porque la castaña se los había pedido. Ahora se estaba enfrentando a un chico al que cada vez era más dificil llegarle y el que cada vez le cerraba todas las oportunidades para que ella pudiese acercarse y lograr aunque sea una charla amena si era que iba a ayudarla a lograr su meta. En medio de esa habitación mediana, Rose seguía sintiéndose mínima.

Él empieza a hablar y ella considera la opción de quedarse callada y no dañar más las cosas con sus tonterías. Si algo estaba claro era que Rose no sabía de música y, por más que lo estaba intentando, caía cada vez más bajo con sus comentarios. Tenía que empezar por lo primero, solo así lograría, a la larga, tocar una buena canción. Quizás lo del asunto de su padre fue un mero golpe de suerte, nada más. Rose asiente mientras él habla, está un poco apenada y eso se evidencia en la manera en como juega con las mangas del abrigo rosa que caía por su hombro derecho.

Entendía su punto, desde luego que lo entendía y lo respetaba, aunque la situación fuera sería ella sabía que él tenía toda la razón. Rose muerde un poco sus uñas antes de volver a verlo. —Este bien, te entiendo. Creo que entonces sería mejor que empezaras por donde tu creas conveniente, está claro que no se mucho, ¿cierto? Tu decidiste ayudarme entonces empecemos con lo básico, prometo... no preguntar tonterías ni adelantarme—. Admite con una sonrisa ladina.

Rose ladea su mirada y ve las galletas en su bolso entreabierto, se inclina un poco y las saca, se veían frescas y aún estaban tibias, eran como a ella le gustaba de vainilla con unas contadas chispas que tenías suerte de encontrar, muchos pensaban que eran cualquier cosa pero a Rose no dejaban de gustarle. —¿Quieres una?

Rose decide no comer tampoco, no porque no tuviera apetito o no deseara una de aquellas galletas milagrosas, sino porque no quería incomodar de alguna manera y, dado a que Cole se había negado, no pretendía ser ella la única que se tomara esa libertad sabiendo que era la habitación del chico. La castaña guarda las galletas en su bolso sin decir nada y decide concentrarse. Cuando Rose sabía que necesitaba aprender algo que le costaba ponía todo su empeño en ello así que sus gestos estaban bastante fijos en el chico y su mirada puesta en todo lo que le señalaba en la guitarra, a veces Rose ladeaba el rostro para leer el cuaderno mientras escribía e ir a la par.

La castaña nunca se sintió tan agobiada, vale, quizás en materias como física y química ocurriera pero eso era porque no estaba entendiendo nada al momento, en cambio ahora estaba entendiendo pero el chico cada vez más sumaba contenidos y conceptos que ella tenía que captar si no quería quedarse atrás, era como el ballet, al principio no bailaba como tal sino que adquiría las posiciones básicas y aprendía el nombre de los movimientos repitiéndolos una y otra vez, solo así sabría cómo moverse cuando la profesora empezara a dar las indicaciones en medio de la música, Cole, claramente, no era tan suave como la maestra de danza, para empeorar las cosas claro. La chica se muerde los labios, se pone un poco nerviosa porque no esperaba que fuera tanto para un día, definitivamente lo de su padre había sido un mero golpe de suerte y Brennan se equivocara con ella. Rose asiente y solo abre la boca para decir uno que otro comentario corto que solo daba certeza de que había escuchado todo lo que el chico tenía que decir.

Rose toma un respiro y pasa una mano por su cabello, tiene que enderezar la espalda, estaba un poco tullida, ya no sabía ni cuánto tiempo llevaba en esa habitación, lo que si sabía era que no habían sido cinco minutos nada más, eso lo daba por seguro. Rose toma el cuaderno viéndolo por un momento y asiente, era lo mejor, ella estaba muy cargada y eso no ayudaría a mejorar las cosas, al contrario, acabaría por confundirse más de la cuenta. —Si, lo haré en cuanto tenga un tiempo libre.

Rose se levanta y empieza a tomar sus cosas, no se quedaría más de lo necesario, pone los ojos en blanco sin que él se dé cuenta aprovechando que sus cabellos cubrían su rostro cual cortina. La chica aparta las hebras y sonríe de lado con simplicidad colgando su bolso de su hombro y tomando lo que le faltaba, lo último que toma es la guitarra. —Quizás, pero, como todo en esta vida, no hay nada que no se pueda aprender. Unas cosas son sencillas y otras más complejas, además te pasa con la música lo que a mi me pasaría con el ballet, no creo que seas capaz de aprenderlo por arte de magia—. La castaña se encamina a la puerta y la abre con cuidado de no tropezar, se gira y sonríe de lado. —Adiós, Cole. Gracias por lo que hiciste—. Y sin dudarlo, la chica se dirige a su habitación teniendo cuidado de no regar todo a su paso.