Nothing left to lose

Su mente aún era incapaz se asimilarlo. No había sido como el primero de noviembre cuando encontraron el cuerpo de aquella chica cuyo nombre Cole desconocía. Había sido peor. La última vez había encontrado una forma de borrarlo de su mente. Debió ser que no había visto el peligro, lo había ignorado, no le interesaba. Saber el pasado de la directora, todos sabían que era ella, era ella la de la imagen, solo que una versión mucho más joven, su pasado era otra cosa. Cada vez que miraba el cementerio desde su ventana, un escalofrío recorría la parte baja de su columna hasta la nuca, y el número de lápidas se repetía una y otra vez en su mente.

Fingía que todo estaba bien. Caminaba por los pasillos de la misma manera que antes, hacía los mismos comentarios que antes. Se había metido en las clases de lleno, estudiando, completando las tareas, seguía sin participar en clases. Hacía su vida. Pero no se sentía seguro. Cuando creía que nadie lo estaba mirando, observaba por encima de su hombro, esperando que alguien se acercara por atrás con un arma. Era una sensación horrible, pero no fue tan horrible como lo que le pasó ese mismo día. Generalmente caminaba sin mirar a las personas, notaba personas, pero nunca el rostro de las mismas ni el color de su mochila, ignoraba a todos y a todas. No les interesaban. Su mirada iba en el piso. Siempre. Ese día levanto la mirada para ver una persona que pasaba por el pasillo. No se cruzaron, siquiera supo si lo vio, pero paso en una dirección distinta a la suya caminando con los libros en la mano, su pelo castaño que se movía al ritmo de sus pies y la mirada clara en algo que él no veía. Rose. Se perdió tras una pared tras un segundo, y Cole siguió su camino.

Si había algo peor que enterarte que la directora había matado a más de cien personas y que posiblemente había matado a las dos chicas que muerto a lo largo de la primera parte del año escolar. Rose era lo peor. Se había convencido de que era lo mejor para ella, pero no podía evitar buscarla con la mirada cada vez que estaba en el comedor o entraba a la biblioteca. Había pasado más de una vez por su puerta dispuesto a tocar y dar una explicación, pero cada vez que lo hacía seguía caminando porque no tenía nada que decir. Ya le había roto el corazón, lo sabía, había estado mal, pero era un favor. No podía aparecerse después de eso y querer solucionar todo. ¿Qué diría? ¿Lo siento? Palabras inútiles, nunca servían para nada. Nunca decían lo que en verdad uno quería decir. Odiaba esas palabras. Nunca saldrían de sus labios.

Tras terminar las clases salió fuera del internado. Últimamente no podía estar ahí dentro por mucho tiempo. Seguía nevando, seguía el frío, pero no le importaba si corría. Correr era lo único que liberaba sus pensamientos. Correr y pasar por la sala de música para tocar el piano, también había hecho mucho de eso también. Sus dedos tocando las teclas blancas y negras eran un alivió, una forma de hacer que todo drenara por alguna parte. Miró el cielo al salir, nublado, muy nublado. Esperaba que no lloviera hasta que acabara de correr, pero no llegó al camino del bosque que se largó la lluvia. Corrió buscando un refugio en el exterior. El invernadero era lo mejor. Se metió dentro y sacudió las gotas de agua de su cabello. Se apoyó en el marco mirando al exterior, ni siquiera le importaba que clase de flores había ahí dentro o si había alguien más con él, solo necesitaba un momento hasta que la lluvia cediera.

Publicado por J. Cole Green Sáb Feb 06, 2016 10:35 pm

Desde que era una niña, Rose había soñado con conseguir un lugar que le proporcionara algo sencillo; un hogar. Un hogar no tenía que ser un sitio amplio, tampoco pintado a la perfección, mucho menos con vajillas de porcelana y lujos por doquier. Para Rosie, un hogar era ese lugar que le proporcionara la suficiente tranquilidad como para seguir ahí sin moverse. La castaña había tenido tantos cambios en su vida que nunca se había sentido estable, ni siquiera en su propia casa donde los gritos de su padre hacían eco entre los pasillos, mucho menos en la clínica donde usaban su belleza de pretexto para inducirla en terribles patrañas que atrapaban a más de uno con la historia de que era un lugar de ayuda para los más pequeños que habían sufrido traumas iguales o peores que el suyo. Dunhelkeit parecía ser el lugar apropiado para obtener todo eso y más, Rose no dudó en ir y mandar por Wes luego de su llegada, solo que ahora ponía en duda la cordura que la condujo a ese lugar cuando pisaba sus catorce años.

La chica muerta había sido un indicio, pero no lo suficiente para condenar al internado, el teléfono había sido otra parte importante pero tampoco derrumbaba su voluntad de seguir ahí. Sin embargo, la historia de la directora fue otra cosa, eso si que pudo con ella. Desde luego que el juego de navidad no fue de ayuda, pero seguramente nadie imaginaba la magnitud de la noticia que iban a recibir luego de seguir tantas pistas. Yvette no era lo que pensaban y todos tenían que carcomerse en sus silencios ya que no podían decir nada al respecto. Rose no podía dormir, no podía comer con tranquilidad, y por más que se obligara a seguir con la rutina eso parecía ser imposible. Recordar que ella había llevado a su hermano a ese lugar y que era su culpa que estuviese en su misma situación era el peor de los tormentos. No sabía qué hacer, Rose no estaba lista para afrontar una situación de ese tamaño.

Había ido a clases como era de esperarse. Constantemente anotaba cosas sin sentido buscando llenar los espacios vacíos donde se supone que estarían anotaciones de la materia. Rosie mantenía su rostro apoyado en su mano y vagas veces alzaba la mirada para responder. La chica salió incluso antes de que el profesor finalizara la oración, metió todas sus cosas en el bolso de un solo golpe y salió a los pasillos.

El cielo avecinaba una tormenta, o por lo menos una lluvia fuerte que los haría quedarse en el interior por un buen rato. Rose no quería volver a su habitación, quería ir a algún lugar y quizás escribir en su diario, necesitaba hacerlo. Por suerte conocía el sitio perfecto para aquello y, si se apuraba, llegaría antes de que cayeran las primeras gotas. Aún hacía frío, Rose dejó sus cosas en un bancó y se apresuró a colocarse la sudadera sobre el uniforme, dejó el bolso a sus espaldas y salió a paso rápido hacia los invernaderos.

La naturaleza pudo más que ella, no había finalizado el terreno cuando las primeras gotas empezaron a caer; rápidas, violentas, incluso pesaban. El cielo dejó caer toda su fuerza antes de un parpadeo, uno en el que Rose tuvo que correr a toda velocidad llenando sus zapatos de humedad y tierra. La castaña corrió lo más que pudo, la sudadera se estaba mojando al igual que su cabello y su rostro teñido de carmesí. Rose llegó a la puerta antes de que la confundieran con alguien que se metió en las profundidades del lago.

Ya dentro, su nariz pudo experimentar el aroma a tierra y agua tan característico de los invernaderos. La respiración agitada de Rose hacía eco por el lugar y la chica no había pasado cuando dejó su bolso a un lado mientras se quitaba la sudadera levantando un poco el resto del uniforme. Rosie deja el abrigo junto a sus cosas y se dispone a arreglarse el resto del uniforme cuando se percata de una presencia a muy pocos metros de ella. Cole Green estaba en el mismo lugar en el que ella se estaba resguardando de la tormenta, ¿habría llegado antes? El chico parecía sufrir los mismos efectos que Rose.

La castaña se quedó paralizada, estática. Su cerebro la guiaba a la puerta sin chistar, pero sus pies estaban atados al suelo. —No sabía que estabas aquí—. Susurra viéndolo con sus ojos muy abiertos, probablemente no habría entrado de saberlo. Rosie se queda cerca de la puerta mientras juega con sus manos un poco nerviosa, era obvio que no esperaba verlo, no ahí. Su corazón se acelera y gira viendo si tiene algún escape, no había manera, el agua cubría de lleno las ventanas y le imposibilitaba cualquier movimiento.

Publicado por M. Rose Wood Dom Feb 07, 2016 6:51 pm

Se metió dentro tras ver unos segundos ver la lluvia caer, dado que rebotaba contra el piso y continuaba mojando sus pies. Estudió el ambiente oliendo la tierra mojada. El lugar le parecía pequeño, húmedo y sin demasiado espacio. Estaba repleto de verde, salvo por unas plantes que tenían hojas de otros colores y que se camuflaban entre las otras para dar un poco de vida a aquel lugar. La lluvia golpeaba contra el techo en un sonido homogéneo y repetitivo. Soltó el aire contenido mientras daba una vuelta. Pensó en esperar a ver si pasaba en un rato o saldría de todas maneras. Podría regresar al internado y ver que hacía allí dentro, o ir de todas maneras al bosque. Estaba lloviendo, sí, pero también ya estaba mojado, a lo sumo pescaba un resfriado, y era bastante detestable, más de lo normal, cuando estaba enfermo, no obstante, parecía merecer la pena.

Sus manos tomaron la maceta rojiza de un cactus redondo. Paso el dedo por aquellos puntos blancos que parecían ser suaves, y no debió sorprenderse de pincharse dichas yemas. Se sintió como una mosca que de forma esporádica decide apoyarse sobre una planta carnívora. Se sacudió en el pantalón y se llevó el dedo a la boca para poder sacar la última espina que había quedado clavada. Escuchó a alguien entrar, el chapoteo de los pies cargados de agua. Alzó la mirada para ver quien más había caído en el engaño del clima y había querido gozar del aire exterior, acabando por tomar aquel lugar como refugió.

No se había dado cuenta de la sonrisa sagaz que tenía en los labios, hasta que sintió las comisuras de sus labios hundirse. Su mirada se clavó en aquellos ojos claros y comenzó a descender de manera lenta. Frente a él, Rose Wood se presentaba empapada al igual que él, con su cabello ondulado pegándose a su piel. Una de sus cejas se alzó lentamente. Adorable, y no había maldad alguna en sus pensamientos. La maldad la sintió en el comentario de ella. Trago saliva de manera rápida. Para lo húmedo del ambiente sus palabras eran más que secas y tajantes, marcando la distancie que debía haber entre los dos. Se dejó apoyar en una de las mesas, estirando sus piernas y cruzando las mismas a la altura de los tobillos. También cruzó sus brazos al tiempo que trataba de traspasar a la joven con la mirada. No intentaba saber a que venían sus comentarios que tanto dolor le causaban en su pecho. Eso ya era material conocido, era su culpa y fin de la historia. Trataba de ver cuanto la había herido. Mucho. No tenía una forma de medir el dolor que se veía en los ojos de Rose, ni la inseguridad que presentaban ahora que lo veía. ¿Estaría pensando en marcharse?

—Tuve intenciones de salir a correr— Explica con recelo ante su comportamiento. Debería marcharse, esa era la opción más sabia para ella. Lo más sensato. Esperaba que hiciera eso, pero estaba lloviendo y quería que se quedara, al menos ahí dentro tenía menos posibilidades de ganarse un resfrío de un par de días. Alza las cejas y la barbilla, preguntando de manera silenciosa que era lo que la traía a ella a aquel lugar. Súbitamente, el deseo de hablar se hizo presente. Hablar implicaba una respuesta, Rose no tenía pinta de ser de aquella se iban sin responder a algo que se le había preguntado de manera directa. Que respondiera implicaba que se quedara más tiempo. Y eso le permitía observar aquel rostro aunque sea por unos minutos más. Se mentiría si decía que no la había extrañado. De alguna forma se había acostumbrado a la chica, a su dulzura y a su sonrisa amable, al brillo de sus ojos cuando escuchaba algo interesante. Cuando la veía era que recordaba que tan feo la había cagado. Había metido la pata hasta el fondo, sin piedad. Y ahí se encontraba, debatiéndose entre si había sido o no correcto.

Humedeció sus labios antes de hablar. De pronto su garganta estaba seca. —Supongo que ha pasado un tiempo desde la última vez. ¿Cómo estás manejando todo?— Se tarda un momento con la última palabra, demorando en encontrar una palabra correcta que abarcara todos los ángulos, desde la parte de la directora hasta la parte de su vida. Quería escuchar que estaba bien, que estaba mejorando, que no le había importado lo que había hecho, que le había ayudado, pero sabía que no era cierto. Posiblemente había cortado todos los deseos de la chica en querer filtrar con un chico. Y por un segundo esa idea no le pareció tan mala, era capaz de golpear a la persona con la que ella quisiera filtrar. Ya ese amigo que tenía que hablaba hasta por los codos y no se quedaba quieto le caía mal. Sí, había estado observando un poco a la chica y sus compañías.

Publicado por J. Cole Green Miér Feb 10, 2016 10:43 pm

¿Quién diría que buscando paz se encontraría con su mayor pesadilla? Había llorado tanto por él esa noche e incluso los días siguientes que Rose solo podía verlo de esa manera, como alguien que le causaba dolor y mucha tristeza. Trató de convencerse que era un error, que fue solo un beso, un simple beso, que cualquier chica de su edad no se pondría así por esa tontería y que ella estaba magnificando todo de un modo muy escandaloso, sin embargo, las cosas comunes no aplicaban para Rose, nunca habían aplicado para ella.

Se había tratado de su primer beso, de su primer acercamiento a un chico y no solo un chico, porque era evidente que Cole Green había dejado de ser una mera persona en cuanto se abrió con Rose y ambos compartieron cosas que usualmente no se platican con todos. Cole se había ido apoderando poco a poco de la mente de Rose, se había adentrado de manera que ella pensara en él cada vez que tenía la oportunidad. Inevitablemente siempre sonreía; ingenua, soñadora. Ese beso había sido mágico, simplemente mágico, era la primera vez que Rose cedía ante un contacto similar en el que experimentó pequeños fuegos artificiales en su interior, en su estómago, en su cuello, en sus piernas... había rozado el cielo sin darse cuenta, pero la caída había sido lo más fuerte porque era obvio que nada duraría para siempre.

Verlo, así fuese a lo lejos, le causaba escalosfríos, su piel estaba erizada y Rose se mantenía cerca de la puerta como si estuviese segura en ese sitio. Sus ojos se encuentran con los de Cole y ella vuelve a sentirse líquida, diminuta, odiaba eso y era extraño cuando en algún momento se sintió atraída por esas sensaciones. Asiente ante su argumento mientras frota sus brazos presa del frío que estaba sintiendo, por lo menos la humedad le daba un poco de calor que opacaba a todo lo que estaba pasando en los exteriores. —Correr con este frío... es una locura—. Siempre considerada, siempre buena con las personas, ella curva su sonrisa de lado con cierta debilidad, si iba a estar encerrada ahí hasta que escampara por lo menos tenía que apartar los insultos y cualquier semejante de su mente.

Su pregunta la deja fría, ¿en verdad le estaba preguntando eso? Rose no sabía cómo responder, en primer lugar, porque no estaba llevando las cosas tal cual él decía, al contrario, tenía tormentos acumulados como una pesada carga a sus espaldas y todas las noches los sucesos del internado se repetían en sus sueños y hacían eco en su mente. Además, él era la persona menos apropiada para decirle eso, si su mente estaba nublada era por él, por sus dudas, sus rechazos, sus tratos cambiantes hacia Rose. ¿Por qué lo sentía diferente al chico que se burló de ella en su habitación? Ella tenía que mantener su postura así que se endereza y camina tan solo unos pasos, se mantiene cerca de la puerta como su único punto seguro. —No lo estoy... manejando. Solo hago lo mismo que todos... ir con la corriente—. Rosie cruza sus brazos, antes de hablar suelta un pequeño estornudo que enrojece de a poco su nariz pero se recompone con velocidad. —Tengo que seguir, de eso se trata. Vivimos en un internado donde ya no sabemos que pasa y también esta...—. También estas tú en mi mente. —... todos los problemas. Pero supongo que eso pasa, no creo que tú la estés pasando tan mal...—. Los ojos de Rose ven la ventana a lo lejos, como si prefiriera ver eso que las pupilas fijas de Cole. —... no son muchas las cosas que te afectan después de todo.

Publicado por M. Rose Wood Jue Feb 11, 2016 9:34 pm

No le gusta ver sus ojos opacos y carentes de emoción que lo miraban a la distancia. Imaginó que así se debían sentir la mayoría de las personas bajo su mirada, pero ya había sido visto de esa manera, no le gustaba que Rose lo mirara así. No era la persona que recordaba que era, que sonreía con dulzura ante todo, con un brillo extra. Había optado por olvidar la escena de la última vez, no quería recordarla de esa manera, pero temía que ahora la iba a recordar de esa. Fría y severa, incluso cuando no se daba cuenta que estaba actuando de esa manera.

—Quítate el saco— Le pidió con parsimonia, ignorando todo lo que sentía en su interior y el comentario que había soltado. Su mirada estaba en sus manos y como buscaba frotar sus brazos para poder entrar en calor. Tarda un segundo en darse cuenta de que posiblemente la joven podía malinterpretar lo que había dicho. —Tienes frío— Puntualiza señalando con el dedo sus manos en caso de que necesite una prueba de por qué se había dado cuenta de eso. —Tu saco esta mojado, no se secará. Seguirá mojado y sólo te dará más frío. Sin él estarás mejor. Esta húmedo aquí dentro y hace más calor que afuera dado que es un invernadero, entraras en calor más rápido y posiblemente puedas escapar del resfriado— Había notado que Rose era lista y no se sorprendería que sea una de las primeras de la clase, aun así no la imaginaba levantando el brazo para responder cada pregunta del profesor, seguro, era capaz, de bajar el mismo para que no quedara duda de que no iba a responder la pregunta. En cuanto al frío, Cole había hecho lo que ahora le pedía a la castaña ni bien se había instalado allí dentro, ya se había acostumbrado a la temperatura, por lo tanto no creía que la joven tardará en hacer lo mismo.

—No confundas apatía con desinterés— Advierte con la voz dura y aprieta los dientes tras eso. No podía decir nada, se había ganado parte del odio que Rose le mostraba que tenía dentro, pero si esperaba una disculpa esperaba en vano. —Me importan muchas más cosas de las que crees, que no lo veas, no significa que no exista— Se defiende ya con los hombros enderezados. No mentía. Se preocupaba por su hermano, por como estaría, si lo había esperado en año nuevo o navidad, si aún lo estaba esperando, si se había decepcionado al ver que no estaba y que no iba a llegar. Se preocupaba de que el internado no hubiera avisado a su padre para que transmitiera el mensaje a Aaron. Se preocupaba por la chica frente a él, cuánto la había herido, cómo estaba con todas las verdades. Sabía que su hermano le preocupaba tanto como a él le preocupaba Aaron y se debía sentir un poco protectora hacia el niño dado todo lo que había pasado. Se preocupaba por si algo le podía pasar a cualquiera de los dos, porque sabía que si algo le pasaba a su hermano, ella se sentiría peor. No dio ninguna de esas razones. No explicó porque decía la verdad, pero la joven tendría que creerle, si era capaz de hacer eso.

No tuvo que anticipar el silencio que iba a venir. Ya caía sobre ellos cuando terminó de decir la última palabra. Destinados a aguardar a que la lluvia terminará antes de poder salir. Pensó en hacer eso, en quedarse callado y no decir nada, pero no podía apartar su mirada de ella, y sabía que no era la mejor manera de pasar el tiempo. Dirige la mirada al exterior, porque si le preguntaba o pedía una explicación era incapaz de darla. —We say things we don't want to say, words are daggers in his ears. We waste our time to get it right, we waste our time to get it right. No apologies that are meaningful, no word says what we really want to say.— Ni se dio cuenta de que se había puesto a cantar en voz baja, mucho menos que estaba cantando canciones de su banda.

Publicado por J. Cole Green Sáb Feb 13, 2016 2:07 am

Verlo le hacía daño, verlo era un reto que ponía a prueba su cordura y sus capacidades de ser la chica dulce que todos veían o la mujer que tenía que crecer y madurar de una vez, esa que tenía que enseñarle a Cole Green a no jugar con las personas porque tarde o temprano las mismas acaban lastimadas. Él la había lastimado, era muy evidente en su mirada y en sus gestos, aunque no por completo, había un pequeño detalle en Rose que no acababa de convencer a los demás de que estaba siendo completamente honesta con esa frialdad hacia el chico.

Rosie lo ve y frunce el ceño ante su primera orden, sabía que Cole no le haría daño, pero no puede evitar estremecerse un poco. Antes de que la chica se llene de recuerdos o malos momentos él le explica el sentido de su oración. Tenía razón, precisamente estaba huyendo de un resfriado que iba a pescar si no se quitaba el liviano abrigo del uniforme. Ya se había despojado del pesado que llevaba de complemento, pero el inferior estaba húmedo también así que sería normal que se lo quitara para secarse como era debido. Rose no lo ve cuando empieza a desprender los botones con sus manos frías, finalmente deja el abrigo oscuro a un lado, la camisa no está mojada, quizás un poco húmeda y fría pero secaría pronto, la prenda se adhería a la chica que, por mero reflejo, rodea su cuerpo de nuevo esta vez sin tanta presión. —Gracias por el consejo—. Ella era amable, estaba en contra de su naturaleza no serlo, sin embargo su tono es común, no expresa demasiado. Rosie se mantiene en su lugar, apoya su cadera de una de las mesas a una distancia considerable de Cole, la lluvia no cesaba y la castaña aún se preguntaba si estaba mejor ahí adentro que afuera con la tormenta cayendo encima de ella.

El tono de Cole por primera vez llama su atención y la alarma de cierto modo. Al contrario de lo que Rose había experimentado antes, esa vez las palabras del chico encienden sus sensores y la llaman a responder, seguramente si hubiesen estado en su habitación aquel día que se besaron se habría quedado callada en medio del duro tono de Cole. Rose lo ve a los ojos directamente y frunce el ceño creando pequeñas arrugas en la lisa piel de su frente. —Yo quería verlo—. Responde de manera tajante con el mismo tono, solo que no es lo mismo la voz gruesa de Cole que el tono musical y tímido de Rose. La castaña le mantiene la mirada, estaba siendo completamente honesta y él lo sabía, Rosie no podía mentirle al respecto, pensaba que lo estaba haciendo muy bien, pero había fallado estrepitosamente en el intento. —Quería verlo pero tú no me dejaste, no me dejaste por tu egoísmo—. Por tus miedos era el término correcto, pero Rose no podía seguir pensando que Cole en algún momento se fijó honestamente en ella.

El silencio fue inevitable, Rose deseó con todas sus fuerzas salir de ese lugar, de hecho, estaba meditando hacerlo cuando él empezó a entonar una canción que ella no conocía, pero cuyas palabras la tocaron de lleno, cada una tuvo su efecto y logró hundir más la herida que estaba en su pecho. Sus ojos se cristalizaron, pero Rosie se negó a llorar limpiando con la manga húmeda cualquier residuo, esperaba que Cole no se diera cuenta. Rose coloca sus cabellos húmedos tras sus oídos y da un par de pasos más. —Quiero saber, ¿entiendes? Merezco saber—. Pide con un deje de súplica en su voz. —Es lo menos que se merece una persona a la que has lastimado—. Eso le dolió más que nada pero tragó fuerte antes de continuar. —Escucha, no tengo idea de que pase en dos minutos, en un día o en una semana, pero lo mínimo que merezco es saber aquellas cosas que tú crees no poder decir—. Rose da un par de pasos más y se da cuenta de que se está acercando al chico. —Dilo como lo sientas, exprésalo como desees, pero necesito saber, esto me está carcomiendo, ¿entiendes? Y no...—. Levanta una mano como un gesto de alarma. —... no me voy a romper.

Publicado por M. Rose Wood Sáb Feb 13, 2016 9:19 pm

Desvió la mirada antes de que Rose comenzara a sacarse su abrigo, era mejor evitar clavar la vista en algo que luego solo empeoraría las situaciones. Apagó su voz después de escuchar aquella frase, que le dolió más que si le hubiera pegado una patada a sus partes íntimas. Su mirada continúo fuera, observando la cortina de agua que daba contra los jardines de una manera violenta y salvaje. Sus pensamientos se enfocaban en eso. Eran firmes y cada desviación que querían tomar, él las llevaba nuevamente a la lluvia. Había comenzado a cantar porque era la única forma que tenía de concentrarse. Lo hacía de manera sistemática, no pensaba en cantar, simplemente lo hacía. No notaba que lo hacía. Cantaba la primera canción que pasara por su mente, rara vez se preguntaba si tendrían o no un significado, la razón por la que las había elegido. Muchas veces era por la música, por el ritmo, nada más que eso, pero como no prestaba mucha atención, algunas veces no tenía idea de qué era lo que estaba cantando, y tampoco lo recordaba. Tenía que pasar, la lluvia tenía que pasar y entonces ambos podrían ser libres y seguir su camino como lo venían haciendo hasta el momento.

Se gira con desesperación cuando la escucha hablar de manera tan directa hacia él. Concentrarse era imposible cuando ella no se podía quedar callada. Ignorarla mucho menos. No aprendía que era mejor que se mantuviera alejada, que era lo mejor que podía hacer para ella misma. Su instinto de supervivencia debía estar tocando el suelo, porque seguía insistiendo en querer una explicación cuando no podría obtener una. Ese era el momento, su mandíbula estaba apretada, sus ojos eran duros como el hielo, era ahí, lo único que tenía que hacer era escupir las palabras que terminaran por romperle el corazón, que la alejarían de él para siempre. Trago saliva retrocediendo cuando se dio cuenta de que no iba a ser capaz de hacerlo. Lo podía causarle más daño del que ya había causado. Se arrepentía lo suficiente por aquellos actos del pasado para cometerlos nuevamente. Su expresión se afloja, la mascara cae, su mirada llega al piso. Ahora tendría que dar una explicación, era eso o salir corriendo de ese lugar antes de que todo se ponga peor. Con tristeza consideró la última opción.

—No fue un juego, si es lo que haz llegado a pensar— Era lo primero y más claro que tenía para decir. Levantó la vista, y, si bien no escribía canciones hace años, por su mente pasaron más de treinta canciones que era capaz de escribir en ese momento. Una sería para sus ojos claros, las otras serían para ella, por ella. Tuvo que controlar el instinto de querer acomodar aquel mechón de pelo sobre su cabeza que no seguía el mismo camino que los demás. Tuvo que contener las ganas de estirar los brazos, abrazarla y pedirle perdón, incluso aunque no tuviera sentido, valía toda la pena del mundo volver a tenerla cerca nuevamente, poder rozar su piel suave. Ahora se arrepentía de haberle dicho que se sacara el suéter.

No fue una ola de palabras la que pasó por su mente cuando tuvo que pensar una respuesta, fue un jodido tsunami. Se tomó un momento para acomodar algunas de manera que al menos tuvieran sentido cuando las terminara de decir. —Hace unos meses no eras absolutamente nadie en mi vida, eso lo debiste tener claro, porque tampoco era nadie en tu vida. Me diste la posibilidad de conocerte, por más que fue mediante gritos en el medio del pasillo. Desde ese día trate de compensar todos los errores que había cometido antes, te trate como la persona que eras, alguien dulce, frágil, alguien que no se podía tocar. Fue sencillo, no me saltarías arriba como una fanática loca. Te mostraste como eras, y yo hice lo mismo. El día en tu habitación, me di cuenta de algo mientras te besaba: me habías dejado tocarte, y si no te habías dado cuenta, también me diste la posibilidad de romperte. Y me di cuenta de que no te quería ver sufriendo, y había muchas posibilidades de que así acabarás si estabas conmigo. El tiempo lo único que hace es hacer las cosas más difíciles. Me fui antes de que sea tarde—

Si quería una explicación ahí la tenía. Lo que sea que causará en ella, ahora debía ser ella quien se hiciera responsable de eso, ya no estaba bajo su cuidado. Si era la verdad que quería escuchar o no, tampoco era su problema, era la verdad de él, la razón por la que se había alejado. Era un lo tomas o lo dejas. Lo aceptaba o no lo hacía, pero ahí estaban las palabras dichas. —Si querías ver lo que me interesaba, lo único que tenías que hacer era tomar un espejo— Eso también le acabaría por doler a él, dado que ahora sólo podía esperar con una calma y paciencia netamente fingida a que Rose reaccionara a lo que acababa de decir. Como sea que acabara ese día, podían salir dos o un corazón roto.

Publicado por J. Cole Green Sáb Feb 13, 2016 11:44 pm

La posibilidad de que ella era solo un juego para él pasó por su memoria, sin embargo, no fue la primera opción. Rose era tan ingenua que en su imaginación solo podía figurar la opción de que Cole tenía tanto miedo por ella que prefería dejar las cosas estancadas en lugar de seguir. La castaña se sentía tonta y muy inocente por considerar que un chico como Cole Green se fijara realmente en ella, pero una de las particularidades de Rose es que la chica se guiaba por su corazón y eso era todo lo que él le decía. Cole era guapo, inteligente, fuerte... Rose solo era eso, Rose. Nunca había estado entre la espada y la pared en el tema amoroso y eso la mantenía en una diatriba que había sido el motivo de su falta de sueño.

Rose lo ve a los ojos, estática, sin querer moverse ni un poco, hasta el ruido de su respiración le parecía molesto en aquel silencio. Esperaba todo, esperaba cosas buenas y esperaba cosas malas de su parte, aunque quizás estaba más acostumbrada a recibir la última opción. Él parecía contradecido por sus palabras, Rosie quiso disculparse, pero en el fondo no se arrepentía de nada de lo que había dicho. Se dispuso a escuchar porque precisamente eso era lo que necesitaba, necesitaba escuchar a Cole Green y sea lo que sea que él tuviese que decirle.

Sus palabras llegaron y la abarcaron de lleno con sensaciones contradictorias. Parte de ella, una diosa escondida en el fondo de su cuerpo, gritaba de alegría porque Rose si significaba algo para Cole y todo ese asunto fue por cuidarla, por alejarla para que ella estuviese a salvo de las sombras que se escondían en el interior del chico. Pero por otra parte estaba ese vacío, ese vacío que inquiría a gritos si él mantendría esa actitud para siempre y si la dejaría a un lado de manera definitiva solo por temor. Rose podía llorar en ese mismo instante o perderse en él como había hecho en su habitación, cualesquiera de ambas opciones eran atrayentes en ese instante. Confundida como estaba, ella termina de escucharlo y gira para ver su rostro en una de las ventanas. A pesar de que la lluvia había hecho su trabajo y los vidrios estaban cubiertos Rose aún podía ver su reflejo. La mirada que le regresaba el cristal era la de una chica de ojos grandes y azules, su cabello estaba despeinado en ligeras ondas y la camisa adherida a su cuerpo se separaba en ciertas partes, se estaba secando. Su rostro miraba el reflejo como si este le fuese a dar alguna respuesta. Rose gira de nuevo, lo entendía, ahora lo entendía.

La chica se acerca lo suficiente, si daba un paso más estaría pegada a Cole. Tiene que alzar sus ojos para verlo, él le lleva poco menos de una cabeza. —Tu cometes el error que cometen todos mis amigos; Callie, Brennan... No soy capitana de un equipo deportivo, no puedo estar feliz todo el tiempo, no soy tan fuerte como tu... pero eso no significa que todas las cosas me vayan a romper, Cole. Todos ustedes piensan que porque soy como soy cualquier cosa va a dañarme permanentemente y no es así—. Frunce los labios y traga fuerte para poder seguir. —He pasado cosas horribles en mi vida, verdaderamente horribles. Van más allá que un chico me bese y se vaya, que me traicionen, vas más allá de todo... y sigo aquí, estoy aquí, eso quiere decir algo, ¿no?—. Rosie curva una sonrisa y alza su mano con cierta duda para acariciar el mentón de Cole, es un tacto suave y muy leve, dura poco, no era su intención molestarlo. —Me destruyó que me dejaras ahí por todas esas excusas, pero más que eso me molestó que no fueses capaz de dejarme tomar mis propias decisiones—. Rose lo ve con más intensidad, es incapaz de apartar la mirada. —Fuiste egoísta porque creíste pensar en mí y no me diste tiempo de elegir. No pueden dañarme tan fácil Cole. Si te... bese es porque por primera vez decidí confiar en ti, decidí confiar en ti porque eres bueno, eres más bueno de lo que crees—. Y sonríe de nuevo, esta vez alza su mano y acaricia la mejilla del chico, se queda ahí y toma un respiro antes de finalizar. —¿Por qué no te das cuenta que vales tanto la pena?

Publicado por M. Rose Wood Dom Feb 14, 2016 2:12 pm

Y lo había dicho. Más valía que alguien hubiera grabado esas palabras porque no pensaba repetirlas ni en cien años. Considero la idea en su mente, y negó, mejor que nadie las hubiera grabado, podía ser usado en su contra por el resto de los siglos. Rose lo había escuchado con paciencia, buscó la mirada de la chica en el reflejo del cristal. No se veían las imágenes con nitidez absoluta, pero se notaban lo suficiente para poder distinguir los grandes aspectos de cada uno. Los ojos claros de Rose se reflejaban casi que a la perfección, sintió envidia por el libro de manera momentánea. Su atención regreso hacia él antes de que sea capaz de sentirse en su derecho de reclamar por ella. La recriminación era algo que esperaba, se había preparado mentalmente para contradecir todo lo que dijera y, cuando así fue, le llegaron al menos diez formas diferentes de mostrarle que tan equivocada estaba.

Sabía que la chica estaba enojada, por lo menos hacía esfuerzo para mostrarse de dicha manera, alguien le debería advertir que no daba miedo. No era ni intimidarte ni amenazante, incluso daba la sensación de que atacaría con abrazos para hacerse escuchar y esa sería su arma más violenta. La situación no lo meritaba, pero por un momento le dieron ganas de reír como a un niño pequeño. Apretó sus labios a tiempo justo de que la mano de Rose se acercara y le tomara el rostro. Un escalofrío se manifestó en su cuerpo, y estuvo casi seguro de que si ella lo había notado, lo había pensado de una forma muy diferente a como era en realidad. Se dijo que esperaría a que terminara de hablar antes de quitarle la razón por costumbre, además de que no había pensado cómo contradecirla para nada.

Su cuerpo se inclinó hacia adelante. Su espalda ya estaba curvada por la postura en la que se encontraba, y generalmente así era porque era de familia alta. Cole estaba tan lleno de hábitos y costumbres, buenas o malas, que había perdido la cuenta de cuántas eran en realidad. Las manos en sus piernas se jactaban de ayudar a mantener su equilibrio mientras buscaba que la mirada de ambos se encontrara en una rectora horizontal. —No se te ocurrió pensar que es porque yo me conozco más que tu— Dice alzando sus cejas para demostrar que su punto seguía siendo el más fuerte, pero ya había comprobado que era incapaz de hacerle lo mismo dos veces. Se vuelve a enderezar sin apartar la mirada de sus ojos claros. —Lo que hice, lo hice porque creí que era lo correcto, no porque te ponga como algo demasiado frágil, de ser así hubiera callado muchas cosas que te dije anteriormente y que sé que te molestaron, pero que las dije igualmente. No niego que seas fuerte y que tengas cierta habilidad de seguir adelante, pero de una forma u otra las personas no suelen estar demasiado tiempo en mi vida, sea porque las saco fuera o simplemente porque desaparecen.

Se encoge de hombros, eso no era capaz de explicar nada, no era capaz de expresar que se sentía mejor cuando estaba solo y no se tenía que preocupar por nadie más, que a veces era mejor estar de esa forma. Confiar en uno mismo, era la mejor elección que se podía tener porque todos los demás te podían traicionar. Ellos dos eran tan diferentes en ese aspecto, diferentes en la manera de pensar. —Pero tienes razón en algo: te debería haber dejado elegir.— Era en lo único que se había contradicho en su vida. Haber jurado que nadie tomaría decisiones por él, pero tomar las decisiones por las demás personas. —Y, ¿qué es lo que quieres hacer Rose Wood?— Pregunta por su opinión, quizá demasiado tarde, pero lo hacía, haría cualquier cosa por ella, incluso contarle su pasado con lujo de detalle, aquel pasado que pretendía que no existía casi todos los días. ¿En que momento se había aferrado tanto a su presencia, a ella?

Publicado por J. Cole Green Dom Feb 21, 2016 2:24 pm

Sus argumentos eran fuertes. Al toparse con los oídos de Rose, la chica podía convencerse plenamente de que Cole tenía la razón y que ella no podría ganarle, aunque estuviesen en un debate y la situación pasara al lado del chico. Por otro lado, la Rosie de inicios del curso había cambiado un poco su perspectiva acerca de aquellos encuentros con el chico Green. A veces se sentía intimidada y pequeña a su lado, eso era cierto, pero Rose había adquirido la habilidad de responder y de analizar las cosas antes de darle la razón y quedarse con las oraciones atoradas en lo más profundo de su garganta. Ella le da tiempo de hablar porque es la única manera en la que puede pensar todo lo que ve a decir y va juntando las ideas en su cabeza para expresar exactamente lo que desea. La carencia de distancia era un factor que estaba latente y alejaba un poco a Rose de la seriedad que quería aparentar, el perfume de Cole se colaba por sus narices, era adictivo tenerlo tan cerca y sentir la calidez entre ambos. Rose estaba lejos de regresar al frío que sintió al entrar a los invernaderos.

Rose entreabre los labios y dura poco menos de un segundo en responder, aún mantenía en ella las ánsias de no querer equivocarse con ese chico y convencerlo de su punto de vista. —Creo que no te conoces del todo—. Era un juicio muy pesado si ella lo ponía de esa manera. Sin embargo, Rose se relame los labios y trata de explicarlo de una forma más sutil. —Dices que te conoces, puedo entender eso, pero si te conocieras tal y como dices y supieras que eres capaz de alejar a las personas de ti, no hubieses corrido el riesgo de seguir hablando conmigo—. Rose alza la mirada y mantiene su vista fija en el chico. —No te conozco demasiado, pero puedo creer que eres, o eras, capaz de alejar a las personas de ti, pero si estuviese tan seguro de eso probablemente me habrías dejado en las escaleras con mis galletas el día que hablamos. Al contrario de eso te acercaste, te arriesgaste. No lo sé, Cole, la vida sería muy poca cosa si no nos armáramos de valor y tomáramos uno que otro riesgo. No se trata de abandonar lo que somos, sino de sumar a lo que queremos ser.

Su pregunta era tan sencilla pero tan compleja a la vez. La respuesta ya Rose se la sabía de memoria y podía responderla con solo abrir sus labios, el problema radicaba en las consecuencias que podría traer decir exactamente lo que ella quería decir. ¿Lo diría tan sencillo?, ¿se arriesgaría a ser expresiva? En ese instante, la castaña tenía mil y un ideas que se cruzaban en su cabeza sin parar y a fin de cuentas estaba ignorando lo más importante del asunto que era responderle a Cole. Los ojos de Rose divagan en ciertos rincones de la habitación, la chica se fija en el color de las flores, en las pequeñas gotas que se perdían en las plantas, en el olor de la tierra. Tenía que responder, el tiempo se estaba agotando. Rose mira a Cole y solo tiene que abrir sus labios finos para decir... —A ti, pero solo lo que tu estés dispuesto a darme.

Se estaba arriesgando, se estaba arriesgando y en cantidades industriales. Rose corría el riesgo de ser herida de nuevo, solo que en esa oportunidad estaba segura que no regresaría, no sabía cuánto daño era capaz de soportar, pero a pesar de eso, se estaba lanzando a un espacio donde no sabía si existía una barrera para detenerla o, al contrario, tendría la libertad que tanto anhelaba. Ella esperaba cualquier cosa que Cole tuviese para decir, pero antes decide darse un pequeño respiro y sellar sus palabras con un acto que no sabía si podía repetirse. Rose alza se puntas, pone una mano en la mejilla de Cole y da un corto beso a sus labios, cierra sus ojos en el proceso, aunque durara poco, la chica quería sentir de nuevo aquel hormigueo y las mariposas que se perdían en cada una de sus extremidades.

Publicado por M. Rose Wood Lun Feb 22, 2016 10:43 am

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