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Things to lose, things to take

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Estuvo más de una semana encerrado en la habitación de Gru, agradeciendo la compañía de su amigo en un momento tan difícil. Le costó asimilar la idea que tenía como directora a una loca, más con la historia que tenía con un chico en específico en el internado. Siempre le había visto cara de loco, capaz de asesinar a alguien, más con los incidentes en el internado. Lo conoció hace un año, año y medio por primera vez durante su receso. Gru le había retado a que se haga amigo de alguien diferente, que salga de su zona de confort. Una y otra vez Isak se negó, pero su amigo era muy convincente y terminó por hacerle caso. Solo imagínense a un Isak menor caminando como idiota hacia ti, tropezándose en el camino. La opción más obvia es burlarte de él, porque en verdad parecía un idiota. Y cuando te burlas de alguien introvertido, es normal que se sienta mal. Y eso mismo fue lo que pasó, Isak sintiéndose como una basura. Oh y le echó la culpa a Gru, claro que se la echó. Estuvieron enfadados medio día hasta que los dos se disculparon, el uno no podía estar sin el otro, así funciona su amistad.

Y aunque la amistad de los chicos se arreglaron, su relación con el que se burló de él no mejoró. Cada vez que Isak se encontraba al chico con cara de asesino en el pasillo, recibía una mirada penetradora. Y las palabras que salían de su boca no eran muy bonitas que digamos. Seguro se preguntan por qué ***** Isak no responde ante estos abusos. Y es muy simple, no sabe cómo. Te puede decir cualquier tontería cuando no sabe qué decir, y por mala suerte lo mismo le pasa cuando te burlas de él, sino se queda callado. 'No soy así, solo que los psicólogos dicen que es mejor que las palabras me resbalen.' Un claro ejemplo de lo que Isak puede decir en dichas situaciones, y como ven no es la n comentario muy inteligente.

¿Y por qué les hablo de este enigmático sujeto que se burla del héroe, bueno, 'héroe' de esta historia? Porque por razones de la vida, o por la decisión de la entidad que está encima nuestra, tenían que encontrarse después de los incidentes en el internado el primer día que Isak sale del cuarto de Gru. Sí, en pijama y todo porque se lo encontró al segundo de salir. Isak había decidido ir por unas cosas a su cuarto, pero a la vez pensó que sería mejor ir a hablar con Callie, decirle algo. Fue este pensamiento que le llevó al chico. Caminando hacia la habitación de la castaña escuchó un ruido detrás de él, dos pasos, una persona. Cuando Isak se giró, el propio infierno sustituyó las paredes y el suelo del pasillo, con el mismísimo Satán delante suya. Le costó sacar las palabras de su boca  —. A-Arthur...
Publicado por Isak T. Bruhn Mar Feb 09, 2016 8:51 pm
Isak T. Bruhn
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La vida del pendenciero yace minada de dificultades. Quiero decir la de los auténticos bribones, no la de esos payasos desesperados por atención que se la dan de chicos rudos cuando en realidad no son ni siquiera capaces de pisotear a una minúscula mosca que se revuelca en la miseria. No, no, yo me refiero a los malhechores que, como yo, tienen oficio. ¡No se dan una idea de lo problemático que puede llegar a ser un estilo semejante de vida! Y la situación se complejiza todavía más cuando se está encerrado en un internado, en pleno invierno y sin muchas víctimas a las que atormentar sin que las autoridades te pesquen y censuren. Como volver a prisión no fue ni jamás será una opción, yo me andaba con muchísimo cuidado por esos días. Me aseguraba de que cada una de mis acciones fueran lícitas, aún con el tedio y la repugnancia que me inspiraban mis actos.

A decir verdad llevaba tanto tiempo bajo el agobiante papel de chico bueno que ya comenzaba a hartarme. Necesitaba hacer algo que emergiera de mi ser (del auténtico), cualquier cosa por insignificante que fuese que estuviera impregnada con el espíritu de Arthur Jakobsson. Salí de mi dormitorio con aquella necesidad firme sobre mi cabeza. Promediaban las doce del mediodía, el sol se colaba nítido sobre las ventanas pulcras y los pasillos parecían desolados. Los recorrí desanimado, sin muchas esperanzas y sin un propósito firme. Sentía mis pasos pesados, y a medida que el tiempo transcurría sin que nada digno de mi interés aconteciera mi desesperación iba en aumento.

Sólo entonces lo vi, de espaldas, en camino hacia quién sabía dónde.  Consideré seguirlo, averiguar su destino y recién ahí hacer mi aparición. Manteniéndome del lado de las penumbras del angosto pasillo, esas que ni los implacables rayos del sol llegaban a exterminar, aguardé dándole caza procurando ser lo más sigiloso posible. Lo reconocía de espaldas, así como a miles de kilómetros de distancia hubiese sentido su presencia más adelante. Era su figura singular, la del pobre corderito que presuroso huye hacia su nido sin tener conciencia de que está siendo perseguido por el lobo feroz.

Me sorprendió que alguien como él, siempre con la cabeza en las nubes, fuera capaz de percatarse de mi presencia. Cuando ya estaba mirándome comprendí que no había marcha atrás. Di unos pasos hacia delante, iluminando la mitad de mi cuerpo y manteniendo la otra sobre las sombras.

–¡Bruhn Isak! Pero qué agradable sorpresa. Bueno: no en realidad, estaba yo buscándole.

Había sido descubierto, así que ahora tocaba ingeniármelas con un nuevo plan. Por fortuna logré improvisar: dejé a entrever una sonrisa llena de malicia, mostrando apenas los dientes blancos como la nieve. Acababa de hacerme con la situación propicia para desplegar por fin la maldad acumulada.

Me aproximé hacia él. Me complacía sobremanera el sobresalto en su semblante.  Sobre todo aquella expresión fija sobre la cara, que yo leía sin dificultades con suma precisión: el espanto se le veía por todos lados, como si estuviera por presentir lo que estaba a punto de hacer. Ah, mi suerte acababa de mejorar de un momento a otro pues empezaba el día de otra manera. Siempre es por demás placentero que las víctimas exterioricen esa mezcla de temor y respeto ante el hombre de sus pesadillas.

–Sí, le buscaba. Verá… siento que empezamos con el pie izquierdo, y me gustaría rogarle que me perdone. Pensaba que quizás, de ahora en más, podríamos ser amigos.

Y le extendí la mano, expectante,  aguardando que me la estrechara como todo un hombre. Conocía tan bien a los de su tipo que sabía que no le sería posible resistirse al místico encanto de una reconciliación. Ante la sola idea de que los tormentos llegaran a su punto final, sin dudas era capaz de tragarse su orgullo y aceptar un perdón en apariencias tan sincero, tan sentido…

¿Cómo es que dicen? La diversión estaba a punto de comenzar.
Publicado por Invitado Vie Feb 12, 2016 1:02 pm
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El momento que sus ojos se encontraron, Isak supo que la perdición le había encontrado. No es la primera vez que este sentimiento recorre su cuerpo, sin embargo es cuando más fuerte lo ha sentido. Todavía recuerda el día que intentó escaparse del internado y el guardia le encontró. Le llevaron donde el director, y en ese momento sintió como si ese fuera el último minuto de su vida. Pero esta vez era diferente, no sentía que su vida terminaría en ese segundo, sino que sufriría durante el tiempo que le queda—. ¿M-me estabas b-buscando? —masculla las palabras pues está nervioso, no sabe que hacer en ese momento. ¿Intentar escapar? No, Arthur está en atletismo y es capaz de alcanzar a Isak si lo hace. ¿Gritar para que alguien venga? Con la reputación que tiene Isak, simplemente le dirían loco y se irían. ¿Entonces? Intentar sobrepasar a Arthur es imposible, el chico es el punto débil de nuestro moreno.

Lo único que Arthur necesitaba era un cabello algo alborotado y unos dientes amarillos para parecer la típica persona que te encuentras en la calle, te roba o dispara y sale corriendo. ¿Esos locos capaces de hacer cualquier cosa simplemente por diversión? Sí, como esos. El problema es que sabe de etiqueta y como actuar, y sus dientes son más blancos de lo que le gustaría a Isak. Y la malicia de esa sonrisa... el solo pensar en ello le da un escalofrío a Isak, su cuerpo tiembla por ello. En su mente, Isak se pega a sí mismo, sabiendo que ese pequeño detalle le mostró a Arthur debilidad, algo que usar contra el moreno—. Sí... no fue un buen comienzo. —¿eres idiota o qué, Is? ¿Crees que repitiendo lo que dice el otro te ayuda a salir impugne de esto? A veces dudo de tu inteligencia, en serio...

Parpadeó un par de mil veces cuando el chico estrechó su mano esperando que Isak responda a ella. Isak siempre ve lo mejor en las personas, y una reconciliación es lo mejor, ¿pero debería hacerlo? Miró los ojos de Arthur por un segundo y las malas intenciones eran obvias, pero en el siguiente pestañeo todo eso desapareció, la mano extendida ayudando a esa pinta de buena persona. Y cómo no, Isak no pudo evitarlo y tomó la mano de Arthur, 'reconciliándose con el chico'—. Podemos ser amigos, sí. —y como el más ignorante de todos, sonríe y lleva su otra mano a su nuca, en el paso alborotando algo su cabello, creyendo que había ganado y que había encontrado el bien dentro de Arthur.
Publicado por Isak T. Bruhn Dom Feb 21, 2016 11:32 pm
Isak T. Bruhn
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El superficial roce de las manos, acariciándose en un gesto de amable cortesía me hizo tentar todavía más. Logré reprimir, en un principio, esas ansias de profunda risa que me atacaron en el instante en que, tal como predije, Isak ingresó sereno, muy confiado el pobre, sobre la boca del lobo. Todo lo que restaba hacer para causar un golpe certero, para infligir auténtico daño, era apretar con las mandíbulas sobre su cuerpo. La ansiedad comenzaba a ganarme a medida que se acercaba la hora de la verdad. Entretanto, bendije a mi suerte que por primera vez me sonreía.

¿Cuáles eran las posibilidades de toparme, por mero azar, con mi víctima predilecta, en un sitio tan poco transitado aquélla época como los pasillos del quinto piso? Ah, era demasiado. Ésa era una oportunidad de oro que yo no podía dejar pasar bajo ningún término. Ya todo estaba dicho. Tan sólo debía atenerme al plan tan magistralmente construido a raíz de una improvisación. De modo tal que podría, de una buena vez y por un rato, desprenderme del asfixiante papel de caballero, sacar a relucir mi auténtico matiz, abrazar al ser verdadero, descuidar las apariencias, lanzar el traje hediondo al cesto de basura. –¿De veras te creíste semejante tontería?– Apenas producido el contacto, despegué mi mano de la suya como quien toca a un convaleciente leproso, con sincera y evidente expresión de repugnancia impresa sobre el rostro.

Fue entonces que la situación me excedió, y ya no lo toleré más. Pero tampoco era necesario hacerlo: rompí en carcajadas, riendo a todo pulmón al observar al pobre pasmado ahí delante de mí sin entender en lo más mínimo lo que sucedía. Finalizado el acceso de euforia, ya recompuesto a mi habitual serenidad, di unos cuantos pasos hacia delante hasta reducir en su totalidad la distancia que nos separaba.–Vaya, Isak. Parece que eres más imbécil de lo que pensé.–Y a partir de ese “eres”, todo retroceso se tornaba fútil.  Ya estábamos en el juego, y había que utilizar todas las cartas y hacerlo bien, exprimirles todo el jugo posible o, en palabras más explícitas, atormentar al pobre diablo donde más le dolía.

Conocía a los de su tipo, como bien dije. Y es precisamente por eso que disfrutaba más de la cuenta haciendo de su vida un infierno. Isak T. Bruhn era, de alguna manera, la viva personificación de todo lo que detestaba en una persona. Su falsa amabilidad, su eterna hipocresía turbaban mi espíritu envolviéndolo en un hondo velo de irritación. –¡Por favor! ¿De verdad pensaste que alguien podría querer ser tu amigo?– Bufé, desilusionado a medida que extendía una mirada a nuestro alrededor, asegurándome de que nadie se aproximara y también haciéndole ver que, en efecto, nadie estaba allí para apoyarle más que su propia sombra.  Estábamos solos, cara a cara, con la implacable verdad que le golpeaba la puerta a través de mi boca.

Qué decepción. Yo te creía más inteligente…– Mantuve firme el peso de mis ojos sobre los suyos. Ponía en práctica con él un nuevo método de violencia que no acostumbraba a emplear con normalidad: el psicológico. Mi estadía en Dunkelheit, cada vez más duradera, me obligaba incursionar en alternativas menos llamativas. Está clarísimo que hubiera disfrutado más partiéndole la cara a puñetazos. No obstante, mis deseos no eran más que disparatadas fantasías que trasladar a la práctica habría acarreado catastróficas consecuencias para mi libertad, esa paloma blanca que tanto trabajo me costó recuperar.
Publicado por Invitado Vie Feb 26, 2016 12:56 pm
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Invitado
Pequeño e inocente Isak, ¿en verdad pensabas que con eso terminaría tu enemistad con el chico? Por favor... ¡hasta un niño se podría haber dado cuenta de lo qué tramaba la víbora! No, Arthur no es una víbora, ese animal es muy débil a su comparación. Arthur es más como un hechicero, corrompido por la oscuridad. Un necromántico con la capacidad de controlar a los muertos y usar la magia oscura. Ese es el catálogo/(label en castellano) que representa mejor a Jakobsson. Además, tiene la pinta de alguien maniático, pero o los ojos de Isak fueron hechizados o es que Isak no usa la cabeza para pensar.

Tragó saliva cuando la expresión facial de Arthur cambió. El infierno volvió a sustituir el pasillo, y el miedo de si quiera dar un paso inundó al moreno. Si se movía se quemaría, pero si no lo hacía terminaría bajo control del villano. Pelear no era una opción, incluso con la suerte a su lado si terminaban en una. Isak no era agresivo, ese no era su ser. ¿Entonces?

Su frente de arrugó cuando Arthur estalló a carcajadas, su cara estaba llena de inseguridad. Usualmente arrugaba su frente y cambiaba su expresión facial para cuando quería que hagan algo y tenía que convencerlos, la cara de cachorro triste siempre funcionaba. Sin embargo esta era la cara de cachorro con miedo a morir sabiendo que algo se acercaba y no podía ser nada. Por algo era un cachorro y no un perro. Arthur cerró la distancia que los dividía e Isak dio un paso hacia atrás, para su mala suerte de golpeó contra la pared. Estaba acorralado.

¿Tan malo era Isak de amigo? ¿No sabía cómo ganar la confianza de otros? Esas preguntas revoloteaban por la cabeza de Isak, aumentando su inseguridad a niveles inimaginables. Era obvio que el problema era Arthur, no Isak, pero la presión que infundía Arthur le daba entender al moreno que la culpa la tenía él y no Arthur—. Pues yo tengo amigos... —susurra por lo bajo, intentando que Arthur no escuchara el comentario a la vez que que sí. Si lo hubiera dicho alto y claro hubiera sonado como si fuera un berrinche, algo que tampoco habría ayudado. Tenía miedo de en qué podía terminar la situación, y después de la verdad de su directora su mente no era tan poderosa para contraatacar.
Publicado por Isak T. Bruhn Jue Mar 03, 2016 5:37 pm
Isak T. Bruhn
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Qué bendición, si en realidad existía un dios le agradecía profundamente por haber cruzado a Isak en mi camino cuando menos lo esperaba. La estaba pasando tan bien considerando que el día prometía tan poco. Su expresión, mezcla de pánico y sumisión, me parecía digna de ser inmortalizada en alguna fotografía. Y de haber contado con una cámara, o por lo menos con un celular, de seguro que así lo haría. En cambio debía conformarme con aprovechar el momento, e inmortalizarlo luego en las confinidades de mi frágil memoria. Tarea para nada sencilla porque últimamente el semblante de mis víctimas menguaba hasta extinguirse de mis recuerdos cada vez más extraños, difusos y acaso ajenos. Por ejemplo, mi antigua vida en Inglaterra se me aparecía como un sueño, una fantasía distante y remota que nada tenía que ver conmigo.

Volviendo a Isak, me complacía ver que mis maquinaciones surtían efecto. Parecía acorralado en todos los sentidos, incapaz de hacerme frente, de contradecirme. Aún cuando así lo pretendía, sus palabras carecían de determinación, de coraje y hasta de vitalidad. Las decía, sí, quizás hasta con intenciones de hacerme retroceder, pero se notaba que no se las creía, o que más bien no podía creérselas cuando me tenía a mí delante. Aquél murmullo accidentado me convenció de mi inminente victoria.– ¡Vamos, chico! Ten un poco más de actitud. Levanta la voz que no puedo oírte.– Claro que lo había oído. Lo hubiese hecho aún en medio de una multitud de gritos bochornosos, podía prescindir de sus palabras: me bastaba una mirada para descifrarlo, penetrando mediante un esfuerzo insignificante en lo más íntimo de su ser. Al fin y al cabo ¿a cuántos Isak. T Bruhn me había enfrentado? Sí, por ahí tenían otro nombre, pero en esencia seguían siendo lo mismo.

El quinto curso era muy unido. De eso no cabían dudas, así lo comprendí cuando pasé a formar parte de la clase. Por lo menos así funcionaba el reducido grupo al que mi víctima se vanagloriaba de pertenecer. Al acecho, me encargué de estudiarlos con enfermiza insistencia hasta distinguir los roles de cada uno. En un los círculos de amistades, vínculo que me resulta de lo más hipócrita, cada uno cumple una función. Isak venía a ser la ameba, el parásito, como quieran llamarlo; el que se mantenía al margen, por dócil, por tímido, por sumiso. –Amigos, sí, claro. Amigos. No seas necio, Isak. Te lo suplico. No le importas a nadie. Puede que tú los aprecies. Se nota que lo haces. Pero no es recíproco. Tarde o temprano te darán la espalda, y será cuando más los necesites. Entonces te darás cuenta de que en este mundo estás solo, que nadie dará ni siquiera dos centavos por tu pellejo si antes no lo haces tú mismo.– Y, a lo lejos, el rechinar intermitente de unos zapatos. Sí. Sin dudas: pronto alguien estaría aquí.–Ah, diablos. Sígueme. Estoy seguro de que no ibas a ninguna parte. –Encontrándome ya frente a él, lo tomé de uno de los brazos con mi mano sin esperar que opusiera resistencia. Lo arrastré por el pasillo en la única dirección posible: la opuesta a la de nuestro inconsciente entrometido. Pronto nos vería, y dependiendo de quién se tratara podía reconocernos y hasta frustrar mis planes. Doblaría en la próxima esquina. Con un poco de suerte los baños estarían desiertos.
Publicado por Invitado Dom Mar 06, 2016 5:46 pm
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Invitado
Aún con miedo, Isak quería saber la razón de la actitud del chico. ¿Qué le había ocurrido en el pasado para decidir ser un abusador psicológico y, si las oportunidades se dieran, físico? Debía ser algo muy fuerte para que esto pase. ¿Será que de pequeño era abusado por otras personas y terminó siendo lo que tanto odiaba? Muchas veces esa es la razón que las personas actúan así. Otra posibilidad es que no tuviera una figura paterna y/o materna durante su infancia que causó que busque llenar ese agujero de formas como esta. Isak deseaba poder saber la razón para ayudarle, enseñarle que este no es el único camino. Porque lo que a Isak le gusta es ver sonreír a la gente. Y sí, el chico está sonriendo pero por las razones equivocadas y debe cambiar. ¿Será nuestro moreno capaz de hacerlo?

Tragó saliva una vez más y arrugó su nariz de lo nervioso que estaba. Algo que odiaba de sí mismo era su incapacidad de imponer su opinión, no teniendo la valentía suficiente. Quería decir o hacer cosas que su ser no le dejaba, terminando acorralado en su propia mente. Tampoco es que podía hacer mucho, al fin y al cabo tiene dieciséis años y todavía le quedan años para experimentar muchas cosas que cambien su forma de actuar. Las palabras de Arthur hicieron que su espalda se pegue aún más a la pared, con miedo a lo que podía llegar a hacer. Isak no entendía como palabras podían causar tal efecto sobre él, no tenía sentido alguno pero estaba pensando y no podía hacer nada ante ello.

Es entonces que Isak decide levantar la voz como Arthur dice, como si estuviera siguiendo la orden. Sin embargo antes de que las palabras salgan de su boca el chico empieza a hablar. ¿Cómo le había escuchado? Su ceño se frunció aún más, preocupado por lo que le dice pues palabras bonitas no son. Y estas palabras atraviesan la fina coraza que le protege, afligiendo su humilde corazón. Y entonces las dudas volvieron a su mente. ¿Tendría razón Arthur? No quería pensar en ello, pero no podía evitar preocuparse. ¿Y si, como dice Arthur, en el momento que más lo necesitan le dan la espalda? A Isak no es el más macho de todos los hombres, ni entra en la lista de los top 10, por lo que le cuesta aún más responder o borrar esas dudas y confiar en sus amigos. Gru no sería capaz de darle la espalda, ¿no? Habían quedado en que después de terminar el instituto se verían en cada ocasión que tengan. Y si pudieran, se comprarían un piso juntos. ¿Pero si Brennan conoce a otro chico en el que tiene más confianza? Seguro y deja de lado a Isak sin pensarlo.

NO, NO. Gru no haría eso, somos como hermanos. Él lo dijo, prometió que pase lo que pase nunca nos separaremos. Lo prometió... ¿O fue un simple engaño para que le crea? No por nada es bueno mintiendo...

Por dentro Isak se estaba volviendo loco. Los días anteriores no había salido de la habitación de Gru por los acontecimientos, pero esperaba que al salir todo estaría mejor. Sin embargo Arthur tuvo que aparecer, y ahora el chico le estaba arrastrando hacia los baños, Isak sin oponer resistencia pues las dudas seguían por su mente. Si hubiera una competencia de quién se odia más, de seguro Isak gana. Porque Arthur tiene razón, hasta que él no confíe en sí mismo, los demás no confiarán en él. ¿Pero cómo cambiar? Él no es como su madre que nunca llegó a conocer, nunca sería capaz de ir en contra de sus enseñanzas, menos la de su abuela. ¿O sí? Su abuela no está en el internado, pero si se enterase que su nieto forjó un nombre de si mismo, seguro le desheredaría y no se verían de nuevo. La segunda parte no era tan mala. pero legalmente no puede estar a menos de un kilómetro de su padre, por lo que su abuela es en sí el único familiar con el que puede estar. Y gracias a ella es que Isak no ha terminado como Arthur, pues cualquiera puede terminar como el chico.

Y entonces llegaron a los baños, estos mismos desiertos, algo que no ayuda a Isak. Sin embargo el cambio de lugar le levanta, preguntándose cómo y cuando llegaron ahí. De un tirón se suelta del agarre, de nuevo moviéndose a una pared. Y sin esperarlo, las palabras se escapan de su mente—. ¿Por qué lo haces? ¿Por qué haces esto? Nunca hice nada malo para que me odies. No te traté mal ni te dije nada malo pues así no soy. Lo único que hice es intentar hacerme tu amigo, intentar hablar. Sin embargo cuando me tropecé lo que hiciste fue burlarte de mí. Y claro, los demás te siguieron la corriente. ¿Qué tanto te carcome por dentro para odiarme? ¿O es que me envidias porque puedo ser optimista en todos los momentos y no tener que odiar al mundo?

Sorry por no hablar mucho y por irme un poco por las ramas u.u
Publicado por Isak T. Bruhn Lun Mar 14, 2016 5:41 pm
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Con la motivación necesaria, ni siquiera hace falta empujar a tu víctima al abismo; saltará por su cuenta y sin vacilar. Contemplé divertido como se acorralaba por su cuenta tras soltarse de mi mano. Atrincherado sobre la pared me lanzaba una mirada desafiante, no por eso libre de temor. Pobre, pobrecito Isak. Moralmente desestabilizado. Mis palabras le habían afectado y, en consecuencia, dudaba de la veracidad de sus relaciones. No sólo eso. Parecía cuestionarse en absoluto toda su vida, su mísera existencia minada de malas decisiones que le habían llevado hasta este encontronazo que le costaría algo peor que la vida: la dignidad. Me aseguraría de eso. Cuando acabara con él, ya no quedarían más que los escombros del siempre bien predispuesto muchachito. –Bien, bien. Con un poco de suerte nadie intervendrá en nuestros negocios. – Sentencié estático sobre la puerta, estudiando la dualidad en la expresión de mi acompañante que no cesaba de cambiar; a veces parecía próximo a ejercer resistencia, hasta que de súbito recorría una vez más la penosa transición que desembocaba en ese patético carácter de sumisión que, a fin de cuentas, era el que me hacía odiarle. Aunque no. No era sólo eso. Le detestaba por muchísimas razones.

En un arrebato de ira, valentía o estupidez, masculló crudas palabras con olor a reclamo. La incertidumbre calaba hondo en sus entrañas, lo carcomía el no tener explicaciones, la equívoca certeza de que era una buena persona, y que no se merecía sufrir de esa manera. – Creo que eres un hipócrita, Isak. Peor aún: un hipócrita dócil, uno sin ideología que va hacia donde los demás le indican. Siempre a la sombra de tus amigos, dejando que ellos tomen la iniciativa. Pero no. No es eso. Hay muchos como tú, eso está claro; no tienes nada de especial. – Levanté la vista hacia el techo, como quien observa pasar una mosca mientras menciona alguna obviedad sin importancia.

Comencé por fin a moverme, asegurándome antes de dejar la puerta bien cerrada. No quería intervenciones. A paso lento y seguro, fui aproximándome hasta cada uno de los grifos. El agua caía de a poco. – Ya sabes, no quiero que nos escuchen. – Le expliqué mirándole a través de los espejos, con fría indiferencia. A mitad de los preparativos, una canción acudió a mi mente. Me sucedía mucho eso de ser invadido por estrofas al punto tal de que se me hacía irresistible no evocarlas en voz alta. Y, dado que me encontraba de buen humor, se me dio por recitarla con dulzura, casi como podría  haberlo hecho en una cita.

Oh baby baby its a wild world,
its hard to get by just upon a smile.
oh baby baby its a wild world,
and i'll always remember you
like a child, girl.

Para el final del último verso, yacía plantado ya frente a él, a Isak, que todavía permanecía estancado sobre la pared. Me dio tanta lástima que me sentí impulsado a acabar con su calvario. Suerte que sólo se trató de un impulso, de una eventual vacilación que no alcancé a exteriorizar. – Estás muy equivocado. ¿Sabes? No se trata de envidia. Tampoco de odio, ya que no te odio más que a los demás. – Suspiré, disponiéndome a continuar.  –Puesto que te desvives por saberlo te lo diré. – Los labios sobre su oído derecho, el suspenso que se veía interrumpido por el ruido del agua escapándose de las canillas abiertas en simultáneo. – Hago esto porque quiero y, más importante, porque puedo. – Fue un susurro tenue, imperceptible hasta para mí mismo. No para Isak. Él me había escuchado, eso seguro.

Su reacción sería mi máximo premio. Qué magnífico, cuánto éxtasis, qué placer. Alguien como él, inocente y pretencioso, concibiendo en aquél instante por primera vez en su vida la posibilidad de que la gente es mala porque quiere. Así de sencillo. ¿A dónde irían a parar sus pretextos, su estúpido afán de justificar mi comportamiento hurgando en un pasado inexistente? Ya sé. Debí haberme detenido ahí. Es que lo veía entregado, su mejilla parecía estar pidiéndomelo a gritos. Encima calzaba a la perfección. Bueno, a fin de cuentas, se trató de un simple puñetazo. Sería un absurdo montar un escándalo por eso.
Publicado por Invitado Dom Mar 20, 2016 8:52 pm
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Invitado
Sus palabras no funcionaron mucho. En vez de minar las ganas de Arthur de molestar al moreno, le dio pie a destruir aún más su dignidad. Y hacía que Isak volviera a hacerse preguntas. ¿Por qué era un hipócrita? ¿Debía creer al chico? ¿En verdad sus amigos no le querían? Las preguntas venían una a una sin parada, no dándole tiempo a responder cada una con algo lógico y sólido. Y lo peor de todo era que no podía negar lo que le decía el chico, pues en su mayoría tenía razón. Isak, por culpa de su abuela, se había convertido en una persona que seguía a los demás, reservando su opinión y acatando cada palabra que salía de la boca de los demás. Si hubiera llegado a tal punto de que le dijeran que salte de un puente, capaz y lo hubiera hecho, pero por suerte ese no es el caso.

Algunas palabras para él no eran nuevas que digamos, una y otra vez su abuela le repitió que no era especial, y en cuanto menos se tarde en darse cuenta de eso sería mejor. Pero en los últimos meses en el instituto había aprendido que era erróneo el pensamiento de su abuela, y por consiguiente el de Arthur. Ser bueno en algo, destacar en eso y estar orgulloso de ello no es nada malo. Todos tenemos nuestras fortalezas y nuestras debilidades, y debemos demostrar que nuestras fortalezas pueden ocultar nuestras debilidades y quitarle importancia. Gru le enseñó a divertirse con lo más mínimo; Callie, seguir adelante y nunca rendirse; Carol, la vida tiene grandes maravillas, hasta lo más mínimo. Y eso no es todo, pero podríamos pasarnos todo un día hablando de como cada una de las personas que ha conocido en el instituto han aportado a un gran cambio en su vida y su forma de ser, e Isak aprecia eso.

Cuando parpadeó dos veces fue que su cuerpo volvió a la realidad, sin haberse dado cuenta de que la puerta del baño fue cerrada con llave y los grifos abiertos para que no se pueda escuchar. El chico estaba cantando una canción de Cat Stevens, la reconocía por su abuela. Y de repente, apareció delante suya como si poseyera supervelocidad, Isak soltando aire por la sorpresa. Negó que era odio o envidia; entonces, ¿qué era? Aún con miedo, Isak deseaba saber, pero Arthur se quedó callado por unos segundos aumentando el drama y creando más impaciencia en el moreno. Diversión, lo hace por pura diversión. Si fuera una película, este sería el momento donde Isak muere, apuñalado veinte veces por Arthur. Suerte que Arthur no tenía un cuchillo guardado en su bolsillo, porque sería capaz. O esperemos que no lo tenga.

Abrió su boca responder, pero de ella solo salió un ruido extraño, un quejido. No esperaba que Arthur llegara al punto de usar la fuerza contra Isak. Seguro que el chico desconocía de lo que Isak era capaz de hacer, pues sino no lo habría hecho. ¿O sí? Ni si quiera eso podía descifrar de Arthur. Sin embargo, se había pasado del límite, de eso seguro. Y de repente, una carcajada salió de los interiores del moreno, la misma parecía haber estado esperando años para ser sacada—. Esto se termina aquí. —algo recorre el interior de Isak. ¿Valor, enfado, odio? Seguramente algo de las tres juntas. Durante sus clases de artes marciales le habían enseñado a que solo debía usarse para defenderse, y no para hacer daño porque sí. Aunque no estuviera en una clase, ya había sacado su excusa para sus siguientes movimientos: él empezó todo con el puñetazo. Frunció el ceño y de un paso terminó delante de Arthur, intentando tomarlo por sorpresa pues seguro no esperaba ese tipo de reacción. Seguro que creía que Isak se iba a poner a llorar, o se hubiera quedado callado sin moverse de la pared. Pero Arthur había pasado el límite, y no podía dejar las cosas así. Llevó su brazo derecho al cuello de Arthur de forma horizontal, su pierna izquierda poniéndose detrás de la pierna derecha de Arthur. Un solo empuje de su brazo, apoyado de la mano izquierda de Isak tomando el hombro derecho de Arthur, hizo que el chico termine en el suelo con Isak encima—. Nunca vuelvas a tocarme. —sin quitar su brazo del cuello de Arthur apretó un poco, impidiendo por unos segundos que el aire no entre en su cuerpo.
Publicado por Isak T. Bruhn Dom Abr 17, 2016 11:14 pm
Isak T. Bruhn
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You have to believe me when I say you are not forgotten. No matter how many lives you stumble into, those people are never going to forget you.
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Lo próximo de lo que tuve plena lucidez, de un momento a otro, era que Isak de alguna manera se había convertido en mi contrincante. Un rival digno, semejante a mí, y hasta con mejores movimientos. Fue capaz de deslizarse con envidiable pericia en una sucesión de gesticulaciones que, como resultado, acabaron conmigo barriendo el suelo. El colmo de los colmos ocurrió al producirse el tacto de su repugnante mano sobre mi cuello. ¿Cómo osaba alguien de su nimia investidura alzarse contra un lord inglés? Como un siervo desobediente que, harto de los usos y abusos de su todopoderoso amo, optaba por rebelarse en contra del señor feudal. Debía darle su merecido, semejante atrevimiento no sería gratuito. Necesariamente acarrearía serias consecuencias. No cualquiera levantaba la mano contra Arthur Jakobsson y lograba salir ileso. Imaginé, desde mi posición de incrédulo espectador originada a raíz de un desconcierto sin precedentes, mil y un maneras de desollar vivo a aquél cerdo intrépido. ¡Ah! ¡De haber tenido un arma! No uno, no dos, no tres tiros. Le habría vaciado sin la menor de las vacilaciones el cargador entero. Danzado luego sobre su cadáver, utilizándolo en simultáneo como trapo de piso para secar el baño que ya comenzaba a inundarse. Pero no. Mis manos, al igual que mis bolsillos, yacían vacías. Y se retorcían, se retorcían en impotencia sobre mi garganta contraída por la inesperada fuerza del ajeno. ¿Quién iba a pensar que detrás de aquél tierno e indefenso muchachito se escondía un demonio aguardando a ser liberado? Qué alegoría. Recibir tantos golpes seguidos parecía volverme un poco poeta.

Visiblemente aprisionado, opté por mi único as en la manga: el escupitajo. Fundamental herramienta para lograr que el otro retroceda o que, por lo menos, cese la presión sobre las extremidades. Jamás fallaba. Y no falló. El aire retornaba por las fosas nasales. Los pulmones funcionaban con normalidad. Las manos volvían tener control sobre sí mismas. El infierno volvería a caer sobre Isak T. Bruhn. Me disponía a lanzar un contraataque tan sólido como brutal cuando me percaté de algo más importante; la victoria era mía. Así que sonreí. Simplemente sonreí, estando tendido allí sobre el suelo y a merced de mi compañero. – ¡Qué maravilla, Isak! Parece que al corderito le crecieron los dientes. – La hasta entonces tenue comisura de mis labios endurecidos aumentó sus límites. Se extendía convulsa, agitada y fiera sobre toda la cara. – Al final del día, tú y yo no somos del todo diferentes. A decir verdad, creo que nos parecemos más de lo que pensaba. Sí, la única diferencia es que tú te empeñas en rehuirle a tu auténtico costado, mientras que yo abrazo el mío, le hago el amor, me fundo con él y me vanaglorio de ello. – Ojos fijos en mi objetivo, quizá culpógeno, quizás indiferente. ¿Cómo iban a repercutir mis palabras en su conciencia? A esa altura del partido, ya no me animaba a esbozar conjetura alguna. – En otras palabras, me equivoqué contigo. No eres dócil. Eres tan sólo un hipócrita. – O un anegado. Lo mismo daba. Se había convertido en una versión reducida de mí en el preciso instante en el que optó por acudir a la violencia. – ¡Hipócrita! ¡Hipócrita! ¡Hipócrita! – No precisé del dedo acusador. Dejé que mis exclamaciones se fundieran con súbitos accesos de risa estrepitosa, que caían a la par y en perfecta sincronía con el agua que continuaba escapándose de los grifos abiertos. Ya no oía, ni luchaba por librarme de su control. Solamente reía.  ¿Para qué esforzarme con cualquier otra cosa?

Desde fuera, el episodio debía de verse comprometedor. Para ambas partes. Y, a ciencia cierta, más para Isak que para mí. Era él quien, espalda recta y puños firmes, se erguía como vencedor. El hipotético observador habría especulado, generando un juicio erróneo sobre el particular episodio que se desencadenaba en los baños del internado al punto tal de que, a la hora de establecer los roles, habría definido a la víctima como victimario, y viceversa. Aunque, dadas las circunstancias, ni yo mismo comprendía muy bien a qué estábamos jugando y si en sentido estricto continuaba siendo el mismo juego iniciado al pie de los corredores a causa de un encuentro azaroso.
Publicado por Invitado Mar Abr 26, 2016 10:52 pm
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