Us against the World || Brian Downer

Sentía dolor cada vez que movía es lápiz de carbón a través de la hoja. Era un dolor en la parte de los hombros que descendía por toda la espalda. No debería haber dormido en el cuarto de aquella pequeña, no me correspondía como adulta, pero, haciendo la guardia, la había escuchado llorar a causa de una pesadilla, no me había podido resistir a quedarme con ella hasta contener sus miedos, hasta asegurarle que todo estaba bien. Era de primero, eran los primeros días en el lugar, necesitaba seguridad, necesitaba un hombro, necesitaba a su madre, a su familia y nada de eso se encontraba en ese lugar. Tendría que aprender a contenerse a sí misma, a buscar amigos, mientras tanto, nada me impedía darle una mano y cantarle una canción de cuna hasta que se quedara dormida. Mi problema era que yo también acabé por quedarme dormida, sentada y abrazando a esa pequeña. Me había despertado tarde y en una habitación ajena, con una contractura que apenas me había dejado escribir en la pizarra mientras daba clases. Eran los días en los que me gustaría tomar examen sorpresa solo para quedarme sentada, pero eran los primeros días, y no había dado muchos temas. No podía ser así, siempre era mejor avisarles para que estuvieran preparados.

Levanté la mirada al pino que se encontraba frente a mí, dibujé otro detalle en el aquel papel amarillento, y bebí otro sorbo de té directo del termo que me había llevado hasta aquella parte de los jardines, justo en el umbral del bosque. No debería estar sentada, tampoco, no de esa manera, inclinada sobre mis piernas que eran mi apoyo para poder continuar con mi hobby, pero tampoco tenía ánimos de estar sentada en aquellos bancos tan duros. Posiblemente debería estar acostada, descansando, recuperando horas de sueño que había perdido con la guardia, intentando hacer desaparecer aquellas ojeras que ya se habían formado. Las clases habían comenzado, era innegable. La calma del internado había desaparecido. Los pasillos se habían llenado de voces, gritos y risas, conversaciones que se perdían en el aire. Los jardines se atestaban de muchachos que buscaban tomar aire y sol antes de que el invierno (que comenzaba en otoño) los hiciera prisioneros del internado. El ritmo de las clases ya se marcaba, la rutina estricta que tanto me gustaba. Sonreí al aire y con aquella sonrisa continúe mi dibujo. Aquel era mi hogar y la familia había regresado a casa.

Publicado por Ophelia E. Westerberg Sáb Sep 10, 2016 11:05 pm

Sintió el tacto de la hoja deslizarse suavemente a través de sus dedos. Ellas corrían de lado a lado, mientras muy concentrado, Brian Downer engullía sediento otro libro que había encontrado en la biblioteca. Aquel internado era un sueño, a falta de un templo para los libros tenía tres, cada uno con su carácter particular e impronta. Sabía que tarde o temprano acabaría por leerse todos los tomos que descansaban día y noche en esos anaqueles infinitos.

Se dio un descanso, breve, para almorzar. Estaba solo, comiendo en uno de los extremos de las mesas, mientras veía como tantos otros conversaban entre sí. No era dueño de una personalidad deslumbrante que lo llevase a relacionarse de manera tan natural, envidiaba eso en cierta medida de los más osados, como su hermano Lucas. Llevó la bandeja con los restos de nuevo a la barra de servicio y con una sonrisa amable agradeció por la deliciosa comida.

Se encontró caminando, observando de lado a lado las figuras que los árboles hacían frente a él. Había una suave brisa, y un clima ideal para leer afuera. Tenía puestos sus auriculares, con alguna música de los ochenta que le hacían recordar un poco su infancia. Bajó por el sendero, hasta el bosque. Había visto pocas veces el lugar, porque las horas se disolvían entre las paredes. pero ese día no, ese día tomaría aire fresco, tenía ganas de sentarse en el césped, de sentirlo entre sus dedos.

—¿Señorita Ophelia? —había caminado hasta toparse con la silueta de una mujer. La conocía poco, pero le había agradado lo suficiente como para que su nombre quedase guardado. Poseía una memoria para ello poco agraciada. Sus interacciones habían sido casi estrictamente profesionales y poco más. Quizá, el destino, tenía algo mejor para ambos. —¿Interrumpo? ¿Dibuja usted? —observó el cuaderno, parado frente a ella, aunque su contenido estaba lejos a su visión. —Estaba paseando en un día tan bello y se me ocurrió venir a leer —señaló el libro bajo su brazo, con una tímida sonrisa. Estaba listo para seguir su camino, dado que, aparte de temer interrumpir,  era aún algo torpe para hacerse amigos allí dentro.

Publicado por Brian Downer Miér Sep 14, 2016 2:21 pm

El dibujo no detalla más que las raíces de un árbol. Cada cual empezaba sus dibujos por donde era más sencillo. Personalmente, me gustaba iniciar por las raíces, así estimaba la altura de la copa que debería tener el mismo sin preocuparme por si necesitaría más espacio en la hoja. Las líneas angulares se mezclaban con las curvas, los grosores aumentaban o disminuían según el grosor de la raíz que quería dibujar. Me detuve segundos después de hacer el tronco. Estaba pensando qué tipo de hojas llevaría ese árbol. ¿Serían pequeñas y redondas? ¿Pequeñas y angulares? ¿Serían largas y ovaladas? ¿Serían hojas recursivas como las hojas de un helecho? Cualquiera hubiera sido la respuesta que hubiera elegido, fue irrumpida por una voz, pero no fue una mala interrupción, lo contrario. Sonreí a Brian mientras alzaba la mirada.

—Te he dicho cientos de veces que no hay necesidad de que me hables con tanta formalidad. Puedes tutearme —indiqué sin apartar la sonrisa y con la amabilidad que siempre llevaba en la voz. Era como cuando les pedía a los estudiantes que no me llamasen profesora, que podían llamarme Ophelia, pero eso era más porque me ponía incomoda—. Y no interrumpe, estaba pensando en qué tipo de hojas dibujarles a un árbol.

Pasé la hoja y dibujé varios modelos de hojas, unas pequeñas otras más grandes, unas más redondas, otras más alargadas. En definitiva solo fueron varios modelos para mostrarle al bibliotecario.

—¿Qué cree usted? ¿Cuál le gusta más? —agregué las preguntas necesarias mientras terminaba de detallar aquellos bocetos. Siempre tenía las mismas dudas. Convenía dibujar un abedul, un manzano, un cerezo. Me gustaba dibujar plantas, hojas y flores, pero siempre dudaba cuál tenía más ganas de dibujar. Algunas veces deseaba ser capaz de apartarme de la naturaleza, pero me era imposible. Era lo que mejor se me daba, lo que dibujaba con más naturalidad, más cuando no tenía ganas de pensar en qué estaba dibujando. Dejando el tema de lado, levanté la vista para hacer otro comentario y otra pregunta—. Es cierto, el día es hermoso, espero que nos acompañen por un tiempo largo antes de que el invierno se lleve todos los días cálidos. ¿Qué ha venido a leer? Espero que sea algo interesante.

Publicado por Ophelia E. Westerberg Miér Sep 28, 2016 8:49 pm

Respondió a su sonrisa con otra, mientras doblaba sus rodillas para finalmente sentarse frente suyo. Colocó el libro a su lado para echarle una mirada nostálgica. Estaba casi por el final y sentía ansiedad por resolver el misterio que de él se desprendía. Sabía que su vida no estaba a la medida de los protagonistas de esas páginas, pero leer le llevaba a recorrer tantas partes del universo como fuesen posibles de inventar. Se había dado el lujo de conocer a grandes hombres y valientes mujeres, resolver incógnitas, viajar en globo y hasta comunicarse con seres de otro planeta. Una parte de él sentía que su vida estaba llena de aventuras, aunque a ojos ajenos eso no pareciera posible.

—Disculpe profesora, yo... ahm —enmudeció. Se sonrió nerviosamente, allí estaba de nuevo con su caballerosidad. En su pueblo también le resaltaban aquello, los más grandes con halagos y las señoritas con sonrisas y algo de condescendencia: "Brian, eres todo un caballero." A lo que él respondía que su madre era la verdadera dama, que había criado a dos buenos hombres.

—Ophelia, no más formalismos, entendido —afirmó con un movimiento certero de cabeza y la mirada dura, que desapareció a los segundos mientras observaba las hojas de los árboles sobre el papel. —Sabe usted... no, dibujas muy bien, me temo que no he nacido con ese talento —para él, un persona serían un par de palitos y un círculo sobre ellos. —¿Cuál me gusta más? Creo que todas tienen su encanto, ¿verdad? En la diversidad reside la belleza, yo si pudiera inventaría un árbol con todas esas hojas juntas, ¿no? —reflexionó, para añadir: —Ya que en la vida real está todo inventado, ¿por qué no dibujar algo que sea nuevo?

Elevó su mirada para observar a la profesora. —He venido a leer el final de esta novela que me tiene firmemente atrapado —tomó el libro, para entregárselo a Ophelia. "La dama del lago", se leía en su portada, debajo el dibujo de un bosque y delante varias cabañas con chimeneas ondeantes. —Una pobre mujer encontrada muerta en uno y las peripecias del detective por saber quién la asesino, lo típico, pero bien hecho —le dio dos golpecitos al libro.

Aprovechó que a su lado descansaba un hermoso árbol, para recargarse sobre él. Esos gestos le traían a la memoria sus veranos junto al lago de su casa, su familia y su perro. Estaría pronto a recibir alguna carta de Lucas, que la suya ya había sido enviada hacía dos semanas. —Estoy a la espera de una carta de mi hermano, supongo que mato la ansiedad leyendo de más estos días. El trabajo en la biblioteca es muy ameno y todas las instalaciones admirables, ¿no lo crees?

Su rostro observaba el edifico frente suyo, recorriendo con la mirada los ventanales que se sucedían unos tras otros, casi infinitos. ¿Cuántas habitaciones poseía aquel internado? —Me temo que aunque hace ya un tiempo estoy aquí, aún me queda mucho por descubrir —señaló con un dedo al edificio. —Es realmente enorme.

Publicado por Brian Downer Vie Sep 30, 2016 11:52 am

Publicado por Contenido patrocinado