Tú, yo y un helado ¿qué dices? [Brian Downer]

Cuando Katherine prometía algo, lo cumplía. Aquello explicaba porque se encontraba en la cocina a esas horas de la noche. Abrió la parte del congelador, rescatando un par de bolsas ziploc con fruta congelada, la cual había dejado en la mañana para utilizar más tarde. Las vertió sobre un contenedor plástico, y con una batidora –ya que no había encontrado nada mejor para usar- comenzó a machacarlas hasta volverlas una pasta semi uniforme. Agregó un poco de jarabe de maple, ya que miel no consumía al ser producto animal y el agave era demasiado exótico para la despensa, unos plátanos congelados y continúo mezclando hasta que la consistencia fuera perfecta. Satisfecha, sacó dos pequeñas fuentes de vidrio para postre, y dos cucharas. Rellenó ambas fuentes y decoró con más frutas. Así de simple y fácil estaban preparados los helados veganos.

Limpió los utensilios que había ocupado, dejando todo tal cual se lo habían prestado. Tomó ambas fuentes y se encaminó dirección al pasillo, ahí donde le esperaba su buen compañero de rondas nocturnas.

-Lo prometido es deuda- dijo, alzando una de las fuentes a Brian con una enorme sonrisa –Es helado de frutas. Plátano, moras, frambuesas y arándanos para ser especifica. Es totalmente vegano, sin aditivos, colorantes ni preservantes. Espero que te guste-

Hundió la cuchara, dando pequeñas bocanadas para evitar sufrir el congelamiento de su cerebro. Además, hacía frío, por lo que llevaba una especia de chal-poncho encima para abrigarse. Comer helado no era lo más recomendable, pero si delicioso, y eran tan pocas las veces que podía hacerlo que prefería disfrutar del momento antes que privarse.

-Es exquisito –comentó, con la boca medio llena y un rostro de felicidad. Sentía que volvía a ser una niña pequeña en un día soleado en el parque, comiendo helado de fruta –Lo mejor es que puedes hacer del sabor que quieras, de limón, piña, naranja, mango… ¡Hasta helado de kiwi!- raspó los costados, juntando el resto en una bolita en medio, e ir comiendo de apoco.

Como era usual, desde hacía un tiempo atrás, todas las noches se realizaban rondas por parte de los adultos, indiferente de qué cargo o labor cumplieran en el internado, para velar por la seguridad del resto, sobre todo el alumnado. Kate no era una ferviente seguidora de la idea, porque sentía que ella no podría hacer nada que no fuese gritar si viera algo extraño, pero como hasta entonces no le había pasado nada inusual, ya se había vuelto casi rutinario y aburrido. Lo cual era un buen indicio, a excepción, claro, que la mayoría de las desapariciones ocurrían a plena luz del día y bajo las narices de todos. Absurdo.

Comía helado como si no hubiera un mañana. Con postura infantil sostenía la fuente apegada a su rostro para evitar que el helado cayese en sus ropas al derretirse, mientras con tristeza notaba que estaba acabando con su porción. Consideraba la idea de preparar un poco más, posiblemente con frutas algo menos congeladas no obtendría el mismo resultado, pero de que sería igual de sabroso, eso sí lo podía asegurar.

Dio un respingo. Brian le había sacado de su fantasía gourmet con un sinfín de preguntas, que a Katherine le provocaron un silencio automático. Con la cuchara aun balanceando en su boca, sopeso lo que podría responder, pero inoportunamente, cada una de las cosas que podría haber dicho fueron olvidadas de inmediato. Había quedado muda y sin memoria de sí misma. ¿Qué debía decir? ¿Qué podía contar? Aunque la verdadera pregunta que rondaba su corazón era si podía confiarse a Brian.

Katherine debía admitir que su presencia le serenaba. En efecto, admiraba al bibliotecario y su capacidad inocua por convertir cada ronda en una caminata apacible por los pasillos y corredores. Casi una perfecta caricatura de un día en el parque, aquellas imágenes que retrataban en los museos, ambientados en el arte del siglo XVIII. Una pareja cualquiera disfrutando un día perfecto. Aún que era de noche, y se encontraban expuestos a que en cualquier minuto les asaltaran Yvette o algún otro de sus secuaces. Aquello lo hacía sonar más adrenalinico de lo que resultaba.  

Dubitativa, se arrojó a los brazos del quizás, e intentó retomar aquel tono armónico, para responder finalmente; -No creo ser una persona muy interesante… pero hagamos la prueba- un extraño pensamiento le sobrevino de pronto. Bo le había hecho la misma pregunta hacía un tiempo atrás, y para su lamento, no pudo responder de la forma adecuada de causarle la suficiente intriga. Ahora con él desaparecido (rogando no estuviera muerto o mal herido), había esperado tener una segunda oportunidad de así conocerse de mejor forma.

-Me gusta casi todo tipo de música- sonrió- más que nada aquella tranquila, no tanto la clásica, o sea, me gusta, pero no me hagas nombrarte a nadie que me quedo con Chopin y Mozart –mal pronunció los nombres sin darse cuenta- ¿Lugares que he visitado?...- intentó recordar lo que Brian había preguntado, mordiendo la cuchara rescatando los restos de helado seco – Pues solo algunas partes de Londres. Nací en Liverpool y no me he movido mucho de ahí, más que nada por culpa de la pobreza. Lo más lejos que he llegado es aquí…-

Su última confesión le provocó entre risas y ganas de llorar. Cuan cierto era que tenía un mapa escondido con todos los lugares a los cuales le habría encantado visitar, más sin el poder adquisitivo del sucio y vil dinero, solo quedaban en sueños. Dejó de lado la cuchara, aceptando que no quedaba más helado para seguir saboreando, y sujetó el pote con ambas manos llevándolo a tientas. Molestaba, y demasiado, debería haber pensado en una mejor forma de transportar el helado para la próxima vez sin dejar una carga molesta. Quizás intentaría armar conos de helado.

-Ahora es tu turno- apresuró en decir, dado la media vuelta hacía otro pasillo donde todo parecía igual de despejado que el anterior -¿Qué oscuros secretos esconde el Bibliotecario más querido de Dunkeheit, Brian Downer?- escudriño de pies a cabeza a su compañero, desafiándole a confesar.