Sesión de Jack Hudson

Recuerdo del primer mensaje :

Con el tema de las nevadas clásicas de la fecha, las actividades en el exterior se habían suspendido, eso había llevado al Doctor Motka a querer adelantar varias sesiones, y dar más tiempo a los estudiantes con los que quería conversar. Antes de plantear un horario había consultado con los mismos hasta acordar un horario y un día especifico. Si bien el vice-director aún tenía trabajo por hacer, había preferido mezclar el mismo con el trabajo que más le gustaba. Por lo tanto había divido los papeles según el tiempo que creía que le tomaría. Con el tema de las nevadas los caminos comenzaban a cerrarse y suponía bien al pensar que sería mala idea quedarse sin comida. El internado estaba preparado, Yvette se había encargado de que, en caso de emergencia, la comida durara al menos cinco meses, productos de larga duración como fideos y arroz completaban una despensa a la que solo podía entrar la jefa de cocina y los mismos directivos. El invierno no sería tan largo para traerles problemas, pero si les traía complicaciones.

Mentalmente hacía una lista de las cosas que quedaban por hacer mientras su mente observaba como los copos de nieve caían acumulándose en el suelo. Desde aquella planta, los estudiantes que jugaban con la nieve se veían pequeños, y la presencia del doctor son su café con leche empeñaban una parte del vidrio. Había dejado la puerta abierta, esperando al estudiante que el correspondía en dicho horario. Hubiera mirado la hora de no tener ambas manos ocupadas, una con la taza y la otra con el bastón, por más que no hiciera fuerza en el mismo. Si el tiempo seguía así, los estudiantes no podrían regresar a sus casas en ese receso escolar.

Publicado por Alfred M. Motka Vie Dic 11, 2015 1:24 pm

No objeto razones contra lo que Jack presentaba. No había mentira alguna en sus palabras, siempre sería más fácil hacer una lista de defectos de otra persona que de los propios, la naturaleza humana llevaba a amarse a uno mismo a sobrevivir entre las masas tratando de resaltar de una manera u otra. Alfred dejó que ese tema pasara, podría ser conversación de otro día, aunque seguía sin ver que tenía de malo ser considera una niño cuando se aceptaba que era lo suficiente mayor como para tomar sus propias decisiones y hacerse responsables de las mismas. Era un problema que planteaban varios estudiantes, el querer ser tratados como adultos, cuando deberían pasar sus días divirtiéndose y aprovechando esos años que no se podrían recuperar.

El doctor mantiene su calma mientras aquel joven habla, lo deja expresarse anotando mentalmente las cosas que le parecían importantes para la conversación, leyendo entre líneas y buscando más de lo que esas palabras decían. Cuando el muchacho acaba, junta las yemas de los dedos de ambas manos y roza su barbilla con la misma, sin apartar la mirada de Jack. Se tomó un momento para tomar una decisión sobre que responder, como usualmente hacía. Pensó en decir algo para responder la pregunta que le había planteado, pero presintió que no tendría sentido, que lo que dijera acabarían en aquel mismo aire y luego desaparecerían cuando abriera la puerta. Optó por algo más, notando la urgencia que el chico planteaba por marcharse -¿A qué le tienes miedo? ¿A qué las personas te cambien o a decepcionar a las personas?- Suelta la pregunta con cierto aire de arrogancia que trata de ocultar. -Sabes donde esta la puerta, puedes marcharte cuando lo desees, yo no estoy aquí para responder todas tus dudas, estoy aquí para que encuentres las respuestas, que las compartas conmigo o no, ese ya es un problema que tu deberás resolver. Me contento con que las pienses y las evalúes, no es bueno privarse de algo solo porque se tiene miedo-

Publicado por Alfred M. Motka Dom Ene 17, 2016 11:13 am

Jack vio el cielo abierto cuando el doctor le avisó de que podía marcharse cuando quisiera. Su insistencia por mantener viva la conversación le hacía creer que pensaba lo contrario a lo que decía, pero mientras no lo expresase en voz alta el muchacho escaparía sin sentirse mal más tarde. Él era de esa clase de personas que huyen de una charla o un lugar cuando se sienten atrapadas, y en ese momento las ganas de volver a su dormitorio ardían con fuerza en su interior. No era un muchacho cobarde, mas odiaba sentirse un libro abierto en las manos de los demás. La lectura era una de sus pasiones y no estaba dispuesto a formar parte del hobby de otro. Había permanecido sentado delante de Motka más tiempo del que le apetecía por pura cortesía; porque sus modales frente a un adulto siempre ganaban la batalla contra sus impulsos más primarios.

—No tengo miedo, señor. Simplemente prefiero evitar la idea de encariñarme por algo o alguien de forma obligatoria. Si eso sucediese, bueno, creo que soy lo suficientemente valiente para afrontarlo, como he plantado cara a otras muchas cosas en mi vida. Pero, hasta que ese momento llegue, pienso que es más sano tanto para mí como para los demás mantenerme al margen. No soy lo que se entiende como una persona afable o agradable de tratar, así que hago más un favor al resto que a mí mismo. —quiso retomar las riendas de sí mismo respondiendo con la tranquilidad que le caracterizaba; esa que había perdido parcialmente al sentirse atrapado en el despacho.

Había hablado de más delante de ese hombre, a pesar de que no creyese que hubiera hallado en él nada que no estuviera escrito en su informe. Que era un chico raro que no se relacionaba con otros más de lo necesario era evidente. Llevaba siendo así desde los cinco años y no pensaba dejar atrás esa “manía.” No se trataba de un vicio al tabaco o al alcohol, que cualquiera puede dejar si pone el suficiente empeño. Ser “así” formaba parte de su personalidad, tan anclada a él que, posiblemente, lo acompañaría toda la vida.
Toda la vida tendría miedo; miedo a no saber. A no ver más allá de sus narices.

Tratando de no hacer más ruido del necesario, Jack se levantó de la butaca que había ocupado por lo que le parecieron siglos. Hizo un gran esfuerzo para no desviar la mirada hacia la puerta, su salvación. Levantó la silla para colocarla frente al escritorio, justo en el lugar donde se encontraba antes de que él se sentase. Luego, en un último alarde de buenos modales -aunque no le apetecía para nada-, el joven extendió la mano hacia Alfred para estrechar la suya. Le parecía una educada forma de despedirse y sellar aquella sesión que tantas intrigas le habían despertado; que tan atrapado lo había hecho sentirse.

—Debo marcharme ahora, doctor Motka. Tengo varios trabajos que terminar y no quiero robarle más tiempo. Si en otro momento necesita hablar conmigo ya sabe dónde encontrarme. Gracias por su tiempo y disfrute de su día. —inclinó la cabeza una última vez ante el doctor. Luego se giró hacia la puerta para, por fin, caminar hacia ella y atravesarla. La cerró a su paso y decidió tomar el camino de la derecha, a pesar de que no tenía en mente ningún lugar específico al que acudir. Sólo le apetecía marcharse cuanto más lejos mejor.

¿Podría fingir que no recibía otra citación, en el caso de que se la intentasen entregar en un futuro?

Una vez que estuvo fuera de la habitación sintió un alivio enorme, como si el aire volviera a sus pulmones. Un aire no viciado que necesitaba camuflar con nicotina.
Necesitaba un cigarro y pensar, tal y como le había indicado el doctor Motka.

Publicado por Jack A. Hudson Jue Ene 21, 2016 1:46 pm

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